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Vivimos en una sociedad mediada por la tecnología y esta se ha convertido en algo transparente y casi imperceptible, que usamos cotidianamente, y de la que dependemos en muchas ocasiones, sin ni siquiera ser muy conscientes de ello.

La tecnología, además, ha transformado nuestra forma de aprender, de comunicarnos, de colaborar, de crear, de trabajar, de interactuar, de concentrar la atención o de abordar una tarea.

Las competencias que necesita desarrollar el alumnado del siglo XXI, para que al acabar la enseñanza obligatoria, pueda convertirse en un ciudadano capaz y competente para conducirse en nuestra sociedad, también, son radicalmente distintas a las que pudieron necesitar las generaciones anteriores.

En este sentido, conviene resaltar la importancia que han ido cobrando, lo que ha venido a denominarse las “soft skills” (habilidades blandas o interpersonales), las cuales son consideradas hoy, en muchos campos y ámbitos, como un factor condicionante para la integración social y la empleabilidad. Entre estas habilidades, destacamos algunas que consideramos básicas para desarrollar en el entorno educativo: trabajo en equipo (colaboración y cooperación), resolución de problemas, comunicación eficaz, capacidad de atención y de escucha, empatía, capacidad de síntesis y de argumentación, habilidades para la organización (gestión del tiempo y de los recursos), análisis y procesamiento de información, habilidad para adquirir los conocimientos específicos necesarios para desarrollar una tarea o trabajo, autonomía, autorregulación, interés, curiosidad, responsabilidad personal y social, capacidad de reflexión, proactividad, pasión, motivación intrínseca, lógica divergente, aprendizaje continuo, confianza…

Todas estas habilidades deben desarrollarse en un entorno en el que Internet, las redes sociales y las tecnologías digitales son el medio en el que se actúa mayoritariamente, en consecuencia, las tecnologías y contenidos digitales juegan un papel cada vez más importante en la promoción e impulso de la innovación educativa y por ello la Competencia Digital, entendida como uso habitual de los recursos tecnológicos para resolver problemas de la vida cotidiana, se convierte en competencia básica para la vida.

Esta sociedad digital, que necesita ciudadanos con competencias tan diversas y complejas, exige una modernización hacia una escuela radicalmente diferente a la del modelo tradicional, que ha estado basado en la mera transmisión de contenidos, aprendidos para su reproducción.

Con nuevas formas de aprender necesitamos nuevas formas de enseñar y, en consecuencia, también el perfil docente del siglo XXI requiere de nuevos roles y habilidades, distintas a la capacidad de la transmisión de conocimientos. Por ello, cada vez cobran más fuerza las denominadas pedagogías emergentes de las cuales, muchos autores apuntan, que promueven postulados de “La escuela nueva”, ahora posibles, gracias a la tecnología.

Toda esta transformación de la educación no va a producirse de forma espontánea, muy al contrario, la cultura educativa suele ser resistente a los cambios. Por ello las administraciones educativas, responsables de la elaboración de políticas, deben diseñar, implementar y valorar programas, proyectos e intervenciones para impulsarla.

En este sentido existen algunas cuestiones clave que deben tenerse en cuenta al trazar las líneas estratégicas, los objetivos y las acciones de esos proyectos o programas que se vayan a implementar

Un aspecto fundamental es el estilo de liderazgo y dirección en la promoción de cambios dentro de las organizaciones educativas, como factor determinante del propio cambio. Necesitamos organizaciones educativas con un liderazgo y actitudes facilitadoras que, al mismo tiempo, que promueva, aborde las barreras y que fomente la autoevaluación y el replanteamiento de roles y de modelos pedagógicos, para lograr un cambio real en las prácticas de aula.

En consecuencia, ese necesario desarrollo profesional plantea la necesidad de actualización y perfeccionamiento profesional, que capacite a los docentes para incorporar los cambios y mejoras necesarias para su transformación en el profesor o profesora del siglo XXI.

Otro aspecto, de relevante importancia, es la revisión del currículo de manera que las propuestas de los planes de estudio, respondan a un auténtico enfoque competencial de la educación.

Pero, toda esta transformación no será posible, si la actividad educativa se desarrolla en espacios rígidos, donde el alumnado se distribuye asignándole un puesto escolar estático durante toda la jornada escolar, pues esto impide la puesta en práctica de metodologías para el desarrollo de muchas de las habilidades o competencias mencionadas anteriormente, y en especial, algunas que son claves como la colaboración, la cooperación, la comunicación y el aprendizaje entre iguales.

Por tanto nuestra propuesta es la de impulsar el diseño e implantación de espacios creativos o aulas del futuro, una propuesta de aulas dinámicas, flexibles y digitales que posibiliten prácticas pedagógicas y metodologías emergentes, que simulen los entornos y contextos reales de la sociedad actual, para contribuir al desarrollo de las competencias necesarias de los estudiantes del siglo XXI.

Para concluir queremos plantear una última reflexión en torno a la tecnología y su papel en la sociedad, ya que, esa misma tecnología, que posibilita avances y que se ha convertido en un potente instrumento de cambio, de transformación social y económica, y de la forma en que se comunican valores comunes entre individuos y grupos, es también la misma que, cuando algunas comunidades o grupos sociales tienen limitaciones de acceso a ella, se convierte en un catalizador social que acentúa diferencias de toda índole. Porque las dificultades de acceso a la tecnología y a una conexión a Internet de banda ancha, abre brechas desconocidas hasta ahora, en aspectos sociales y culturales, además de los productivos y económicos.

La brecha digital, en consecuencia, lo es también de conocimiento, de capacidad para el trabajo en red, de calidad de la educación y de la formación, así como de la participación comunitaria.

Por tanto todas aquellas acciones compensadoras, que ofrezcan recursos, entornos y espacios educativos digitales, que contribuyan a reducir desigualdades entre las clases más desfavorecidas, y el riesgo de exclusión, provocado por la brecha digital, proporcionarán a los beneficiarios de dichas acciones, la oportunidad de una formación de calidad y el aprendizaje de hábitos, actitudes, y conocimientos necesarios para el ascenso social que garantiza una educación basada en la excelencia.

A continuación mostramos la propuesta de espacios de aprendizaje que componen un espacio creativo según el modelo de Future Cassroom Lab (European Schoolnet):

Logotipo Zona Descripción
Interactuar Equipada con una pizarra interactiva, esta zona ilustra cómo utilizar la tecnología en un aula tradicional para fomentar la interacción y la participación de los alumnos. Proporciona la oportunidad de experimentar formas de enseñanza y aprendizaje más interactivo dentro de un entorno tradicional con la ayuda de hardware, software y contenidos específicos.
Presentar Un área para que los profesores y los alumnos lleven a cabo las presentaciones de sus trabajos, sus investigaciones, etc. Dispone de una pizarra digital y bancos en gradas, lo que permite a todos los participantes verse unos a otros, como en un foro, y favorece la participación y la discusión.
Investigar Una zona flexible para el trabajo en grupo, el desarrollo de proyectos y actividades prácticas. Este espacio es idóneo para trabajar con los compañeros, explorar, investigar pequeños objetos usando los ordenadores portátiles y los microscopios, desarrollar habilidades para la resolución de problemas o la programación con robots.
Crear Esta zona, dedicada a la creación de videos, permite a los alumnos desarrollar su creatividad y sus habilidades comunicativas, además de proporcionarles un entorno real para el desarrollo de sus habilidades de presentación y de trabajo en grupo.
Intercambiar Un área particularmente diseñada para desarrollar trabajo en pequeños grupos con la supervisión del profesor. Es ideal para desarrollar trabajo colaborativo y apoyar escenarios de aprendizaje basados en proyectos, fomentando los equipos de trabajo y las habilidades para la dirección de proyectos.
Desarrollar Una zona tranquila donde los alumnos acceden a distintos recursos, realizan investigaciones, trabajan individualmente y aprenden de modo informal. Esta zona se puede usar para desdibujar los límites entre el aprendizaje en casa y en la escuela y, entre otras actividades, se pueden realizar manualidades, ver videos en YouTube, escuchar podcasts, participar en juegos interactivos o experimentar con aplicaciones de software.

 

Objetivo del proyecto de espacios creativos:

  • Ofrecer un espacio modelo de aula en el que las tecnologías pueden apoyar la introducción de nuevas metodologías y enfoque competencial.
  • Desarrollar talleres de formación, seminarios y cursos sobre cómo las tecnologías emergentes y las ya existentes pueden ayudar a transformar los procesos de enseñanza y aprendizaje.
  • Favorecer que las actividades de enseñanza y aprendizaje desarrolladas en el marco del Aula del Futuro tengan una adecuada difusión y se puedan integrar en las aulas.

Consideraciones del modelo que se propone