Cuando les conté la idea que habíamos tenido las chicas y yo a mis padres, mi madre en seguida me preguntó cómo había llegado a esa conclusión. Le dije que habíamos hablado las chicas y yo porque siempre los chicos se burlaban de nosotras y estábamos hartas de soportar tantas burlas, así que decidimos hacer las pruebas para entrar en el ejército.
Mi padre y mi hermano menor dijeron con burla :
-Ja, ja, ja… las chicas solo sirven para trabajar en casa y satisfacer a su marido.
Me fui llorando a mi cuarto. Mi madre subió a consolarme y me dijo que, a pesar de todo, me apoyaría en la decisión que yo había tomado, aunque en el ejército solo hay hombres muy machistas, como mi padre, que iban a reírse y burlarse sin parar.
Justamente mi padre, que pasaba por el pasillo delante de mi habitación, había escuchado lo que estábamos hablando nosotras, y dijo que tanto que quería entrar en el ejército y estaba llorando. Así no llegarás muy lejos.
Me hice una promesa “ no dejaría que ningún hombre me lastimara”.
Cuando llegué a las pruebas con las demás chica , los hombres empezaron a hacer comentarios:“¿ a qué vienen? ¿ a limpiar?. Una de mis amiga se sintió mal , salté y dije que si tenían miedo de que una mujer los superara y los demás se quedaron callados .
Cuando terminaron la pruebas, dos de nosotras no las superaron y nosotras tres sacamos más puntuación que la mayoría de los hombres . Todos se quedaron sorprendidos y por fin dejaron de ser machistas con las mujeres.
Relato escrito por Bárbara Jiménez López