Los surrealistas entendían que la máxima expresión del artista  era propiciada por un estar sin normas ni atarse a corrientes que prestablecieran las normas.

De este modo nacieron grandes composiciones en las que el poeta se manifestaba dejando total libertad a la creatividad.

En esta época, inicios del siglo XX, un gran número de artistas siguieron esta corriente de pensamiento que desembocó en varias disciplinas.

En la literatura, destacó la figura de André Breton, uno de los fundadores de este movimiento.  Entre las técnicas literarias  estaba  la escritura automática, donde los pensamientos discurrían libremente y  se escribía  sin prestar atención a lo que se reflejaba en el papel.

De esta forma, la escritura surgía  libre y no se atenía  a normas preestablecidas.

Otra de las aportaciones  del surrealismo son los denominados cadáveres exquisitos, objeto de este post. 

 La técnica es la de un famoso juego que seguro habrás jugado más de una vez; el que una persona escribe una palabra en un papel y lo dobla, y el siguiente escribe otra palabra, y así sucesivamente hasta finalizar leyendo la composición conjunta.

Su nombre proviene de la primera vez que se jugó, que dio como resultado “El cadáver – exquisito – bebera – vino – nuevo“.

También se conocen como “poemas alimón“, como los bautizaron Lorca y Neruda, o “quebrantahuesos“, nombre que les dió Nicanor Parra.

Técnica de escritura muy común en talleres literarios e incluso en ejercicios en la red en webs dedicadas a la escritura.

Posteriormente esta técnica se aplicó y evolucionó a otras disciplinas como la pintura, el vídeo e incluso a la arquitectura, dando lugar a grandes obras colectivas en las que se refleja el espíritu del grupo.

Tanto la escritura automática como los cadáveres exquisitos pueden ser buenas técnicas para recabar ideas y comenzar a escribir sobre un tema.

¿Nos atrevemos a usarlo en el aula?

¡El próximo día del libro puede ser una buena excusa! 

FUENTES

http://www.danieltubau.com/cadaverexquisito/cadaverhistoria.htm