Cómo trascender el binarismo

La Fundación neerlandesa FLAX, integrada por mujeres académicas y feministas europeas, ha otorgado su premio a dos personas trans: Ian de la Rosa y Daniasa Curbelo. El reconocimiento es especialmente emocionante en pleno auge de los discursos tránsfobos.

En el último Octubre Trans de Madrid en el que participé, hace unos años ya, me tocó proyectar en un centro social ocupado una película que alguien de la asamblea había conseguido, Víctor XX, dirigida por Ian de la Rosa. A pesar de estar pendiente de que todo sucediera como habíamos acordado, quedé cautivada por las imágenes, la poesía visual que transmitía. Y sobre todo me contagié del espíritu de abismo, del vértigo que emanaba de la historia, esa sensación de estar viva, para bien o para mal. Cuando la muy querida compañera canaria Dani (Daniasa) Curbelo me comentó que tanto ella como Ian habían sido distinguides por la Fundación neerlandesa FLAX con los premios Emma Goldman Snowball me alegré muchísimo. Dani es de estas personas que no te acuerdas de cuánto haces que la conoces, pero que parece que ha estado ahí siempre (lo cual es improbable porque podría ser mi hija). Nos unen además algunas obsesiones comunes en una conversación que retomamos cada vez que coincidimos.

Al final me vine arriba y me decidí a hacerles unas preguntas que con diligencia y cariño me han respondido:

¿Abre este premio para ustedes un horizonte nuevo para profundizar en sus investigaciones?

Dani Curbelo: Personalmente este premio, tal y como se lo comenté a Lucas Platero cuando me llamó por teléfono para darme la noticia y a quien le agradezco enormemente que me haya incluido en la candidatura junto con Ian de la Rosa, supone un chutazo de energía y más después del año tan difícil que hemos vivido. Y no hablo particularmente de la pandemia por la Covid-19 y sus famosas “olas” de contagios, sino por la “ola” de violencia simbólica que nos ha enchumbado y revolcado a muchas personas sexualmente disidentes, especialmente a las trans. Que una fundación integrada por mujeres académicas y feministas europeas no tenga ningún reparo en otorgar un premio a dos personas trans, con el enorme reconocimiento que esto conlleva, es una noticia que me llena de esperanza y fuerzas para seguir adelante casi como si fuera una tabla de surf que me ayuda a mantenerme en la superficie e incluso surfear las olas que sigan viniendo.

Ian de la Rosa: Gracias a este premio y a Lucas Platero, quien nos propuso como candidates, he podido plantearme investigar desde una perspectiva académica cómo se ha representado y se representa en la actualidad el cuerpo trans, tanto en el cine como en las series de televisión. Mi primera intuición es que existen una tipología de relatos anclados a una tipología de cuerpos, y a sus representaciones, en el imaginario audiovisual colectivo. Es algo que ya venía reflexionando junto a Pol Galofre e Ian Bermúdez en nuestro talleres del Laboratorio DebuT*, en la Sala Beckett de Barcelona. Y que también he podido poner en práctica en mis diferentes proyectos de cine y teatro. También en la escritura, siendo coguionista de la reciente serie Veneno.

¿Creen que el espacio que han ido ganando las posiciones reaccionarias e intolerantes, representadas por partidos ultraconservadores y que cuestionan el fundamento mismo de la democracia liberal, en el panorama político reciente, pone en peligro los estudios coloniales y de género en Europa? ¿De qué manera?

D.C.: Por lo que veo desde Canarias, Europa y especialmente España ha presenciado en los últimos años controversias y polémicas a partir de los debates públicos en torno a la representación de figuras históricas del colonialismo y expolio en otros continentes, con repercusiones tan nefastas para voces contestatarias como la de la artista peruana y activista anticolonial Daniela Ortiz, quien tuvo que huir de España en 2020 siendo víctima de una campaña de xenofobia, con amenazas de ataques físicos a través de redes sociales y también de forma privada, por su denuncia de los monumentos racistas y coloniales que existen. Aquí en las islas todavía tenemos que vernos diariamente las caras no solo con figuras y monumentos que ensalzan nombres de la dictadura franquista, siendo la capital de Tenerife una de las ciudades que más escudos, emblemas, placas, lápidas, nombres de calles y espacios mantiene en honor al franquismo, sino también con aquellas representaciones públicas de figuras que participaron en la conquista y colonización de Canarias que comenzó en el siglo XV, antes incluso que en Abya Yala pero como parte fundamental de la empresa colonial que a partir de 1492 se extendería al otro lado del Atlántico. No obstante, desde hace siglos han estado presentes otras visiones críticas con el discurso e historia oficiales que imperan en el archipiélago pudiendo ver, con algo más de distancia y no sin reticencias institucionales, nuestro modelo de sociedad como heredera innegable de este proceso histórico que en muchos sentidos continúa vigente hasta la actualidad. Por este motivo los estudios decoloniales y los estudios de género no creo que estén en riesgo en Canarias, todo lo contrario gracias a la aparición de nuevas alianzas y paradigmas que muchas compañeras tanto desde los activismos como desde lo académico estamos construyendo a partir de la combinación de ambas dimensiones y enfoques, fruto de lo cual surge lo que a día de hoy conocemos como feminismo decolonial canario y que sigue cogiendo forma progresivamente

I.R.: Hay una reacción cíclica. Actualmente resido en la zona donde me crie, en Níjar, Almería, donde este tipo de corrientes están muy presentes. Presentes aún siendo de forma totalmente contradictoria, o no, a las diferentes realidades que por aquí se viven. Me estoy refiriendo a la situación de explotación y precariedad de las migrantes jornaleras en los invernaderos. Europa no quiere mirar hacia una de las huertas que la alimenta porque a nadie le interesa que la producción pare o se revalorice. Hasta el momento. 

Las turistas en verano pueden verlo con sus ojos desde la carretera mientras van hacia las preciosas playas, pero nadie hace ningún comentario o pasa a la acción. Las jornaleras se están organizando y toman cada vez más fuerza, pero siguen siendo pocas. La derecha aprovecha la situación para introducir su discurso, mientras por otro lado se lucran aprovechando la coyuntura. Nada nuevo, es la misma vieja historia. A mí me inspira mucho leer las reflexiones que Antonio Manuel hace acerca de la huella cultural de la conquista y masacre de Al Andalus. Todas las consecuencias y traumas que ello conllevó y a las bellas cicatrices que hoy podemos disfrutar, como el flamenco. Me sorprende y me hace pensar en las posibles similitudes que tuvo aquella etapa con la actual. Al final, la expresión artística cultural impregna todo acto de resiliencia. Hablo de expresión artística no reglada o enmarcada en un museo. La del día a día, la de las personas que nos rodean o la que se manifiesta en nosotras mismas. En el panorama actual, esto puede resultar el único salvavidas existencial.

Alicia Ramos – PIKARA MAGAZINE