DIFERENTEMENTE IGUALES

IGUALDAD Y EDUCACIÓN AFECTIVA – SEXUAL Y DE GÉNERO

DIFERENTEMENTE IGUALES

9 CUENTOS INFANTILES PARA EDUCAR NIÑAS EMPODERADAS Y SEGURAS DE SÍ MISMAS

Brujas, niñas que quieren ser bomberas, princesas que rescatan príncipes… las protagonistas de estas historias tienen un potente discurso que todos los estudiantes deberían escuchar con atención.

Las niñas visten de rosa, los hombres de azul”. “Los hombres son mejores para las ciencias y las mujeres tienen más desarrolladas las habilidades verbales o lingüísticas”. “Los hombres juegan con coches y las mujeres con muñecas”… en pleno siglo XXI, estas diferenciaciones que existen entre hombres y mujeres siguen estando muy marcadas, hecho que puede afectar la forma como los niños y niñas se enfrentan al aprendizaje.

Esto significa que la necesidad de acortar las brechas de género desde la sala de clase, promoviendo valores como el respeto y derribando estereotipos, sigue siendo una prioridad urgente.

Frente a esto, los educadores no son los únicos que están intentando cambiar el foco del discurso; algunos autores e ilustradores de cuentos infantiles también lo están haciendo a través de sus historias, modificando personajes y enfocando los cuentos en una dirección que permite a las niñas, a través de la lectura, sentirse grandes, poderosas y capaces. En ese sentido, frente al compromiso de trabajar por la igualdad de género y derribar los estereotipos de aprendizaje en las aulas y en los hogares, estos libros llegan para convertirse en los mejores aliados de educadores y padres que a diario trabajan por empoderar a sus hijos y estudiantes, mostrándoles que sin importar su género, todos están hechos para hacer grandes cosas.

1. MERCEDES QUIERE SER BOMBERA

Mercedes tiene un sueño: ser bombera, sin embargo, sus compañeros de clase se ríen de ella. El cuento muestra cómo se condiciona a la personas por su género, pero para contrarrestar esto, destaca también la importancia del apoyo de las familias y docentes frente a este tipo de situaciones.

2. OREJAS DE MARIPOSA

Su compañeros se burlan porque tiene grandes orejas, sin embargo, la protagonista de esta historia se quiere y se respeta. Su historia permite abordar de una forma positiva, cosas como el auto respeto, la aceptación y el acoso escolar.

3. LAS JIRAFAS NO PUEDEN BAILAR

¿Quién dijo que las jirafas no puede bailar? Esta historia es perfecta para recordar que no hay nadie que pueda decir qué pueden o no pueden hacer los niños. En otras palabras, rescata la importancia de empoderarlos y confiar en sus capacidades, pues de esta forma, ellos podrán confiar en sí mismos.

4.LA PRINCESA VESTIDA CON UNA BOLSA DE PAPEL

Robert Munsch quiso dar una vuelta de tuerca a las historias de los príncipes y princesas en este asombroso cuento. Rompe con los elemento usuales de los cuentos de hadas. En esta historia, la princesa es quien debe salvar al príncipe, la pareja enfrenta algunas dificultades y ella, debido a un incendio en el castillo, debe vestirse con un trozo de papel… otras particularidades suceden a través de un libro que con humor, rompe con los estereotipos.

5. MALENA BALLENA

Es la historia de una niña llamada Malena a quien le dicen “ballena”. Su historia es una lucha contra los complejos que surgen por los estereotipos de belleza. Un día, el profesor de natación de la niña le enseña un truco que le cambia su vida de forma positiva.

6. LAS PRINCESAS TAMBIÉN SE TIRAN PEDOS

Otro cuento que rompe con todos los estereotipos de la forma más divertida posible. Es una historia perfecta para enseñar a niños y niñas que la perfección es imposible y que hay cosas que son normales, válidas y sobre todo, humanas.

7. MUJERES

 

Isabel Ruiz Ruiz creó este libro para contar la historia de 18 mujeres luchadoras que son un ejemplo a seguir. En principio retrató a Virginia Woolf, a Frida Kahlo, a Isadora Duncan… Después comenzó a hacer una selección más equilibrada intentando abarcar mujeres de todos los ámbitos: científicas, políticas, deportistas, fotógrafas…

8. SALVAJE

Salvaje, de la autora hawaiana Emily Hughes cuenta la historia de una niña que vive feliz en la naturaleza, donde los osos le han enseñado a comer, los pájaros a hablar y los zorros a jugar. Como Mowgli en el libro de la selva… ella es audaz, valiente e increíblemente libre.

9. GUAPA

Una bruja tiene una cita con un ogro y se ve estupenda. Sin embargo, camino a su cita, algunas personas empiezan a mencionar todo lo que debería cambiar para verse realmente “Guapa”. El cuento rescata la importancia de que las niñas se sientan únicas y se quieran tal y como son.

LA INVENCIÓN DE LAS MUJERES de Oyèrónkẹ́ Oyěwùmí

UNA PERSPECTIVA AFRICANA SOBRE LOS DISCURSOS OCCIDENTALES DE GÉNERO

 

La invención de las mujeres es, sencillamente, un libro fascinante, desafiante y de obligada lectura para los feminismos descoloniales de la Abya Yala.

La socióloga nigeriana Oyèronké Oyewùmí realiza un estudio acerca de la no existencia de la categoría «mujer» en la sociedad yoruba previas a la intrusión colonial.

A través de una arqueología de los discursos, la autora documenta cómo y por qué se implantó «el género» en la sociedad Yorùbá del suroeste de Nigeria, que fue colonizada por los ingleses desde 1862. Así, Oyěwùmí hace explícito lo que ha estado implícito por efectos de la colonialidad por mucho tiempo: la «mujer» no existía antes de que la tierra Yorùbá sostuviera contacto con Occidente.

Con esta afirmación se desmonta todo fundamento epistemológico occidental que da por sentado que «biología es destino» y se construye la cartografía descolonizar de una realidad donde la organización social no precisa ni de cuerpos con género para establecer sus lógicas ni del predominio del sentido de la vista para explicar su mundo.

LAS 13 ROSAS

Esta semana se han cumplido 80 años de uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este. Su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y cine.

«Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia». Fueron estas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso, de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse al nuevo orden impuesto por el general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.

En el ambiente de ese verano de posguerra – tristísimo para unos y glorioso para otros -, se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus pobladores con las dolorosas secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos de mujeres. «Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino…», voceaban las radios de Madrid. «Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino», advertía Franco en sus discursos.

Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias del cementerio del Este. El momento lo recuerdan así algunas compañeras de presidio: «Yo estaba asomada a la ventana de la celda y las vi salir. Pasaban repartidores de leche con sus carros y la Guardía Civil los apartaba. Las presas iban de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja, parecían tranquilas» (María del Pilar Parra). «Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy serenas y que una de ellas, Anita, no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus verdugos: ‘¿es que a mí no me matan?» (Mari Carmen Cuesta). «Si fue terrible perderlas, verlas salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual relatando cómo habían caído. Entre las cosas que nos dijo, fue que las chicas iban muy ilusionadas porque pensaban que iban a verse con los hombres [con sus novios y maridos, también condenados] antes de ser ejecutadas, pero se encontraron que ya habían sido fusilados» (Carmen Machado).

Quince de los ajusticiados ese 5 de agosto de 1939 eran menores de edad, entonces establecida en los 21 años. Por su juventud, a estas mujeres se las comenzó a llamar «las trece rosas», y su historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida y fascismo. Un episodio sobre el que nunca se habrá escrito mucho. Lo investigó el periodista Jacobo García, ya en 1985. Lo noveló el escritor Jesús Ferrero en su libro Las trece rosas (Siruela, 2003), en el que dedica un capítulo a cada una de las muchachas y con su literatura las dota de vida y palabra, de sentimiento y dolor; le pone cara a sus verdugos… Lo documentó durante dos años, sin ficciones, y por eso aún con mayor crudeza el periodista Carlos Fonseca en Trece rosas rojas (Temas de Hoy, 2004): «No conocía la historia, no la busqué; ésta me buscó a mí a través de unos documentos que guardaba un tío de mi padre que pasó 20 años en la cárcel. Localicé el sumario, investigué; los familiares pusieron el material que tenían a mi disposición». En su libro duelen los testimonios de las familias, el momento de la condena, la partida hacia la muerte, la locura posterior de las madres de las fusiladas ante su pérdida, la indiferencia del régimen.

Retoma la historia de las trece rosas ahora la productora Delta Films en un largometraje documental títulado Que mi nombre no se borre de la historia, tal como pidió Julia en los últimos minutos de su vida. En la película se muestra el drama personal y el contexto social, político (su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas, JSU) y bélico en el que se mueven las protagonistas. «Es el primer documental sobre el suceso y entendimos que era urgente hacerlo porque son pocos los testigos vivos. Si no se recogen ahora sus voces, permanecerán para siempre en el olvido», dicen los directores, Verónica Vigil y José María Almela.

El destino triste de estas mujeres que no pudieron envejecer ha sido citado también en libros de Dulce Chacón o Jorge Semprún, y este mismo otoño lo acaba de llevar a escena la compañía de danza y teatro Arrieritos. Además ha sido inspiración para una organización socialista recién creada, Fundación Trece Rosas, «orientada a proyectos e iniciativas en las que se profundice en la igualdad y la justicia social». Y aún más: su vida y muerte es el argumento del próximo filme de Emilio Martínez Lázaro, con guión de Ignacio Martínez de Pisón y asesoría de Fonseca.

«Tras entrevistar a sus compañeros de organización, a sus familiares, concluimos que las trece rosas eran mujeres que sabían bien lo que hacían, y que con gran valentía y clarividencia lucharon contra el régimen antidemocrático que se avecinaba», comentan Vigil y Almela. «Se afiliaron a la JSU de forma consciente; pudiendo quedarse en casa, salieron a la calle y optaron por luchar y defender la II República española, desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid y poniendo en riesgo sus propias vidas«. Según Fonseca, el régimen franquista «adoptaba un tono paternalista con las mujeres en sus mensajes, pero trató con igual inquina a hombres y a mujeres. La miliciana era para los vencedores la antítesis de la mujer, cuya misión en la vida era ser madre y reposo del guerrero». Para Santiago Carrillo, que fue primer secretario general de la JSU, «en las guerras, son ellas siempre las que más sufren… Y el régimen de Franco hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad de las mujeres que se había creado con la República».

Ellas se llamaban Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa. Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, militantes todas, menos Brisac, de la JSU. El suyo se considera uno de los castigos más duros a los vencidos de la posguerra. Una respuesta, dicen, al asesinato del comandante de la Guardia Civil, Isaac Gabaldón, a su hija y su chófer el 27 de julio anterior.

«El número de detenciones diarias en la capital era muy variable en 1939, aunque muchos días la información titulada ‘Detención de autores de asesinato’ estaba formada por más de cien nombres…», escribe Pedro Montoliú en su reciente e interesante libro Madrid en la posguerra, 1939-1946. Los años de la represión(editorial Sílex) que le ha supuesto cuatro años de investigación y en el que describe el ambiente de aquel tiempo: «Los peores meses fueron junio, con 227 fusilados; julio, con 193; septiembre, con 106; octubre, con 123, y noviembre, con 201. Por días, los más sangrientos fueron el 14 de junio: 80 fusilados; 24 de junio, 102; 24 de julio, 48; el 5 de agosto, 56. (…) Ese día, y 48 horas después de dictar sentencia, fueron fusiladas las ‘trece rosas’, de entre 18 y 23 años, que habían intentado reconstruir la JSU en la clandestinidad».

Vigil y Almela enfocan su película preguntándose cómo se podía llegar a ejecutar una sentencia tan infame. «¿Qué había pasado en España? ¿Qué acontecimientos habían azotado el panorama político y social de aquel entonces?». Miraron entonces hacía la organización política juvenil de la que las trece rosas eran miembros, la JSU, y a su papel en el transcurso de la guerra.

«Franco se proponía destruir hasta la simiente de los rojos en este país… y al decir rojos, estoy diciendo los simples demócratas, los liberales, cualquier recuerdo de los tiempos en que España había sido libre», declara Carrillo en el filme. La organización nació en marzo de 1936 de la fusión entre la Unión de Juventudes Comunistas y la Federación de Juventudes Socialistas. «Luchábamos por un ideal», dice una de sus miembros. Otra: «Nos afanábamos por la libertad, por un mundo mejor, porque el trabajador pudiera vivir en condiciones». Una tercera: «Defendíamos la República que había sido elegida en 1931, mejorándola». Y cuarta: «Mi conciencia política surgió tan pronto empezó la guerra. Tenía 15 años y debía pelear, no había más remedio». En 1939, la JSU se encontraba deshecha, sus líderes encarcelados… Sólo se contaba con el coraje de sus miembros para reorganizarse.

«Crear una estructura clandestina es siempre algo muy difícil. Hay que concentrar los esfuerzos. Y en ese periodo los concentramos en la creación, sobre todo, de un partido comunista clandestino», afirma Carrillo. Para el régimen, según el periodista Jacobo García, la JSU representaba un gran peligro: «Dada la juventud de sus militantes, estaba destinada a sobrevivir durante muchos años y a plantear problemas al régimen franquista durante muchos años, a corto, medio y largo plazo». Debía desaparecer.

Así, estando todos los hombres en prisión o en el exilio, de la reorganización se encargaron las mujeres o los jóvenes. «Queríamos seguir luchando, recuperar dinero para ayudar a los presos, para sacarlos, para sacar a mi hermano; queríamos, pero no lo conseguimos…», apunta Concha Carretero. «Te cogían enseguida», rememora Nieves Torres. «Era un Madrid triste, reservado, la gente no se atrevía a mirar a nadie; si ibas en el metro, todo el mundo iba con la cabeza baja», dice Mari Carmen Cuesta. Se tira de los detenidos, se utiliza la tortura para conseguir delaciones, y así, poco a poco, va cayendo la organización. «A los presos los sacaban a la calle y los usaban como gancho, detrás iban dos policías. Así me detuvieron a mí», sigue Torres.

Las trece rosas fueron elegidas para morir entre las 4.000 reclusas hacinadas en Ventas en un espacio pensado para 400 (más de 280.000 presos políticos se contaban en 1939 en España). ¿Por qué ellas y no otras? El escritor Jesús Ferrero imagina una posibilidad literaria y azarosa en su libro: «Roux, Cardinal y el Pálido habían comido opíparamente en el Ritz y se sentían alegres (…). Una hora antes les había llegado la orden de elegir a quince mujeres, preferentemente menores de edad, para conducirlas a juicio. Ya en comisaría, una señora, que se sentía agradecida porque habían liberado a su hija, le regaló al Pálido un ramo de rosas. Eran quince… El Pálido lo cogió y, mirando a Cardinal y a Roux, dijo: ‘Señores, ha llegado el momento de decidir quiénes van a ser las quince de la mala hora. Bastará con ponerle un nombre a cada una de las rosas… Empezaré yo’, dijo tomando una flor. ‘Y bien, esta rosa de pasión se va a llamar Luisa. No conseguí que esa bastarda pronunciara una sola palabra en los interrogatorios. Por poco me vuelve loco’. ‘Y ésta, Pilar’, dijo Cardinal. ‘Y ésta se va a llamar Virtudes’, susurró el Pálido con precipitación. ‘Y ésta, Carmen’, dijo Cardinal. ‘Lo merece más que nadie. Nunca me miró bien esa condenada’. ‘Y ésta, Martina’, anunció Roux. ‘Está siempre ausente. Seguro que ni siquiera se va a dar cuenta de que ha muerto».

Ficciones aparte, ellas sí se daban cuenta. De sus condiciones («La posguerra fue peor que la guerra»), de las humillaciones («Se ve que les gustó mi pelo y me dejaron pelona, pelona; me lo cortaban y me lo enseñaban, ‘¿no te da pena este ricito?»), de lo que les esperaba («No bastaba con estar tú en la cárcel, todo tu entorno tenía que expiar por tu pecado»), de lo que significaba pertenecer a los derrotados («Nos trataban de lo peor, muchas palizas, muchas vejaciones»), de lo que perdían («Estuve 16 años en prisión, se me fue lo mejor de mi juventud…»).

Así lo cuentan en la película Maruja Borrell, Nuria Torres, Mari Carmen Cuesta, Concha Carretero, Ángeles García-Madrid, entre otras muchas, de las que fueron amigas, conocieron y/o compartieron celda con las trece rosas en aquellos días. Hablan de las penurias, de la vida cotidiana en una prisión en la que sólo se comían «lentejas de Negrín», de los petates en el suelo, de la desconfianza («No te fiabas de nadie porque se decía que los franquistas habían metido chivatas dentro»), y hasta de su capacidad para sobrevivir, intimar, quererse y reírse de sí y de su situación. Hablan de las terribles noches de saca, de cómo todas salían temerosas a la galería para ver quiénes eran las elegidas para morir, de cómo sucedió todo en aquella noche terrible de agosto. «Para mí es un recuerdo muy amargo, muy amargo», llora aún hoy desconsolada Mari Carmen Cuesta, entonces de 16 años.

En la película de Delta Films y en el libro de Fonseca se recogen testimonios de parientes: las sobrinas de Julia, de Dionisia, de Martina… Y del hijo de Blanca Brisac y Enrique García, quizá la más triste de todas las historias: «Mi padre pertenecía a la UGT, pero mi madre… dijeron que era de la JSU, y yo sé que no militaba. Lo puedo jurar», dice. A ambos los ejecutaron ese 5 de agosto de 1939, cuando él tenía 11 años. «Determinadas corrientes revisionistas pretenden hoy cambiar la realidad de los hechos y esto sí que es muy peligroso. No se trata de generar sentimientos revanchistas. En ninguna de las entrevistas que hicimos percibimos rencor. Al contrario, fue toda una lección de humanidad. Nuestro documental trata de concederles el minuto de duelo que en su día se les negó», cuentan Vigil y Almela.

Fue Blanca Brisac, sin embargo, quien mejor lo expresó, mientras escribía a su hijo esa noche, ya en capilla: «Voy a morir con la cabeza alta… Sólo te pido… que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor… Enrique, que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la cimentaron a mí… Hijo, hijo, hasta la eternidad…».

PELÍCULAS, LIBROS Y CÓMICS CON MUJERES COMO PROTAGONISTAS

El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), a través del Centro de Documentación María Zambrano, ha publicado la Guía de verano 2019 con recomendaciones y recursos de libros y películas especialmente indicados para la época estival con la mujer como principal protagonista con el objetivo de visibilizar a las autoras y sus historias. Esta iniciativa, que se viene implementando desde 2015, recoge novedades ingresadas recientemente en el Centro de Documentación y están organizadas en los siguientes apartados: narrativa, biografías, cómics, literatura para jóvenes, literatura infantil y películas.

En esta edición en la sección de narrativa se ha prestado especial atención a libros de jóvenes escritoras andaluzas emergentes, como son Vozdevieja, de la sevillana Elisa Victoria, o Lectura fácil, de la granadina Cristina Morales. Asimismo, en la parte de biografía hay títulos como 30 maneras de quitarse el sombrero de Elvira Lindo o Shakespeare Palace de Ida Vitale. Además, en el apartado de cómics destacan ¿Dónde estás? de Bea Enríquez Monstruo espagueti de Anastasia Bengoechea. En literatura juvenil e infantil se encuentran libros como Los cinco y el tesoro de la isla de Enid Blyton o ¡Déjame en paz! Yo soy de colores. ¿Y tú? de Olga Ibarra. Mientras que en la modalidad de películas destacan Un asunto de familia, Buscando a Dory El verano de May. Para más información de los recursos integrados en la guía, las imágenes y referencias de cada uno de ellos están enlazados con el catálogo del Centro de Documentación María Zambrano.

GUÍA DE VERANO 2019 – CENTRO DE DOCUMENTACIÓN MARÍA ZAMBRANO

MUJER, ARTISTA Y PIONERA: DIFÍCIL TAREA

La pintora senegalesa Bassine Sall y su hermano Mamadou exponen en Madrid cuadros ‘suwer’ de pintura sobre vidrios.

En tiempos de mi padre no había ninguna mujer que se dedicase a este arte. Era un mundo de hombres, pero a mí me gustaba y decidí dedicarme a él, rompiendo así una tradición”, comenta, con mucha timidez, Bassine Sall. Ella es una pionera. La primera, y única hasta ahora, artista dentro del universo suwer: pintura sobre vidrio (del francés sous verre, por pintarse en el reverso de un cristal). Desde muy pequeña la aprendió en el taller de su progenitor, Ibrahima Sall, uno de los más grandes maestros de esta técnica. Su obra puede apreciarse ahora, hasta el 31 de julio, en una exposición conjunta con su hermano menor, Mamadou Sall, en la Galería madrileña de Mamah Africa y que lleva por título Bienvenue à Rufisque II.

Bassine empezó clasificando los cristales, limpiando y poniendo orden en lo que los aprendices desordenaban en el taller familiar. Pero, poco a poco, comenzó a coger los pinceles y a copiar los diseños de su padre. Compaginó la afición con la escuela por algunos años. Luego se casó, abandonó la morada paterna para mudarse a la de su marido, tuvo dos hijos, se ocupó de las tareas del hogar, enviudó y regresó a la casa paterna. Ese momento coincidió con la enfermedad de su padre y ella decidió echar una mano en el taller para sacar adelante todo el trabajo que había atrasado. Fue así como en 2002 volvió a reengancharse a lo que tanto le gustaba. Desde entonces ha perfeccionado su arte y ha generado su propio estilo, primero bajo la tutela de su padre, hasta que este falleció en 2009, y luego junto a su hermano. Ellos dos son los únicos de los cinco hijos de Sall que han seguido sus huellas. Hoy en día, un hijo suyo y otro de Mamadou se han unido a ellos en el taller y dan continuidad a la saga familiar.

Bassine Sall ha desarrollado su propio estilo dentro de un mundo de hombres

El arte suweres un estilo surgido a principios de siglo XX en Senegal y que fue difundido por los vendedores ambulantes en las ciudades. En un inicio sus temas se reducían a caligrafías y pictogramas con versículos coránicos, imágenes del repertorio chií y escenas de cofradías locales. Pronto, los pintores más jóvenes, como es el caso de Ibrahima Sall, introdujeron escenas de la vida cotidiana, hechos históricos o las memorias de los héroes de la resistencia anticolonial. Esto es lo que enseñó a sus hijos que ahora se caracterizan por retratar la cotidianidad del día a día de Rufisque, una ciudad del extrarradio de Dakar, la capital de Senegal, donde han nacido y trabajan: el transporte público, mujeres tradicionales o modernas, escenas de mercado, parejas, niños, retratos… Todo con un toque naíf y muchas veces, incluso, de ironía.

La artista afirma que crea mano a mano con su hermano Mamadou: “Trabajamos juntos. Él es mi maestro, sigo su línea”. Sin embargo, la realidad es que si se observa la obra de uno y de otro se descubren diferencias importantes. En ella destacan los detalles de los atuendos y los colores más relajados. Además, ella fue la primera artista que tuvo la idea de añadir tela a sus composiciones para darles movimiento y textura. Una técnica que ha tenido mucho éxito. “Pero ya sabes como es África”, interrumpe el hermano. “Allí se copia todo y ya se ven artistas que imitan lo que hace mi hermana”. Ella sonríe y no dice mucho más, deja que el pequeño sea el que la promocione.

Romper con una tradición de hombres no ha sido fácil. Le ha costado más que a su hermano abrirse camino. Él, Mamadou Sall, es en la actualidad uno de los artistas más cotizados del arte suwer, especialmente en Francia donde este estilo es muy apreciado y existen muchos coleccionistas. De hecho, tras su paso por Madrid viajará a Paris donde también expondrá su obra. A su hermana le gustaría acompañarle, pero a ella solo le han concedido un visado por un mes, así que tras la exposición en la capital española se verá obligada a regresar a Senegal.

Bassine sueña con construir su propia galería de arte

Bassine sueña con construir su propia galería de arte donde exponer su obra en un terreno que le dejó su marido en Rufisque. Junto a su hermano también planea dar clases a los escolares de la ciudad para que aprendan la técnica suwery así «a lo mejor descubrimos a algún artista verdadero que quiera continuar con este estilo».

Durante el mes que los dos hermanos estarán en Madrid, van a continuar su trabajo y producir nueva obra. Por lo que también atenderán a demandas personalizadas. Igualmente, el 25 de julio tendrán un encuentro en la sede de la Galería de Mamah Africa con todo el público que quiera asistir en el que enseñarán como se realiza esta técnica. Una oportunidad única para conocer más de cerca este arte tan peculiar.

EL LIBRO DE SELENNA

La Fundación Selenna y la Escuela Amaranta, dos organizaciones no gubernamentales que trabajan en Chile a favor de los derechos de las personas LGTB, específicamente de las personas trans, acaban de publicar un libro que busca promover la inclusión y la aceptación de las diversas identidades de género existentes y así evitar la discriminación y la violencia de las personas trans.

El libro de Selenna es un cuadernillo de caligrafía ideado y escrito por un grupo de 12 niños y niñas trans después de un año de trabajo. La función de este material es enseñar a leer y escribir por medio de oraciones y palabras que promueven la tolerancia, la inclusión y el reconocimiento de las identidades de género.

El principal objetivo del libro, según explicaron las organizaciones que lo lanzaron, es: Resignificar los clásicos ejercicios de caligrafía con conceptos y valores claves para respetar y ser respetado, porque aprender sobre inclusión es una tarea que debemos hacer juntos”.

ENLACE:

EL LIBRO DE SELENNA

 

MÁS LIBROS, MÁS LIBRES

 

A la lectura se llega por el placer, es cierto. Empezamos a leer por placer, y de hecho sería deseable que ese placer no nos abandonara nunca. Pero llega un momento en que el placer en sí mismo parece insuficiente y hay que plantearse la lectura como una fuente de conocimiento, que a su vez es una nueva fuente de placer. Leer para gozar, leer para conocer, leer para comprender, leer para crecer como ser humano.

                                                                                        Miquel Desclot

NO ME CUENTES CUENTOS

No me cuentes cuentos, un proyecto educativo con 100 relatos infantiles sobre mujeres españolas. La visibilidad social y profesional de las mujeres en la sociedad es una asignatura pendiente. Como tal, debe tratarse para aprobarla y equipararla al estatus de los hombres. Y es que el éxito de las personas, independientemente de si son hombres o mujeres, debe tener la misma visibilidad, notoriedad y reconocimiento.

Recientemente se ha publicado un proyecto de esos que quieren poner en valor la vida y obra de las mujerespara dotarlas de la importancia correspondida. Y además que está muy ligado a la pasión por los libros. Ese proyecto se llama : No me cuentes cuentos.

«No me cuentes cuentos» es un proyecto colectivo liderado por Klosgketter y Prodigioso Volcán que busca contar de otra forma la historia inspiradora de cien mujeres españolas con vidas apasionantes que, en muchos casos, han pasado desapercibidas. Además de los relatos, que se publican, «No me cuentes cuentos» es también un podcast que ha producido Podium, la plataforma de la Cadena Ser.

Este proyecto trata de sacar del olvido y de la invisibilidad a mujeres españolas representativas, de todas las profesiones y disciplinas posibles, e inspiradoras y atractivas para la población infantil. Busca que las nuevas generaciones encuentren en ellas el estímulo necesario para luchar por conseguir sus sueños. Entre las mujeres destacadas se pueden encontrar escritoras, científicas, descubridoras, pintoras…

NO PIERDAS LA OPORTUNIDAD DE CONOCER A ESTAS MUJERES!