>

Digna Palou Cruz

Texto: Covadonga García Fierro

Kenia Martín Padilla

 

Digna Palou Cruz

1927 – 2001

“Tu cuerpo no es tu única riqueza, debes amar lo viejo”

 

 

Tacoronte, 10 de octubre de 1927 – Tenerife, 25 de junio de 2001
La infancia de Digna Palou Cruz transcurre en la casa que su familia tenía en la calle Tabares de Cala, número 20, en San Cristóbal de La Laguna. Su padre, Jaime Palou Pubill, era funcionario de aduanas. Su madre, Digna Cruz Regalado, murió en el parto. Jaime Palou Pubill casó en segundas nupcias en 1930 con Natalia Hernández Hernández, maestra nacional, con quien tuvo a su segundo hijo, Jaime, el único hermano de la poeta, también fallecido.
La Guerra Civil Española estalla a los pocos días de que Digna Palou Cruz cumpliera nueve años. Su padre es detenido el 17 de octubre de 1936 y acusado de rebelión. Pudo salvarse de ser fusilado, pero fue condenado a trece tortuosos años de prisión. Ella solía visitarle a menudo para llevarle comida, medicinas y regalos. Por tanto, pasó gran parte de su infancia y de su adolescencia haciendo visitas a la cárcel. Todo ello repercutió en su desempeño académico: según su libro escolar, cursó estudios desde 1939 hasta 1946 en el Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, los primeros años con calificaciones regulares debido a las faltas de asistencia que acumulaba por ir a ver a su padre.
Sin embargo, a partir de la liberación de Jaime Palou Pubill durante el curso escolar 1943-1944, sus calificaciones experimentan un gran cambio, pasando a obtener las mejores notas de todo su bachillerato. Digna Palou Cruz adoraba a su padre, por quien siempre profesó veneración y respeto. Tras su liberación, cuando Digna contaba solo dieciséis años, comienza una etapa de gran felicidad para ella. Obtiene su título de bachiller universitario en septiembre de 1946 y se matricula en el primer curso de Derecho en la Universidad de La Laguna. Conoce al novel poeta Julián Herraiz, con quien se promete, y su padre decide emanciparla en marzo de 1948. No obstante, este será el principio de su tragedia personal.

Nada más emanciparla, su padre abandona a la familia y emigra a Venezuela para iniciar una nueva vida. Y ese mismo año, el 11 de septiembre de 1948, muere Julián Herraiz, el amor de su vida, debido a una enfermedad renal. La pérdida simultánea de su padre y de su amado, sus dos referencias vitales, le provocan una profunda desesperación que la llevará a intentar quitarse la vida, tal como recogen los documentos hospitalarios que aún se conservan.
Tras recuperarse, decide irse sola a Madrid, encuentra allí un trabajo como institutriz y conoce al que será el padre de sus hijos, con quien se casa el 15 de octubre de 1952. El marido de Digna Palou Cruz, Manuel González de Linares y Ruiz de Velasco, era un gran esquiador y montañero: fue miembro del equipo olímpico español de esquí y participó en las Olimpiadas de Garmisch-Partenkirchen en 1936. No obstante, tuvo que formar parte en la División Azul entre 1941 y 1943, volviendo del frente ruso mutilado de un brazo con veintidós o veintitrés años.
Según el Libro de Familia que se conserva, en el momento del casamiento, celebrado en la Sierra de Guadarrama (Madrid), él tenía treinta y un años y figuraba como empleado en el equipo de gestión de la compañía Iberia; mientras que Digna Palou Cruz tenía solo veinticinco años y no figuraba su verdadera profesión, sino únicamente la coletilla “sus labores”.
El primer hijo de la pareja, Juan Manuel, nace en noviembre de 1955. Su hermano, Jaime, dos años más tarde. Durante la infancia de sus hijos, Digna Palou Cruz no quiso trabajar fuera de casa. Se dedicó por entero a la educación de Juan Manuel y Jaime, que nunca fueron a la escuela. Gracias a ella, Juan Manuel pudo hacer el examen de ingreso a los ocho años y empezar el bachillerato dos años antes que la media; entrar en la universidad a los diecisiete y convertirse en diplomático a los veinticinco.
Juan Manuel recuerda a su madre como una mujer muy activa, deportista, extrovertida, alegre y con carácter. Solía vestir con pantalones y llevar el pelo corto a lo garçon, además de conducir el coche familiar ya en los inicios de los años sesenta. Con la perspectiva que ofrece el tiempo, estos recuerdos muestran la singular personalidad de la escritora, que sin duda fue una mujer muy moderna y adelantada a su tiempo en muchos aspectos. Sus deportes favoritos eran la natación, la vela y el buceo. El agua era su elemento favorito.
Siempre tuvo una gran afición por las conferencias, en especial de literatura, historia y arte. Salía a menudo con sus amigas, con las que solía ir al cine y disfrutar de conciertos de música clásica y obras de teatro. Como anécdota, cabe destacar que su afición por el cine era tan grande que tenía localizadas todas las salas de cine de Madrid, además de haber anotado cuáles eran las mejores butacas en cada una de ellas. Otra curiosidad es que le encantaba disfrazarse: de artista de cine, de Charlot, de sirenita, de guerrera africana, etc.
Viajar también era otra de sus pasiones, descubrir la geografía española, sus monumentos, yacimientos arqueológicos y curiosidades. Las excursiones y el contacto con la naturaleza le encantaban, en especial los reinos vegetal y mineral. Coleccionaba fósiles, piedras de formas curiosas, e incluso durante un tiempo se dedicó a montar un herbario profesional.
El hijo menor, Jaime, había nacido con un tamaño más pequeño y una mayor fragilidad, requirió un tiempo de incubadora y era muy enfermizo. Falleció a la edad de seis años de un cáncer de hígado. Esta pérdida golpeó de lleno a sus progenitores, especialmente a Digna, que por tercera vez debía enfrentar la pérdida de un ser tan querido. De hecho, según el testimonio de Juan Manuel, Digna nunca aceptó la muerte de su hijo. Desde 1963 siguieron años muy duros, marcados por la desesperación de Digna y la depresión de su marido, Manuel, ambas patologías crónicas. Más aún, en 1967 aparece su primer poemario, Árbol tendido, inspirado en la dolorosa muerte de su hijo.
Digna Palou Cruz recupera el pulso de su vida habitual a finales de los años sesenta y decide volver a formarse. En 1969 sigue el I Curso de Formación de Narradores de Cuentos Infantiles de la Comisión Católica Española de la Infancia; en 1971 hace el Curso de Biblioteconomía, en la sección de Archivos y Documentación, en el Instituto Internacional; y también en 1971 se matricula en cursos de lengua rusa en la Escuela Oficial de Idiomas. En 1973 se publica su segundo poemario, Nudos, y en 1974 se hace socia del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, en cuyo carné figura, por fin, su verdadera profesión: escritora. Ese mismo año publica su tercer libro, Isótopo 56. Su marido le otorga la licencia marital, quedando con total libertad para disponer de recursos propios y también para firmar los contratos y acuerdos que precisaba para publicar sus libros. Además, también retoma en los años setenta su trabajo como institutriz, con el objetivo de poseer cierta independencia económica.

En 1977 se edita su cuarta entrega poética, Isla de septiembre. Asimismo, se matricula también en el Instituto Italiano de Madrid, donde seguirá durante muchos años los cursos de lengua y cultura italianas. Había estudiado alemán en su juventud y tenía conocimientos de francés, pero ahora adquiere el italiano como segunda lengua. Más aún, Italia y la cultura italiana serán, tras la muerte de su esposo en 1980, un punto de referencia. Viajará a Italia varias veces y encontrará allí de nuevo la alegría de vivir y el amor, esta vez como una experiencia que, a pesar de que no tener continuidad más allá de unos pocos años, le resultará muy serena y enriquecedora. No será hasta 1987 cuando aparezca Rumor de límites, el quinto libro de Digna Palou Cruz.
En cuanto a sus relaciones en el ámbito literario, cabe destacar que llegó a publicar algunos poemas en medios como ABC y Bellas Artes, y mantuvo amistad e intercambio poético con escritores como Gloria Fuertes o Gerardo Diego, su mecenas y gran amigo. En total, cinco poemarios constituyen su producción poética dirigida al público adulto, si bien es cierto que en ellos se intercalan también algunos textos que podrían dirigirse al público infantil, como pequeñas rimas y canciones.
A pesar de residir en Madrid la mayor parte de su vida, cabe señalar que entre los recuerdos de Juan Manuel también está la añoranza que su madre sentía por Canarias. En el salón de su casa de Madrid, había un gran lienzo de El Teide y un timple. Además, siempre se consumía gofio durante los desayunos. En este sentido, siempre se identificó como una mujer canaria. Tras su fallecimiento, que tuvo lugar el 25 de junio de 2001 en Tenerife, sus cenizas fueron esparcidas en el mar de la isla.

 

 

· Árbol tendido (Ediciones Ágora, Madrid, 1967) es el primer poemario de Digna Palou Cruz. Está inspirado en la dolorosa pérdida de su hijo Jaime, que falleció a los seis años a causa de un tumor. Utiliza formas clásicas como la del soneto, y experimenta con la métrica y con la rima, aunque no todos los poemas siguen una estructura definida.

 

 

· Nudos (Rialp, Madrid, 1973) es su segundo poemario. En él, la autora desarrolla una poesía existencial, de tono pesimista, de desencanto vital. Con un nuevo lenguaje, ya desprovisto de estructuras clásicas y de rima, con un verso libre más largo y narrativo, la autora reflexiona en torno a la deshumanización del mundo, la desconfianza en las promesas del maquinismo y del progreso técnico, así como en el propio ser humano y en la ciencia.

 

 

· Isótopo 56 (Aldebarán, Sevilla, 1974) es una obra dedicada a Juan Manuel. La poeta vuelve, a través de sus recuerdos, a revivir el proceso de crecimiento y maduración del hijo que sí vivó. Digna Palou no se paraliza ya ante la angustia ni profundiza en el sufrimiento. Por el contrario, el propósito de este ejercicio de volver al pasado, de rememorar, es precisamente tejer un libro lleno de buenos deseos y recomendaciones para alcanzar la felicidad. La poeta tiene conciencia de que el lenguaje de Nudos, caracterizado por el verso libre y la ausencia de rima, es el que desea consolidar aquí, y así lo expresa en estos versos: “Hablarte con sintaxis abiertas, / libres como el mar y las montañas”. Así, a través del verso libre y las formas verbales imperativas, que predominan a lo largo de toda la obra, la escritora orienta a su hijo a partir de la experiencia de su propia vida, le anima a superar los obstáculos y le da orientaciones para ser una buena persona.

· El cuarto poemario de Digna Palou se titula Isla de septiembre (Colección Dulcinea, 1977), y está dedicado a su isla natal, Tenerife. El tema que predomina en la obra es la añoranza del paisaje de la isla de Tenerife, y la propia isla como signo y como símbolo de sí misma, dado que en ocasiones la voz poética se identifica con la propia isla.

 

 

 

· Rumor de límites (Ediciones Torremozas, Madrid, 1987), el quinto y último poemario de la autora, es una obra cuyo eje temático es el desamor. En este libro, encontramos imágenes y versos de una gran belleza, a través de los cuales la autora reflexiona en torno a la naturaleza del amor y describe qué se siente al estar enamorada. No obstante, en ocasiones también hallamos una concepción del amor con tintes neorrománticos, pues el sentimiento amoroso aparece unido a la oscuridad, el dolor, el engaño e incluso la muerte.

 

 

 

 

 

Quizás sea el último poemario de Digna Palou Cruz, Rumor de límites (1987), el que mejor nos permita analizar la concepción del amor de pareja que predominaba en la época en la que fue escrito. Como se puede apreciar, en sus versos encontramos los tópicos o mitos que habitualmente se relacionan con el amor romántico, como por ejemplo la idea de que el amor lo puede todo o que los buenos momentos merecen la pena siempre, a toda costa: “Aquel que ama no mide el tiempo ni la ausencia, / sólo mide el brillo de lo amado y su propia oscuridad”; “Amar es estar herido por lo que se ama / con una extraña dulzura”; “Adivino tus rincones oscuros / donde no puede entrar mi mirada: / son tus monstruos, / monstruos que dormitan en no sé qué brazos, / en no sé qué féretros”. Como se puede observar en estos versos, el amor aparece ligado a la herida, al dolor, e incluso a la muerte.
Lee sus textos

Del poemario Árbol tendido (1967)

Ventana del invierno, tus maderos
se me queman al sol que hoy ha nacido,
ábrete ya, que el aire me ha vertido
raudales de los brotes duraderos.

Nacer, que estaban muertos los primeros
árboles de mi bosque prometido.
Nacer las nuevas ramas y el sentido
de la savia por vasos verdaderos.

Qué goce triste en mí y cómo tengo
la mano florecida de ilusiones
y el alma abierta al rumbo señalado.

Bajo estrellas de ti, contigo vengo.
Mis pies en las inéditas regiones,
de tu sueño que busca mi cuidado.

Del poemario Nudos (1973)

No hay diferencia alguna entre el mar, el árbol y la televisión.
Hay un cordón umbilical
que une ese artefacto con nuestro vientre.
¡Por eso somos geniales!
Como dioses sin piedad,
hemos creado ese amasijo de cables,
de botones eléctricos,
lleno de voz humana,
de nuestra propia imagen,
hecha a semejanza nuestra.
¡La televisión está con nosotros!
Nos tiene ensimismados,
nos entra por los ojos,
los oídos…
y ya solo somos como ella,
amasijo de cables
y de botones eléctricos.

Del poemario Isótopo 56 (1974)

Quiero que te obligues a comprender en lugar de juzgar,
que olvides el instinto de muerte
que obra en nuestra historia,
la técnica que ya llega a un grado de locura,
los dioses muertos y las ideologías extenuadas.
Porque no quiero verte desvalido,
odiando a gritos
o matando en silencio,
acomodado a la mentira ni a la servidumbre.
No trates de rehacer el mundo,
pero impide que el mundo se deshaga,
y no te importe luchar,
sin odios y sin armas,
por ese compromiso.

Del poemario Isla de septiembre (1977)

Estoy ante ti, isla,
como una niña ante el agua,
ante el primer océano que descubrieron
sus ojos no nacidos.
La tierra sobre ti se quiebra,
en los acantilados llenos de golondrinas de mar.
Estoy envuelta en vida.
Un nuevo signo mágico se levanta por todas partes,
se ocultan las golondrinas
y ya no hay prueba de que la noche exista.
Del poemario Rumor de límites (1987)
(1)
Inventaré un verano para ahuyentar el frío,
porque el invierno es una triste soledad para mí.
Inventaré las hojas de los árboles,
el rumor de los sauces,
el graznido de las grises pardelas,
las velas de los barcos distendidas,
la luz sobre mis ojos.
Inventaré delfines
saltando del agua a mi regazo,
y cálidas arenas de prodigiosos soles.
Todo es mucho más fácil que poder
inventarme tus palabras.

(2)
La añoranza es como un trozo de luna
en el agua helada de un pozo.
Y me siento como la piedra sumergida,
lanzada por un niño osadamente
para ver si es profundo.
Esa piedra que se queda para siempre en el fondo,
ahogada.

 

El domingo 31 de octubre de 1993, aparece en El Día una entrevista de la escritora María de los Ángeles Teixeira Cerviá a la poeta Digna Palou Cruz.
En esta entrevista, entre otros aspectos, Digna Palou Cruz habla sobre las que fueron sus primeras lecturas, con predilección por Joaquín Romero Murube y Pedro Salinas. También habla de la enorme emoción que sintió al leer la novela Mararía, de Rafael Arozarena, y de sus años en el Instituto de La Laguna.
Asimismo, se exponen los medios en los que Digna Palou colaboró, como por ejemplo la revista Alaluz, dirigida por Ana María Fagundo, además de otras revistas hispanoamericanas, o los principales periódicos de Madrid: ABC, Ya, Informaciones, El Alcázar y Bellas Artes.
Pero, además, se recopilan algunas de las críticas que se han hecho a la obra de Digna Palou, entre las que destacamos las de Domingo Pérez Minik, Gerardo Diego, M. García Viñó o Guillermo Díaz-Plaja.
Finalmente, cabe destacar que en esta entrevista Digna Palou hace alusión a varios proyectos literarios, concretamente, dos libros de cuentos (Cuentos a Pitusa y Sueños de porcelana) y un poemario que se llamaría Ancla en tierra. Sin embargo, hasta la fecha no se han encontrado libros en prosa entre las pertenencias de la autora. Tampoco se ha hallado ningún poemario inédito con el título Ancla en tierra.

Bibliografía
Palou, D. 1967. Árbol tendido. Ediciones Ágora, Madrid.
Palou, D. 1973. Nudos. Rialp, Madrid.
Palou, D. 1974. Isótopo 56. Aldebarán, Sevilla.
Palou, D. 1977. Isla de septiembre, Colección Dulcinea, Madrid.
Palou, D. 1987. Rumor de límites. Torremozas, Madrid.
Palou, D. 2003. De nardos y brisas. Poesía completa. Ediciones Idea.
Palou, D. 2019. Poesía completa. Edición e introducción crítica de Covadonga García Fierro. Gobierno de Canarias.

Nota:

(1). Las autoras de esta ficha biográfica queremos agradecer públicamente la colaboración de Juan Manuel González de Linares Palou, hijo de Digna Palou Cruz, quien nos ha facilitado la información que contiene esta ficha, además de permitirnos contrastar y corregir datos sobre la autora que, por desgracia, figuran mal en Internet y en numerosos trabajos institucionales y de investigación. Por ejemplo, en la mayoría de las fuentes aparece que su segundo apellido es Rodríguez, o que su hijo Jaime falleció con ocho años. Ambos datos son incorrectos.

Ámbito Lingüístico y Social (MBS)

1º PMAR

  Recursos de la SA

IES José Frugoni Pérez

El alumnado recita el poema “Árbol tendido”

Balbina Rivero

Texto: la autora

FRANCISCA BALBINA RIVERO PIMIENTA

BALBINA RIVERO

1944

 

En la Noche

La luna me esquiva esta noche
el mar embravecido ruge en la distancia
mi dolor se proyecta en la noche
y cuento las horas más allá del amor y el odio

 

 

Francisca Balbina Rivero Pimienta, conocida literariamente como Balbina Rivero, nace en la Villa de Granadilla de Abona, el 24 de diciembre de 1944 aunque, oficialmente, consta el 16 de noviembre.
Su vocación literaria nace con ella aunque no es hasta bien entrada su madurez cuando logra publicar su primer libro, después de superar numerosos obstáculos.

 

 

A partir de su primer libro, comienza una carrera imparable, asombrando a sus editores y lectores por su prolífica producción.
Se inicia en la Editorial Baile del Sol con un libro de cuentos literarios para adultos titulado “Ya nada es igual”, al que se suman, en muy poco tiempo los títulos siguientes, la mayoría de ellos con Editorial Idea:
Aires del sur y del este, Ella confiesa (Baile del Sol), Óscar y Óscar (novela), Luis Diego Cuscoy, maestro y poeta (libro homenaje por su centenario); Doce horas para quince años (novela), Inextricable (novela), Fela, amiga y maestra (libro homenaje), Cuerda locura (novela).
Los libros infantiles:
Pipo, Una dosis diaria (de lectura), La Rebelión de las vocales, Entre alas y olas, Indiano Verde (Anaya). Leídos por el público en general y recomendados en algunos centros escolares y ludotecas.
Juveniles, que han sido recomendados en algunos institutos como libro de lectura: Amaro Pargo, el pirata de Tenerife; Beneharo, mencey de Anaga (Fin del mito)
Poemarios:
Ausencias, Levedad del ser, Festín de Venus y otros dioses (Idea); Poemas al viento (Escritura entre las Nubes).
Viaje por la vida (aforismos); Bajo el nogal (microrrelatos).
Ha participado en libros solidarios, colectivos y antologías, tanto en prosa como en verso. Ejemplo de ellos son: Escritos a Padrón, (museo Antonio Padrón), Casa de Fieras y Londres, con M.A.R. Editores,
Inquieta por todo lo relacionado con la cultura, idea la creación de una tertulia literaria con Fela Palenzuela y otros miembros, a la que llamaron Verbatim por sugerencia de Fela, amante de los latinismos. Más tarde, crea el grupo poético musical Pentaversus, con el que logran ser reconocidos como poetas. Con este grupo innova una forma de recitar que recuerda al teatro griego por los versos a coro que repiten todas las voces.
Fue vocal en la Asociación de Escritores de Canarias y perteneció al consejo de redacción de la revista Insularia, de publicación trimestral por dicha asociación.
Siente verdadera vocación por la lectura y por los niños, tal vez por ser de familia numerosa, por lo que da charlas en los centros escolares fomentando el amor por los libros y las letras en los estudiantes.
Seixo Revew (Canadá) e Isla Negra (Italia) son algunas de las revistas que han solicitado su colaboración.

 

DULCE FESTÍN DE VENUS

Apresúrate a cortar la rosa

pues, si tú no la cortas,

caerá marchita.

Apresúrate al juego de la seducción

y que el leve soplo de la brisa

te ayude a salir del puerto

después, en alta mar,

volarás al impulso de los vientos

más impetuosos.

 

Desconfía de la vaga claridad de las lámparas.

 

La noche y el vino extravían el juicio,

la noche oculta las imperfecciones.

Examina, pues, a la luz de día

el brillo verdadero de mi sincero amor.

No olvides que

antes cesarán de cantar los pájaros en primavera,

las cigarras en verano,

y las estrellas se apagarán en todo el universo

que no quede yo atrapada en tus redes,

seducida por tus artes amatorias.

Y que, alcanzada por el vino de las alas de Cupido,

no me entregue a ti en el dulce festín de Venus.

 

ANSIAS DE VUELO

Alas de águila tengo, de gorrión el cuerpo.

Quiero alzar el vuelo, atravesar las nubes,

jugar con un rayo de sol

y descansar en Venus.

 

Clamo, arengo y susurro en el desierto

nadie me contesta, ni tan siquiera el eco.

No hay viento, no hay brisa, todo es silencio,

un espejismo ilusorio veo a lo lejos.

 

El sol ardiente externo me consume

e igual, en mi interior, me quemo.

Alas de águila tengo,

de gorrión el cuerpo.

 

INSACIABLES

Ahora todo es silencio

roto por los frutos del odio.

Ojos dilatados

ojos vacíos

piernas rotas

brazos dentellados.

Restos de los que ayer fueron hombres

y hoy no son,

ni están.

 

Noches de inacabables fuegos, sin artificio,

albas oscuras, densas alboradas

irrespirables

por la muerte

la mentira

la ambición

el poder.

Engañosos salvadores,

lobos disfrazados de corderos

que no buscan caperucitas

sino a indefensos niños

vulnerables mujeres

y débiles hombres.

 

Zarpazos de gigante rabioso

diezman la vida palpitante.

Gobernantes insaciables,

ávidos de tesoros

y sentimientos muertos,

desoyen el clamor de las víctimas,

de los valientes desarmados.

 

El ritual lo exige.

 

Sus dioses de impiedad

quieren más, más, más…

Y todo vuelve a empezar

y la rueda sigue, y sigue, y quieren más, más.

Los dioses perversos quieren más…

 

LIBERTAD ALCANZADA

Caminar caminos

surcar mares

zigzaguear los cielos

es para mí un repetido sueño.

 

Volar sobre verdes campos

montando a Pegaso

sin permitir que Perseo

me de alcance y como a Medusa me mate.

 

Quiero hacer estelas en el zafiro Océano

acompañada de Poseidón hasta llegar

a la Atlántida platónica

donde mil Nereidas me recibirán.

 

En cuanto a los caminos terrestres

quiero que sean Gea y Zeus

los que mis pasos guíen.

Brindaré por ello.

 

Caminaré caminos

surcaré mares

volaré los cielos

y así olvidaré

tanto tormento

 

MI YO

Inmensa calma a mi alma unida

sin que la vana promesa del mundo se cumpla.

La libertad ventea en mí sobre el dolor

y calma … las sangrientas huellas del tiempo.

Ordené el pensamiento caótico que torturó mis días

y aprendí el valor de la unidad

expresión máxima de la profundidad del ser.

Al fin dejo de ser extranjera en mí

para, dueña y señora, recorrer vastos caminos

y volar altos cielos.

Buceo en mi yo… y me reconozco…

Nunca he sentido mayor placer en mi solitud.

 

EN BUSCA DE LA PAZ

 

Sentí su llamada

y mi espíritu respondió raudo,

era la paloma viajera

en busca de la Paz.

 

Había volado a las antiguas tierras

que se doran bajo el sol de oriente

y los hombres se queman

con las bombas de la ambición.

 

En la mañana azulada

me uní a su vuelo

y surcamos los gastados cielos

y sobre agotadas tierras.

 

Nuestros corazones rebosaban pesar y, mientras,

los hombres trabajaban y hacían ofrendas

otros comían y bebían y no nos veían pasar,

entre ellos, hablaban de la paloma perdida,

de la paloma de la Paz.

 

Llegó el tiempo de las tormentas

y las montañas cambiaron sus verdes por grises

las nubes galopaban furiosas

y cubrieron de oscuro la tierra.

 

La paloma y yo seguimos volando lento

volábamos sobre el país del trigo y la cebada,

viñedos, higueras y granadas, y sobre

la tierra de los olivos, que ya no manaba miel.

 

Cuéntame que ha pasado, blanca paloma

y ella me contó cómo perdido el amor,

recorría el mundo para unir a los hombres.

¿Cómo? Le pregunté, y su respuesta fue lo que Isaías profetizó:

“No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra”

 

Mil palomas blancas se nos unieron

y seguimos volando, volando, surcando cielos…

 

De la novela Cuerda locura:

    Había perdido el don de volar junto a los pájaros, el de comunicarse con las estrellas y el de trasladarse a cualquier lugar del mundo con la plena sensación de poseerlo todo, de comprenderlo todo. Cierto que ella no había pedido esos dones pero, ¿por qué ahora la despojaban de ellos?
¿A quién confiarle aquel el estado de locura extremadamente cuerda en el que se encontraba?
***
Salió de la consulta e inmediatamente se colocó las gafas de sol, no quería que nadie la viera con los ojos enrojecidos por el llanto. Caminaba despacio, cabizbaja y agradeciendo que la brisa de la tarde le diera en el rostro y le trajera el aroma de las flores del Parque García Sanabria, el pulmón de Santa Cruz, allí donde las madres llevaban a sus hijos para que sus risas infantiles alegraran los días de los chicharreros y turistas. Si en su niñez adoraba tomar el sol (como un lagarto, le decía su madre), ahora no soportaba el calor. En cuanto subía un poco la temperatura se sentía agotada. Afortunadamente el verano tocaba a su fin.
***
Ni uno solo de estos versos dejan de encontrar un lugar en mi alma, ésta se identifica con ellos, tú los sabes. En algún momento has de escucharme, tendrás que darme respuestas a tantas dudas. Cuando la desesperanza quiere entrar en mí y dominar mi ánimo, me digo, “si el hombre siendo como es imperfecto y con lo difícil que es encontrar y conservar un buen amigo, ¿cómo es que Juanila y Guillermo se desviven por mí y hacen todo lo posible porque me recupere y me sienta bien, y viene siendo así desde hace tantos años? Y si ellos siendo humanos se comportan así, son tan constantes, ¿por qué no vas tú a escucharme y complacerme después de habérmelo prometido tantas y tantas veces?

    ***
De la novela Inextricable

    Se levantaron con el alba. Unos tímidos rayos de sol intentaban abrirse camino entre unas nubes negras, amenazadoras de descargar la abundante lluvia que parecía llevar dentro.
Tal y cómo habían quedado la noche anterior, María recogería a Luna en la parada de la guagua en la Avenida Tres de Mayo. Luna ya la esperaba, abrigada hasta las orejas, el relente de la mañana se hacía notar con fuerza. Desde allí les sería más fácil la salida de la capital hacia el norte de la isla. El tráfico era intenso, todos los conductores, al volante, con cara de sueño, luchaban por llegar a sus puestos de trabajo, las colas de coches eran interminables por lo que tocaban el claxon, impacientes de permanecer tanto rato sin apenas avanzar unos metros.
***
Los visillos estaban abiertos y a través de la amplia cristalera que quedaba a la espalda de Dionisio, se veía la verde campiña y la hermosa y suave figura de una colina, recortada en un cielo gris pálido que amenazaba ser roto por unos tímidos rayos de sol que querían abrirse paso entre las nubes, tal vez para alumbrar y llenar de esperanza a aquellas dos mujeres tan necesitadas de respuestas o, tal vez, favorecer la intuición de aquel ser, según quienes lo conocían, dotado de una gran clarividencia.

 

 

Relativo a su poesía, Ambrosio Fornet, exprofesor de la Universidad de la Habana, presidente de la Casa de América, guionista y crítico literario dice: es admirable cómo Balbina Rivero con palabras tan sencillas logra transmitirnos sentimientos tan profundos.
El director de cine Rolando Díaz comenta de su primer libro Ya nada es igual, un libro de relatos, entre otras cosas: Es una ambiciosa mirada de gran sensibilidad que refleja en sus breves relatos muchas de las inquietudes, certezas e incertidumbre que nos envuelven y acechan a lo largo de la vida.
El doctor en Historia del Arte de la ULL, dice de su segundo libro Aires del Sur y del Este:
Su prosa es enriquecida por matices poéticos donde abundan las expresiones rápidas, los términos familiares, los tonos cariñosos, la naturalidad en toda su amplitud. Un estilo un tanto escueto, flexible, vivo, descriptivo y apasionado, que revela una incesante preocupación por el hombre, la sociedad y su integridad espiritual frente a la crisis, la violencia, la pérdida de valores y la carencia de sensibilidad. Por eso, los cuentos que este libro contiene no son meras historias, llenas de retóricas, inventivas literarias que producen una acertada estética, sino que ofrecen un contenido apoyado en una experiencia vivencial, sólida, que desea transmitir, con pasión, la verdad. Aferrada a la realidad, confiere a sus personajes un vigor excepcional, llenos de amenidad que seducen y convencen. Algunos se mueven en marcos naturales, otros, en cambio, son fruto de una reflexión, de meditaciones y observaciones que trazan todo un sentir forjado ya en su infancia en aquellas tierras sureñas, donde la naturaleza expresaba su fuerza y esplendor, de cielos inmensos, de mar infinita, de claras montañas, o del duro contraste de una sociedad urbana en que descubre los efectos de los hombres que parecen haber olvidado el placer de vivir.
Todos ellos quedan atrapados bajo la mirada de un pensamiento, o más literariamente, de un eufemismo, de genio muy personal, de efusiones casi líricas y de estilo cuidado, que Balbina, con encanto especial, los convierte en “prefacio” para cada uno de los cuentos: “Muchas veces pienso que sueño demasiado, y otras, que vivo muy poco” (cuento 2); reproduce con sobria claridad sus lógicas deducciones, encerrando con ello el contenido del relato, sin abandonar por un instante el intenso efecto que produce en el lector. Aquí, la autora manifiesta con soltura y decisión el manejo no sólo de la prosa, sino de la poesía, de la reflexión, concediéndole talla de pensador.
Como hemos dicho, con este libro Balbina nos descubre su capacidad literaria, pero no la capacidad de ahora, sino la de siempre. Aquella capacidad que venía impulsada desde niña, desde joven, gracias a que la vida no pasa de largo, porque hay que gozarla con vehemencia y originalidad. Esta riqueza contenida va poco a poco transformándose en páginas escritas, en realidades, en situaciones donde el lector, más de una vez, se sentirá identificado.

Gerardo Fuentes Pérez
Doctor en Historia del Arte

Juan Martínez Torvizco, sobre la novela Cuerda locura, apunta:

En «Cuerda Locura» Balbina Rivero presenta una visión personal de su espiritualidad, unida a grandes dotes de realismo que hace de esta novela un viaje introspectivo hacia y desde dentro. Dentro del género humano se encuentran dos categorías de escritoras, de un lado las de talento que escriben por pura inspiración y las carentes de talento que lo hacen por pura ilusión. De las segundas no merece la pena gastar palabras de dedicación. Sin embargo, a las primeras las palabras les revolotean como el vuelo de un pájaro o como el mecerse de una cometa. Las palabras cual ADN del organismo se van colocando de manera ordenada donde le corresponde a cada una siguiendo el mandato de su hacedora.

La necesidad de escribir está en la propia naturaleza de la autora. La novela que tiene el lector en sus manos está dividida en tres apartados: una primera parte donde se presenta al personaje de Lucía, como mujer que lleva atormentada los dos últimos años. Habla en primera persona narrando una serie de vivencias y situaciones, entre otras, un problema actual como es el del insomnio. Esta parte aparecen pinceladas de los problemas mentales que cual pájaro revolotean en la mente de Lucía, su pérdida de ilusión, su tristeza, su necesidad de «búsqueda del camino» son compatibles con la ansiedad que se manifiesta en su conducta. Lo que se deja entrever en esta parte es que Balbina Rivero no ha perdido el don de volar junto a los pájaros, el de comunicarse con las estrellas y el de trasladarse a cualquier lugar del mundo con la plena sensación de poseerlo todo, de comprenderlo todo, en definitiva, es un pequeño gorrión en medio de un huracán que es la vida, como pone en boca del personaje. La segunda parte cuenta con una relación malograda por el fallecimiento de la persona que da ganas de vivir a nuestro personaje principal. Se revela un espíritu frágil a la vez que fuerte, Balbina Rivero presenta a una persona portadora de la luz, capaz de hacer sanar a una niña. También nos presenta un lugar de peregrinación como es el Valle de Taizé, en Francia. Esta segunda parte tiene un espíritu más mundano y las cuestiones planteadas pueden ser resueltas desde el ámbito de lo real, al margen que Rivero presente al personaje con la capacidad de entrar y salir de la realidad y sumergirse en el mundo de los sueños. Quizás la gran aventura esté en el desconocimiento que el personaje presenta del estado en que se encuentra en todo momento, lo que le confiere un espíritu a la vez que innovador, ciertamente místico.

La tercera parte de esta publicación a la vez que ocurre en las dos anteriores aparece la figura del alma como algo que tiene su sentido en la medida que alguien quiere desarrollar su espiritualidad. El «leit motiv» utilizado en todo momento en la novela es «no sé si pienso o sueño que pienso». La protagonista que desde muy pequeña abraza en conversaciones íntimas la figura del Guía o Maestro se produce un momento que se da cuenta que tiene que ir sola y enfrentarse a sus propios miedos.

La autora Balbina Rivero utiliza este recurso de poner en primera persona todo el transcurrir de la acción de Lucía. Se plantea una especial forma de entender la realidad y la ficción, me viene a la memoria el libro de Paul Watzlawick, « Es real la realidad» que plantea ¿Hasta qué punto es real lo que ingenuamente solemos llamar realidad? ¿Existe sólo una realidad, reflejo de verdades eternas y objetivas?.

El trayecto existencial que impregna la obra de Rivero sólo se ve interrumpido por los episodios de realidad que párrafo tras párrafo van quedando plasmados en el papel. La protagonista de esta obra se nos muestra imbuida en una religiosidad que la hace, utilizando la metáfora como figura literaria, mostrarse como alguien dependiente de los demás. Suyas son las palabras «conseguía por medio de los rezos, la oración, la acción, la meditación o mediante determinadas lecturas, alimento para mi mente y mi espíritu».

Con un lenguaje rico y un adecuado uso de los calificativos, la autora de la novela nos va introduciendo en ese mundo de difícil división entre lo imaginario y lo consciente. Va perfilando a lo largo del transcurrir de la obra la protagonista “seguiré soñando con imaginarias metas, seguiré soñando que pienso y por lo tanto que existo, seguiré creyendo que avanzo”.
Estas declaraciones de Rivero me hacen recordar una situación donde los protagonistas tienen puntos de vistas diferentes aunque los dos presenten la mejor de las visiones, una pareja de pie frente a la inmensidad del gran cañón: “¿Has visto algo más imponente?” dice él, ella distraída le muestra una pequeña flor que acaba de alzar del suelo: “Sí… ¿has visto algo más perfecto?”. Le responde.

Una vez que has leído la novela, seguro lector que te pasa lo que a mí, que a veces te vas trasladando en el espacio y en el tiempo y eso sólo se logra cuando quien encadena las palabras tiene la espiritualidad, la imaginación, la sensualidad y la sensibilidad de Balbina Rivero. Creo que estás preparado para adentrarte en el mundo real de la imaginación o en el mundo imaginario de la realidad, tú eliges cual quieres que sea tu mundo.

Juan Martínez Torvisco
en conversaciones íntimas la figura del Guía o Maestro se produce un momento que se da cuenta que tiene que ir sola y enfrentarse a sus propios miedos.

La autora Balbina Rivero utiliza este recurso de poner en primera persona todo el transcurrir de la acción de Lucía. Se plantea una especial forma de entender la realidad y la ficción, me viene a la memoria el libro de Paul Watzlawick, « Es real la realidad» que plantea ¿Hasta qué punto es real lo que ingenuamente solemos llamar realidad? ¿Existe sólo una realidad, reflejo de verdades eternas y objetivas?.

El trayecto existencial que impregna la obra de Rivero sólo se ve interrumpido por los episodios de realidad que párrafo tras párrafo van quedando plasmados en el papel. La protagonista de esta obra se nos muestra imbuida en una religiosidad que la hace, utilizando la metáfora como figura literaria, mostrarse como alguien dependiente de los demás. Suyas son las palabras «conseguía por medio de los rezos, la oración, la acción, la meditación o mediante determinadas lecturas, alimento para mi mente y mi espíritu».

Con un lenguaje rico y un adecuado uso de los calificativos, la autora de la novela nos va introduciendo en ese mundo de difícil división entre lo imaginario y lo consciente. Va perfilando a lo largo del transcurrir de la obra la protagonista “seguiré soñando con imaginarias metas, seguiré soñando que pienso y por lo tanto que existo, seguiré creyendo que avanzo”.
Estas declaraciones de Rivero me hacen recordar una situación donde los protagonistas tienen puntos de vistas diferentes aunque los dos presenten la mejor de las visiones, una pareja de pie frente a la inmensidad del gran cañón: “¿Has visto algo más imponente?” dice él, ella distraída le muestra una pequeña flor que acaba de alzar del suelo: “Sí… ¿has visto algo más perfecto?”. Le responde.

Una vez que has leído la novela, seguro lector que te pasa lo que a mí, que a veces te vas trasladando en el espacio y en el tiempo y eso sólo se logra cuando quien encadena las palabras tiene la espiritualidad, la imaginación, la sensualidad y la sensibilidad de Balbina Rivero. Creo que estás preparado para adentrarte en el mundo real de la imaginación o en el mundo imaginario de la realidad, tú eliges cual quieres que sea tu mundo.

Juan Martínez Torvisco
Psicólogo Social

 

 

 

Ser mujer es un handicap para cualquier proyecto en el que se aventure.Toda mujer habrá demostrar, una y otra vez, que tiene méritos más que suficientes para ello y, aún así, tendrá que probarlo a cada paso que da.

En la literatura, como en tantos otros campos, ha mantenido una dura lucha constante para ocupar el espacio que por derecho propio le corresponde y el que los hombres han considerado siempre eminentemente masculino.

Solo existe una Literatura: la buena, la bien hecha, se escriba en el punto cardinal que se escriba y la cree la pluma de una mujer o la de un hombre.

En la primera juventud de Balbina Rivero solo pudo leer textos de tres mujeres: Teresa de Ávila, Pearl S. Buck y algo de  Emilia Pardo Bazán.

Actualmente, en Canarias, hay valiosas escritoras que merecen que su obra se proyecte fuera de nuestros límites isleños. A la península y, por qué no, más allá de nuestras fronteras.

Como experiencia personal, en la época que le tocó nacer a Balbina Rivero y ser niña, la condicionó brutalmente, ser la segunda de siete hermanos, también. Solo tenía preferencia a la hora de cargar con el pesado fardo del trabajo y la responsabilidad, sin posibilidad de reconocimiento alguno:

La sociedad, a lo largo de siglos, ha la encuadrado a la mujer en el papel de reproductora de hijos y la de fiel esposa (anteriormente, de buena hija), mentalidad que ha ido variando muy lentamente hasta conseguir derechos,  sobre todo en occidente. Actualmente se viene notando  un cierto retroceso por lo que la mujer debe seguir luchando si quiere mantener lo conseguido y seguir avanzando.

A la mujer la salva su fortaleza y su constancia en la lucha.

Prácticas Comunicativas y Creativas (PVY)

1º ESO

  Recursos de la SA

Olga Rivero Jordán

Texto: Daniel María

La Laguna (1928-1921)

“Yo perdida soy ángel
remonto el azul
y serenos caen los astros
vestida de dagas
entierro el ataúd.
Noche que acercas tus solares ojos
a esta diva que va hacia el páramo
desde allí la soledad
transmigra en olas quietas”

Olga Rivero Jordán nació en La Laguna (Tenerife) en 1928 y falleció el 14 de abril de 2021. De formación autodidacta, fueron claves sus visitas cotidianas a la biblioteca del Instituto de Canarias. Entre sus antecedentes familiares se encuentra el lingüista y literato José de Anchieta. Olga Rivero Jordán trabajó como telefonista y tuvo una adolescencia difícil por la situación económica y social de su familia, marcada por el desgarro franquista. Su padre, Luis Rivero, primer teniente alcalde del Ayuntamiento de La Laguna, fue preso gubernativo hasta su liberación, realizó trabajos forzados, pasó por la prisión de Fyffes y se le incautaron varias fincas y propiedades, lo que marcó sensiblemente a su familia.

Al visitar a su hermano Joaquín, maestro en Los Llanos de Aridane (La Palma), Olga Rivero Jordán conoció al músico y trabajador de la banca Mariano Luis, con quien contrajo matrimonio. Su vida experimentó un giro a su vuelta a Tenerife a mediados de los 70, donde poco a poco lograría entregarse a su pasión poética.

Por estos años inició una tertulia en el Ateneo de La Laguna con poetas jóvenes y comenzó a publicar sus textos en las revistas Artymaña, El buey de las estrellas, Campus II, Aquel Viejo Noray, Taramela, Menstrua Alba, Poesía (revista venezolana de poesía y teoría poética de la Universidad de Valencia, Venezuela), El Taller, El Vigía, así como en los diarios La Tarde (Revista Semanal de las Artes), Diario de Avisos, El Día y La Gaceta de Canarias (Gaceta de Arte y Literatura). Aparece en la última antología de poetas canarios editada por el Ateneo Obrero de Gijón (Asturias) y en Antología de la Poesía Canaria de Antonio Arroyo y Domingo Acosta Felipe para la revista Isla Negra nº 202. A su vez, la revista especializada Orizon Literar Contemporan tradujo al rumano una selección de sus poemas. Actualmente goza de gran divulgación en Latinoamérica gracias a autores simpatizantes de su obra que la han hecho llegar a Chile, Venezuela, México y Argentina.

Es autora de Los zapatos del mundo (1982); Las llamas rápidas de la sangre (1995); Girándula (1993); La imaginista de sueños (2003); La ciudad soñada (2003); Poesía inédita 1977-2004 (2004), que contiene cinco poemarios: La piel del bosque, Solo de siluetas, Poemas a los cuadros de una exposición de Grecy Amores, Lenguas de lluvia y Esgrima de espejos; la trilogía El sentir de la hoguera, Hiladora de luz y Mares (publicada en 2006) y Memoria azul (2009). Sus obras han sido atendidas por eminentes escritores como Isaac de Vega o Carlos Pinto Grote, ambos Premios Canarias de Literatura. Además de Pérez Só, Freddy Crescente, Antonio Arroyo Silva, Juan José Delgado, Antonio Jiménez, Roberto Cabrera, Jorge Rodríguez Padrón y Daniel María, que trabaja actualmente en la edición del último libro inédito de la escritora. En 2018, la Asociación Tinerfeña de Escritores le concede el Premio Victorina Bridoux de las Letras al conjunto de su obra.

De La piel del bosque (1977-1986) incluido en Poesía inédita (1977-2004) [2004]

TRAPECISTA

Por la seca laringe de la sangre
espigas florecen
sin mediar voz eligen los arroyos
donde el cardo no pica.
Al iniciar nuevos bailes
las hienas explayan sus saltos
y una emperatriz
con zapatillas doradas te saluda
allá arriba
donde la hierba enrojece
largas medias encogidas al vapor del vacío.
De sus bocas el grito
llena de rabia los estanques
o la visión de estar
cerca del suelo.
Caída mortal de las sílfides sin piernas
el alambre no tiene fin.
Ser a veces etéreo
y navegar en las falsas colinas del sufrimiento.
El payaso deja correr el perfume blanco
de sus descascados ojos
Liba su misma carne porque las bailarinas han parado,
ven los menudos confetis de la muerte.
Acostados
se besan en la carpa.

SILENCIO

No sé si hubo
palabras,
un escalofrío de placer
inundó el parque
lleno de serpentinas,
también tembló
tu voz.
Y de tanto reírse
la tarde
cayeron los astros
de mi traje roto.

GUSANOS

Gusanos estampados
en mis sienes de cien,
cortinas como espadas
atravesaron mi casa de mosquitos caribeños
la locura fue puesta de manifiesto
en los mostradores aterciopelados
cayendo sobre el cuerpo las serpientes amorosas
libando así los sedentarios días de una dama
que pasaba de ser soga a ser
infinitamente delicada.
Fue quizá la música de jazz
la que resonó en mis aledaños laterales
ciempiés con cola de piano
en las hermosas cuerdas del saxo
siguieron oyéndose
más distanciados encima del cielo
las notas de los pasos
                           por el filo del viento.
Fueron los días más auríferos
de mi exiliada criatura
posponiendo los gratos sonidos
a mis fieles cucarachas
que me acompañaron toda la velada
y fui tan feliz como lo fueron mis cuatro abuelos.
Ya se está terminando este redondo día
y en este cielo de pluma
que yace en mi mano
ya no necesito oírte otra vez.
Los edredones  no se asustan de las octavas prisas
donde se muelen mis sentimientos
mis llantos los olvidé
hace miles de años.

ESCÁNDALO

Mi voz te sigue por encima de tu sombra
tus pasos también aletean
al inicio del descorche,
la seda cae a los precipicios de mis pies,
como mariposas cosquillean
en el centro de tu redondel de escarlata.
A media luz tu encarnizado chapoteo
de lácteas venas que te gritan aturdidas.
Es mejor rociar las carnes,
tenderlas vencidas
y que lleguen a ellas
los nervios calientes de un cauce de luz.
Punzante herida
que penetra el éxtasis
rebosan de hinchados labios
sus burbujeos lamen histéricos rincones,
se adentran en cunetas de espasmos.
Dulce siempre,
no mermaré los deseos,
ellos están ahí,
en el gemido.

CLARIDAD

Te perdí en la claridad
como una esponja seca.
Poco a poco el cuerpo
se vuelve a nutrir
de vanas esperas.
Por el vago horizonte se desnuda tu piel
en mitad del sol
dentro de tus cejas
te palpé la frente.
Recostada fingí dormir
estatua esculpida en mi cuerpo helado
resbalan
por el enmarañado bosque
tu silueta y el sol.

De Solo de siluetas (1987-1990) incluido en Poesía inédita (1977-2004) [2004]

DESPUÉS DE QUE SEA TARDE

Después de que sea tarde
después de que no hagas falta.
Después
    vendrás deprisa.
Pero aún así
ya será tarde
y cerca de mí
    desasiéndome
    en los huecos profundos
    de un ropero.
       Sola
       en mi multitud
       como una curva sin recta
       impalpable
       me revuelvo en los latidos
       del viento.
   Y después de que sea tarde
y cuando de aquí me desprenda
    y mi alma ya se hunda
sin pasillos
    sin regresos.

De Poemas a los cuadros de una exposición de Grecy Amores (2001) incluido en Poesía inédita (1977-2004) [2004]

LA BOA

Si Cleopatra resurgiera
de entre las espinas de la boa
rozando su pubis eterno
y su camino espinoso
sería un camino seguro
que a ella sólo la transforma
púas que la penetran hasta el fondo
del aullido
ese talismán que todas deseamos
pasar las manos y sus anillos de Venus
no hacerle daño al amor.

VEINTE SEXOS

Y uno menos en el centro del Astro
me llamabas Constelación
río de la noche
despojado el esplendor
así quedó
amarillo en la tarde.

GRIS

Dónde estás mujer gris
yo te pondría Juan Gris
con dos cabezas y el reflejo
de tu doble mano
y esa tarde también gris
en perfecta armonía alegan tus bocas
cantos a la horca
alguien quiso asesinarte
dos veces.

LEVITABA

En el lago azul
senos que resplandecen
como fuegos fatuos
esfinge amada
sapos anillados
cabellera que mira la muerte
despierta antes del martirio
sus gritos de agua ahogo
en la bocanada última
querer deslumbrar al sol
reto de Ofelia desapareciendo
del espejo del cielo.

De Lenguas de lluvia (2002) incluido en Poesía inédita (1977-2004) [2004]

OSCURA IMAGEN

Mi oscura imagen trasbordo
apura el talismán cristalino
las mareas
la sal satisface mi lengua
hervida la antorcha
se guisarán los sabores
sobre el aparador
la vela describe
olores sacrílegos.
No más beber el alba toda blanca
navega el humo pernicioso
agota la vocal o único universo
ante el difamador diabólico.

De Esgrima de espejos (2002) incluido en Poesía inédita (1977-2004) [2004]

FUGA

Él sigue su fuga
es real
nadie comulga
sin una gargantilla
donde note
el aroma del sueño.
Llego a los ojos
duermo bajo las lilas
violáceo color del entresuelo
mi alma tirita
por rendijas de fuego
mi sudor lo comparto
en medio está la espuma
con rasgos aparentes de locura.
Tanto deseo para dormir sola
la luz del pensamiento brinca
te cojo la mano
esa mano morena
pero yo duermo en un sofá escarlata
los querubines siguen el parpadeo
de mis pies fugados
a la orilla de un estanque muerto.

FRÁGIL

Y ya alta mira
sostiene tu peso frágil
pero sé que estás ahí
frunciendo la herida
no sangra pero duele
y es tanto el ardor
que llega a las fauces.
Torrente o cueva
atrae mi cuerpo
a ese tabernáculo sombrío
y una sola mirada
levantará el dedo
fundido y crepitando
quemaremos los recuerdos
fueron cascadas al bajar el temblor
los sonidos sostienen
la voz de tu silencio
carraspeo mi bien
recibido adonis.

CIELO VACÍO

Hay un cielo vacío
donde los muertos no hablan
llega a nuestro sentido
el olor de la ausencia
mientras los tímidos hacen altares
con palabras de flores
cuyas espinas devoran
al más suspicaz.
Dentro de las efemérides
la soga de la tierra
va brincando de lado a lado
Recoge los restos de hojas secas
capricho mal estimulado ídolo
razones tienen los vientos
ellos no se detienen
largos sinfines acotan el fuego
recoge el averno
ya la quema se surte de símbolos
cuadros imperfectos
que lograron sacarlo de su voraz boca
inserto el calor que se desprende
llameante.
Tú y mi pecho son el ronquido
de ese beso que no has dado.

ESTATUA

Mando a hacer una estatua
de blancas guedejas
cuando mi mano se estira
pausada va lenta
a pelar el viento
ladera abajo
se escurre ese infierno
el pedrusco
te da mortal lividez
ya inerte
el cráter corre
a desviar el magma
salvas se oyen
a socorrer las llamas
y en mitad de la voracidad
te llamo amor.

LUCES

Nadie escucha el vocerío de las luces
los cafés languidecen
al igual que las cervezas
incontenible río de manos
santiguan las mesas
debajo los gritos
un perro husmea la carrocería de su piel.
Se abre el cielo
aparece como silbido
el barman de turno
el vaho turba y emborrona
la cabellera sedienta del mostrador
tañidos de una socarrona bocanada de música
barren los pensamientos
almidonados del cruasán
tintineos postizos derriten el encanto espumoso
afuera olor a bestias de gasolina
exprimen las baldosas acrílicas
del transeúnte de medianoche
que palidece ante el neón de la muerte.

Carta de Jorge Rodríguez Padrón: Leyendo he recordado el mundo de la poeta uruguaya Marosa di Giorgio, con el que creo el suyo establece un sugestivo paralelo o reflejo, desde esta ladera del idioma. No sé si conocerá la obra de di Giorgio (lo digo porque hace muy poco que se ha publicado en España); pero creo que valdría la pena que se encontraran –siquiera a través de la lectura– con alguien que yo entiendo que es su alma literaria gemela.

Isaac de Vega (Prólogo a Girándula): De repente has querido estar sola, todos se han ido. En una ancha pamela, que tiene una cinta verde, vacías el contenido de una larga bolsa antigua de terciopelo de un color violáceo, suave, y multitud de objetos caen sobre el cuenco y rebosan por sobre las alas. Lo tomas por ellas y lanzas al aire, a la altura, los montones de cosas, de flores, de papeles recortados, de muñequitos, de bolígrafos y de vacías copitas de licor. Caen lentos y tú vas viendo cómo se distribuyen sobre los mosaicos del suelo. Los cambias de lugar tras contemplar el paisaje que configuró el azar; pones esto más allá, lo juntas con aquello… Misteriosamente alguien de fuera en su momento también arrojó hacia la altura, en tu mismo tiempo para que no te apercibieses, otra profusión de cosas, que ya sobre los mosaicos aparecen mezcladas. Miras las fantasiosas figuras, las transformas, las mueves con los sensibles dedos.

Marian Montesdeoca (Prólogo a Poesía inédita 1977-2004): Nos conduce a la vida, a la vida total, cargada de risas y de agudísimos dolores. Somos suyos y a la vez se nos regala vestida de muchacha insolente, perpetrándonos una seducción cargada de inconsciencia, una seducción que a través de sus versos se transforma muchas veces, y casi imperceptiblemente, en una melancolía antigua y universal.

Antonio Arroyo Silva: (…) no hay palabras mágicas. Es la magia de las palabras con su hambre y su sed repintadas de cereza, que Olga recoge de la escarcha, después de la nevada del desasosiego. Así que me siento a la mesa, me vierto en el café con leche y Olga, desde el silencio, va llenando el vacío con las frutas prohibidas de todos los paraísos.

Roberto Cabrera: La prosa poética de Olga Rivero es una plaga vegetal que nadie sabe si es casi una hiedra que acabará ocultando por completo la crudeza y los contornos alambicados de unas décadas que aún no le han devuelto el primitivo hogar de sueños, aquel que robaron a todos los proscritos y que quedó tan imaginistamente plasmado por López Torres en su poema “Las Moscas”.

Freddy Crescente (Prólogo a La ciudad soñada): Permanente reflexión acerca de la literatura, de la que se extrae la poética de la autora: la obra entendida como polifonía; la literatura como invención y como vía de exorcizar el dolor.

Juan José Delgado (prólogo a Hiladora de luz): La poeta no esquiva el poder de la videncia; es más: pretendidamente la busca mediante la alteración de los sentidos y el asalto que emprende contra la realidad habitual o lógica. Es por ello que la naturaleza descrita corresponde a paisajes en incesante transfiguración. Las visiones resultantes asombran y atraen. La escritura parece ir por delante y de acuerdo con una corriente de conciencia. No pone riendas a lo que dice ni a cómo decirlo. Toca ahora avivar la intuición, la fantasía, el ensueño; en definitiva, es el momento de que una corriente de irracionalidad transporte el pensamiento poético.

Reseña de Roberto Cabrera sobre La imaginista de sueños:

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2250605.pdf

Poemas escogidos en la revista Acta literaria:

https://actaliteraria.blogspot.com/2016/10/olga-rivero-jordan.html

Entrevista en El Día (6 de enero de 2005):

https://eldia.es/cultura/2005-01-06/1-Olga-Rivero-Algunos-entienden-da-cabeza.htm

Los zapatos del mundo (1982)

Las llamas rápidas de la sangre (1995)

Girándula (1993)

La imaginista de sueños (2003)

La ciudad soñada (2003)

Poesía inédita 1977-2004 (2004), que contiene cinco poemarios: La piel del bosque, Solo de siluetas, Poemas a los cuadros de una exposición de Grecy Amores, Lenguas de lluvia y Esgrima de espejos

El sentir de la hoguera (2006)

Hiladora de luz (2006)

Mares (2006)

Memoria azul (2009)

Prácticas Comunicativas y Creativas (PVY)

2º ESO

  Recursos de la SA

Josefina Zamora

Josefina Zamora. Foto de Poldo Cebrián

Texto: Covadonga García Fierro

“La mirada infinita de Josefina Zamora”
Josefina Zamora Lloret (Alicante, 1920 – San Cristóbal de La Laguna, 2006)

 

 

 

Josefina Zamora Lloret es una periodista y brillante narradora, desconocida en gran parte porque solo llegó a publicar un libro de relatos.
Estudia el bachillerato en el Instituto Pérez Galdós de Gran Canaria. Posteriormente, cursa estudios de Magisterio y se licencia en la primera promoción de Periodismo de Canarias. En 1980, publica la tesina Estudio sobre La Aurora. Semanario de Literatura y de Artes (1847-1848); y en 1994, el único libro de creación literaria escrito por esta autora, La mirada infinita.
El 27 de julio de 1980 aparece en el periódico El Día una entrevista de Ernesto Salcedo a Josefina Zamora. Gracias a este documento, conocemos algunos datos importantes sobre las influencias literarias de la autora y su dedicación a la escritura creativa: “Soy una infatigable lectora y no tengo demasiada exigencia, lo leo todo, desde una receta hasta unas estadísticas, pero mi pasión son los escritores del siglo diecinueve. Escribo desde siempre, aunque nunca lo he hecho de manera continuada […]. He de confesar que, ciertamente, después de escribir, siento una gran paz”. Sobre La mirada infinita, Zamora confiesa: “tengo una colección de cuentos que no sé si alguna vez publicaré y en los que muestro un sentido catastrófico de la vida que no puedo remediar”.
Tanto en esta entrevista como en la nota biográfica de su primera publicación, el exhaustivo Estudio sobre La Aurora (1980), Josefina Zamora hace alusión a su entrega a la literatura. Aquí se anuncia que la autora “en la actualidad prepara un libro de cuentos”. Sin embargo, La mirada infinita no verá la luz hasta catorce años más tarde, razón por la que intuye que la escritura de este libro de relatos fue fraguándose durante mucho tiempo, para dar como resultado un compendio de treinta y seis cuentos atractivos y sorprendentes.
Tras el fallecimiento de la escritora, la inmensa biblioteca privada que atesoraron Josefina Zamora y su marido, el también escritor Ventura Doreste, es donada a la Universidad de La Laguna, donde actualmente se puede consultar el Fondo Doreste-Zamora.

 

Josefina Zamora Lloret dedicó su vida al periodismo. Su actividad laboral se concentra en la revista El Museo Canario y los periódicos El Eco de Canarias, El Noticiero del Lunes, La Provincia y El Día.

 

· Los brazos de Irene, relato de Josefina Zamora, precedido de una introducción de Covadonga García Fierro sobre su biografía:
(Revista Fogal, 2016): https://www.revistafogal.com/2016/07/05/los-brazos-de-irene/

 

· Número monográfico sobre Josefina Zamora, coordinado por Covadonga García Fierro, en la revista Cuadernos del Ateneo (número 33, 2015). Incluye tres artículos críticos sobre su obra y una selección de textos:

http://www.ateneodelalaguna.es/content/view/861/13/

 

 

 

 

Del relato Los brazos de Irene (fragmento)

En mis largos insomnios maldigo el momento en que la conocí: tan apacible, tan segura; recuerdo el momento en que me habló con voz que encerraba la luz y el olor de la miel, con una voz tan indefinible, tan poco sonido, que parecía el roce de una ola moribunda, que te deja la huella de una gota de agua llena de sol, una voz que produce el efecto de esa lluvia suave, dulce, que llena la ciudad de rumor de sol y que te moja sin que te des cuenta; es una de esas raras voces que se oyen más en la piel que en los oídos, es una voz para el tacto.

Josefina Zamora
Foto: Poldo Cebrián

Aquella voz y el blanco resplandeciente de su piel me hechizaron; era, además, muy bella y me escuchaba con tanta atención, casi arrobamiento, con tanta vibración de su ser que, para justificar esta devoción, a mi perfección natural quise añadir la perfección que da la sabiduría y, en verdad, lo conseguí.

Las filosofías dejaron de tener misterio para mí, todo conocimiento que llevara a la perfección del ser humano dejó de serme extraño. Pero también ella subió en la escala de su amor hacia mí, tan sumiso amor que, si no hubiese sido por su perfección, se me habría hecho intolerable. Todos sus gestos eran como su voz: miel. Cuando comes miel, comes luz y olor.

Por la mañana me despedía con un beso tan dulce, tan persistente, que yo notaba que aquel beso formaba parte de algún hechizo, que hacía que toda mujer con quien tratase quedara castrada de todo rasgo femenino para mí.

Al volver me recibía siempre como el agua nos recibe, digo agua y no mar, ni lago, ni río, porque el agua en mar, lago y río se abre para acogerte, te rodea, se cierra a tu alrededor, quizá decir solamente agua tenga el sentido cósmico que tenía aquel beso para mí.

También sientes que ese agua no se entrega del todo, que se reserva una parcela que tú no alcanzas y que pertenece a la región del miedo, es una sensación que apenas dura un parpadeo.

Por el tiempo en que empezó esta historia, yo ya era un cirujano de renombre, pero mi afán de superación hizo que al mismo tiempo que conseguía mi perfección como persona, la consiguiese como cirujano.

Me especialicé en todas las ramas de la cirugía: ojos, piernas, senos, cerebro, no tenían secretos para mi bisturí. Todo esto lo hice sin tener un claro designio de por qué lo hacía. Pero de pronto un ramalazo de luz iluminó mi espíritu, fue un atardecer: estaba yo envuelto en sus brazos, recuerdo el instante vívidamente, le declaré una vez más mi amor, le recordé su promesa de suicidarse después de mi muerte, y al fin se lo pedí. Noté el estremecimiento de todo su ser, sus envolventes brazos se hicieron más posesivos que nunca y dijo… sí. Respiré hondo y, poco a poco, recuperé la serenidad.

Primero fue un pie y era ridículo ver tanta belleza desnivelada, los amigos se extrañaron, ya que nunca había estado enferma: dijimos que fue una motocicleta, este accidente y los sucesivos ocurrían en nuestros viajes. Por aquel entonces yo asistía a muchos congresos de cirujanos, siempre acompañado por mi mujer.

El muñón de la rodilla dio mucha lata para cicatrizar, fue en París. Apenas podía mantener el equilibrio, dependía de mí pero no del todo, yo no quería que usase muleta, prótesis, no me gustaba tocar nada ajeno a su cuerpo.

No sé cómo lo conseguía, pero estaba siempre perfectamente arreglada y la casa impecable, aunque ya habíamos despedido, de común acuerdo, a la cocinera y a la criada; ella porque le dolían las miradas de conmiseración de las dos mujeres, yo por no sé qué extraño sentimiento de defensa.

De Alemania vino ya sin uno de sus muslos y era curioso el esfuerzo que hacía para no caer, el grito tan extraño que daba cuando caía y que nunca pude desentrañar, aunque lo intenté. Ella decía que no gritaba.

Yo retiraba de su alcance todo aquello que le pudiese servir de apoyo: las sillas alineadas a lo largo de la pared parecían esperar a los asistentes a un duelo, pero ella saltaba obstinada hasta llegar a mí con una sola pierna y rodearme con sus brazos de aquella manera absoluta, tenía los brazos tan llenos de amor que yo me sentía desfallecer, a veces se me llenaba el alma de pena por su belleza, por mi amor insaciable y lloraba con lágrimas incontenibles y entonces ella abría enormemente los ojos en un intento de absorber mis lágrimas.

Cuando oía mi llave en la cerradura venía hacia mí como un avestruz con una sola pata, yo veía el aletear de sus brazos, que la hacían mantener el equilibrio. Cuando llegaba hasta mí me envolvía con su abrazo, cuyo olor y suavidad yo no había olvidado, de los que yo estaba impregnado y que me llenaban de una extraña inquietud, que aún no he sabido definir.

Del viaje a la India volvió sin la pierna que le quedaba. Ya, ahora, dependía totalmente de mí: yo la llevaba y traía del baño, y cuando después de bañarla la depositaba en la cama para vestirla hacíamos el amor, no sé si era amarla o poseerla, pero era para mí aquel acto más que respirar.

Al principio, hacer el amor con un cuerpo sin piernas era muy doloroso, pero no podía resistirme; aquella mujer jamás ha perdido para mí la novedad, nunca ha dejado de pasmarme, la ausencia de sus piernas aprisionando mis caderas, el no tener el roce de sus muslos me volvía casi loco y, sin embargo, jamás le dije nada, hasta que me acostumbré.

Su voz se hizo más presente que nunca y más envolvente, aquella voz me pedía las cosas de la vida cotidiana, las cosas del amor, las del silencio y las de la acción, como ya he dicho. Yo vibraba tanto con su voz que me parecía oírla más en la piel que en los oídos. No sé el tiempo que pasamos así.

Todo lo ocurrido sólo era un intervalo antes de emprender la siguiente etapa, lo tenía todo cuidadosamente preparado. La llevé al quirófano, pero al verla allí, dormida ya, se me secó la boca y no pude hacerlo: era el miedo.

Lloré abrazado al cuerpo dormido y me lo llevé ante la consternación de mis ayudantes. Al regreso de Estambul no volví al hospital, ni a la Universidad, conferencias y simposios se acabaron para mí. Me quedé en casa.

Hicimos algún viaje, ella en su silla de ruedas; yo era muy feliz, jamás le pregunté si ella lo era, me bastaba con sentirla feliz. Lo bueno era el regreso, sumirnos en el perfume de nuestra casa, hundirnos en nuestra rutina.

Todos los años, a finales de otoño, llegaba el circo a la ciudad. Una tarde le propuse ir, ante mi invitación palmoteó con alegría infantil. Era uno de esos circos que tienen una mujer barbuda, la cabeza de una mujer que habla, una mujer serpiente y una mujer tan gorda como dos mundos. En los circos, lo extraño, lo monstruoso es siempre femenino y todos están familiarizados con su rareza.

Fuimos al circo todas las tardes de aquel invierno. Nos hicimos amigos de aquella encantadora tropa, sobre todo de un joven muy guapo que cuidaba de los animales, este joven nos colaba en un buen sitio para que Irene, desde su coche de ruedas, lo pudiera ver todo sin llamar la atención. Noté que la voz de luz de mi mujer lo tenía hipnotizado, le preguntaba solícito cualquier cosa: si había dormido bien, si estaba cómoda, el calor, el frío, los viajes; ella le miraba divertida pidiéndome, con la mirada, permiso para contestarle y al ritmo de su voz por las mejillas del muchacho se deslizaban unas inocentes lágrimas.

A mí me divertía comprobar que, a pesar de los años, aquella voz de miel todavía seducía. Tuve un ramalazo de celos, cosa que me enfureció por su incongruencia y durante muchos días dejamos de salir. Nos quedamos en casa, yo la amaba tan apasionadamente, sin darme cuenta de que era una obsesión.

Después del baño ya no la vestía, la quería tener sin nada que no fuera yo, sus brazos me seguían enloqueciendo, la total sumisión con que me envolvían, a veces, me hacía llorar, pasaba largos ratos con ella sobre mis rodillas acariciándola una y otra vez, sintiendo su piel bajo mis dedos, una y otra vez, sumergido en un estado de no ser, que era, como todo lo que venía de ella, una delicia.

Supe que el circo ya se había marchado y volvimos a salir.

Todavía me encontraba con mis viejos alumnos que me saludaban con cariño y respeto, yo siempre supe que aquellos jóvenes culpaban a Irene de mi jubilación.

Es evidente que no puedo exculparla. Aquel año nos amamos desesperadamente, nos parecía que apurábamos los últimos momentos de su vida.

A finales del verano empecé a sentir los primeros síntomas de esta enfermedad que me está deshaciendo.

Puntual, con los últimos días del otoño, llegó el circo y empezamos a ir. El muchacho de las cuadras vino alegre a saludarnos, yo lo retenía con una conversación anodina.

Irene tomaba parte con su voz de miel intemporal, que electrizaba al joven, para el que yo desaparecía. Irene me interrogaba con la mirada, ante mi despliegue de amabilidad para con Paolo. Yo sabía que aquello la intrigaba, pero cuando estábamos solos jamás me preguntaba nada. Impaciente porque la situación que yo quería provocar no avanzaba, porque el joven se limitaba a reprimir sus lágrimas ante mi esposa, le propuse que viniese a casa como mayordomo, como hombre de confianza, pero el joven no aceptó, me dijo que necesitaba de los caminos para vivir.

Avergonzado, confieso que utilicé una estratagema para doblegar la resistencia de Paolo, que así se llamaba el gañán del circo, y durante varios días dejamos de asistir a las funciones. A veces, desde mi ventana veía acercarse a Paolo a la puerta de nuestra casa y alejarse sin pulsar el timbre. Al fin, una tarde, me presenté yo solo en el circo.

El muchacho, solícito, se interesó por Irene, le dije que se encontraba bien, pero que la lesión de mi espalda me impedía sacarla, que habíamos renunciado a algunas de nuestras pequeñas alegrías. Paolo, en seguida, se ofreciço a llevarla al circo un poco antes de que empezara la función, que el tiempo que tenía libre, después de atender a las fieras, nos lo dedicaría. Acepté muy agradecido. Así empezó la conquista de Paolo.

El primer día que vino aquel gañán a casa. Verán que, aún ahora no puedo reprimir mis celos: dijo que le daba miedo bajar a Irene en la silla, los dormitorios están en el piso alto, bajó primero la silla y subió por Irene, ella me miró desolada cuando el muchacho la cogió en sus brazos, le rodeó el cuello con el mismo gesto envolvente, con la misma entrega posesiva con que rodeaba mi cuello. Hice un esfuerzo para no gritar, estaba tan furioso que puse alguna excusa y los dejé ir solos.

Al mediodía siguiente vino Paolo, dispuso la mesa en el comedor, donde hacía tiempo que no comíamos, bajó a mi esposa en brazos, noté que el joven temblaba más que yo. Nos sirvió la comida que yo había preparado, ella le daba las gracias muy gentil y yo terminé por pedirle que compartiera nuestro almuerzo.

Irene no me ayudó a convencerlo, él se sentó con nosotros y un vaso de vino hizo que perdiera su timidez y nos contara anécdotas del circo. No nos habló de su vida, rehuía la mirada serena de ella, hablaba dirigiéndose a mí con tanto agradecimiento en todo él, que llegó a impacientarme.

Cuando dejó cocina y comedor en orden, cosa que despertó nuevamente mis celos y que, sin embargo, le agradecí, la llevó al sillón junto a la chimenea, noté que aquel gañán respiraba casi tan hondo como yo; los ojos de la mujer nos miraba serenamente, aunque me pareció observar, y conozco tan bien esos ojos, que tienen el color de la miel de su voz, una chispa de ironía. ¿Había una nota de desafío en el envolvente movimiento de sus brazos? Me acerqué y la besé apasionadamente, ella trasladó sus brazos a mi cuello y me besó con su beso tan nuevo siempre para mí. El gañán se despidió perplejo.

Paolo venía todos los días a la hora de la comida. Irene ya estaba arreglada y él la bajaba con los brazos de ella anudados a su cuello.

Tuve nostalgia de mi bisturí, añoré el olor del quirófano y maldije el lejano día en el que tuve miedo, pero ya mis dedos estaban agarrotados.

 

Estudio sobre La Aurora. Semanario de Literatura y de Artes (1847-1848), tesina de Josefina Zamora (1980).
La mirada infinita, único libro de relatos que la autora llegó a publicar (1994).

Lengua Castellana y Literatura (LCL)

4º ESO

Nivaria Tejera

Texto: Mari  Nieves Pérez Cejas

(1930 – 2016)

“En el barranco tenemos que escondernos. Allí está el hoyo, el guardian, la neblina. Nos haremos los muertos. Ven, más al fondo, más, más al fondo.”

 

 

 

Nivaria Tejera nace en Cienfuegos (Cuba) el 30 de septiembre de 1930, hija de madre cubana y padre canario. Muy pronto su familia se traslada a España y es en las Islas Canarias donde transcurre su infancia y donde les sorprende la guerra civil. Su padre, de ideas liberales y de izquierdas, es encarcelado hasta que en el año 1944 se produce su liberación y la familia regresa a Cuba. De nuevo en la isla de su nacimiento, Nivaria empieza a escribir y a publicar poesía en las más prestigiosas revistas cubanas de los años cuarenta y cincuenta, entre las que se encuentran Ciclón y Orígenes.
En 1949 publica su primer libro de poemas Luces y piedras y, diez años más tarde, se edita en Cuba su novela más conocida: El barranco. Un año antes, en 1958 había sido publicada en Francia; sin embargo, tendrán que transcurrir treinta años para que sea editada en España, concretamente en 1989. Esta novela en la que la autora narra su experiencia infantil sobre la guerra y sobre el doloroso encarcelamiento de su padre, es considerada por el hispanista francés Claude Couffon la primera novela escrita en castellano sobre la Guerra Civil y las cárceles franquistas. Asimismo, representa, de toda la creación literaria de la autora, el texto que mayor éxito ha obtenido, sobre todo en Francia, país en el que se considera una obra de culto, hecho que permitió que el resto de su obra se publicase allí con regularidad y en sellos de prestigio.
En 1971 su novela Sonámbulo del sol es galardonada con el Premio Seix Barral de Biblioteca Breve. El jurado que le otorga tal distinción está integrado por los siguientes nombres: Luis Goytisolo, Juan Rulfo, Pedro Gimferrer y Juan Ferraté.
Además de su labor como escritora, Nivaria Tejera trabajó para el gobierno cubano. De 1959 a 1965 fue Agregada Cultural en París y Roma, hasta el año 1965 en el que fija su residencia en París. Es la propia Nivaria Tejera la que decide renunciar a su puesto diplomático enviando una carta al ministro de exteriores de Cuba. Años más tarde, en una entrevista para el periódico El País, afirmaría lo siguiente: “Mi trabajo como agregada cultural consistía en casi nada, obedecer consignas, hacer propaganda rodeada de monstruos vigilantes.”
Ausente durante mucho tiempo de la atención de la crítica, la obra de Nivaria Tejera ha empezado a ser rescatada del olvido en los últimos años. En marzo de 2008 se organiza un coloquio literario sobre su obra en el Hunter College-CUNY de Nueva York, coordinado por María Hernández-Ojeda, en el que participan críticos de Estados Unidos y Latinoamérica. Ese mismo año participa en Valencia en el IV congreso internacional sobre creación y exilio, donde recibió un reconocimiento especial a su trayectoria.
Asimismo, en el año 2010 la editorial andaluza El Olivo Azul reedita El Barranco, acercándola así a los y las lectoras.
Nivaria Tejera fallece en París el 6 de enero de 2016.

 

 

 

Fragmentos de su novela El Barranco:

 


Aquí cuando llueve la tierra se pone tan arrugada y triste que da espanto. Uno no sabe a dónde mirar, tiene la impresión de que el aire va a faltar. Además la entrada se pone fangosa y los pajaritos no pueden volar debido a la fuerza de Ja lluvia que les impide abrirse paso. (Mamá y tía no podrán traer a Chicho.) Aunque el agua entre las hojas parece levantar un gran pájaro que golpea, pero que es monótono y nega a herir los oídos. Luego cesa la lluvia y el viento recorre los tejados de zinc y uno siente su peso en la cabeza Me gusta entonces mirar hacia abajo en un barranco vecino y pensar que papá no estuvo allí entre los objetos podridos que el viento mueve; que nunca estuvo allí muerto. Corro donde el está y lo contemplo durante mucho rato con placer, «papá está libre, a pesar de todo esta libre», hasta que lo digo en voz alta. (Porque él parece que todavía ignora esto, como si alguien le prohibiera estar libre, y por eso se esconde más. Al menor ruido se mueve a todos lados, como si lo llamasen las ventanas las paredes de madera al crujir o el retrato de abuela que mira desde su sitio. Luego se tranquiliza y me sienta en sus muslos, apoya su mentón en mi oreja, y se queda pensativo. Yo escucho que papá respira como un reloj y da horas temerosas en mí.)

página 104


No entiende. He tratado de explicarle, pero mamá no entiende que para mi es vergonzoso cargar con el paquete de víveres desde la tienda hasta casa. Allí hay que pedir una y otra vez las cosas y rogarles que echen un poco más de azúcar y preguntar por qué el precio del jabón ya no es el mismo siendo la cantidad la misma, para luego saber explicarle a ella, y esperar a que arranquen los cupones de la libreta de racionamiento y por último ponerme colorada y tartamudear y torcerme las uñas contra el mostrador antes de confesarles que esto lo pagaremos después, la otra semana, y que lo atrasado, la entrante, la que sigue, y ver que ellos ponen mala cara y me hacen esperar dejándome para la última, porque habrá que busca; el folio que corresponde a esa cuenta tan larga. «Es natural que vayas, niña, yo no puedo ir», dice mamá cada mañana, y para eso me despierta una hora antes de irme al colegio. Y durante esa hora yo sufro, y sufro por la noche antes de dormir pensando en esa hora en la tienda, aguardando temerosa un momento en que nadie mire para acercarme al tendero y agarrarme con fuerza al mostrador, empinada todo lo que pueda, para decirle mi secreto, esa larga mentira de todas las semanas, y decirlo sin que se oiga, para que los demás no miren, y hacerle creer a un mismo tiempo que yo no sé que es una mentira, que esa cuenta no podrá pagarse hasta que transcurran muchas semanas y papá esté libre de nuevo y viva entre nosotros. (Me parece que ésa es la única manera de que él viva, porque estando allí, en la prisión, está muerto, muerto) Yo quiero explicárselo todo a mamá, explicarle que ir a la tienda me hace pensar en no ir más a la tienda y a su vez esto me da vergüenza porque siempre habrá que ir y en el trayecto me ven los otros niños y se ríen, siempre se ríen de que yo pueda cargar esos cartuchos, los más sucios, que son los que me dan; y también a veces las papas las envuelven en un saco que está roto y las papas se caen en el trayecto. Por todo esto, como la cara se me esconde detrás de los bultos, los chiquillos me dicen el mote de «cara de cartucho, cara de saco», hasta que lloro con el rostro apretado contra los víveres.

página 122


Tía trajo a Chicho enfermo de difteria. Está hinchado y es terrible verlo tener ese dolor, sin quejarse. En un día se le ha hecho una arruga desde la frente hasta la nariz. De vez en cuando grita y se araña, por lo que hay que atarle las manos. Entonces se queda quieto, quieto, y nada de él se oye. «Hermanito». Luego el médico prohibió que me acercara «porque esto es contagioso». La hinchazón le ha cogido los ojos escondiendo sus pupilas. Creo que está ciego. Cuando lo dejan solo voy hasta allí, le desato las manos y lo arrullo bajito, hasta que él se abandona. Entonces su arruguita hace una señal de volverse más suave y yo entiendo que él todavía está vivo. Pido a Dios que reparta eso que le duele entre los dos. Mamá dice: «no es posible, no es posible», y no suelta ni un minuto las medicinas que él no quiere tragar. Papá Chano, el médico, no sale del cuarto. Como no habla, yo pienso que es difícil salvarlo. Le toma el pulso, lo tantea, prueba a abrirle la boca con dos arcos y a que beba de los pomos de medicina. Pero Chicho babea y da un chillido, siempre el mismo, y marca más la arruga. Debajo de su hinchazón nadie sabe si él duerme o si está yéndose.
Chicho se fue. Aunque vigilamos toda la noche. Lo supimos porque de pronto ya no fue un bulto, sino que empezó a hundirse, a consumirse. Ahora ya no respira. Pienso cuánto habré de extrañarlo. «Hermanito, si nunca te conocimos, si nunca hablaste».
Tía está doblada sobre el banco y se cubre los ojos con el pañuelo. Ya están cansados de llorar. Mamá se ha quedado tiesa, tiesa, al fondo del espejo. En su barriga está Chicho dormido, dormido desde que nació. (Ves, mamá. Ahora te pareces a ese niño pálido.)
En la ventana es de noche todavía. Abuelo ha regresado. No quiso ponerse a llorar sin estar papá. El trae la noticia. Papá no está en Faife. Esta mañana lo llevaron al campo de concentración a trabajar forzado y lo han incomunicado. «No es posible, no es posible. Santiago debe estar aquí, hay que enterrarlo». Y mamá mueve con su cabeza las palabras y llora. Papá no puede oírla.

Recuerdo aquel gatito que enterré, lo recuerdo bien. (Hermanito, no puedes andar lejos; tú nunca podías irte muy lejos cuando te perdías. Querías tú perderte? Papá no podrá venir a verte, debes saberlo, no vendrá más. El sí está lejo&todo el tiempo ya,, igual que si estuviese muerto y más que tú, porque no pensamos que es así y lo esperamos siempre. Ni él ni tú volverán. Puedes oírme, ahora que todavía no hemos abierto el cuarto, que no te has enfriado y nadie se atreve a cerrarte los ojos?
Han entrado muchos vecinos. Mamá tiene un ataque. Es la primera vez que la veo así. Tía la calma dándole golpes en la cara. A ella sólo le tiemblan las quijadas. Abuelo me lleva hasta la cocina a traer agua y acariciándome los hombros y dándome golpecitos, me invita a ser valiente, para los próximos domingos paseos hasta el mar, en tranvía.
Ahora disminuirá de cupones la libreta de racionamiento.

página 128

Es en caravana como hay que ir al Campo de Concentración. Conté treinta y luego cuarenta personas. También había cinco perritos, muchos niños. Chicho faltaba y nadie se daba cuenta, pues no era allí donde faltaba, sino en nosotros. Ya mamá no lo cargaba y era igual que si le faltase un brazo, una pierna (ellos que siempre eran uno). La empujaban de un lado a otro y fue necesario llamarla y llamarla para que no se extraviase. Todos hablando a la vez formaban un murmullo extraño con fatiga. Yo pregunté a abuelo el significado de «campo de concentración». El no supo explicarme, pero recordé cuando yo estudiaba cerca de papá que él me revolvía el pelo con la mano diciendo: «concéntrate, lee con atención, concéntrate». Y luego me besaba el cuello, agregando: «hasta aquí debes llegar», señalándome el final de la página, y otra vez repetía la misma palabra: «concéntrate». Pero no creo que aquello que no comprendí sea igual que esto que no comprendo. Esto es un camino largo en la misma dirección, que no llega hasta el cuello, que no llega al final de nada, que no se sabe a dónde llega.
Llevábamos caminando más de una hora por aquella tierra empinada, con un par de guardias relevándose en cada curva y así hasta Los Rodeos, para que no nos desviásemos, como si nos hiciese falta otra cosa que acabar de llegar. Además, toda aquella bulla a la vez porque todos querían saber lo mismo. Y mamá se tocaba el pecho con fuerza, como si se registrara al quedarse atrás. Y yo no entendía que aquello se llamase ir al «Campo de Concentración», que se llamase así a caminar de aquel modo, apreta- dos y miedosos de llegar y también de no llegar. Al descubrir el campo me di cuenta de que no era igual a un día de visita a la prisión para estar con papá; allí no conocimos cuál es su dormitorio, ni hay manera de acercarse nunca como entre las rejas del locutorio. Era la hora en que regresaban de trabajar. Venían sudorosos y cruzaban al otro lado de un sendero enfangado. Entre papá y nosotros había anchas ver- jas con púas y también todo el fango por donde pasaban unas carretas, rodeadas de largas varas, que tiraban bueyes y caballos. Fue difícil vernos porque no les permitieron detenerse. Los perros ladraban. Yo me apreté a las púas, de tal modo que cuando quise saludar a papá con la mano, solté sangre. Debajo de los árboles y entre el bulto de las carretas y la distancia, su cara y el azadón que llevaba al hombro se parecían. Y mamá se parecía a las verjas, y abuelo se parecía a los caballos porque reconoció sus albardas y dijo: «son mis albardas». Yo no supe qué hacer al verlo y le indiqué por señas que Chicho no pudo venir. Luego imaginé sus piernas cansadas y me dije que hoy no hubiera podido cargarme.

página 131

Allá marchan los camellos en fila enorme, camino de la montaña. Encorvados desde el África. Pare- cen riscos. Van a paso lento, mirando al suelo sin cesar. Pero vienen del desierto y traen las vejigas fuera. Allí almacenan el agua para las jornadas lar- gas, por donde no hay ni una aulaga que les sirva de alimento. La aulaga es una planta que da flores y espinas grandes. «El aire es aburrido, la arena es un misterio», pensarán ellos. De sus hocicos rosados parece salir una fuente y a la vez un desierto. «Estos dromedarios», dice abuelo, «son más duros que mi paleta.» Y es un acontecimiento, entre los camiones de guerra y los árboles, mirarlos desaparecer a lo lejos, siempre más a lo lejos, hasta donde sus patas de piedra lleguen, transportando armamentos, trans- portando sus jorobas. Si descansan un momento en su marcha serena los curiosos se sientan alrededor de sus zancas. Entonces ellos levantan el hocico, alto, como queriendo rehuir el olor del grupo. Yo aprovecho y los miro; tienen paz, comen espinas, son viejos y están conformes; siguen adelante sin saber otro camino ni otra labor. Pienso en el interior de sus gibas, en sus desiertos. Adentro de ellos son como una noria: tendrán un escondite de agua y también barquitos de papel y arañas de largo cuello como molinos de viento que les dan frío.
Me alejo imaginando si yo fuera un camello: un desierto, una aulaga, todo lo que ellos tragan para convertir en silencio.

página 142

Volvíamos del cementerio y al doblar la esquina por donde el camino deja de ser piedras y humo de entierros recientes, me puso contenta ver un circo instalándose. Pero estaba triste porque la tumba de Chicho, que no es de mármol como las otras sino un montoncito de tierra, estuvo mal cuidada desde la última visita (para eso le damos dinero al que se encarga de limpiarla). Además, como había llovido, estaba enfangada. Sólo unas mariposas amarillas re- voloteaban alrededor con timidez; y en un surquito de agua, cerca de las margaritas que allí han crecido solas, se bañaba un pájaro. Esto me hizo pensar que era agua de muerte y no de lluvia. Estando allí me dieron ganas de aplastar con los pies esa parte baja del cementerio que nos tocó y que da siempre la impresión de hundirse, a ver si se acaba de hundir. También me dieron ganas de sembrar un níspero por ver si echa raíces y crece frondoso y la tumba no luce así, tan vacía entre las otras, como si Chicho no estuviera debajo. Aunque dudo mucho que esté. Mientras mamá y tía lloran yo imagino que él no está allí. Aunque seguramente esto es debido a que no vi cuando lo metieron dentro.
No muy lejos hay un panteón parecido a una mansión de muchos pisos, que pertenece a una so- ciedad de enterradores. «Descansando allí es posible no estar del todo en la tierra -me explicó tía – pero la mensualidad es elevada para nosotros.» Afuera, encima del celador brilla un letrero de bronce: «CA- BEN MIL.» Una vez entré para ver si se estaba mejor y luego he seguido entrando a robarme flores, pero todo es tan blanco allí que da miedo. Sólo que puedo robarme flores nuevas del color que prefiera, y clavar- las luego por los tallos sobre Chicho escarbando un poco la tierra húmeda. Entonces parece que han subido desde el fondo.
El cementerio es pequeño y estrecho. Al entrar esta mañana, el campanero explicaba a su amigo que pronto sería necesario ampliarlo sobre las malezas exteriores a los muros, diez metros cuadrados hacia el norte y siete hacia el sur. (Yo no quise pensar con este cambio adonde iría a parar Chicho.)
A veces las varas de piñón con que lo hemos rodeado y los pinos vecinos suenan como si fueran mástiles y uno recuerda el mar. El campanero tiraba de una cuerda, interrumpiendo con su rudeza aquella música. Un tamtam duro, que p e momento se volvía ligero «doblaba» despidiendo a alguien. «Ya no hay donde poner tanto estiércol», dijo. Y añadió que para colmo, arriba de la porquería había que formarles aquella brisa celestial, dándole sin descanso a la cuerda, para adormecerlos bien y que no molestasen de noche. Luego, mientras seguía tirando de la cuerda como de un trapecio, le aconsejó al amigo que se largara porque todavía iba por el tercero y que eran ocho. «Yo creo que se mueren más de una vez, los muy bichos.»
Sentí asco del viejo pero no dije nada. Cuando Chicho entró a ocupar su puesto, todo fue más silen- cioso. Como hoy llovía, y aunque me dejaron afuera con abuelo yo me di cuenta de que no hubo campana porque el campanero no había llegado aún. Y todo fue tan simple.
Es lamentable que tenga que haber cementerios. Pero también es razonable que los haya, pues no van a dejar los cuerpos descubiertos en cualquier sitio.
A la postre todo es razonable. Todo debe ser del modo que es.

página 154

Fragmentos de la novela Sonámbulo del Sol
Fragmento 1
LA CALLE la ciudad la habana el amigo su forzado disponer de un tiempo la calle el tiempo creándote desenmascarándote con su sospecha y su suspenso… el vedado corriendo rectilíneo en pendiente que asciende del mar a otras rectas que descienden al mar la calle la guagua que te aleja a ninguna parte hacia la misma caótica arquitectura de intemperie… el desempleo es ya un trabajo el empleo del tiempo eso el amigo la calle la ciudad la nada la nada el agotamiento regularizado por el sol por las horas por las esquinas de esquina a esquina de trago a trago contemplando el hermoso cubo de hielo dentro del vaso imaginándose uno dentro del vaso congelado flotando sobre el jaibolito sobre el pacífico mar muerto del tiempo

Fragmento 2
«cómo no chico blanco y negro la verdá (blanca y negra) la verdá eh que si me ayudaran un poco pueh me hago millonario peseta a peseta ¿tú sabeh? porque aquí hay oro en cantidá en cantidá dondequiera lo que pasa eh que no se ve pero te hundeh un poquito no importa por qué lado de toda la ihla y aquello eh el fenómeno el oro ehtá ahí y reluse reluse…»
sus taponeos van y vienen vibran como los pañuelos de un mago y el blanco y el negro de los zapatos (de la verdad) van cobrando ondas y relieves espejismos sombras de un lago alteradas por el golpe de la piedrecita
«lo que pasa es que se necesitaría un equipo bien preparado con trajes de goma y glugluglu hasta el fondo porque todo está allá abajo y quién sabe si al ladito mismo del malecón quién sabe… lo que pasa es que los americanos se lo llevan todo, más de lo que pueden… pero ellos no saben lo que hay aquí escondido… con sus ojos azules y amarillos se encandilarían viejo se encandilarían…»

 

 

“Nivaria Tejera nos cuenta como poeta, sin retórica y sin énfasis, esta dolorosa experiencia infantil, logrando el milagro de restituirnos los seres y las cosas tal como pueden ser percibidos por una sensibilidad infantil: atmósfera más que descripción; cortos diálogos, pequeños cuadros netamente perfilados, personajes fragmentarios o episódicos cuyos rasgos se afirman mientras que otros permanecen ocultos en la sombra. Su prosa densa está sembrada de imágenes asombrosas, nunca gratuitas (…) Este pequeño libro está en la línea de los grandes libros”.
Geneviève Bonnefoi en la revista Les Lettres Nouvelles sobre la novela El barranco

Tanto en El barranco como en este otro libro, Espero la noche para soñarte, revolución, lo que distingue la escritura de Nivaria Tejera es una insobornable voluntad poética, que es la que cruza los libros y marca su personalidad para convertirla en una referencia de primera magnitud cuya lectura recomiendo muy vivamente a aquellos que consideren que la escritura es un rasguño, una señal en la tierra. Son dos libros conmovedores cuya escritura es una apuesta del alma, no la búsqueda de fijar ningún nombre en el calendario, sino de fijar en una pared imaginaria una mirada verdaderamente inolvidable.
Juan Cruz, periodista y escritor

Toda su obra insiste en su vertical postura sobre el exilio, con una voz nítida y ácida, intolerante con la demagogia, las manipulaciones políticas y el oportunismo intelectual.
Roger Salas, escritor

“A pesar del papel relevante que este texto ocupa en las letras hispanas, la crítica -excepto en Canarias- no ha rescatado El barranco del limbo literario en el que se le ha emplazado durante casi cincuenta años”.
María Hernández Ojeda, filóloga y profesora del Hunter College de Nueva York

“Ignoro cuál será la suerte en Francia de este maravilloso relato. Considero que es el libro más sutil, más delicado, más verdadero que he leído desde hace mucho tiempo. Él me trae la más terrible de las acusaciones contra la guerra: la de una niña sola entre las ruinas. Inseparable del año 1936, documento más real que tal o cual historia que pretenda contarla, yo sé que este libro no abandonará ya mi biblioteca”.
Robert Sabatier, escritor francés, para la revista Le Temps des Hommes sobre la novela El barranco

 

HERNÁNDEZ-OJEDA, María (2009). Insularidad narrativa en la obra de Nivaria Tejera: Un archipiélago trasatlántico. Madrid: Editorial Verbum.

HERNÁNDEZ-OJEDA, María (2012). Canarias, Cuba, Francia: los exilios literarios de Nivaria Tejera. Madrid: Editorial Torremozas.

Daniel García Pulido, “A propósito de la novela “El barranco” de Nivaria Tejera”, Revista semanal de El Día, 3 de noviembre de 2013.
A propósito de la novela “El barranco” de Nivaria Tejera

Antonio Álvarez de la Rosa, “Nivaria Tejera: la escritura como ambición”, ACL.
Nivaria Tejera: la escritura como ambición

Paula Cabrera Castro, “El barranco de Nivaria Tejera: la Guerra Civil española a través de los ojos de una niña”, Universidad de La Laguna.
El barranco de Nivaria Tejera: la Guerra Civil española a través de los ojos de una niña

Novela El barranco de Nivaria Tejera

 

 

 

POESÍA

• Luces y piedras (1949).
• Luz de lágrima (1950).
• La gruta (1952).
• Alba en el niño hidrópico (1954).
• Innumerables voces (1964).
• La barrera fluídica o París escarabajo (1976).
• Rueda del exiliado (1983).
• Martelar (1983).
• Huir de la espiral (1987).

NARRATIVA

Nivaria Tejera escribió las siguientes novelas:
En 1959 ve la luz en Cuba su primera novela El barranco, cuyas páginas caminan por la ciudad de La Laguna, una ciudad contaminada por la guerra del 36. Sonámbulo del sol es el título de su segunda novela, que en 1971 recibe el prestigioso Premio Biblioteca Breve. En 1987 se publica Huir de la espiral y cuatro años después, en 1991 la novela Espero la noche para soñarte, Revolución, obra que se alza como finalista del Premio Plaza y Janés de ese mismo año. En 2015 se publica en Francia su última novela Trouver un autre nom à l’amour.
Todas sus novelas se publicaron como traducciones al francés antes de la edición en castellano de sus versiones originales.

Lengua Castellana y Literatura (LCL)

4º ESO

  Recursos de la SA

IES SAN MARCO

María Viera y Clavijo

Texto: José Miguel Perera Santana

MARÍA JOAQUINA VIERA Y CLAVIJO
(1737-1819)

Es la amistad un lazo
con que se identifican
dos personas, haciendo
un mismo corazón, un alma misma.

 

 

 

María Joaquina Viera y Clavijo es considerada a día de hoy la primera mujer escritora de la tradición literaria de Canarias (hay otros nombres femeninos anteriores, pero de los que apenas se conservan textos). Nació en el Puerto de la Cruz (Tenerife) en 1737 dentro de un grupo familiar con importantes creencias religiosas, lo que marcará enormemente la personalidad de la artista. Además, el hecho de pertenecer a una familia pudiente va a propiciar que obtuviera una educación significativa, algo relativamente excepcional para las mujeres de su época. Es precisamente su condición femenina de soltera la que hará que, mientras la mayor parte de su familia viva en La Laguna, tenga que acompañar a su madre enferma en los sanos aires del Puerto de la Cruz, hasta que fallece, poco antes de la muerte de su padre en la capital lagunera. En la misma línea de interpretación, la vuelta de su hermano de Madrid –el gran intelectual canario del siglo XVIII José de Viera y Clavijo– obligará a que lo acompañe a cumplir, a partir de 1784, sus funciones eclesiales en la isla de Gran Canaria, donde ambos vivirán hasta el final de sus días. Ella morirá en 1819, dejando un testamento que hoy es fuente principal para conocer información relevante de su figura.
En el primer periodo lagunero tiene contacto con los ambientes ilustrados, y va a ser en este momento cuando comience a aprender y a ejercitar sus inquietudes artísticas. Una de estas actividades fue la escultura, afición a la que ella misma alude en sus propios versos (será en Canarias una de las primeras mujeres que realice este arte, y uno de sus maestros fue el imaginero Rodríguez de la Oliva). No se conocen actualmente obras suyas en este formato, pero es certeza que las hizo, y además con un perfil inusual al que hasta ese instante se habían formalizado en las Islas (por ejemplo, sus retratos a personas no religiosas).
Por los datos que se manejan, suponemos que es en la etapa grancanaria –tan cerca de su admirado hermano– cuando mayormente profesará el arte poético, que lleva a la práctica con la utilización de estrofas variadas. Los poemas que hoy se pueden leer están atravesados en general por la visión religiosa que decíamos, a veces con matices críticos, pero siempre dentro de la ortodoxia. Asimismo, cultiva otras temáticas más cercanas al neoclasicismo y al pensamiento ilustrado europeo, como puede ser la vertiente satírica (contra las vestimentas de moda de la época, contra el político Manuel Godoy….) o encomiástica (versos en homenaje a Luis de la Encina, a los obispos Verdugo y Tavira…). Posee bastantes textos nacidos de determinadas circunstancias, casi siempre vinculadas al contexto social cercano de las Islas Canarias (amigos y familiares, la gesta de 1797, el puente del Guiniguada…), realidad a la que igualmente se adscribe desde la propia tradición literaria insular, cuando de manera explícita hace uso de las rimas esdrújulas, en clara alusión al poeta fundador Bartolomé Cairasco de Figueroa. Por último, es importante reseñar el conocimiento de una prosa de su autoría en la que insta a las mujeres de Canarias a apoyar a los varones insulares desplazados a la Península para luchar contra los franceses en 1808.

María Viera y Clavijo tuvo una doble vertiente en sus dedicaciones cotidianas: una más habitual y tradicional en relación al papel de la mujer soltera en la sociedad histórica, la de ser el apoyo básico de sus familiares cercanos en el hogar (primero con sus padres enfermos y luego con sus hermanos); y otra infrecuente y relativamente novedosa para la época de la que hablamos, que fue la dedicación al mundo del arte, tanto al ejercicio de los versos como al de la escultura.

 

 

A LA GLORIOSA ASCENSIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Se ha cumplido ya el término:
Jesús deja estos páramos,
se eleva por la atmósfera
a los celestes ámbitos.

Aunque quedamos huérfanos,
va a presentar magnánimo
los derechos legítimos
de nuestro reino clásico.

Cinco alegatos próvidos
son documentos válidos,
que en cinco dulces rúbricas
se explican sin preámbulos.

Nuestros timbres y títulos
nos vienen de aquel árbol,
donde su sangre líquida
lavó delitos bárbaros.

Certifica cual médico
que en aquel leño árido
curó divino Hipócrates
nuestros mortales váguidos.

A la diestra deífica,
vestido de nuestro hábito,
aboga por los míseros,
puesto en su solio diáfano.

El corazón con júbilo
vuele en un curso rápido
a su tesoro único
y quédese allí extático.

Marchito y melancólico
queda el globo terráqueo,
pues fue a su punto céntrico
la luz de aquestos ángulos.

¿Viste aquella flor célebre
cuyo frondo vástago,
si es con sol ramos fértil,
es sin sol seco cáñamo…?

Así el mundo ya efímero,
con desmayados hálitos,
mira la ausencia crítico
del amado en su tránsito.

Pero, ¡ah!, que el amor íntimo
de aquel cordero cándido
lo hace quedar en símbolos
dentro de un tabernáculo.

Allí está como víctima;
es nuestro dulce pávulo,
nuestro amigo carísimo,
nuestro sagrado viático.

Se nos da en pan magnífico:
¡qué tierno sustentáculo!
¡Oh!, que este pan angélico
pide un amor seráfico.

Aquel nevado círculo
es un divino cáustico;
de amor es un epílogo
del Esposo el gran tálamo.

VEJAMEN A LAS PRESUMIDAS MODISTAS

Figura de Cupido
toman todas las damas,
desnudas y con flechas
con vendas y con bandas.

Disparan como ciegas
adonde caigas valgas,
y herida la modestia
respira por la llaga.

El pudor y vergüenza
echan a las espaldas,
haciendo alarde y gloria
de no ser recatadas.

Sus vestiduras tienen
la maliciosa traza
de ostentar que las cubren
tirando a desnudarlas.

Nueva desenvoltura
la inmodestia prepara,
precipicios y escollos
para la vista flaca.

Los brazos descubiertos
desde el hombre es gala;
y puestos al ambiente
son estos brazos brasas.

Tal vez se los desnudan
para ser celebradas,
por si acaso merecen
algo más que sus caras.

Se venden inocentes
y que a ninguno dañan,
como los angelitos
de una carne pintada.

Andan como fregonas
o mujeres que amasan,
porque los juboncillos
y camisas se manchan.

Parecen lavanderas
que todas se remangan.
Mas con la diferencia
de ser más deslavadas.

Las ropas transparentes
conviene, porque se haga
completa anatomía
de su figura o talla.

Las cabezas padecen
trastornos y mudanzas,
ya lo pelos tendidos,
ya todas trasquiladas.

Ya están llenas de flores,
y ya están emplumadas;
por tiempos, primaveras,
por otros, gallipavas.

También arman en ella
sus buenas enramadas
de hojas de culantrillo
y flores de borraja.

Traen unas mantillitas
del pescuezo a la espalda
y sobre el casco ponen
finas blondas y gasas.

Así quedan visibles
las admirables trampas
que sobre sus molleras
la vanidad levanta (…).

Pero solo meditan
en las modas más raras,
en el lujo, en la pompa,
en la inmodestia infausta.

De sus ridiculeces
se defienden y exclaman:
“Son modas de Madrid,
de Inglaterra y de Francia”.

Como si el tentador
que seduce y engaña
no fuera el maquinista
de todas estas maulas.

Él corre todo el mundo,
y no hay cosa más clara
como que al Paraíso
fue a sembrar tal cizaña;

vestida estaba Eva
con la más bella gracia
y desnuda la puso
cual esa moda que anda.

Pero al verse desnuda
fue su vergüenza tanta
que de hojas de higuera
hizo como una bata.

Lo que irrita y aturde
de estas mujeres vanas
es que así se presenten
en la iglesia sagrada.

Dicen que van al templo,
como buenas cristianas,
a adorar los misterios
de la religión santa.

A oír del Evangelio
las saludables máximas,
a llorar sus defectos,
a reformar sus almas.

Mas no, no van a eso.
Todo es una patraña,
ellas van a lucirlo
y a parecer bizarras (…).

¿El bullicio continuo
como unas azogadas,
ya con los abanicos,
ya con dijes y trabas? (…).

Causa sonrojo y pena
lo que en la iglesia pasa,
pues el sexo devoto
la profana y ultraja.

Si los predicadores
dicen una palabra
a fin de corregirlas,
ríen a carcajadas.

Dicen que quien los mete
con sus trajes y galas
que en todos los sermones
más solas lo pagan.

No así la Magdalena
cuando Jesús le hablaba.
Oyó humilde sus voces,
dejó adornos que infaman.

¡Oh, cuantas Magdalenas
en estos días andan!
Pero no se reforman
que es desdoro de damas.

Pues aunque en el bautismo
las pompas renunciaran,
eran recién nacidas,
y ellas por sí no hablaban.

Pero estando instruidas
del mundo y sus falacias,
no obliga tal promesa
siendo sus partidarias (…).

Dicen muy orgullosas
sigamos coronadas
de rosas y listones,
pues que no somos beatas.

Las doncellitas tiernas
es razón enseñarlas
a que agraden y brillen
y a ser desahogadas.

A la buena lectura
no hay por qué inclinarlas,
que oigan conversaciones
y con eso les basta.

No son artes ni ciencias
para ellas de importancia,
ni aun el ser instruidas
en la historia sagrada.

Trátense en su presencia
cosas que rubor causen,
pues ignorar no deben
lo que en el mundo pasa.

Que a sus lados se sienten
los que de ellas se agradan
y hablen secretamente
cuando les dé la gana.

Es bien que se entretengan
con necias bufonadas
en murmurar de todo
y estudiar contrandanzas.

De este modo se forma
una dama acabada,
marcial, alegre, airosa,
modista y nada cauta.

Así discurren todas
las que están encantadas
con la gloria del mundo
que de improviso pasa.

1805

AL REVERENDO PADRE MAESTRO SOSA,
REMITIÉNDOLE UNA IMAGEN DE SANTO TOMÁS
HECHA POR LA AUTORA

Es de mi mano esta hechura
de Santo Tomás de Aquino,
trabajada sin el tino
ni las reglas de escultura.
Pero al fin ella es figura
del angélico doctor;
y aunque le falta el primor
y la perfección del arte,
recíbela de mi parte
por el Santo y en su honor.

AL PUENTE DE GUINIGUADA

Soberbio y altanero, el Guiniguada,
con tantos puentes como había vencido,
mientras él por los campos divertido
la tierra deja alegre y rociada.

Otra fuente más alta y reforzada
oye que contra él se había construido.
Esta traición, exclama resentido,
en este invierno quedará vengada.

Del cielo y tierra las aguas he citado
para el combate, las dirige al frente,
mas al llegar se queda como helado

al ver la nueva obra, hacia su fuente,
como volver no puede, avergonzado,
a sepultar al mar va su corriente.

ARTÍCULOS DEL TRATADO DE AMISTAD,
EJECUTADO ENTRE LA SEÑORA DÑA. ÁNGELA
DE LA ROCHA Y LA AUTORA

¡Qué dulce es la amistad!
¡Qué amable, qué tranquila!
Con ella, aquí en la tierra
los gustos de la gloria se anticipan.

Sí: la amistad perfecta
es la que simboliza
aquella unión dichosa
que siempre reina en la mansión divina.

Es la amistad un lazo
con que se identifican
dos personas, haciendo
un mismo corazón, un alma misma.

David y Jonatás
nos dieron la más viva
idea del carácter
de la amistad cordial, sincera y fina.

Y si hubo entre hombres
alianza tan íntima
que el alma de David
a la de Jonatás se conglutina.

¿Qué será entre mujeres
en quienes las caricias
por lo dócil del sexo
son más tiernas, más dulces y expresivas?

Ya pues la Rocha y Viera
en puro amor unidas
van a ser el modelo
o el perfecto ejemplar de dos amigas.

¿Pero esta bella unión
será la de las cintas
que hoy lucen en el pecho
y mañana rompen, hechas tiras?

No, no: será muy sólida,
constante, estable y fija.
Mas para que lo sea
ha de haber reglas ciertas y precisas.

Que si hay algún reparo
no se queden fruncidas,
sino que una a otra
la queja que tuviere se la diga.

En fin, que el trato sea
un trato de familia:
satisfacción, confianza…
sin quebrantar la ley de la política.

Así, bajo este plan
será una amistad limpia,
una amistad cristiana,
una amistad que dure de por vida.

Dios, por su gran piedad,
tal amistad bendiga
y quiera que las dos
en el cielo se hagan compañía.

OCTAVAS [A SU HERMANO JOSÉ]

El admirable Viera ha fallecido…
Sus raras luces ya se han apagado…
Aquel sabio elocuente ha enmudecido…
Se delicada pluma se ha volado.
Este astro bello ha desaparecido,
la tierra se interpuso y lo ha eclipsado:
¡oh, amable Viera, sombra luminosa!
Tu memoria será siempre asombrosa.

Al que a las Letras dio gala y primores,
a su elocuencia frases y hermosura,
a las Musas concepto, brillo y flores,
a la mitología senda pura;
filósofo cristiano sin errores,
historiador que nada desfigura.
A este sabio de sabios el portento
¿no habrá, pues, quien le erija un monumento?

Venid, vosotras, ricas producciones,
de la Naturaleza libro ameno,
donde estudiaba sólidas lecciones
este erudito de talentos lleno.
Rendidle el homenaje de tus dones,
cerrad su tumba, y en congreso pleno,
adorad sus cenizas por trofeo
formándole un honroso mausoleo.

En la flor, en el árbol, y en su yerba,
en la piedra, en la concha y en el ave
del Criador la omnipotencia observa:
ya su Dios se eleva en giro suave.
Una ciencia tan vasta y sin reserva
fue a su especulación preciosa llave,
que descubrió el encanto y la riqueza
de la admirable y gran Naturaleza.

Su nombre que ha exhalado grato olor
deja estampado en su canaria historia;
¿y no merece tal historiador
se grabe en el diamante su memoria?
Mas la fama del hombre es un vapor,
y es siempre su alabanza transitoria:
sí, incomparable y honorable Viera,
la gloria de este mundo es pasajera.

¡Ya le ha dado el Señor gloria inmortal!
Ya lo ha elevado a un eminente puesto,
pasolo de la Historia Natural
a aquel libro divino; de alma impuesto
fue siempre laborioso y siempre igual;
sacerdote pacífico y modesto;
las obras de su Dios hacían su gozo
y su muerte fue dulce y en reposo.

UNA SEÑORA DE CANARIA A LAS DE SU SEXO

Los reveses que inesperadamente han sufrido los animosos ejércitos de nuestro querido y desgraciado monarca en el centro de la España misma, nos ofrecen, compañeras amables y generosas, un campo vastísimo en que dar muestras no equivocadas del patriotismo que nos anima y el interés con que miramos la justa causa defendida, gloriosa y tenazmente por toda nuestra nación.
Aunque no nos faltaría valor y entusiasmo, a imitación de las valientes y para siempre memorables matronas de Zaragoza y de Valencia en estos días amargos de dolor y de luto, para hacer frente a un enemigo feroz, y rechazar a viva fuerza sus acechanzas y despotismo cuando atentase a nuestra libertad, y quisiese que hollásemos los sagrados deberes que nos ligan a nuestro muy afamado FERNANDO, no hemos nacido ni para la pelea ni para la confusión.
Debemos, pues, dejar a nuestros esposos y a nuestros hijos que castiguen con mano intrépida la negra alevosía del aborrecido francés: animarlos, si preciso fuere, a que se sacrifiquen hasta expirar en defensa de nuestro rey y de la patria; y hacer ver al mundo que las esposas y madres canarias saben dominar su corazón, y ahogar los más tiernos afectos cuando lo mandan imperiosamente la razón, el deber y el estado.
Los habitantes de esta Isla, que, como es notorio, a ninguno ceden en la fidelidad y el amor hacia su soberano, han sido hasta ahora solamente espectadores de los grandes acontecimientos de nuestra madre patria infeliz: hemos sabido sus pérdidas y sus triunfos sin hallarse en ellos la más pequeña parte de los nuestros; y aunque vivamente penetrado nuestro interior con las noticias ya favorables ya adversas de los sucesos de nuestras armas, casi nada hemos hecho en beneficio suyo. ¡Oh, qué dolor…!
¿Y no venceremos de una vez los obstáculos sacrificando sin dilación y con entereza nuestros haberes y nuestro cariño? ¿No volarán las huestes de Canaria al socorro de la monarquía que se halla en el mayor peligro y eminente riesgo de ser absorbida y aniquilada por la violencia y la perfidia? ¿Se mantendrán pasivos e indiferentes los nuestros cuando no hay español que no se apresure a salvar a la patria invadida por un enemigo sin compasión, o a parecer gloriosamente entre sus ruinas? ¡Ah!, no es posible; además de exigirlo nuestro deber, lo pide nuestra propia seguridad.
Sigamos, pues, canarias generosas, el ejemplo de las madrileñas, gaditanas y demás señoras de los principales pueblos de la Península dignas por su patriotismo de un eterno renombre; proporcionemos a esta juventud que se presenta voluntaria para unirse con los demás valientes guerreros, deseosa de vengar tantos ultrajes y de libertarnos de la esclavitud e ignonimia que nos atenazan, los auxilios de que carece y estuviera en nuestra mano suministrarle; contribuyamos todos sin distinción de clases con el trabajo de nuestra aguja a que se aliste en breve tiempo su reducido equipaje; y aliviemos con las ofertas y donativos que nuestra situación y economía nos permitieren los inmensos gastos que en defensa de sus derechos, de su religión y de su rey ha de sufrir indispensablemente esta pequeña parte de la agobiada monarquía española.

 

 

La cualidad preeminente de esta mujer isleña fue su genio escultórico, sus grandes aptitudes para crear en el barro vil figuras maravillosas. Si nuestra paisana hubiese sujetado a un riguroso estudio sus grandes disposiciones artísticas, hubiera sido una escultora de renombre.

(Sebastián Padrón Acosta, “Siluetas de mujeres canarias. María Joaquina Viera y Clavijo”).

Pero tampoco quedaron aquí las cosas porque, bien pronto, se dio a la publicidad otra poesía que no podía faltar: la que las propias damiselas escribieron en su defensa, y en la que, como era de esperar, fustigaron cuanto quisieron a ese ser monstruoso, culpable de todos sus males, que se llama El Hombre. Claro está que, bien mirado el asunto, contra quien debieron haber arremetido era contra la “tapada” y arcaizante doña MARÍA VIERA Y CLAVIJO.

(Diego M. Guigou Costa, “XI. Moda femenina”, en El Puerto de la Cruz y los Iriarte).

La segunda época corresponde a su instalación en Las Palmas, donde vivirá hasta su muerte. Habiendo desaparecido su madre en 1772 y su padre en 1773, su destino debía quedar unido al de sus dos hemanos, don Nicolás y don José, adscritos a la curia catedralicia. El regreso a las Islas del célebre polígrafo, con sus preocupaciones científicas y literarias, será para ella un acicate y provocará un mayor interés hacia la poesía, en la que ya había hecho incursiones, como hemos comprobado en los versos dedicados a Rodríguez de la Oliva. Precisamente el mejor conocimiento de esa etapa biográfica de doña María ha sido la causa de que hasta ahora se la haya considerado particularmente como poetisa, aunque no siempre bien considerada. Sin embargo, su lenguaje está salpicado de pensamientos y vocablos relacionados con las artes plásticas (…).

(Carmen Fraga González, “María Viera y Clavijo en el ambiente artístico de los ilustrados en Canarias”).

La obra de doña María nos muestra a una mujer ilustrada, afortunada deudora de un entorno familiar acomodado y culto que le permitió tener acceso a la educación; eran las mujeres de su estrato casi las únicas que lograban adquirirla.

(Elica Ramos, “La virtud de una dama ilustrada”, prólogo al libro Poesía de María Viera).

La letras deben ser un complemento de las principales ocupaciones femeninas. Estos fueron además los objetivos propuestos por la reforma de Carlos III, por las Escuelas Patrióticas, en 1776, al cargo de la Junta de Damas de la Sociedad Matritense (…). Con respecto a su obra, cultivó exclusivamente poesía, que en su totalidad podría definirse por la pervivencia de los modos poéticos heredados del barroco y por algunos rasgos de la poesía neoclásica e ilustrada, en especial, en su vertiente celebrativa y satírica (…). La temática religiosa vertebra y centra casi todo su poemario. Otro deslinde temático se integra en la categoría de la poesía encomiástica y circunstancial (…). Pueden inferirse de la obra de nuestra autora una línea de continuidad de los rasgos inherentes a la tradición poética insular (…).

(Victoria Galván González, “La poesía de María Joaquina de Viera y Clavijo”, introducción a La obra poética de María Joaquina de Viera y Clavijo).

 

 

 

Un poema tan significativo de la autora como “Vejamen a las presumidas modistas” nos puede servir de ejemplo para hacer una reflexión trascendente, desde un punto de vista femenino, a propósito de la literatura de María Viera. Así, no se puede negar que su visión conservadora de la vida genera casi siempre en su letra un enfoque de lo femenino desde una mirada algo machista. Esto es precisamente lo que se puede interpretar en el poema aludido líneas atrás, cuando critica a determinadas mujeres de su tiempo que se apuntaban a las filas de las nuevas vestimentas europeas, con las que traspasaban –según ella– algunos límites impuestos por la sociedad tradicional que defendía. Tal es así que, como bien cuenta Diego M. Guigou Costa, muchas de las féminas criticadas creyeron que el poema había sido escrito por un hombre.
Por contra, sería algo injusto desde este enfoque no subrayar también el hecho de que María Viera y Clavijo es –desde el punto de vista de su dedicación a varias disciplinas artísticas ya en pleno siglo XVIII– una mujer adelantada a su tiempo; y que, incluso, desde su propia visión conservadora, estaba preocupada por la educación del género maltratado de la historia, que debía ser enriquecido desde la lectura, las artes, las ciencias… (idea nada usual para la gran mayoría hasta no hace tanto), tal y como lo explicita en las estrofas finales del interesantísimo “Vejamen a las presumidas modistas”.

 

 

 

– El Puerto de la Cruz y los Iriarte, Diego M. Guigou Costa, Tenerife, 1945, pp. 47-56.

– “María Viera y Clavijo en el ambiente artístico de los ilustrados en Canarias”, Carmen Fraga González, en El Museo Canario, XLVII, 1985-1986-1987, pp. 319-333.
http://www.elmuseocanario.com/images/documentospdf/revistaelmuseo/Revistas/1985-1987.pdf

– Poesía, María Joaquina Viera y Clavijo, colección Volcado Silencio de Ediciones Idea, 2002. Incluye la biografía escrita por José A. Álvarez Rixo y tiene un prólogo de Elica Ramos, titulado “La virtud de una dama ilustrada”. Al final también aparece el testamento de la autora.

– La obra poética de María Joaquina de Viera y Clavijo, edición, introducción y notas de Victoria Galván González, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, 2006.

– Noticias biográficas de algunos isleños canarios, José Agustín Álvarez Rixo, Ediciones Idea, 2008, pp. 263-271.

– Testamento de doña María Joaquina Viera y Clavijo, edición facsímil, Gobierno de Canarias, 2009.
http://www.gobiernodecanarias.org/opencms8/export/sites/cultura/archivolaspalmas/.content/galeria/pdf_publicaciones/FacsimilCUATRO.pdf

– Las poetisas canarias (siglos XVIII, XIX y XX), Sebastián Padrón Acosta, IEHCan, Biblioteca Sebastián Padrón Acosta. Estudio introductorio y edición de José Miguel Perera. Puerto de la Cruz, 2017.

 

 

No se conoce ningún libro de su autoría. Tenemos acceso en el presente a un buen grupo de poemas que escribió en diversas épocas de su vida, aunque especialmente se sospecha fueron resultados nacidos en su segunda etapa de vida en Gran Canaria. Se conservan en diversos lugares, pero tiene notable importancia para que hayan pervivido la labor recopiladora de los intelectuales José Agustín Álvarez Rixo y Agustín Millares Torres.

Lengua Castellana y Literatura (LCL)

4º ESO

  Recursos de la SA

Cecilia Domínguez

Texto: Mari Nieves Pérez Cejas

CECILIA DOMÍNGUEZ LUIS

1948 

“Acaso un día
romperemos la piel de los adobes
y nuestros dedos
poseerán la espuma.”

 

Cecilia Domínguez Luis nace en La Orotava (Tenerife) en octubre de 1948. Licenciada en Filología Hispánica, es autora de dieciocho libros de poemas, incluidas varias antologías, seis novelas y un libro de cuentos. Asimismo, esta escritora ha construido un universo narrativo que comprende tres libros de cuentos y varias novelas dirigidas al público infantil y juvenil, público con el que mantiene un contacto permanente en sus continuas intervenciones en los centros educativos de las islas. Entre estas obras se encuentran Raúl y Mónica y su devenir adolescente en La luna en el agua (2010), el viaje a la actualidad de Los niños de la lata de tomate (2012) o Mientras maduran las naranjas (2009), libro en el que la autora se acerca a la memoria de la Guerra Civil en el archipiélago.
Cecilia Domínguez Luis ha participado como ponente en diversos congresos nacionales e internacionales de Lengua y Literatura, así como en encuentros de poesía, dentro y fuera de las islas. Asimismo, ha pertenecido a varias redacciones de revistas literarias (Fetasa, Cuadernos del Ateneo, ACLrevistaliteraria) y ha colaborado en diversos suplementos culturales.
Fue presidenta del Ateneo de La Laguna durante los años 1999 y 2001. En junio del 2011 se convierte en una de las primeras escritoras en ingresar en la Academia Canaria de la Lengua y en junio de 2013 es nombrada miembro del Instituto de Estudios Canarios. Dos años más tarde recibe el Premio Canarias de Literatura, siendo, junto a María Rosa Alonso, la segunda escritora en alzarse con este reconocimiento a su amplia y significativa trayectoria. Esta dedicación a la literatura aún continúa, pues Cecilia Domínguez mantiene viva su pasión por la escritura, una pasión que, citando al poeta Luis Feria, responde a “una sed que no acaba”.

★ DE PORQUE SOMOS DE BARRO

Siento cada latido de la tierra
en un compás de fuego,
y una raíz se hunde,
entre manos de hombre y la promesa
de árbol indestructible.
La voz que no renuncia
escala cada sombra,
acumulando claridades nuevas.
Golpes de mar lejanos,
que denuncian la roca, disgregando
su fin en cada orilla.
Aleteos de lluvia entre las piedras,
que no sienten el parto
de días intemporales.
Y me uno al viento de los vientos claros
de una montaña nueva,
y ruedo con la tarde, a la redonda
espera. Me sumerjo,
y habito cada hora en el péndulo,
hasta el segundo en punto
en que amanezco.

★ DE OBJETOS
PUERTA
Algo detrás de ti.
Quizás la extraña nota
que no logré encontrar
aquella tarde,
o los labios de un río
que no sabe de ramas
ni de océanos;
el silencioso tiempo
de un corazón que sueña
ser abrazo,
o el enemigo fiel de lo que amo.
Algo.
Quizás la guerra
sin ventanas
o un puente desgranado
sobre cuatro horizontes;
el ir palideciendo
noche a noche
o el llenarse de horas
con un beso.
Algo, detrás de ti,
que no me espera.

★ DE PRESAGIOS DE SUEÑOS EN LAS GARGANTAS DE LAS PALOMAS

La vieja casa revivió en las esquinas.
Ya no era.
No quería ser junto al agua,
en el último extremo de los ojos
ni al centro de la mesa,
donde sólo se oía
aquel batir de platos y de números.
Un gran caldo de sueños
humeaba en la hoguera sin abrazos.
Los músicos enanos se disponen
para la gran celebración de la nada.
El hombre piedra de la noche
llega a la puerta.
—Todos están arriba— dije,
y los cristales
no dejaron entrar a la lluvia.

★ DE UN CIERTO SABOR ÁCIDO POR LOS DÍAS VENIDEROS
EVA
En su primera crisis de locura
recorrió la alameda
abrazando los árboles desnudos.
Luego pintó sus labios
con un carmín barato
y sonrió a la luna
en una noche eternamente suya.

ASESINATO
Sabía demasiado
y bajó sus pupilas delatoras
hacia el café con leche matutino.
Ella hojeaba entonces el periódico
y sofocó su asombro
bajo una servilleta de papel. Última hora:
Sucesos: muere un sueño
a manos de un reloj desconocido,
7 a.m. en punto, lunes, doce.

TARDE
Volcó a sus pies el oro y el incienso,
los pájaros de púrpura,
los peces del estanque sombrío,
una tarde otoñal marcada en rojo,
un sueño y una noche perdidos para siempre.
Ella miró a lo lejos
sonriente, ceñida de otro tiempo en la bruma
y se alejó despacio,
dejando en cada huella
un vacío infinito.

★ DE VÍSPERAS DE LA AUSENCIA
ATROPOS
Dime si algún día llegarás con tu carruaje
y huirá con nosotros tu corazón contradictorio,
lejos de las temibles ciudades
y los océanos oscuros.
Si pasarás por nuestros sonoros corredores
y se prometen paraísos cariciosos y tibios.

Es cierto que tememos, en la penumbra, tu mirada vacía
y que no nos consuela saber
que estás detrás de cada pupila que sonríe.

Dime a qué hora llegarás, fingiéndote inocente,
a descubrir nuestros placeres furtivos
y a esperar en silencio
el primer temblor de quien te reconozca.
Dime si amas acaso
cuando cortas los hilos de tu infinita rueca.

—Y ella tejía, con una canción mansa,
nuestro ronco rumor—.

★ DE OTOÑO DE LOS DÁCTILES VELOS
LLEGADA JUBILOSA DE NMOSINE
Escuchamos su arribo feliz al puerto luminoso.
Huésped de la espuma y la hierba,
deposita su savia liberada
en el lecho de las pardelas.
Con el rostro desnudo a la calidez de los astros
reclama nuestro ronco temor,
el vuelo suspendido en la rama incolora del aire.

Mira la tierra
donde depositamos nuestra semilla triangular
que, apenas fruto, se desangra en el barro.
Y es que nadie se atreve a morder la manzana,
hemos olvidado las hermosas canciones
y negado el gesto y las voces del júbilo.

Ella asciende
sobre nuestras cabezas vencidas
y recuerda los salmos sepultados
en nuestros corazones silenciosos.

Nuestro deseo surge y se desata en lunas.
Toda la lluvia tiene la altura de sus ojos.

★ DE FÁBULAS Y OTROS DESCONCIERTOS
PULGA TRAS LA OREJA DE ADONIS
No tengo el más mínimo
propósito de amarte.
Y mis antecedentes son magníficos.
Pregunta en los teatros,
en todas las tabernas de los puertos,
en las calles del mar,
en los parques antiguos.

Sí, no te amo, pero
es que me vence
la vocación de salto a caja abierta
y me gusta tu piel.

Quizás fuera prudente renunciar.
—Temo tus manos ágiles
sobre mi cuerpo— pero
ese aroma tan cálido
y tu vello ofrecido
en esta oscura complicidad del cine…

Oculta bajo el botón de tu camisa
esperaré el momento
de tu cuerpo desnudo
entre las sábanas.
Entonces saltaré
y serás mío
hasta que mi muerte nos separe.

★ DE Y DE PRONTO ANOCHECE
ARRIBO
Amanece,
la nave llega a puerto.
La ciudad se abre al mar.
No olvidemos el árbol ni la fruta.

★ DE ASÍ EN LA TIERRA
VERANO
El mar nos dio su claridad primera
y dolían los ojos
contemplando las olas luminosas.
El sol, esa mañana, fue un resplandor marino
y olvidamos el árbol al recibir la espuma.

Era así la estación:
los labios y la sal reconociéndose
en su primer abrazo sobre el tiempo.

★ DE SOLO EL MAR
MAR EN REFLUJO
Anoche acariciabas, lascivo, los hombros de las dársenas.
A veces, en abrazo violento, las cubrías
y esperabas un aluvión de sed que reclamase, ansioso, tu oleaje.
Ella llegó, y se tendió, desnuda, sobre el lecho de arena.
Con los ojos abiertos, esperó tu deseo
cantando, con las piedras, las melifluas canciones
de las naves fantasmas.
La luna iluminaba su pubis ofrecido
y la hoguera engendraba, de nuevo, un ave fénix
que volase, sin tregua, sobre su piel despierta.
Entonces penetraste su cuerpo entre las algas tibias
y ella te amó, y se amaron, crueles e irredimibles,
con la angustia de amar
como se ama en el último instante de la vida.
El anuncio del alba te devolvió a la sed de las mareas
y, agotado de ardor, te retiraste al bajamar más hondo.

★ DE DOCE LUNAS DE EROS
ENERO
24-25

SOBRE el lecho
un amante pregunta
por la caricia que lo aturde.
Una mano
desciende suavemente.

31
LA NOCHE ha sido hecha
para que los dioses lujuriosos bendigan nuestros cuerpos.
La mañana
nos descubre las huellas
sobre la piel que espera
a que llegue el ocaso.

★ DE PARA CRUZAR LOS PUENTES
XIII
He aquí el precio que fijamos
para cuando sea la hora
de atravesar el puente:
Mil estandartes ondearán
bajo las cuatro lunas
y pastarán cien bueyes
al pie de las colinas.
El humo de la hoguera
esparcerá su olor a ámbar y sándalo
y nublará los ojos
de los que aún nos miran.

Será al filo del día.
Sólo se oirá el mar.

★ DE CUADERNO DEL ORATE
SEGUNDO MES
Día 13
Mi memoria es un lugar oscuro
donde, de vez en cuando, surge el llanto o la risa.
Tú, en el lugar de la niebla, te difuminas entre crepúsculos de galaxias ignotas
pobladas de cráneos de elefantes, y conchas que tienen nuestros rostros.
Seguramente haya un gran dios
que ordene que la tierra se cubra de vapores y túneles,
y mujeres que hagan nacer afilados cuchillos de sus vientres
para defender a ángeles del tamaño de un pez o de un olivo.
Yo sólo sé que cada madrugada me asombra esa distancia que del cielo nos llega.

★ DE INVENTARIO (inédito)

INVENTARIO PARA TRES MUJERES

Dos mujeres, a la orilla del mar,
hablan.
Una de ellas, ayer, atravesaba un puente,
la otra dibujaba un andén.
El mar batía leve.
Dos mujeres, a la orilla del mar,
hablan.
Sus voces se asemejan a un aleteo de aves
o al hervor de la espuma.
Pasean por la playa
niños, hombres, mujeres
y algún dios distraído.

Dos mujeres, a la orilla del mar,
hablan.
Lejos, otra mujer descubre una canción
sobre puentes y andenes.

Sigue batiendo el mar.

★ DE LA PIEDRA Y EL OBÚS (inédito)

IX (La piedra)

La mujer coge el fruto.
El hombre coge el fruto.
Curten, hombre y mujer, las pieles
y se asustan los dos con las tormentas.
En las noches de estío
reposan bajo el cielo raso
y se preguntan por qué no les es dado
habitar en el domo que los cubre,
por qué ese miedo al sol y a los relámpagos.
Por qué su amor al árbol y a la lluvia.

Ignoran que están hechos
a imagen y semejanza de la tierra.

★ DE MIENTRAS MADURAN LAS NARANJAS
Aquella mañana nos despertó un repique de campanas. Estaban tocando en todas las iglesias del pueblo. ¡La guerra había terminado! Mucha gente se echó a la calle y se organizaron desfiles donde iban los de la falange con el brazo en alto y cantando a toda voz la victoria de Franco y los suyos.
Nosotras permanecimos en casa y yo volví a sentir miedo. Todo había terminado pero, ¿y los tíos? ¿Regresarían por fin?
Tocaron a la puerta y yo me sobresalté, corno siempre. Cualquier golpe en la puerta era para mí el anuncio de algo malo y aquel día no me equivoqué. Habían apresado a mis tíos en Valencia. No les había dado tiempo a huir en un barco y ahora los devolvían a Fyffes.
—Al menos podremos verlos —dijo nuestra madre —. ¿Y Nicolás?
—No, a él aún no lo han trasladado.
El muchacho que había traído la noticia trabajaba con el antiguo jefe de mi tío Juan y nos informó de que había sido él quien lo había mandado con el recado.
—Dile que le estamos muy agradecidos —le dijo mi madre al despedirlo.

Fue muy triste no poder abrazarlos cuando aquel fin de semana pudimos ir a verlos.
Salieron juntos y nos sonrieron con una alegría que nos hizo olvidar por un momento que estaban presos. Pero allí estaba el muro y los dos metros de pasillo que nos separaban, y la algarabía de voces que apenas permitían comunicarnos.
—¿Están bien? ¿Seguro que están bien? —repetía mi madre.
Tía Amalia había llevado a Berta y a Daniel que, cuando vieron a su padre, abrieron mucho los ojos como si se asombraran de reconocerlo y luego, Daniel empezó a poner caras muy raras y rompió a llorar.
—Llévatelo fuera —me pidió mi tía a punto de llorar ella también.
Yo levanté la mano en un gesto de despedida y mis tíos, sonriendo, me dijeron adiós.
— ¡Adiós, muchachita, hasta la vista!
Cogí a Daniel en brazos, salí del empaquetado y respiré hondo. Había olvidado aquel olor a humedad y a rancio que sentí en la primera visita, hacía ya casi tres años, y el volver a respirarlo me produjo náuseas.

El soldado de la puerta me miró muy serio. Tenía el rostro muy moreno, como quemado por el sol de muchos días, los ojos hundidos y cansados, y apretaba los labios como si quisiera esconder algún secreto.
No me dijo nada. Solo me señaló un banco de madera que estaba adosado a una de las paredes del pasillo de entrada.
Me senté y puse a Daniel a mi lado. Aún lloraba y entonces lo senté sobre mis rodillas.
— Si dejas de llorar te cuento un cuento muy bonito de un niño y un caballo…
—Mejor es que lo saques fuera —me dijo el soldado. Y, por el temblor de su voz, pensé que él también estaba a punto de echarse a llorar.
Salí y fui hacia un descampado que estaba al lado de la prisión y, para entretenerlo, empezamos a coger piedras y a tirárselas a una lata oxidada que había por allí.
No pasó mucho tiempo cuando vi que estaban saliendo todos. Ya se había acabado la visita. Tía Amalia, del brazo de mi madre, se enjugaba las lágrimas con un pañuelo. Lupe tenía los ojos bajos y los labios apretados y Berta miraba a un lado y a otro como si buscara algo con desconsuelo.
—No te preocupes, Amalia. Yo iré con Maria. Hemos recogido firmas, hasta la del obispo. Seguro que lo conseguimos

★ DE DÍAS DE ABRIL
EL MAR, LA MAR
Cuando notó el tirón del sedal entre los dedos, Gabriela sintió como un bullir de alas en el estómago. Ni siquiera tuvo voz para decírselo a su tío que, a su espalda, en la popa de la barca, fumaba una vieja pipa mientras esperaba pacientemente a que algún pez despistado, curioso o hambriento, mordiese su anzuelo.
Se preguntó si Santiago, el protagonista de “El viejo y el mar”, una novela que había leído el curso pasado en el Instituto, habría sentido la misma sensación cuando pescó su primer pez. Él también decía la mar, como su tío. Recordó entonces, casi punto por punto, las palabras que aquel viejo pescador se decía a sí mismo mientras esperaba su gran pez:”…Cada día es un nuevo día. Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser preciso. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto”.-
Ella también lo estaba. Además, le había costado mucho convencer a su familia, sobre todo a su madre, de que lo que ella quería ser era pescadora. Pero no de orilla, como su abuela, ni tampoco de las que venden pescado en el mercado. No. Ella quería salir a pescar en un barco, como lo había hecho su padre y ahora su tío.
No pudo evitar cierto remordimiento cuando vio que la preocupación y la tristeza afloraba a los ojos de su madre.
– El mar es muy traicionero. Cuando menos te lo esperes te tragará. No quiero que vayas y te pase como a tu padre. Además, eres una…
– Sí, ya sé que me vas a decir que soy una chica y que la mar es cosa de hombres. Pero todo cambia, mamá, y ya las mujeres tenemos más oportunidades para hacer lo que creemos que somos capaces. Tú sabes que hay mujeres albañiles, cirujanas, físicas, toreras… Y, por ahora, sólo voy a ir con el tío. Él me enseñará todo lo que conoce del mar y de la pesca y tú sabes que, después de lo de papá, no se aleja mucho de la costa.
– Sí, claro… Pero yo sé que te entrará el “veneno del mar” y ya nada podrá quitártelo de la cabeza.

Aunque Cecilia Domínguez no se encuentra del todo conforme con su primer libro de 1977, Porque somos de barro, un libro sincero y espontáneo, según ella misma indica, este es un poemario que muestra ya una concepción poética que irá desplegando en años venideros mediante una voz que, con reverberaciones musicales, procura anunciar los paisajes que el ojo mira o sospecha y que la poeta vive o imagina. Una voz que busca el más allá de lo visto y de lo vivido y que tiene la capacidad de palpar entre el barro los sentimientos. con ello se está procurando decir que sus poemas son auténticas revelaciones de una poeta que va construyendo universos en los que ella pueda habitar, siquiera por un instante. Hay una íntima relación de la poeta con la naturaleza. Esa correspondencia será uno de los más significativos signos de esta autora: en el encuentro del yo con las cosas encuentra la plenitud. Y va en busca de la plenitud a partir de un punto que se halla marcado por las sombras de la soledad y de la ausencia. Son bastantes los poemarios en donde la idea del viaje prevalece. Pero siempre, siempre, en esa andada travesía habrá ansias de regresos ideales: regreso de amanecer, de vida nueva en la que se junten, por fin, al amante con la amante que espera. Es una espera intemporal que no podrá medirlo ninguna circunstancia porque el poema se ha plegado a las enigmáticas leyes del mito. El sujeto poético se convierte en centro, y hacia él se envía cualquier agente propicio o adverso: el viento que separa y aleja, la noche que calma y pide silencio. La llama cuyo fuego enciende pasiones, el mar que sirve de lecho… En fin, Cecilia Domínguez ha fundamentado y modulado una concepción poética personal. Su voluntad de no quedar incluido en ningún grupo revela su vocación de mantener un quehacer poético –y literario- sin anclajes a marcas con “denominación de origen”.
JUAN JOSÉ DELGADO

El suyo (sobre Profesión de fe) es pues un libro importante, la absoluta madurez de quien recibió el último Premio Canarias de Literatura, concedido en 2015. En su lírica brilla el grano limpio y brillante después que la saranda cerniera el tamo para resolver en un poema de cuatro versos un estallido de realidad, cosecha de cereal literario de primera calidad.
Queda claro que la verdadera profesión de fe de Cecilia Domínguez Luis, una de las voces capitales de las letras isleñas y del idioma en general, es la mera poesía. Queda leído que es una mujer que no levita si no es para descreer de batallitas pasadas como creencias inmutables de generación en generación, de milenio en milenio, apuntaladas por el miedo del humano a morir sin más. Una poeta que devuelve a la especie humana, a la tierra, al páramo, al mar sobre los trigos, al barro y a la arena la propiedad divina de la que han sido enajenados por el gran ausente, que es como lo suele llamar. “Ni salmos ni sangre derramada/sin campanas al vuelo./hoy solo nos redime/el canto de los pájaros al alba.”
ÁNGEL SÁNCHEZ

Cecilia Domínguez habla sobre mujer y literatura canaria en una entrevista realizada por el periodista Manuel M. Almeida para la revista Dragaria con motivo del Día de las Escritoras 2017. La entrevista en su totalidad puede leerse en el siguiente enlace:
https://dragaria.es/dia-escritoras-2017-16-autoras-canarias/2/
Asimismo, la autora habla sobre la poca presencia de escritoras en la historia de la literatura en el marco de las jornadas “Bucio 2017 – II Foro Tamaimos”, organizadas por la Fundación canaria Tamaimos en colaboración con el Ayuntamiento de Agüimes.
“Islas, mujer y literatura”, charla impartida por Cecilia Domínguez en Agüimes en el 2017.

Islas, mujer y literatura (charla sobre la invisibilidad de las mujeres en la literatura).

➢ La pasión de los días, el blog de Cecilia Domínguez Luis.
http://ceciliadominguezluis.com/

➢ Entrevista a Cecilia Domínguez en Canal6 Teidevisión

➢ Entrevista a Cecilia Domínguez en Buenos Días Canarias 1:18:06 – 1:29:00

➢ Discurso de Cecilia Domínguez Luis en su ingreso en la Academia de la Lengua Canaria de título “Jóvenes y Literatura”
http://ceciliadominguezluis.com/academia-de-la-lengua-canaria/

➢ Discurso de Cecilia Domínguez Luis en el acto de entrega del Premio Canarias de Literatura 2015
http://ceciliadominguezluis.com/premio-canarias-de-literatura-2015/

➢ Entrevista realizada por Mª Nieves Pérez Cejas

A principios de abril de 2018 y en el marco del proyecto “Una constelación de escritoras. Voces para un archipiélago” contacté con la escritora Cecilia Domínguez Luis con el propósito, no sólo de conocer más sobre ella y sobre su obra, sino de acercarme a su labor como profesora de Lengua castellana y Literatura.

Cecilia Domínguez: «Recomendaría cualquier poema a la juventud porque no es necesario comprenderlo todo sino sentirlo. Hay tantas interpretaciones como lectores. No hay que tenerle miedo a la poesía.»

Para empezar esta entrevista nos gustaría conocer algo más sobre su vida. ¿Podría destacar alguna anécdota vital, algún recuerdo, quizás de la infancia, relacionado con la lectura o con el hecho de escribir? ¿Cuándo sintió inclinación hacia la escritura?
Para entrar en el mundo literario para mí fue fundamental “la noche de los molinillos”. Yo la llamaba así porque, cuando mi hermano y yo éramos pequeños, mi abuela molía café en la cocina y, a ritmo del molinillo, nos cantaba romances, nos contaba cuentos… Ese fue mi primer contacto con la literatura, a través de la oralidad. Sin saber aún leer, pues tendría yo unos cuatro o cinco años, empecé a escuchar historias… Esas historias se quedaron en mí hasta tal punto que, cuando crecí y aprendí a leer, parte de mi tiempo lo dedicaba a buscar esas historias en el papel…

Y en ese acercamiento a la literatura parece que el descubrimiento de Bécquer influyó de manera destacable en usted.
Sí, es cierto. Tenía nueve años cuando mi padre me regaló un libro de rimas de Bécquer. Claro está que enfrentarte con nueve años a las rimas de Becquer es muy duro, porque en muchos casos ni siquiera las entendía. Sin embargo, como me había acostumbrado a los romances de mi abuela, aunque no entendiera los versos en su totalidad, esa musicalidad de la poesía de Bécquer me fue atrayendo y me enamoré de él para siempre.

Entonces… ¿las poesías de Bécquer fueron más importantes en su infancia que cualquier otro libro de cuentos, por ejemplo?
Sí, sí. De hecho, me horrorizaban los cuentos que me contaba mi abuela porque ella me contaba los cuentos tal y como eran. Así que creo que los cuentos de mi abuela fueron culpables de que se despertara en mí la vocación como escritora. Mi abuela me contaba, por ejemplo, el cuento de Caperucita de Perrault y me explicaba cómo el lobo se comía a la abuela y a Caperucita y así terminaba la historia. Claro, yo me horrorizaba ante tan trágico final y se me ocurrió que yo podía salvar el relato. Mi lobo se comía a la abuela, pero a Caperucita le puse dos pistolas y así conseguí quedarme más conforme con el cuento. A partir de ese momento pensé que si podía cambiar el final de Caperucita, podía cambiar la realidad o incluso, contar la realidad que a mí más me gustara. Fue de esta manera que empecé a inventarme mis propias historias.

Pasemos a otra faceta importante en su vida: la docencia.
Fui profesora de secundaria hasta que cumplí los sesenta años cuando enfermé de cáncer y me jubilé. Yo creo que mi segunda vocación es la enseñanza. Siempre me gustó y disfruté mucho con ella… Además, me gustaba escoger a los grupos más difíciles.

¿De qué manera trabajaba con el alumnado la literatura y, sobre todo, la poesía?
Yo tenía mi propia forma de enseñar, lo que me ocasionó algunos problemas con los departamentos de lengua a los que pertenecí… Por ejemplo, nunca pedía lecturas obligatorias a mi alumnado. En cambio, todos los jueves los llevaba siempre a la biblioteca. Allí les preguntaba: ¿a ustedes qué les gusta leer? Y ellos iban respondiendo: a mí me gustan las novelas de guerra, entonces para ti el Diario de Ana Frank; y a mí las de amor, pues para ti Primavera de una esquina rota de Mario Benedetti… Así, cada alumna debía leer un libro sobre un tema de su elección para, tras la lectura, comentarlo en clase con el resto de sus compañeros. Con esto conseguí, por ejemplo, que El Diario de Ana Frank se lo leyera toda la clase, pues el alumno que lo leyó hizo tan buena propaganda del libro que el resto se animó a leerlo. Así que casi sin darnos cuenta habíamos creado un club de lectura. El alumnado comentaba el libro, decía qué le gustaba de la novela, qué no, qué personaje era su preferido… En definitiva, la lectura no puede ser nunca obligatoria porque pierde su esencia. Debemos acercarnos a ella por placer.
Es verdad que en aquella época yo solía impartir clase a los grupos de diversificación curricular. Así que el día que me tocaba dar poesía entraba a clase recitando las rimas de Bécquer. Además, intentaba aprovechar días relevantes, como por ejemplo, el día del libro para hacer alguna actividad que pudiera interesar al alumnado. Así, un 23 de abril repartí a los alumnos diferentes autores y autoras relevantes: Góngora, Quevedo, Carmen Martín Gaite… La actividad consistía en que cada uno debía interpretar al autor o a la autora que les hubiera tocado con el propósito de que después participaran en las clases de otros cursos recitando los versos de cada uno de ellos. Así conseguía que se acercaran a los escritores, los conocieran y se aprendieran sus textos. Para ellos era un juego y estaban aprendiendo literatura.
Había que inventarse cosas sobre la marcha. En otras ocasiones, cuando teníamos que trabajar gramática, elegía un poema para que el alumnado localizara todos los sustantivos. Después, debían cambiarlo por otros nombres abstractos, como un sentimiento o un deseo. El ejercicio daba como resultado versos como: “Me he sentado en la esperanza…” Así, el alumnado se aprendía los sustantivos y creaba poemas preciosos, conviertiéndose en poetas.

Esta experiencia con el alumnado no la ha abandonado por completo, porque ahora dedica parte de su tiempo a visitar institutos y a charlar con los y las estudiantes. ¿Qué le ofrece este contacto con el alumnado y que ofrece usted?
Yo creo que ellos me dan más a mí que yo a ellos. Yo aprendo muchas cosas porque los estudiantes son muy críticos. Por ejemplo, ver cómo reaccionan ante determinadas lecturas te permite saber cómo son ellos en realidad.

¿Considera que este contacto con los y las adolescentes ha influido de alguna forma en su obra?
Sí, sí, por supuesto. Mira, yo no creo en la literatura juvenil. Considero que un chico de catorce años puede leer, por ejemplo, La metamorfosis de Kafka. Por supuesto, su lectura será más o menos superficial, pero esto no importa. Lo que importa es la lectura. Y eso creo que debemos tenerlo en cuenta porque parece que estamos infravalorando el nivel del alumnado. Por otro lado, te comento que hace algún tiempo presenté un libro de Juan José Delgado, una recopilación de cuentos canarios contemporáneos. En la presentación me encontré con unos representantes de la editorial Alfaguara y me pidieron una novela para jóvenes. Así fue cómo surgió La luna en el agua. Yo tenía una historia en mente, una historia, por cierto, bastante truculenta, cuyo protagonista era un alumno de mi grupo de diversificación. Tras pedirle permiso al alumno, ficcioné la historia y la novela se acabó publicando. Pasó el tiempo y el año pasado me invitaron a dar una charla al IES Barranco Las Lajas, instituto al que había pertenecido el alumno que había inspirado la novela. Nada más llegar coincido con un hombre por fuera del centro que se acerca a hablar conmigo. Ese hombre era mi antiguo alumno, que venía a escuchar la charla. Fue muy emocionante ver cómo el protagonista participaba de este encuentro, leyendo un trocito de la novela de la que él era personaje.

Estos adolescentes viven en una sociedad en la que la protagonista es la imagen, el ruido. ¿Qué importancia cree que tiene la palabra en la sociedad actual, sobre todo, para estos jóvenes a los que, en muchas ocasiones, les cuesta tanto expresarse?
Creo que lo importante es que los jóvenes oigan hablar al otro en persona. Es decir, es fundamental la voz humana que no está pasada por pantalla, porque llega mucho más, sobre todo, cuando se sabe transmitir. Por eso, yo no doy charlas, yo pregunto. Intento establecer un diálogo con los estudiantes. Con ello consigo que muchas veces las preguntas sobre la novela den paso a cuestiones vitales más profundas, por lo que surge un diálogo mucho más enriquecedor.

En relación a su obra, ¿podría hablarse de que ésta responde a una biografía vital literaria, es decir, su obra podría, de alguna manera, explicar sus diferentes etapas vitales?
Mi obra poética, sí, porque pienso que escribir poesía es empezar a conocerse uno mismo. Todas mis preocupaciones, mi manera de ver la vida, cómo yo soy un producto de lo que me rodea, de mis circunstancias…; todo eso está presente en la poesía. Porque en la narrativa yo cuento historias, aunque es cierto que me implico mucho porque cuando estoy elaborando un personaje, yo siento que soy el personaje porque si la autora no se cree a ese personaje, el lector tampoco se lo va a creer.

Entonces, ¿sus personajes tienen siempre algún tinte autobiográfico?
No, en absoluto. Todo lo contrario. Yo tengo la idea de cómo va a ser ese personaje, pero en muchas ocasiones, no tengo nada que ver con el personaje en cuestión. Y ahí está la magia de la literatura.
Por ejemplo, en El Sepulcro vacío creé al personaje de Matías, un jardinero semianalfabeto. Disfruté muchísimo, sin embargo, el personaje de Isabel me costó mucho porque se trataba de una señora casi fanática de la religión, cuyas creencias no tienen nada que ver conmigo.
Por otro lado, cuando te propones hacer una novela, como en el caso de El marqués de la quinta roja, hay que tener en cuenta la labor de investigación. Sólo así podemos crear una novela ambientada en un siglo determinado, en este caso el siglo XIX. A través de esa labor, a veces ardua y complicada, conocemos cuál sería posiblemente la forma de pensar de una persona decimonónica, o la influencia nefasta de la iglesia en la época, o la consideración que se tenía de la mujer. En este sentido, me interesaba mucho incluir en esa novela los tres prototipos de mujer: la abuela, una señora muy culta, pero que vive en silencio dominada por su nuera; la nuera, mujer férrea y fervientemente católica; y Andrea, novia del protagonista y que corresponde al prototipo de mujer liberal que quiere estudiar y diferenciarse del concepto de mujer florero de la época. Para mí los personajes femeninos eran muy importantes porque quería reflejar la figura de la mujer del XIX.

Y llegamos a la actualidad y a su incursión semanal en las redes sociales… Porque cada semana nos regala en facebook unas pequeñas fábulas de opinión.
Sí, para mí se trata de un divertimento. Más que fábulas son décimas, versos que contienen una crítica sociopolítica. De pequeña solía leer muchas fábulas de Samaniego e Iriarte, por lo que me resulta muy familiar utilizar este tipo de textos para opinar sobre los diferentes acontecimientos que ocurren. Obviamente, no se trata de textos poéticos, porque en ellos no busco la estética, sino que mi propósito es transmitir un mensaje sobre temas actuales que me preocupan.

Parece que uno de los temas de actualidad es la aceptación del uso de la violencia en diferentes ámbitos. ¿Qué cree que ocurre en esta sociedad? ¿Por qué esta normalización de la violencia y la barbarie?
Al respecto tengo un libro de poesía que se publicará en breve y que lleva por título La piedra y el obus. Este libro está dividido en dos partes: la piedra, que representa al hombre de la Edad de Piedra, y el obus, que hace referencia al hombre actual. La primera parte de la obra es un reflejo de la segunda, a pesar del salto temporal que las separa. En los dos últimos poemas se enfrentan el hombre del obus y el de la Edad de Piedra, que está en una vitrina en un museo. Se establece un diálogo entre ellos que nos muestra qué poco ha cambiado el ser humano. Antes, el hombre blandía el hacha; ahora, tiene la bomba en su poder y en ambos casos el instinto de dominación permanece.

¿Ese sentido de barbarie podemos encontrarlo también en su último libro Profesión de fe?
Profesión de fe es un libro que me ha traído muchos quebraderos de cabeza porque es un libro contra la barbarie ejercida a través de Dios. Es un cuestionamiento del Dios cruel, inhumano del Antiguo Testamento. En este sentido, mucha gente me ha dicho que es un libro ateo. De hecho en mi presentación del libro en La Orotava, tras la lectura de varios poemas, parte del público abandonó la sala.

De sus obras líricas, ¿cuál recomendaría como lectura para un público juvenil?
Creo que recomendaría Bestiario o Sólo el mar, aunque cualquier poema estaría bien, porque no es necesario comprenderlo todo sino sentirlo. Hay tantas interpretaciones como lectores. No hay que tenerle miedo a la poesía.

Para finalizar, me gustaría saber qué opinión le merece este proyecto sobre escritoras canarias. ¿Considera que es necesario? ¿Debemos seguir contribuyendo a dar visibilidad a estas voces?
Por supuesto que sí.
Resulta curioso. Este año Pino Ojeda ha sido la protagonista del Día de las Letras Canarias. Antes de este reconocimiento prácticamente nadie sabía que esta escritora fue finalista del Premio Nadal y del Premio Adonais, además de una extraordinaria pintora. Pino Ojeda era una persona totalmente desconocida. Así que por supuesto que sigue haciendo falta reivindicar a todas estas mujeres.
Yo pude conocerla personalmente, en un encuentro en los años 90, en un congreso de mujeres, precisamente. En este tipo de congresos siempre salgo mal parada porque yo no creo en la literatura femenina, por lo que mi ponencia sobre el tema no suele ser bien recibida. Sin embargo, ese día Pino Ojeda me escuchó y me dijo que había sido muy valiente, que había defendido muy bien mis ideas y que ella pensaba de manera similar a mí.
Me pareció una persona muy cercana, con mucha vida y con mucho dolor detrás. Un dolor originado quizás por la temprana muerte de su marido, que quizás nunca superó. Sin embargo, al mismo tiempo, era una mujer con una gran fortaleza y una gran personalidad. Así que cuando me enteré de que el Día de las Letras Canarias homenajeaba a Pino Ojeda, me dije: “ya era hora.”

POESÍA

➢ Porque somos de barro. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Taiga, 1977.
➢ Objetos, Santa Cruz de Tenerife, Taiga, 1981.
➢ Presagio de sueños en las gargantas de las palomas, Santa Cruz de Tenerife, CajaCanarias, 1982.
➢ Un cierto sabor ácido para los días venideros. Santa Cruz de Tenerife, HA/Editor, 1987.
➢ Víspera de la ausencia, Madrid, Ed. Libertarias, 1989.
➢ Poemas 1981-1992. (Antología). Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias 1993.
➢ Y de pronto anochece. Santa Cruz de Tenerife , Ed. La calle de la costa, 1997.
➢ Así en la tierra. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Globo, 1999.
➢ Solo el mar. Ed. Cabildo Insular de Tenerife y C.O.A.C., 2000.
➢ Doce lunas de Eros. CajaCanarias-Ed. La Palma, 2000.
➢ Octubre. (Antología), Santa Cruz de Tenerife, Ed Baile del sol, 2003.
➢ Poemas. (Antología). Santa Cruz de Tenerife, Interseptem, 2003.
➢ Azogue. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Baile del sol, 2005.
➢ Para cruzar los puentes. Santa Cruz de Tenerife , Ed. KA, 2006.
➢ El libro de la duda. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Idea, 2007.
➢ Bestiario. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Baile del sol, 2008.
➢ La ciudad y el deseo. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Idea, 2009.
➢ Cuaderno del orate. Madrid, Ed. La Palma, 2014.
➢ Profesión de fe. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Baile del sol, 2016.

NARRATIVA

➢ Futuro Imperfecto (libro de cuentos). Madrid, Ediciones La Palma, 1994.
➢ El sepulcro vacío (novela). Las Palmas de Gran Canaria, NACE, 2015.
➢ El viento en contra (novela). Santa Cruz de Tenerife, Ed. Resma, 2002.
➢ Entre Tejados (cuentos para niños). Santa Cruz de Tenerife, Ed. Interseptem, 2004.
➢ Días de abril (cuentos para jóvenes). Santa Cruz de Tenerife, Ed. Interseptem, 2005.
➢ Fompi (cuentos para niños). Santa Cruz de Tenerife, Ed. Interseptem, 2005.
➢ Fompi y Lío en la montaña de cristal (novela infantil). Santa Cruz de Tenerife, Interseptem, 2006.
➢ Mientras maduran las naranjas (novela). Las Palmas de Gran Canaria, Cam-PDS, 2009.
➢ Yara (novela corta juvenil). Las Palmas de Gran Canaria, Cam-PDS, 2010.
➢ La luna en el agua (novela juvenil). Madrid, Ed. Alfaguara, 2010.
➢ Aquel verano (novela juvenil). Barcelona, Ed. Viceversa, 2010.
➢ Los niños de la lata de tomate (novela). Madrid, Alfaguara, 2012.
➢ Si hubieras estado aquí (novela). Santa Cruz de Tenerife, Ed. Aguere-Idea, 2013.

ENSAYO

➢ Miguel Hernández-Pedro García Cabrera, dos poetas en una guerra. Instituto Cultura “Juan Gil Albert” – Alicante 1993.
➢ “La salvación por la palabra”, en Utopía, Modernidad y Ciencia. Cuadernos Ateneo-La Laguna Tenerife 1999.
➢ “¿El canon en la poesía escrita por mujeres?”, en La poesía escrita por mujeres y el canon. Cabildo Insular de Lanzarote, 1999.
➢ “Rafael Arozarena: la palabra y la magia”, en Homenaje a Rafael Arozarena. Ed. Ayuntamiento de Haría- Lanzarote, 2001.
➢ “En torno a los poetas de Más que el mar”, en Cuatro propuestas críticas. Santa Cruz de Tenerife, Ed. Baile del sol, 2003.

Lengua Castellana y Literatura (LCL)

1º ESO

Cecilia Domínguez SA

IES VIERA Y CLAVIJO

Mercedes Pinto

Texto: Sonia Vaquero González

1883-1976

“Ven y dame tu mano, que en la mía
será como de bronce, y así fundidas
romperemos el mundo, si en el mundo
vallas levantan manos enemigas.”

 

Mercedes Pinto, María de las Mercedes Josefa Francisca del Pilar Pinto Armas de la Rosa y Clós, nació en La Laguna, Tenerife, el 12 de octubre de 1883 en el seno de una acomodada familia burguesa. Mercedes destacó desde muy joven  por sus dotes creativas y artísticas en los ambientes literarios de la isla en los que era conocida como la “Poetisa canaria”.

En esta primera juventud publicó sus composiciones en la prensa insular y fue galardonada en concursos literarios de ámbito regional. En 1909 contrae matrimonio  con Juan de Foronda, este acontecimiento marcará el resto de su vida personal y artística.

En los años 20 se traslada a Madrid  y se relaciona con los círculos intelectuales más activos del momento. Colabora  en revistas y diarios nacionales y publica su primer poemario Brisas del Teide (1924) pero sin duda será su conferencia en la Universidad Central de Madrid en 1923 El divorcio como medida higiénica  la que condicione su trayectoria vital  ya que las innovadoras ideas que defiende, fruto de su  dura situación personal, y la polémica que estas generan, la llevarán  al exilio durante la dictadura de Primo de Rivera.

Así en 1924  llega a Uruguay donde diversifica su  carrera (periodista, oradora, conferenciante, pedagoga, escritora, fundadora de su propia compañía de teatro, y de  importantes instituciones como La casa del Estudiante) y comienza una nueva etapa  repleta de éxitos y de reconocimiento.  En 1926 publica su obra más conocida Él posteriormente llevada al cine por Luis Buñuel.  En 1930 publica una de sus obras dramáticas más reconocidas Un señor…cualquiera. Un año después publica su poemario Cantos de muchos puertos 1931. Tras fundar la Compañía de Arte moderno de Mercedes Pinto, inicia un viaje   por distintos países de Hispanoamérica ( Argentina, Paraguay, Bolivia). Se instala en Chile, Cuba y México. De este período destaca su obra Ella 1934 y una extensa colección de artículos y colaboraciones periodísticas agrupadas bajo el título Ventanas de colores y que recoge gran parte de la extensa actividad periodística de la autora.  Mercedes Pinto muere en 1976 en México, tras una intensa vida en la que podemos destacar su constante lucha, su  compromiso social y la fusión que existe en su biografía vital y literaria.

Mercedes Pinto vive en el viento de la tempestad.

Con el corazón frente al aire.

Enérgicamente sola. Urgentemente viva.

Segura de aciertos e invocaciones.

Temible y amable en su trágica vestidura de luz y llamas.

Epitafio en la tumba de Mercedes Pinto, Pablo Neruda

“Pero si la señora Mercedes Pinto ha narrado tan bien su observación, si ha logrado tanta felicidad a su relato, no es seguramente solo porque tiene imaginación emotiva, gracia espontánea de estilo y vigor maestro de expresión: hay algo más que literatura en este libro. Mercedes Pinto es escritora y poetisa de talento, tuvo un ambiente que pudo darle conocimientos superiores; pero el psicólogo que hay en el psiquiatra insiste que en estas páginas hay algo más que literatura: hay vida y hay dolor. Esta observación fue “vivida”, me atrevería a jurarlo… Y siendo así, este libro ya no es una “novela”, sino un “documento”

Santín Carlos Rossi, Él

«En cualquiera de los casos, la palabra fue el instrumento con el que contribuyó a la elevación de la conciencia y desde el que se posicionó como ser individual y colectivo, luchando contra los prejuicios intransigentes de su época y dando testimonio de sus propias convulsiones existenciales”

Alicia LLarena

“Habló Mercedes Pinto como ella sabe hablar, y fueron continuas las ovaciones a esta mujer predicadora de un feminismo justo, sin estridencias, con las debidas liberaciones igualitarias, interpretando admirablemente el ideario martiano , y da fe, en fin , de sus planteamientos progresistas, de su empeño por mejorar la condición femenino”

Luis Felipe López Wangüemert

“Mercedes Pinto es una figura “a reivindicar” en un mundo que siempre habla de “hombres de acción”, y  merece estar en el santoral de la literatura española, tan falta de mujeres y que sin embargo no recuerda a las que por su labor merecen tener su nombre inscrito en el arco del triunfo y de la memoria de esa escritura”.

Juan José Armas Marcelo

“El presente libro, lectoras, no es una exhibición pueril, ni una tentación de la Fama, ni siquiera una fácil coquetería lírica. Es, simplemente, un imperativo categórico, una misión. Mercedes Pinto no escribe; suspira. Postrada por «el dulce mal» de Petrarca y de Garcilaso, tiene el perfil fino y romántico de todas las enfermas de amor. De ella puede decirse —- Canta porque cantar es su destino y el  Destino es más fuerte que la Vida. La vida, harto cruel para esta dama tinerfeña, pudo mil veces traspasar su corazón, pero nunca rendir su ánimo. «Que la porción alta y divina “yérguese en ella dura y firme como roca entre el oleaje.”

Cristóbal de Castro

“Se nos va, por los Caminos de América, la mejor amiga de la mujer uruguaya, amiga de sonrisa perenne, de hombro contra hombro, de voz cordial y ejemplo heroico. Se nos va, con los ojos encandilados por la promesa de un triunfo que ella bien sabe que se merece como pocas. Porque esta mujer, gran corazón y gran talento, tan querida y respetada entre nosotros, nunca ha marchado sobre caminos de rosas. Conoce los duros guijarros, las sangrientas espinas, el frío, el insomnio, la sed. Pero con la cara mojada por las lágrimas, ha hecho el milagro de sonreír para alentar al que estaba más desesperado que ella. Y es así que se va, como se van las reinas buenas, dejando bendiciones tras de sí. Su talento es la mejor recomendación para todos lados; su bondad la más acertada tarjeta de presentación entre los que la irán conociendo. Cuando regrese —porque Mercedes es nuestra—, habrá trazado en todo el Continente un círculo de admiración y de amor.”

Juana de Ibarbourou

“Mercedes Pinto, la mujer rebelde. La primera mujer rebelde española consciente de las reivindicaciones femeninas en los nuevos tiempos (…). Rebelde mujer, en un Madrid de toros y cuplés, mujeres de profesión “sus labores”, minorías selectas alzadas contra la mediocridad ambiente, y mayorías que despiertan de un prolongado letargo, a los aldabonazos del aún precario desarrollo industrial. Rebelde en la Universidad, al plantear sobre nuevas bases las relaciones hombre-mujer (…) Rebelde en la literatura o desde el escenario de la Zarzuela en los años veinte. Viajera rebelde por el vasto mundo latinoamericano”.

“Mercedes Pinto, vitalista y rebelde”, Triunfo, Madrid, núm. 347, 25 de enero de 1969

Sin duda, Mercedes Pinto es un referente femenino importantísimo no solo por su voz literaria sino por su activismo social y político. Su fuerte personalidad polifacética, autora de libros de versos, novelas, obras de teatro y de una voluminosa obra periodística, se complementa con su célebre actividad como pedagoga y oradora. Su defensa de la modernización de la educación como un instrumento de cambio social y su activismo en pro de los derechos de los colectivos más desfavorecidos, en especial de las mujeres y la infancia, la convierten en una reconocida líder feminista.

Defensora de un feminismo moderno y contemporáneo apuesta por el papel de la mujer como motor de cambio y transformación de las convenciones sociales. La mujer debe tener una ineludible participación social: “La mujer nueva debe ser amor y perfume, materia e idea” (Mercedes Pinto)

Su concepto de feminismo humanista, parte de su experiencia vital, especialmente de su relación matrimonial en la que fue una víctima de violencia de género.

“Mercedes Pinto trató el ideal de la mujer moderna con un concepto claro de la vida y con un dominio asombroso de esa filosofía inalterable y profunda que no se bebe en los libros sino que se aprende en la angustia del propio corazón” La Opinión 23 de mayo de 1932.

Así sus obras más representativas, parten de esta carga autobiográfica y del compromiso que surge de su deseo de compartir sus emociones como un fuerte testimonio de rebeldía y superación, tanto personal como social.

El divorcio como medida higiénica, es una brillante conferencia en la que defiende unos principios que conmocionaron a la sociedad del momento, anclada en las convenciones más tradicionales y católicas y que provocaron su exilio hacia América.

Algunas de las ideas que defendió Mercedes en esta conferencia fueron el derecho de las mujeres a solicitar el divorcio, el derecho a denunciar una situación de violencia íntima , la defensa y la responsabilidad del Estado sobre los menores víctimas de la violencia de género , el derecho a la protección y el derecho a la felicidad de las víctimas, así como dos conceptos básicos de su filosofía de vida, la educación de la mujer como medio de transformación personal y social y la solidaridad emocional entre las mujeres, lo que hoy conocemos como sororidad.

En Él la autora narra su desgraciada vida al lado de su marido enfermo y maltratador y el aislamiento familiar y social que sufre como víctima por las fuertes imposiciones sociales que la obligan a resignarse como única salida a su dolorosa situación personal. Aunque esta obra se publicó en 1926, de forma posterior a la conferencia de 1923, ambas comparten el mismo principio biográfico-narrativo.

Un Señor… cualquiera es una pieza teatral que recoge de nuevo la estricta moral católica que profesaba su familia, y los prejuicios sociales que fue encontrándose como mujer. La escritora nos advierte sobre la inutilidad de defender unos únicos y férreos modelos de comportamiento ya que el paso del tiempo se encargará de demostrar que la transformación social es un proceso natural.

Ella , novela que recoge los recuerdos de Mercedes Pinto desde sus primeros años hasta los años veinte . Con un carácter autobiográfico nos presenta su infancia feliz, sus primeros contactos con la poesía, la religión y el pensamiento conservador de la época, su paso de la infancia a la vida adulta, su matrimonio y el infierno en el que este se convierte y la lucha por conseguir una salida digna que le permita encontrar su seguridad, felicidad y realización personal. El exilio será el precio que deba pagar para comenzar una nueva vida.

Cantos de muchos puertos es un poemario que se convierte en una recopilación emocional de los paisajes interiores y exteriores por los que transitó la autora. La semblanza de una mujer que renuncia a su tierra para ganar su libertad.

Ventanas de colores es una recopilación de su prosa periodística, debemos destacar una serie de artículos publicados en Excelsior en 1975 (Año Internacional de la mujer) que contribuyen a exponer su ideario feminista.

Pero más allá de su labor literaria Mercedes Pinto, tiene un importante recorrido cultural en América. En Montevideo fundó la célebre «Casa del Estudiante», para extender gratuitamente la cultura entre todas las clases sociales de la ciudad. En su etapa uruguaya, que se prolongó durante siete años (1924- 1932).

Fue asimismo la primera mujer oradora del gobierno de Uruguay e incluso asesora pedagógica en las reformas educativas del país.

En Paraguay tuvo el honor extraordinario de haber sido la primera mujer que ocupó la tribuna de la Universidad de Asunción, y de haber llevado a cabo numerosos actos celebrados en escuelas e institutos educacionales para expandir sus ideas pacifistas y sus altos ideales sociales.

En Argentina, su ciclo de conferencias impartidas en la Universidad de Tucumán tuvo un gran impacto social. En Chile fue nombrada por Arturo Alessandri, el carismático y célebre presidente del país, Delegada Oficial del Departamento de Extensión Cultural y encargada de impartir conferencias sobre distintos aspectos de la moral en escuelas, cuarteles militares, etc. Allí se implicó también en los movimientos feministas del país, reivindicando el derecho de voto a la mujer y participando en el proyecto de ley del divorcio.

En Cuba, Fulgencio Batista, presidente del país, le ofrece un puesto como Educadora de Conferencista para las escuelas cívico-militares así como en la radio difusora del Gobierno y en la Cadena Azul, desde donde hizo sonadas campañas humanitarias, como la movilización llevada a cabo para que el Gobierno cubano permitiera el desembarco de los 930 mujeres, hombres y niños judíos que huían del nazismo en el barco «San Luis». No sólo Cuba le dedicaría por esto multitud de agradecimientos y homenajes, sino que, muchos años después, su defensa del pueblo judío le valdría uno de los honores más curiosos e impactantes en la vida de la escritora: el bosque de más de 2000 árboles que hoy lleva su nombre en Israel.

En definitiva Mercedes Pinto es una mujer adelantada a su tiempo, defensora de las mujeres y del papel que como sujetos activos deben desarrollar en la sociedad. Sus experiencias vitales conforman una voz única dentro y fuera de las letras canarias.

El divorcio como medida higiénica 1923

[…] Yo sé, señores, que esta enfermedad pueden llevarla en sí lo mismo los hombres que las mujeres, pero yo soy mujer y vengo a hablar por ellas. Los hombres casados con una enferma de este género lo tienen todo a su favor : «Pobre hombre —dicen— la mujer es insoportable, es celosísima, es rabiosa, es una fiera; debe estar chiflada, porque hace cosas muy extrañas». Por fin el marido, acompañado del asentimiento y la conmiseración de los amigos, de sus criados y del mundo, toma a la esposa y la lleva a una casa de salud, o la entrega a sus padres, quedándose él con los hijos, porque la mujer «no anda bien de la cabeza».

Así dicen; y no andar bien de la cabeza es tener celos infundados de un marido intachable, es el enfadarse sin causa, es hacer del hogar una molestia continuada, etc., etc. El hombre pues, está ya liberado.

La mujer en cambio se casa con un hombre sano, del cual puede hasta tener certificados médicos, no tiene tuberculosis ni enfermedades venéreas, sus hijos, pues, serán saludables. Creo además, por habérselo oído a médicos alienistas, que la «paranoia» suele estar oculta en la infancia y en la primera juventud y desarrollarse generalmente cuando las preocupaciones y cargas de la vida se acentúan y pesan sobre el cerebro… es decir, cuando después de casados, y aún después de la primera época, el nacimiento de los hijos y su sostenimiento y educación empiezan a levantar en el predestinado a la locura las aún dormidas preocupaciones.

¿Cómo va un médico que examina la sangre y el pulmón de un hombre a saber que en no lejano día el negro sadismo se levantará cruel y silencioso entre las sombras de la alcoba nupcial?

¿Cómo puede el médico adivinar las torturas a que la infeliz esposa va a verse sujeta? ¿Cómo la verán sus ojos de doctor y humanista con los dedos retorcidos y la garganta doblada bajo las presiones y las mordidas que han de dar al sádico el esperado goce?

Las infinitas crueldades que un enfermo del cerebro puede desarrollar en el matrimonio sólo puede concebirlas la mente más exaltada, los celos más insospechados, las manías más torturantes, los insomnios más tétricos, las bajezas más bochornosas…

Y eso, todo eso que parece ha de ser causa de divorcio, no lo es ni puede serlo, puesto que el Código aprecia como motivo de divorcio aquellos golpes de naturaleza tal que pudieran haber causado la muerte, y una cantidad de testigos que no sean de la familia, ni sirvientes, sino personas de fuera de la casa que hayan presenciado los hechos. De manera que todas las violencias, las torturas y los horrores incontables por asquerosos o brutales que contra su esposa pueden ocurrírsele a un paranoico, no son nada ante las leyes; tiene que esperar que le peguen un tiro… (y no la acierten) para que los jueces piensen que si le acierta… ¡se hubiese quedado en el sitio! Y por lo que se refiere a los testigos, desde luego comprenderéis lo imposible de que cier tos mar tirios, generalmente de alcoba y nocturnos, tengan testigos, por que no es costumbre que los amigos estén en la habitación a esas horas, y si la esposa grita, ya tendrá cuidado de no volver a hacerlo porque el marido lo impedirá, del modo que pueda, pero lo impedirá.

Además, todo el ambiente que ayudó al esposo de la enferma, al recluirla en un manicomio, o enviarla con su familia, quedándose él con sus hijos, ambiente que le harán también las mujeres que se pondrán de parte del marido, le faltará seguramente a la esposa al tratar de hacer lo mismo. Por regla general, pocas veces llega al público el verdadero aspecto de la horrible verdad.

Un señor discutidor, suspicaz, dispuesto a agriar las conversaciones con frases molestas y hasta llegando alguna vez a una agresión, no es para los ojos de los extraños más que un hombre de mal carácter, o tal vez cuando más «un señor raro»; pero esas gentes ven las cosas de lejos, no saben los disimulos, las suspicacias y los engaños con que esos hombres que no son raros, sino sencillamente enfermos, llegan a ocultar al público completamente las espantosas negruras de su hogar.

Esa locura engañadora, que lleva generalmente al que la padece a ver en los demás maldad y refinada malicia, desprestigia a la esposa del loco, por regla general, y a las iras de éste se les llamará «mal carácter», y a su sadismo exageraciones de la esposa que comprende mal las expansiones de un apasionado, y a sus celos les llamarán «exceso de amor», si es que no —¡lo que desgraciadamente ocurre!—, se vuelve la opinión en contra de la esposa, y dicen que algo habrá en ella cuando él la cela.

¿Qué ayuda puede darnos la justicia? Ninguna; porque la locura por sí no es causa de divorcio. […]

ÉL

[…] Viajaba yo con mi pesada cruz sobre los hombros. Al llegar a una estación decidí bajar un momento; necesitaba respirar, desentumecer mis piernas, agitarme, pues que durante unos momentos creí que iba a morirme de algo muy rápido, del corazón o del cerebro, porque era demasiado el sentir y excesivo también el pensar…

A los pocos pasos decidí escapar a la curiosidad de las gentes, y como iba sola, di la vuelta a la estación y me senté un momento sobre unos equipajes. Cerca de mí vi un buhonero con su mujer y un niño de pocos meses; habían terminado al aire libre una frugal merienda durante el descanso del tren, mientras que la mujer, sacando un pecho blanco y redondo, daba serenamente de mamar a su hijo sentada al lado de la caja donde guardaban la mercancía. El marido empezó a fumar una inmensa pipa de barro y él y la mujer me miraban con curiosidad, hasta que la mujer interrumpiendo el silencio me dijo: «¡Ay, señorita, cuántos trabajos pasamos los pobres; usted viaja en primera y va con toda comodidad, mientras que nosotros vamos como perros de pueblo en pueblo…! ¡Eso que Vd. lleva sí puede llamarse un viaje de placer!»

Yo la miré con una congoja inmensa que me subía desde el fondo del pecho, y llegando a mis ojos se me llenaron al punto de llanto; y la buena mujer, creyendo la infeliz que los ricos no podían llorar ni tenían por qué, exclamó convencida: —Es ceniza que ha volado de afuera… de la pipa de Ignacio… Y yo: —¡No… no…! ¡Es ceniza que sube, que sube de adentro…!

***

Corre, tren, corre sobre mi pena; oscurece mi dolor con tu humo negro como la cabellera del demonio, aleja de mi alma el drama entero de mi existencia rota, de mi presente de lucha, de mi porvenir incierto… Corre, tren, y con el ruido espantoso de tus cadenas y de tus brazos ciclópeos de hierro, evita que se forjen los pensamientos en mi cerebro, y patea, desgarra, pulveriza los recuerdos de trágica odisea que me enloquecen, y que a mi alma primitiva, sencilla, ingenua,

torturan con las pesadillas reconstructoras de lo pasado… (heridas, sangre, gritos, insomnios dolorosos, un soñar de calentura que aplasta mi sana complexión bajo su peso…).

En lontananza se va quedando el manicomio con sus torrecitas altas, y sus pabellones iguales pintados de blanco y rojo —huesos y sangre me semejan—.

Y yo sola, enlutada, con un luto triste porque es el que en la vida se lleva por uno mismo, miro a las lejanas torrecitas bajo cuyas techumbres se queda Él y me parece sentir aún las estridentes risas y las voces incoloras que he dejado. Y miro el porvenir y veo las piedras de mi hogar rodando clamorosas río abajo, río abajo… […]

[…] ¡anatema sobre vosotros los cobardes que no levantasteis la voz para defenderme! ¡Sobre vosotros y sobre vuestros hijos recaiga mi dolor —¡todo el amargo manantial de mi dolor!— y el hambre y la sed, y los insomnios torturantes, y todo el cruento palpitar de mis tremendas y apocalípticas horas de soledad!

Por los hombres cobardes abandonaré mi hogar y mi patria: por aquellos hombres miserables y ruines que se envolvieron el alma con túnica de mujerzuelas para recibir al infeliz demente con sonrisas melifluas, y lanzar a sus espaldas murmuraciones e intrigas miserables; perderé tal vez cuanto tuvo mi calor y fue mío. Por aquellos médicos que mintieron certificados de salud a un enfermo, cometiendo un acto delictivo, por no exponerse a las iras de Él, o a las de la «mano predestinada y trágica» que va tras Él, quedará tal vez mi fama en entredicho, y sobre las cabecitas de nuestros hijos flotará una sombra indecisa. Anatema, anatema sobre aquellos que impulsaron mi vida hacia caminos desconocidos; anatema sobre los que desarraigaron mis pies del adorado suelo en que nací… Anatema mil veces sobre los hombres ruines que no supieron levantar la voz viril para defender mi verdad. Y cuando los que yo adoro mueran lejos de mi lado y cuando el suspiro último de mi madre se exhale en la soledad, sin que sus ojos recojan la luz de los míos, el eterno anatema de mi alma enorme recaiga sobre los cobardes, los traidores, los malvados, que por no perder la amodorrante paz de su vivir, acallaron sus voces, contentándose con escuchar pacientes las alucinaciones de que el infeliz Él esmalta su existencia, y viendo maliciosos y pérfidos cómo mi porvenir se ensombrece, quedando sólo a la débil merced de mis manos.

Pero, ¡oh!, sociedad rastrera que haces esto conmigo, ¡no importa! Que en mi alma de mujer existe la semilla heroica que vuestros padres no pudieron sembraros y sobre la cadena de los dolores, tal vez el tiempo corone un día las sienes pálidas, que vosotros, indiferentes a mi agonía, ¡supisteis taladrar…!

***

Yo huí por los caminos de la vida y no sabía adónde. Sólo sabía que llevaba conmigo un equipaje de amores inocentes y más puros que nardos en capullos, y no me daba cuenta de que sus labios de coral y rosa me pedirían pan…

ELLA

[…] Entre los amigos de que primero hago memoria hay un señor joven, de barba muy rubia, con el cabello plateado sobre las sienes y los ojos azules. Este señor era director de un periódico de mi país, y había sido muy amigo de mi padre, según me decían. Venía a casa con cierta frecuencia, y siempre con dos o tres señores elegantes, que a mí me parecían de gran autoridad, que me tomaban en sus brazos, pasándome de mano en mano, haciéndome preguntas y quitándome el cabello de sobre la frente, exclamando: —¡Es la misma cara! ¡Cómo se le parece! ¡Qué lástima que esta criatura no haya sido varón…! Un día me llevaron al Ateneo, y me enseñaron muchos retratos, que había colgados de las paredes, de señores muy serios, con trajes antiguos y uniformes muy raros. El periodista me preguntó: —¿Cuál de estos es tu papá?—y yo, levantando mi mano, señalé el retrato de un señor de barba… Entonces me tomaron en brazos, me besaron mucho, y el periodista sacó el pañuelo y se lo pasó por la cara como si llorase. Yo puedo decir ahora que no sé absolutamente por qué señalé aquel cuadro, pues ya no recuerdo cómo era mi padre, y además era aquel un retrato muy malo, hecho por un aficionado del pueblo. Pero es de suponer que alguna sugerencia levantó en mí aquella figura pintada, o que en algún sentido la uní, tal vez inconscientemente, a mi ya muerta remembranza del caballero y el libro de estampas. Al regresar a casa, los señores aquellos le dijeron a mi madre que yo tenía un talento asombroso, repitiendo nuevamente en distintos tonos «¡que era una gran lástima que yo no fuese varón…!» Por entonces cumplí cinco años. Tengo que hacer notar la circunstancia de que aquellos señores y otros que también fueron amigos y admiradores de mi padre, al visitarnos o encontrarnos en la calle, no se preocupaban lo más mínimo de mi hermana, contentándose con darle unos golpecitos en la cara y sin que al parecer les diera lástima ninguna «el que ella no hubiera sido varón…» En cambio, yo estaba muy orgullosa con mi parecido, con mi frente tan ancha, «igual a la de él», que inducía a los amigos a regalarme y mimarme más… También me iba penetrando poco a poco «de que yo tenía mucho talento», cosa que ya no me satisfacía tanto, pues aunque no sabía en lo que consistía ni lo que significaba, servía sin duda, por lo pronto, para que mi madre me lo recordase continuamente, mezclándolo con enojosas reprimendas: ¡Parece mentira que una niña de talento como tú se ensucie con tanta frecuencia los vestidos…! […]

[…] Hay que mentir, siempre mentir. ¿Dónde se ha ido mi carácter veraz que contaba hasta el menor de mis pensamientos…? Murió hace tiempo la chiquilla alegre que decía todo lo que le ocurría, lo que deseaba y lo que sentía…se deshizo mi impetuosidad…Se aventó como polvo la fortaleza, la expansión, la leal y bella franqueza de mi sentimiento… Mentir…Siempre mentir…

No decirle a Él que mi madre ha venido…No contarle que un niño se dio un golpe…Ocultarle la frase de la amiga, la enfermedad de la sirvienta, el nacimiento de los gatitos que se apretujan confiados contra la panza gris de la gata en el rincón oscuro de la carbonera…De todo puede venir un disgusto, una discusión un enredo…

El asunto baladí toma de pronto caracteres de catástrofe. La cosa más pequeña se agiganta monstruosamente en el horizonte de mi vida, cargada de electricidad…Disimular, callar, mentir…Ese es mi único y posible programa. […]

Cantos de muchos puertos (1931)

Rebelión

Ven y dame tu mano, que en la mía
será como de bronce,
y así fundidas
romperemos el mundo, si en el mundo
vallas levantan manos enemigas.

¡Iremos muy erguidas las cabezas,
con Cupido en los brazos, hecho carne,
para decirles,
a los sordos y ciegos de la Vida,
que deshicimos torres de prejuicios
golpeando con las frentes en las piedras;
que quitamos las uñas a las garras
de los buitres rastreros,
y libertados,
hicimos mariposas con las hojas
de las leyes antiguas,
y juguetes a nuestro Cupidillo,
con las viejas argollas
de las cadenas de la Tierra…!

Desde el avión

A MIS HERMANOS TODOS LOS EMIGRANTES

Ya no hay largas distancias,
ya no hay mares azules y extensos
donde se ahogan los cantos perdidos
de los marineros.
Ya no existen montañas silentes
cerrando horizontes,
como negras murallas gigantes
que forman fronteras y separan mundos…
Ya se acortan los caminos largos,
resecos y crueles, por donde se alejan los seres queridos,
¡madre, novia, casa…! ¡Ya no estamos lejos!
¡La ruta celeste siempre estará abierta!
¡Nos dormimos niños, soñando en un viaje,
cabalgando,
en las verdes crestas de un fugaz relámpago!

El emigrante

¿Sabes para qué vengo hasta tus playas?
¿Sabes por qué atravieso la distancia
que separa mis montes elevados
de tus valles fecundos…?
No es en busca de gloria ni riquezas,
ni a conquistar la fama, a lo que llego:
es a algo más humilde,
que olvidaron los grandes y los fuertes,
pero que yo preciso
para el aliento de la vida mía,
porque es soplo vital que la sostiene,
y luz y sombra, y la existencia misma
que sin ella no importa ser vivida!
¡Busco un alma! ¿Me escuchas…? ¿busco un alma
delicada y sutil; alma tan suave
como el consuelo de la tibia mano
como la seda del “clavel del aire”
como la pluma del pichón tremante…!
¡Alma que sienta del respiro mío
la vibración sutil en el espacio,
y adivine en alerta continuada,
si el suspiro es de risas, o es de lágrimas…!
Un alma que comprenda las palabras
que en mi boca no puedan dibujarse,
y sienta el fuego de un ardiente beso
antes de que se asome entre mis labios…!
De buscar esa alma por la tierra
tengo los pies llagados, y las manos
endurecidas de azotar las ramas
de los almendros cuando están floridos,
de los rosales cuando dan las rosas […]
…¡Por eso abandoné los altos montes
en los bosques espesos, por los valles
de tu patria lejana! ¡Por si acaso
el alma compañera de la mía
está entre las flores de tus huertos blancos
bañados por la luz de la mañana,
o la encuentro en gaviota convertida
oculta entre las peñas de tus mares,
y podrá descansar el alma mía
cubierta con las plumas de sus alas…!

BRISAS DEL TEIDE (1924)

Más alto que el águila

Grilletes en los pies, venda en los ojos;
prohibidas la acción y la palabra;
en las puertas fortísimos cerrojos
y castigo ejemplar al que las abra…
No poder expresar con el acento
lo inmenso de un amor avasallante;
envejecer el cuerpo macilento
sin realizar tu anhelo un solo instante…
Todo eso puede, y mucho más, hacerte
el que sobre tu ser manda e impera;
¡siempre sobre la “mano”, por más fuerte,
ha de poder la “garra” de la fiera…!
Porque el cuerpo es esclavo; la materia
dócil se dobla al brazo del tirano;
por eso podredumbres y laceria
hacen su nido sobre el cuerpo humano…
Mas en esa materia hay un sagrario,
foco de luz espléndido y divino,
¡rayo de sol que cruza temerario
rasgando las tinieblas del camino…!
Se llama ese sagrario “el pensamiento”,
que quiere y que aborrece, el “alma”, en suma
¡libre como los pájaros y el viento!
¡cual se remonta el Sol sobre la bruma!
Podrán tu cuerpo aprisionar feroces,
tu boca amordazar como a las fieras,
¡pero no te podrán quitar los goces
de pensar y adorar lo que tú quieras!…
¡Bendito sea el pensamiento humano!
¡Por los siglos sin fin, bendito sea…!
¡que por cima del déspota inhumano
el espíritu, libre, vuela y crea..!
Y venciendo crueles opresores,
inmaculado siempre y siempre fuerte,
porque le dan más savia los dolores
y triunfa del martirio y de la muerte,
mientras la “garra” la materia oprime
y el cerebro con rabia pulveriza,
para matar la idea que redime
—vencida la materia en esta liza—,
el pensamiento escapa victorioso
y de espacios más grandes vuela en pos;
en un valiente impulso luminoso,
va más alto que el águila… ¡hasta Dios!

VENTANAS DE COLORES

¿Los animales tienen alma?

Vivía yo en Tenerife, en una hermosa casa, con un jardín extenso, con árboles frutales y un laurel que parecía el patriarca del huerto, por viejo, por enorme y frondoso, con follaje continuamente renovado, espeso y protector de eterna sombra, con ramas verde oscuro que penetraban por la ventana de mi escritorio y se quedaban repicando en los cristales cuando yo la cerraba y me hacían sonreír con su terco sonido, como deseando entrar y tocar mis cabellos como lo hacían cuando yo me sentaba junto al balcón abierto…

Los pájaros de todos colores piaban y cantaban en el laurel frondoso, cuando una tarde vimos caer en el piso del cuarto un lindo pajarito amarillo, que se dejó tomar por mis manos dando ligeros estremecimientos… Mis niños acudieron y notamos que el pájaro tenía una larga espina atravesando la patita izquierda… Nos quedamos atónitos y yo dispuse una curación rápida. Saqué la espina lavando la herida con agua boricada y lié toda la patita con una ligera gasa. Acosté al animal en una cestita con algodones y puse todo sobre el alféizar de la ventana, sujetando la pequeña cestita a una de las ramas del árbol para que el animalito se sintiese libre al aire y al sol… En una farmacia me dieron luego un líquido rojo que me dijeron era yodo en mínima reducción y todos los días curé la herida con aquel líquido que por cier to, manchó de rojo la punta de un ala del enfermo pajarito.

En la cestita pusimos siempre migas de pan y alpiste y, poco a poco, el pájaro fue enderezándose, piando y reponiéndose, hasta que un día voló de la cestita y desapareció.

Pero, ¿cuál no sería mi asombro y la loca alegría de mis niños, cuando vimos que el pajarito enfermo, todavía con el ala teñida de rojo, venía trayendo pajas que colocaba en la cestita donde había pasado su enfermedad que aún estaba allí, atada a la verde rama de laurel, como si estuviera esperando…? Porque el pájaro de la patita herida, no era «pájaro» sino «pájara» y, en su cama de enferma, fabricó su nido y allí puso cuatro diminutos huevecillos. Allí una pareja de amor incubó a sus hijos, como una ofrenda a la mujer que un día le dio ternura y curación…

Los pajaritos nacieron «dando con el ala en los cristales», como en el poema del divino Gustavo Adolfo Bécquer… y cuando los vaivenes de mi vida me llevaron de aquella casa y de la Isla amada, mis hijos y yo nos preguntábamos con emoción: «¿Se acordará la pajarita de nosotros, como la recordamos a ella…?». Yo los apretaba contra mi corazón y les aseguraba que sí, que entre las ramas del jardín lejano, nuestras almas estarían siempre jugando con los pájaros…

Webgrafía

http://www.aliciallarena.com/00000098fc05fc709/00000098fc075455c/index.html

http://www.academiacanarialengua.org/archipielago/mercedes-pinto/

http://www.casamerica.es/literatura/cantos-de-muchos-puertos

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2227130.pdf

http://www.gobiernodecanarias.org/cultura/dlcan/2009/index.html

Paisaje interior: Mercedes Pinto http://www.gobiernodecanarias.org/cultura/dlcan/2009/pdf/letrascanarias2009.pdf

MEDIATECA

http://www.youtube.com/watch?v=8tcYOZ3no5Q: Como una brisa del Teide. Fragmentos del monólogo teatral basado en textos de Mercedes Pinto, estrenado en Las Palmas de Gran Canaria, febrero de 2009. Dirección y puesta en escena: Fabián Lomio.

http://www.youtube.com/watch?v=3S_AatxhDiI: ¡Luz, más luz! Fragmentos del espectáculo teatral sobre la vida de Mercedes Pinto, basado en sus textos periodísticos, estrenado en Las Palmas de Gran Canaria, abril de 2009. Compañía: Helena Turbo Teatro. Dirección y espacio escénico: Helena Romero Campos. Adaptación: Paco Monge.

http://www.youtube.com/watch?v=6Xhesh61YY4: Cantos de muchos puertos. Fragmentos del espectáculo musical basado en la vida y la obra poética de Mercedes Pinto, estrenado en el Auditorio de Santa Cruz de Tenerife, junio de 2009. Interpretación, idea, producción y dirección: Miriam Penela

https://www.youtube.com/watch?v=PIEoVoLAfVA Ellas, biografía ficcionada de Mercedes Pinto, una pionera en defensa de los derechos humanos de la mujer y personaje polifacético.v Una estudiante, una periodista y una escritora de diferente perfil y edad comparten el mismo interés por la singular persona de Mercedes Pinto. A través de entrevistas, recuperan la memoria de una de las figuras más importantes de la defensa de los derechos de la mujer en España. Silvia Munt, Marta Aura y Paola Bontempi interpretan a las tres mujeres que presentan los momentos cruciales en la vida de la escritora canaria. Dirigida por David Baute.

http://www.youtube.com/watch?v=JokdUqsbM14&feature=related entrevista al director David Baute .

https://www.youtube.com/watch?v=xnTIlI_tVqk Él película dirigida por Luis Buñuel en 1952 basada en la novela Él de Mercedes Pinto.

Obras teatrales:

“Silencio” (1929)

“Un señor… cualquiera” (1930)

“Una mujer, Ana Rosa” (1932)

“El alma grande del pequeño Juan” (1950)

Poemarios:

Brisas del Teide (1921)

Cantos de muchos puertos (1940)

Más alto que el águila (1968).

Ensayo:

La emoción de Montevideo ante el raid del comandante Franco (1949).

Novelas:

Él (1926)

Ella (1934)

Conferencias

“El divorcio como medida higiénica” (1923)

“Las poetisas”

“Divorcio, conciencia y felicidad”

“El rol de la mujer en la hora presente”

“La mujer moderna  y su influencia en el destino del mundo”

“La pedagogía y el feminismo”

Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos (EUT)

3º ESO

IES San Marcos

IES Arico

Victorina Bridoux

Texto: Covadonga García Fierro

Victorina Bridoux y Mazzini

(Manchester, 1835 – Santa Cruz de Tenerife, 1862)

“Yo quisiera volar, volar ligera”

 

 

Victorina Bridoux y Mazzini nació en Manchester el 9 de abril de 1835. Era hija de Carlos Honoré Bridoux y Lefebre, comerciante al por mayor de París, y de Angela Mazzini, nacida en Cádiz, poetisa y dramaturga que aportó al teatro romántico español dos importantes dramas históricos centrados en la figura del traidor: El conde de Lucena y El brazalete de Coral.
Sus progenitores se habían trasladado a Manchester en 1833, pocos días después de haberse casado, a causa de las obligaciones laborales que allí debía desempeñar Carlos Honoré Bridoux. En 1838, cuando Victorina Bridoux contaba solo con tres años, su padre perdió la vida en el transcurso de un negocio que lo había llevado hasta Valparaíso (Chile), circunstancia que obligó a Ángela Mazzini a regresar, en compañía de su hija, a su Andalucía natal, donde sobrevivió impartiendo clases de idiomas, concretamente, de inglés, francés e italiano.
En el Colegio de religiosas irlandesas de Gibraltar, donde su madre era docente, se educó Victorina Bridoux, que enseguida mostró excelentes aptitudes para la música, los idiomas y la literatura. Allí estudió Bridoux hasta los trece años, siempre con salud delicada. Luego volvió a Cádiz, y finalmente viajó junto a su madre a Sevilla y a Santa Cruz de Tenerife, ciudad en la que Ángela Mazzini dio a conocer su trabajo como dramaturga.
Los restos de Victorina Bridoux y Mazzini descansan en el cementerio capitalino de San Rafael y San Roque, un recinto catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) en 2006 que tan solo abre sus puertas al público una vez al año: el Día de todos los Santos. No obstante, en la lápida no figura su nombre, sino el de su marido.

En Santa Cruz de Tenerife, ciudad a la que llegó con su madre con apenas veinte años, Victorina Bridoux comenzó a ofrecer funciones benéficas de declamación en el teatro. Podríamos afirmar que el resto de su tiempo lo dedicó a la escritura y, como era costumbre en la época, al matrimonio y a la maternidad. En 1855 se casó con el capitán graduado de infantería Gregorio Domínguez de Castro, con quien tuvo cuatro hijos.

Casi de forma inmediata a su llegada a la isla, la poeta comenzó a publicar textos en El Noticioso de Canarias. Con el tiempo, llegaría a publicar composiciones literarias en casi todos los periódicos de la época.

 

 

Y siempre, siempre aquí, llevo esculpida
la extraña nota de misterios llena
¡formando parte de mi misma vida!
¡formando parte de mi misma pena!

Por eso cuando exhalo mi lamento,
o cuando pulso mi doliente lira,
hay dos ecos de amor en un acento
y dos suspiros si mi amor suspira.

¿Será el presagio de temprana muerte?
¿Será el sollozo de mi triste anhelo?
¿Será anatema de contraria suerte?
¿Será la voz que me reclama al Cielo?

Definirlo no sé, sólo comprendo
que mi existencia su misterio adora,
que me asombra esa voz que yo no entiendo
y el alma mía de tristeza llora.

Enero, 1862.

¡Quiero partir!

Yo siento un malestar indefinible,
el aire que respiro me sofoca…
¡Hay una cuerda al corazón sensible,
y al sentirla vibrar me vuelvo loca!

Es un anhelo sin color, sin nombre,
Es la vana inquietud de un pensamiento;
mas comprender jamás pudiera el hombre
toda la angustia que en mi pecho siento.

Al contemplar el mar, que gime en calma,
tiendo mis brazos con dolor profundo,
¡y se desmaya de pesar el alma
por buscar algo que perdió en el mundo!

¡Yo quisiera volar, volar ligera!,
dejar montes atrás, islas, vergeles,
y divisar lejana otra ribera,
cual blondo canastillo de claveles…

Y gritar desde el mar: ¡oh, patria mía!
¡Bella sirena de nevado manto,
náyade de sin par melancolía,
oh, Cádiz de mi amor, oye mi canto!

A ti se tornan mis cansados ojos,
a ti se marcha mi fugaz suspiro,
por ti lamento sin cesar enojos,
por volverte a mirar, triste deliro.

Y es preciso partir, es necesario:
el viajero retorna a sus lugares;
el peregrino busca el santuario
y yo por verte cruzaré los mares.

Yo, cual las aves de sentido canto,
he llorado al cantar males de ausencia,
y al derramar mi dolorido llanto,
sentí debilitarse mi existencia…

Mas ya cantar no sé; la golondrina
quiere tornar a su lejano nido,
y el ave, que viajaba peregrina,
quiere buscar lo que miró perdido…

¡Dejadme, por favor, harto he cantado!
¡Basta de flores, de ilusión, de galas!;
mi canto en estos montes he grabado,
¡dejadme entonces desplegar mis alas!

Agosto, 1862.

 

 

 

“Sus versos son juveniles y vehementes, no carentes de ligereza y gracia”, Yolanda Arencibia.

(A Victorina Bridoux) “Yo quisiera que en el año 2037 alguna muchacha de entonces esté esperando con inquietud la realización del milagro: su entrada de usted envuelta en el aura que tan bien supo cantar, y que esta muchacha tenga en su corazón el firmísimo deseo de que un siglo después su presencia de usted inquiete a otro ser que tenga abierta una ventana al infinito. […] Esta sería la forma, mi dulce amiga, de que pasara usted a la eternidad”, María Rosa Alonso.

Bibliografía sobre la autora:

Alonso, M. R. (1940). En Tenerife, una poetisa. Victorina Bridoux y Mazzini. Tenerife: Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
Padrón Acosta, S.  (1966). Poetas canarios de los siglos XIX y XX. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife.
Simón Palmer, C. (1991). Escritoras españolas del siglo XIX. Madrid: Castalia.

 

 

 

Arencibia, Y. «“Yo quisiera volar, volar ligera”. Mujeres en la poesía del Romanticismo en Canarias». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/yo-quisiera-volar-volar-ligera-mujeres-en-la-poesa-del-romanticismo-en-canarias-0/html/018b83fc-82b2-11df-acc7-002185ce6064_3.html

El Noticioso de Canarias, periódico en el que Victorina Bridoux y Mazzini publicó sus primeros textos: https://jable.ulpgc.es/noticiosocanarias

 

 

 

Poco antes de su fallecimiento a los veintisiete años, víctima de la epidemia de fiebre amarilla que asoló Santa Cruz de Tenerife en 1862, logró dejar lista para su publicación Lágrimas y flores. Producciones literarias, en dos volúmenes, que vio la luz un año después de su fallecimiento (Santa Cruz de Tenerife, 1863) como homenaje póstumo por parte de su esposo, quien se encargó de que esta obra se editara. Además, esta publicación apareció con una amplia nota biográfica de su amiga y también novelista Rosa Sinués de Marco, entre otros textos.

Sin embargo, su obra narrativa -un total de tres novelas- no corrió la misma suerte, ya que quedaron inconclusas, si bien es cierto que fueron publicadas por sus herederos. Se trata de las obras tituladas El bálsamo de las penas (Madrid, 1863), Amparo (Zaragoza, 1890) y El secreto de la hermosura (Zaragoza, 1890).

Bibliografía de la autora:

Lágrimas y flores. Producciones literarias. Madrid: Sabina, 1863.
El bálsamo de las penas. Madrid: F. Escámez, 1863.
Amparo. Zaragoza: Casañal y C.ª, 1890.
El secreto de la hermosura. Zaragoza: Casañal y C.ª, 1890.

Lengua Castellana y Literatura (LCL)

4º ESO

María Rosa Alonso

Texto: Juana González González

MARÍA ROSA ALONSO

(1909-2011)

Tan en carne viva llevo el amor por mis Islas y tan atlántica me siento…

 

 

María Rosa Alonso fue una escritora que cultivó prácticamente todos los géneros literarios, además de ser una gran luchadora por la defensa de sus derechos en un mundo dominado por hombres.

Nació en Tacoronte y a los diez años su familia se trasladó a vivir a La Laguna, allí realiza los estudios de Bachillerato, en ese momento sólo podía estudiar en la Universidad las carreras de Derecho o Ciencias Química y su vocación era la Lengua y la Literatura. Por lo que decide esperar un tiempo para trabajar y ganar algún dinero y poderse trasladar a Madrid.

Entre 1930-1933 comienza a publicar trabajos literarios y culturales en varios periódicos regionales bajo los seudónimos de Sagitario y de María Luisa Villalba (118 artículos). Recibe cuatro premios por otros tantos trabajos dedicados a conmemorar el segundo centenario del escritor José de Viera y Clavijo. También funda y pone en marcha el Instituto de Estudios Canarios.

Finalmente, en 1933 puede ir a estudiar Filología Moderna en la única Universidad que había en Madrid, la Centra, hoy denominada Complutense. Allí asiste como libre oyente a las clases de Ortega y Gasset, y tiene como profesores a Zubiri, Dámaso Alonso, Américo Castro, Pedro Salinas, T. Navarro Tomás, Millares Carlo y otros, teniendo como compañeros a personajes tan importantes como, por ejemplo, Julián Marías. Además, realiza una intensa actividad cultural, tanto en Madrid como en sus islas.

Estando de vaciones en Tenerife, estalla la Guerra civil, por lo que no podrá retomar sus estudios universitarios hasta pasados cinco años. Mientras, sigue con sus actividades culturales, por ejemplo, publica sus dos primeras obras: San Borondón, signo de Tenerife y En Tenerife, una poetisa, Victorina Bridoux.

Una vez obtenida su licenciatura, ingresa como profesora en la Universidad de La Laguna, y a su vez, desempeña diferentes responsabilidades y colabora con publicaciones de las islas y de la península. Publica cinco obras, entre las que destaca El poema de Viana, su tesis doctoral en la que hace un profundo estudio histórico-literario sobre el Cantar de gesta de la conquista de Tenerife.

Pero cuando su tutor Ángel Valbuena Prat deja la Cátedra de Filología, no se le concede ésta que le pertenecía por méritos propios por ser mujer y “roja”. Debido a esta afrenta emigra a Venezuela, aquí se reconocen su valía intelectual y le conceden la Cátedra de Filología en la Facultad de Humanidades de los Andes en Mérida. Los años de “exilio” fueron muy fructíferos pues publica cinco libros, colabora con diversos periódicos, forma parte de la Comisión editora de la obras de Andrés Bello teniendo a su cargo la revisión de textos y la elaboración de índices de varios capítulos. En esta etapa venezolana, no deja de seguir colaborando con publicaciones canarias y peninsulares, igualmente le publica un libro en Tenerife.

En 1968, por motivos de salud se queda a vivir en Madrid, aparece otro libro suyo Papeles tinerfeños. En 1975 con la muerte del dictador, empieza a reconocerse sus méritos: homenajes en forma de nombres de calles, colegios, institutos, bibliotecas y otros honores entre los que destacan el Premio Canarias de Literatura.Se publican tres obras suyas

En 1999 regresa definitivamente a la Ciudad de La Laguna,desde donde sigue colaborando con diversas publicaciones, se reeditan algunas de sus obras, se publica otra obra suya en dos tomos y en 2010 el gobierno de Canarias le dedica el Día de las Letras Canarias a la investigadora, escritora, ensayista y crítica literaria María Rosa Alonso.

El 28 de mayo de 2011 fallece a los 101 años, fue incinerada en la intimidad y esparcidas sus cenizas en La Punta del Hidalgo, lugar al que dedicó su tercer libro, Un rincón tinerfeño. La Punta del Hidalgo.

Como conclusión podríamos decir que la escritora canaria ama a su gente, pero a la vez se siente ciudadana del mundo, no sólo sabe escribir sobre sus guanches sino que, de la misma manera estudia a los clásicos españoles, griegos o latinos; y también investiga sobre escritores europeos o americanos. Igual hace un artículo sobre la ñamera del Puerto que escribe un gran ensayo sobre Bécquer; tanto habla del español que se escribe en Venezuela, como del que se habla en Canarias o en cualquier otro sitio de las Españas. Para ella el escribir no tiene límites, por eso sólo podemos decir que María Rosa Alonso es ella, María Rosa Alonso.

 

 

 

Vamos a aportar algunos fragmentos de esta escritora para que tengas una idea sobre su pensamiento:

De Papeles tinerfeños

La disertación del Dr. González era una disertación científica. Repito que no la entendí, pero no puedo encubrir mi ignorancia bajo la capa de un desdén. Sin entenderla saqué una consecuencia: que por vez primera se hace ciencia en la Universidad de La Laguna por unos hijos del país que trabajan con perseverancia con el doctor González […] un hijo de Canarias nos ha dicho que hacer Universidad no es limitarse a expedir títulos, y tener cargos de responsabilidad, no es tampoco limitarse a ostentarlos o vestirse de frac.

Misterioso poder el de la música. Embrujado sortilegio el suyo. Unas veces demoníaco y otras angélico. La música es nudo umbilical que nos une a secretas fuerzas mágicas indefinibles, o nos eleva a las armónicas esferas pitagóricas de que hablaba al músico Salinas el alma ardorosa y estremecida de Fray Luis de León.

Dura y desgraciada faena es la de escribir obra de investigación, pero en una isla, en una tierra tan pequeña, la dureza todavía es mayor. Un escribir que es un llorar, como en el Madrid romántico de Larra, un buscar voz sin encontrarla, un morirse entre cuatro paredes de libros, o un escapar hacia la luz y dejar atrás las sombras, la soledad…

De Residente en Venezuela

Mis Islas Canarias son algo así como un eslabón que une el continente europeo con las tierras nuevas de América. Las gentes más humildes tienen casi siempre un “trasmarino” en la familia, porque el mar es camino y aventura para tan breves ¿posadas? como aquéllas […] Obvio y axiomático resulta que América sea el producto de una continuada inmigración. Tal corriente no ha cesado a lo largo de estos cinco siglos.

Semejante característica formativa da al venezolano actual un aire abierto a la rosa de todos los vientos, porque cuando el recelo –muchas veces justificado- apunta en el nativo (siempre con un antepasado extranjero, claro está), lo que toca a su puerta de xenófobo es una chatez localista, que aprovinciana la manifestación universal a que toda cultura debe tender, si es que quiere, de verdad, contar y no consumirse en su estrecho recinto pueblerino.

 

 

 

Son muy interesantes las cartas que recibía de grandes autores como: José Ortega y Gasset, Américo Castro, Menéndez Pidal… Como ejemplo de la consideración de estos intelectuales hacia nuestra escritora, veamos un fragmento de una carta de Dámaso Alonso:

Mi querida María Rosa Alonso: le pongo estas líneas muy emocionado por su artículo. Y encantado de que a una mujer tan inteligente como V. le haya parecido bien.

-Pero… me pone V. en un conflicto. Me va a dar mucha vergüenza llevarlo a ningún lado para que lo publiquen: tan elogioso es…

Alonso Zamora Vicente hace una crítica muy elogiosa del libro Residente en Venezuela, publicado en 1960:

…Y no nos defrauda su lectura. Es un vivo placer ir de la mano de la autora, acompañándola, conviviendo estrechamente, hora tras hora, su experiencia venezolana. […] Nos maravilla sobre todo la agilidad espiritual de la autora para ir dándonos sin aspavientos, sin retórica vacía, sus altibajos y sus esfuerzos para acomodarse al nuevo vivir. […] Aprendamos de este libro lo que tiene de tenaz dedicación, de silencioso y abnegado magisterio y escuchemos, con fervor incluso, la voz de María Rosa Alonso, que nos llega, tan entera a pesar de la distancia, desde su Universidad recién creadita, allá en su Mérida andina.

Nuestro gran poeta Emeterio Gutiérrez Albelo, también hace una crítica de este libro y nos dice:

La culta escritora de Tenerife, que tan justa fama ha alcanzado, fuera de estas islas –y aún de España- ha hermanado siempre su labor de educadora, de Profesora de Liceos y Universidades, con la de escritora en una labor cada vez más fecunda y más valiosa. Este libro con que ahora nos regala viene una vez más a confirmarlo; y en él ha volcado, ha querido volcar, sobre todo, sus experiencias venezolanas. Claro es, que en un temperamento como el de María Rosa y en una formación tan perfecta, la actitud no se limita, no queda constreñida por lo local, sino que desbordando sus límites más próximos, se derrama –así lo ha hecho siempre- hacia campos universales…

El novelista Javier Marías, cuyos padres (Julián Marías y Lolita Franco) estudiaron con nuestra escritora, habla de ella en dos sendos artículos aparecidos en la revista del País semanal. En el primero de ellos hace referencia a “Algunas de las mejoras personas y nos dice:

María Rosa Alonso, por ejemplo, se me disculpa siempre por su tardanza en leer los libros que suelo enviarle, pero “es que tengo tanto que hacer”, me dice a sus noventa cumplidos, y yo sé que es pura verdad, porque al poco veo un nuevo artículo suyo en la prensa canaria o su firma en algún estudio.

También le dedicó a María Rosa Alonso su artículo semanal cuando ella cumplió años “Los cien años de una amiga”, en ella hace una semblanza de la personalidad de nuestra autora:

Por decirlo de alguna manera, yo tenía la seguridad, de niño, de que se podía contar con ella para lo que fuera, rezumaba lealtad e incondicionalidad y afecto. Sin duda ha sido una excelente amiga de sus amigos, lo cual significa que no se habrá abstenido nunca de decirles, a cada uno, lo que no le pareciera bien de ellos. […] Siempre activa y siempre atareada, en no pocas ocasiones metida en polémicas con algún ignorante que ha soltado idioteces en la prensa canaria. Una mujer sagaz y alerta, de las que desmienten que con la edad se pierdan la curiosidad y la vehemencia. Con una vejez así, ojalá le queden aún muchos años y estos cien que ahora cumple entre fastos no la dejen agotada ni asqueada por el empalago (al que contribuyo con estas líneas, ya lo sé: mis disculpas).

 

 

 

María Rosa Alonso tuvo que superar muchos obstáculos por el simple hecho de ser mujer, vamos a ir viendo algunos fragmentos que tratan el tema en sus obras:

En su época de estudiante en Madrid, en plena República, ella no sintió descriminación por ser mujer y en su libro Pulso del tiempo, habla sobre sus compañeros de carrera y como salieron adelante profesionalmente tanto hombres como mujeres y termina aludiendo a sus relaciones afectivas:

Amistades y relaciones de amor se rompieron entre estas personas. Omitiré las quiebras para citar las soldaduras: Lolita Franco se casó con Julián Marías y María Josefa Canellada con Alonso Zamora. Otros y otras de los que he eludido y nombrado se han casado con personas ajenas al “grupo” universitario; algunos están a punto de casarse y otros no hemos encontrado quien nos aguante.

En su libro En Tenerife, una poetisa. Victorina Bridoux y Mazzini. 1835-1862.:

Por un lado, es muy curiosa la descripción que hace de las mujeres del Santa Cruz de la época:

Constantes en sus relaciones y en sus tratos, son después buenas esposas, buenas madres, si llegan a tener la suerte de poseer estos títulos en un país que tan pocas ocasiones ofrece para la colocación de las mujeres. […] De las estadísticas comparativas que insertan los citados señores en su obra deducen que en Santa Cruz es donde menos matrimonios se celebran: “Todo esto quiere decir que, cifrando generalmente las mujeres su felicidad en el matrimonio, las hembras de Santa Cruz de Tenerife son más infelices que las de las naciones con quienes las hemos comparado”.

Por otro lado, nos encontramos con una interesante reflexión etimológica de la palabra poetisa:

Hoy día a las mujeres que escriben poesía no les gusta semejante nombre. La voz poetisa entró en el Diccionario en el siglo XVII; carga con sufijo griego -isa, que tienen pitonisa, sacerdotisa, profetisa y papisa, una voz vacía ésta, que jamás el alborotado feminismo podrá llenar; hubo, no obstante, una legendaria papisa Juana, que sólo dejó tan singular nombre. Poetisa es voz culta y tardía. En Grecia y Roma las hubo muy buenas, pero el nombre en latín era poetria, derivado del griego, y no poetisa, que acaso nos venga de un latín tardío o del francés poétesse; pasó al inglés como poetess, porque el inglés adquiere casi todo refinamiento cultural del mundo latino. Ahora se venga inundándonos de anglicismos.

Tal vez porque las poetisas en el siglo XIX eran legión y escribían unos versos sensibleros y horrendos muchas veces, si bien no todas, la voz se desprestigió, así que ahora las mujeres se ocupan de tal menester poético prefieren que las llamen “la poeta”, pero, amigas de mi alma, a mí me suena horrible eso de “la poeta”, con más vocales que consonantes y esas dos aes de terminación en artículo y nombre producen mal sonido o cacofonía, así que si una voz es cursi, la otra es mal sonante, pero ellas dirán como prefieran.

Es de destacar de qué manera la atacaron por ser mujer cuando escribió el libro Un rincón tinerfeño. La Punta del Hidalgo:

Cuando no se atan los cabos ni se está lo suficientemente enterado, más vale no hacer nada o dedicarse a las tareas propias del género femenino. Mire usted, estas cosas son muy serias y hacer frivolidades en literatura no es nada honesto. Las mujeres no tienen responsabilidad alguna y la autora ha hecho este libro con el mismo y ligero desenfado que pudo haber hecho una americana blanca para caballero. En estas cosas, la frivolidad femenina tiene que hacer muy poco.

En El Poema de Viana, Estudio histórico-literario de un poema épico del siglo XVII, la tesis de María Rosa Alonso, ahí nos hace un recorrido histórico-literario sobre el papel de la mujer:

Las amazonas Pentesilea y Camila parecen un vestigio literario de lejanas épocas prehistóricas del matriarcado, pero en el Renacimiento se transforman en activas guerreras. Ya en el Medioevo la mujer no es siempre una estatua sedente como en el “Mío Cid”, sino que nos encontramos con figuras femeninas como Doña Sancha; y en el Romancero ya son más desenvueltas y hasta guerreras, y así son amadas y respetadas por sus compañeros. […] Y es que algo ocurre en el pensamiento de una época que no es ya la medieval. El Cortesano ha dado normas no sólo para el perfecto caballero, sino para la perfecta dama. El antiguo “animal imperfecto” de Aristóteles tiene un alma que ante Dios, es igual a la del hombre y tan libre como la de éste. Las guerreras y heroínas de los poemas épicos renacentistas se mueven con entera libertad.

En su única novela Otra vez,aparece la siguiente afirmación:

Una mujer que conoce la inquietud del trabajar diario y la responsabilidad de un trabajo, no ofrece nunca esa dimensión simple de la mujer-cosa, que es fácil de sobornar.

Unos de los momentos más tristes de su biografía es cuando se ve obligada a “exiliarse” a Venezuela, porque uno de los motivos por los que no se le concede la cátedra en la Universidad de La Laguna es por ser mujer, aunque los que le concedieron el honor de ser la primera mujer que leía un pregón en su ciudad, no atendieron sino a su valor profesional y humano, en Papeles tinerfeños nos dice:

Ninguna palabra nueva es posible pronunciar para esta amada ciudad de La Laguna de mi soledad […] La única novedad que tiene es que lo hace la voz de una mujer. Para que una voz haga pregón y homenaje a una ciudad precisa además haberla vivido. Vivir es convivir, es juntar amor y sufrimiento, alegría y llanto.

Los años venezolanos son muy fructíferos y nos encontramos algunas opiniones sobre el tema de la mujer en su libro Residente en Venezuela:

Hace unos años me vine a Venezuela con la intención de pasar uno en Caracas. Me subí sin más ruido que el del avión de Los Rodeos […] sin más equipaje que una maleta de avión con lo preciso para seguir ese rumbo de viajera, que lucha en contraste como mi otro signo sedentario femenino.

La solterona como triste categoría social. La solterona de antaño era una pobre segundona de la familia, que, camino del otoño, pasaba a cuidar sobrinos o santos. La solterona era incapaz de valerse por sí misma, porque una mujer era entonces un animalito más o menos bello, educada sólo para tener hijos (y ni bien educada para tan noble y natural función). En esta condición su papel era triste, porque al caer los años la lucha se entablaba sin cuartel entre el tiempo y la pobre criatura, ridículamente parada en unos treinta años permanentes, que no se resignaban a cambiar de cifra de doce en doce meses.

En su libro La ciudad y sus habitantes hay unos párrafos en los que aparecen interesantes afirmaciones sobre el tema que nos ocupa:

Tan arraigado está en todas las clases sociales el esquema de la mujer objeto, a que nos hemos referido, que la antigua campesina, igualada al hombre a causa de trabajar tanto o más que su marido, al pretender vestirse “igual que una señorita” del pueblo o ciudad y vivir como ella, ha perdido un tanto su autoridad, la autoridad de un ser libre, que trabaja y hace su vida; que es sujeto y no objeto.

Y todo lento, sin escándalos ni revoluciones, casi sin apenas pedir, por la forma misma de la evolución de los tiempos, la mujer objeto, ha principiado, en gran parte, por dejar de ser objeto […] De lo que se trata es de trabajar en lo más conveniente y, además de la suerte, juega un gran papel en su elección la inteligencia, preparación y laboriosidad del sujeto que trabaja. Nunca he sido “feminista” y mis lectores lo saben, desde que vengo escribiendo, pero sí me parece justo que, en códigos, trabajos, derechos y deberes seamos los humanos todos iguales, que todos seamos sujetos, pero no que unos (o que unas) sean objeto (el caso más ostensible es el de la prostitución) o “segundo sexo”. Vamos a jugar sin trampas de que “la reina eres tú” y cositas así. De libertad no se habla. Libertad no tiene mucha, hoy día casi nadie. La libertad, en general, no se da. La libertad se gana.

En Las Generaciones y cuatro Estudios, María Rosa Alonso aborda el tema de la mujer:

La mujer es un producto de la cultura tardía; la hembra, un producto de naturaleza y como tal producto de naturaleza ha contado en tanto su función biológica permanece activa, actividad que suele abarcar unos treinta años, entre la zona de sus quince a sus cuarenta y cinco años, aproximadamente, en términos generales y excepciones aparte. Los demás son infancia y vejez, que en su función reproductora, no cuentan. Es cierto que la edad cronológica va alterándose a lo largo de los siglos, no sólo porque se viva más, gracias a la técnica, y la edad media de la especie cambie, sino por el proceso mismo de la cultura, pero en todo caso en la mujer la edad ha sido siempre algo específicamente dramático y sólo en la madurez cultural de nuestro tiempo la mujer, además de hembra, es algo más, es decir: mujer.

 

 

 

https://www.ull.es/viewullnew/institucional/prensa/Noticias_ULL/es/2125416

 

 

 

1. Producción propia

San Borondón, signo de Tenerife. (Artículos, notas, crónicas). 1931-1936, (20012), Santa Cruz de Tenerife, Editorial Leoncio Rodríguez.

– En Tenerife, una poetisa. Victorina Bridoux y Mazzini. 1835-1862. (20013), Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.

– Un rincón tinerfeño. La Punta del Hidalgo, (20002), Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife.

– Con la voz del silencio, (1945), Las Palmas de Gran Canaria, Colección de Bibliófilos, nº 20.

– Otra vez, (20042), Santa Cruz de Tenerife, CCPC.

– El Poema de Viana, Estudio histórico-literario de un poema épico del siglo XVII, (1952), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

– Pulso del tiempo, (20062), Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea.

– Manuel Verdugo y su obra poética, (1955), La Laguna, Tenerife, Instituto de Estudios Canarios.

– Residente en Venezuela, (1960), Mérida, Venezuela, Universidad de los Andes.

– Apuntes de Ortografía Española con explicaciones de léxico, (1966), Mérida, Venezuela, Universidad de los Andes.

– Apuntes sobre la conjugación española, (1967), Mérida, Venezuela, Universidad de los Andes.

– Sobre el español que se escribe en Venezuela, (1967), Mérida, Venezuela, Universidad de los Andes.

– Papeles tinerfeños, (1972), Santa Cruz de Tenerife, Nuestro Arte.

– La ciudad y sus habitantes, (1989), Santa Cruz de Tenerife, Aula de Cultura del Cabildo Insular.

– Santa Cruz, vocación de futuro, (1989), Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.

– Las generaciones y cuatro estudios, (1990), Canarias, Viceconsejería de Educación y Deportes.

– La luz llega del Este, (1998), Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife.

Todos los que están fueron (Tomos I y II), (2008), Gobierno de Canarias y Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna.

2. Ediciones

– Fernández Neda, Rafael m., Auroras, (Selección de poesías), (1940), Santa Cruz de Tenerife, Biblioteca Canaria.

__, Balcón de Chantre. La cruz quemada. El Valle de la Orotava. (Prosa), (1940), Santa Cruz de Tenerife, Biblioteca Canaria.

– Estrada Pérez, Joaquín, El aparecido del risco azul (leyenda). Crónicas, (1940), Santa Cruz de Tenerife, Librería Hespérides.

– Comedia de Nuestra Señora de la Candelaria, (1944), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

– Machado Machado, Elvira, Alma Canaria. Coplas, (1950), Santa Cruz de Tenerife, Ideas Ella.

– Guimerá, José Manuel, Ensayos y Poesía, I y II, (1951), Santa Cruz de Tenerife, Círculo de Bellas Artes.

– Lorenzo, Felipe, Isla-novia: versos, (1953), Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Goya.

– “La endechas a la muerte de Guillén Peraza”, Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas, nº 2, (Separata), 1956.

– “Revista de revistas”, Separata de Humanidades, Anuario de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes, Tomos V-VI, 1963-64, Mérida, Venezuela.

– “La Literatura en Canarias. Desde los orígenes hasta 1880”, en la Historia General de las Islas Canarias, de Agustín Millares Torres, (1977), Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, Tomo IV, pp. 282-295 y Tomo V, pp. 112-131.

– Armas Marcelo, J. J., El árbol del bien y del mal, (1989), Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, (Prólogo de María Rosa Alonso).

– Viana, Antonio de, Antigüedades de las Islas Afortunadas, (1991), Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes.

– Poesía de la segunda mitad del siglo XIX, (1991), Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes.

– Los Menceyes guanches de Candelaria del escultor José Abad, (1993), Santa Cruz de Tenerife, Litografía Romero.

– “Características de la poesía canaria”. Discurso de investidura como Doctora Honoris Causa de doña María Rosa Alonso, Universidad de La Laguna, Tenerife, 28 de febrero de 1994.

– Viana, Antonio de, Las Antigüedades de las Islas Afortunadas, (1996), Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife.

– Álbum de Victorina Bridoux y Manzini de Domínguez, (2001), Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.

– El Teide: representación e identidad, (2003), Santa Cruz de Tenerife, Cabildo Insular.

3. Innumerables artículos y ensayos en periódicos y revistas especializadas.

Lengua Castellana y Literatura (LCL) e Historia y Geografía de Canarias (HOF)

4º ESO

  Recursos de la SA