FELIZ NAVIDAD

Esta semana hemos estado celebrando la Navidad con canciones, poemas, obras de teatro, churros y chocolate.

Los pasillos del cole están llenos de árboles de Navidad y de buenos deseos.

Esos buenos deseos son los que deseamos a todos nuestros alumnos y alumnas y sus familias.

Les dejamos aquí dos de los poemas recitados por 3º y 4º respectivamente.

EL MUÑECO DE NIEVE SASTRE

Érase que se era
un muñeco muy blanco,
era un muñeco de nieve,
era un muñeco muy guapo.

Trabajaba en su taller.
Cosía gorros y lazos,
a veces incluso también,
cosía pantalones largos

El día de Navidad,
marchó al supermercado
a comprar telas e hilos
para hacer un bonito brocado.

Recogía entre los estantes
los materiales ansiados,
cuando de pronto un hombre
se desesperó a su lado

Aquel hombre de barba,
vestido de rojo y de pelo cano
tenía su pantalón
completamente destrozado.

Nuestro muñeco de nieve
se le ofreció a arreglarlo
pero sin estar en su habitación
le era imposible lograrlo.

El muñeco y el señor
que tenía calcetines blancos,
se acercaron entre si
y salieron muy pegados.

¿Era aquel Papa Noel,
un Papa Noel despistado?
Lo era el muñeco también,
pues salió sin pagar lo comprado.

Los hilos y el cinturón
que en el estante había encontrado,
viajaban en su zurrón
sin que él se hubiese percatado.

 

 

 

 

 

 

 

El camello cojito

(Gloria Fuertes)

El camello se pinchó
con un cardo del camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.

Baltasar
fue a… repostar,
más allá del quinto pino…
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».

-¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!.
-Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.

El camello cojeando,
más medio muerto que vivo,

va, despeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
-¡Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido!.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
-ya cantaban pajarillos-
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.

– No quiero oro ni incienso
ni estos tesoros tan fríos,

quiero al camello, le quiero,
le quiero -repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos,
mientras el camello echado,
le hace cosquillas al Niño. 

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