El protocolo del corazón

CINE: ESPECIALES

Un preaviso para huir de etiquetas y despejar equívocos: estos Especiales no son los parientes franceses de nuestros Campeones. A sus creadores, Eric Toledano y Olivier Nakache, les debemos un éxito mundial en taquilla como Intocable (2011), santo y seña de la comedia dramática de buenos sentimientos. Más tarde, aunque en menor medida, se ganaron también el favor del gran público con la bienintencionada Samba (2014) y la simpática C´est la vie (2017). Su intención ahora, sin embargo, no es tanto ya complacer o hacer reír cuanto contribuir a la humanización de una sociedad cada vez más insensible ante ciertas realidades y, sobre todo, homenajear a esos colectivos capaces de identificar un problema y actuar sin esperar a que «papá Estado» ofrezca la solución.

Aprovechando sus vivencias juveniles como monitores de campamento, la pareja de guionistas y realizadores galos construye una historia con vocación de denuncia vertebrada en torno a dos amigos -uno judío (Vincent Cassel, alejado de sus registros habituales) y otro musulmán (Reda Kateb)- y sendas organizaciones sin ánimo de lucro que tienen a su cargo: «La Voz de los Justos», que acoge y tutela a niños y no tan niños con distintos grados de autismo, ciudadanos ignorados o enfermos sin expectativas de mejora; y «La Escala», que forma a jóvenes en riesgo de exclusión social para que atiendan a estos casos urgentes de vulnerabilidad extrema. Dos instituciones «fuera de las normas» -como reza el título original de la cinta- que no solo se ayudan mutuamente, sino que subsanan las carencias sanitarias y administrativas en materias tan sensibles como la salud mental, la discapacidad o la protección de la infancia.

Aun así, ambas son víctimas de la Inspección General de Asuntos Sociales (IGAS), una agencia gubernamental encargada de vigilar el cumplimiento de la ley en cuanto a licencias, acreditaciones o formación de los trabajadores se refiere. Más pendiente, a tenor de sus visitas, de controlar la idoneidad de los profesionales que de hacerse responsable de esos menores encerrados, atados y permanentemente medicados. Son las trabas y paradojas de un sistema que, como la propia medicina, obedece a protocolos, mientras nuestros protagonistas apelan a la (buena) fe y al (gran) corazón para paliar el fracaso de un estilo de vida -este sí- que amenaza cierre.

Nakache y Toledano retratan con un realismo próximo al documental este universo de médicos, pacientes, familiares, enfermeras, educadores, mediadores, funcionarios, cuidadores, voluntarios… Y lo hacen con la colaboración de dos extraordinarios actores y un grupo de chavales –Especiales, en muy diversos sentidos- interpretándose a sí mismos.

La madre de uno de estos secundarios tan reales, confesando la lógica preocupación por su hijo cuando ella falte, asume -entre resignada y agradecida- que el mundo se divide en dos categorías: los que «ya ni te ven ni te oyen; y los otros, que no abundan mucho». De estos últimos, los nuevos quijotes del siglo XXI, nos habla esta maravillosa y necesaria película.

J. L. CELADA