Versión libre del cuento “la fuente de las siete brujas “de Ernesto J. Rodríguez Abad
Había una vez una escuela que durante las primeras semanas del mes de Junio se convirtió, por arte de la literatura, en un reino de fantasía, magia y color donde los duendes, ogros, brujas….y todos los personajes que se puedan imaginar circulaban libremente por sus clases, patios, pasillos y jardines. En ese reino habitaba, por aquella época, un caballero de mediana estatura, poco pelo y gafas que, según decían los que le conocían, era el narrador de historias más grande del Universo. También escribía cuentos y otros relatos de amor. Sabía muchas, muchas cosas de dioses, princesas y ranas y todos le llamaban ERNESTO. El caballero Ernesto llegó a la escuela muy dispuesto. Se dispuso a contar historias a los niños y niñas del lugar .Comenzó por las clases de los mayores y pronto su fama llagó a oídos de los más pequeños. En una de estas clases, los niños y niñas de cuatro años, esperaban impacientes su visita. Querían escuchar sus maravillosas historias. Querían compartir sus vivencias de “autor a autor”, pues ellos también eran escritores y escritoras de renombre. Esperando el momento mágico del encuentro decidieron leer alguna de las obras escritas por el caballero Ernesto. De todas las obras que la maestra había llevado al aula eligieron, por votación, el cuento “La fuente de las siete brujas” que fue leído, en voz alta, en días sucesivos. Como también querían hacerle un regalo especial a Ernesto elaboraron, entre todos, con la ayuda de la maestra una nueva versión del cuento que ilustraron y, en edición de lujo, editaron con el título “Las siete brujas del mar”. Cuando el caballero Ernesto acudió fiel a su cita recibió una grata sorpresa. Tan feliz y contento estaba que se convirtió en princesa. Cuentan los maestros del lugar que las siete brujas salieron del mar y a sus autores y autoras fueron a buscar.
ESCRIBIENDO LA VERSIÓN DEL CUENTO: Cómo realizamos la versión del cuento
Para escribir la versión del cuento, de forma colectiva, los niños y las niñas se colocan en la alfombra (asamblea) y, por turnos, van añadiendo sus ideas al argumento. La maestra ya ha comentado en otras ocasiones las partes de las que consta un cuento (inicio, nudo y desenlace) y los niños saben, como así lo han comprobado en las narraciones de cuentos, que hay un principio, que luego hay acción, aventura… y un final, casi siempre feliz. La maestra escribe en un cuaderno las palabras de los niños y las niñas que se releen en sucesivas ocasiones para cambiar, añadir o modificar si es necesario. Cuando todos están satisfechos con el texto definitivo se pasa a ordenador y se edita. Procuramos que todos los niños y niñas aporten sus ideas al cuento y reflexionen sobre la continuidad del argumento, que tenga sentido para la narración y que aumenten su vocabulario con nuevas palabras.
Y aquí está nuestra versión del cuento:
“Las siete brujas del mar “
Autores: niños y niñas de 4 años ( CEIP El Fraile, Tenerife)
Las siete brujas no eran mujeres. Eran brujas de verdad que hacían sus cosas. Cada una de ellas hacía una cosa diferente. Una bruja cocinaba papas, era la bruja del carbón; otra bruja hacía trampas a las mujeres, era la bruja de la cal; otra de las brujas cosía una camiseta, era la bruja de la harina; otra bruja se vestía de flor, era la bruja de laurisilva; otra de las brujas freía huevos para comer, era la bruja de la sal; otra bruja hacía banderas, esa era la bruja del agua. Otra de las brujas estaba cogiendo fresas en el bosque para comérselas en su casa, era la bruja del azúcar. Estaban enterradas en el fondo del mar y, cuando una niña pasa por allí cierra los ojos para no verlas. Las brujas encontraron unos cerditos que se comieron en su casa. La casa de las brujas era grande; dentro tenía un montón de lámparas. Casi nunca se movían de la casa porque allí tenían escondida a la niña que estaba asustada. Cuando salen de la casa a comer al restaurante suben en su escoba mágica que vuela como la de la bruja aburrida. Algunas brujas fueron a almorzar al restaurante de la bruja aburrida y comieron cosas venenosas: culebras, gusanos, pan venenoso, hamburguesas venenosas, hojas naturales de bruja y lombrices. En una cesta guardaron un huevo envenenado para las brujas que se habían quedado en la casa vigilando a la niña asustada. Cuando llegaron a la casa, volando en su escoba mágica, encontraron luces y gusanos. Las brujas cogieron los gusanos y los metieron en una olla para comerlos fritos. Buscaron más gusanos y se los comieron, todavía tenían hambre. Buscaron culebras y también se las comieron con un huevo. Una de las brujas se cayó dentro de la olla y se quemó, como el lobo feroz. Salió corriendo y nunca volvió a la casa.
Nota: Esta experiencia se publicó en la Revista del Centro del Profesorado Granadilla de Abona ( actualmente CEP Tenerife Sur) «EL BUCIO» nº 14. Año 2004/ 2005. ( páginas 08-09)
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