Después de salir del instituto pasamos por el parque de siempre y Albanta me avisó de que había una luz extraña detrás de un arbusto. Vimos una puerta grandísima y a un duende superpequeño entrando. Justo cuando la puerta se cerraba, entramos nosotras.
Aquel lugar era lo más extraño que pudieses imaginar: cerdos voladores, dragones rosas, unicornios que parecían bastante enfadados y sirenas que nadaban en lagos de 7up. Albanta vio una nube y se acostó en ella. ¿ De verdad se podía dormir en una nube?Aquí sí. Yo me acosté en otra y dormimos.
-¡Rocío! ¡Albanta!
¡Qué extraño! nadie allí nos llamaría por nuestro nombre.
– ¡Despierten ya!¡No se puede dormir en clase!
Miré a Albanta, se esfumó y , de repente, desperté en clase, miré a Albanta y ella me miró a mí con la misma cara de sorpresa que debía de estar poniendo yo. ¿Realmente habíamos tenido el mismo sueño?
Relato escrito por Iriome Montañez Noda (4º Eso, Curso 16/17)