SIETE REFLEXIONES DOCENTES BASADAS EN SIETE ERRORES

A partir de siete errores en la práctica docente se abren otras tantas reflexiones sobre la misma.

Carmen Torrado Serna
Educación Cívico-Ética, Filosofía y Ciudadanía e Historia d ela Filosofía
IES YAIZA

    Como docentes, estoy convencida de que podemos aprender mucho de nuestros errores. Más allá de dejarnos hundir por ellos, podemos usarlos para reflexionar y mejorar personal y profesionalmente y, aunque sé que sobre todo se aprende de las propias experiencias, quiero compartir alguno de los errores por los que transité el curso pasado (errores que anoté durante todo el curso en una libreta que tenía siempre sobre la mesa del departamento en el instituto) y también las reflexiones a las que estos errores me llevaron.

Aquí están esas siete reflexiones docentes basadas en siete errores:

1. ¿Cuál es la ACTITUD con la que entro en clase?:

     En repetidas ocasiones, llegaba a la clase de un grupo enfadada, sin muchas ganas, casi hasta con miedo y ninguna confianza en mí misma. Eran un grupo numeroso de 4º de la ESO. Qué les voy a contar… a mí me pareció desde el principio inmanejable. Así que esa era una de esas clases que “no me gustaban” y en la que entraba predispuesta casi a lo peor.

     A todo esto, mis intereses personales estaban llevándome hacia lecturas que hacen hincapié en el poder que tienen los pensamientos para moldear tus experiencias, filosofías que son una llamada a estar consciente de lo que piensas y sientes porque eso determina cómo experimentas lo que vives. Poco a poco empecé a darme cuenta del error que cometía antes de entrar en esa clase: estaba casi de antemano creando en mi mente una pesadilla. Y así lo anoté varias veces en mi libreta como un gran error: entrar a clase enfadada y en una actitud incorrecta. Recordar ser consciente de mi actitud.

2. ¿Me tomo LIBERTAD para desplegar todo mi potencial creativo a la hora de programar actividades y planificar las clases?

     Me parecía que a veces se me ocurrían actividades interesantes, pero yo misma me boicoteaba de antemano y prefería seguir caminos conocidos, antes que arriesgarme a innovar. Esto me llevó a considerar si de verdad necesitaba un libro de texto, cuyas actividades aburrían soberanamente a los alumnos y a mi misma o más bien era hora de confiar más en mis ideas.

3. ¿Son SIGNIFICATIVAS las ACTIVIDADES que programo para los alumnos?, ¿podría darles más margen de deliberación y decisión sobre los temas y las actividades que trabajamos , dentro de un repertorio fijo, pero flexible e incluso abierto?

     Para evitar el error de imponer temas y actividades que no les interesaban lo más mínimo, se me ocurrió una estrategia: en lugar de evaluación inicial, hacer una encuesta informal sobre cuáles son los temas que más les interesan dentro de un bloque temático y pedir sugerencias y aportaciones sobre agrupamientos, actividades. Donde antes tomaba yo decisiones estratégicas sin contar con ellas y ellos, ahora les hago más partícipes, esto les hace implicarse más en las clases, pues son ellos mismos los que toman en parte esas decisiones.

4. ¿Por qué no dar más espacio al SENTIDO DEL HUMOR en el aula?

     Cuántas veces tuve que escribir en la libreta “excesiva seriedad”. Ellos con un cachondeo impresionante y yo como la señorita Rottenmayer de Heidi. Si es que no puede ser… Olvidar usar el sentido del humor estratégicamente para relajar el ambiente es un error que no quiero cometer más.

5. ¿Cómo MANTENER en todo momento la calma y no dejarme llevar por la desesperación o el nerviosismo en el aula?

     ¡Cuántas veces he tenido que cometer y cometeré este error para llegar a verlo en su total magnitud e implicaciones! Y cuánto me ha costado ser sensible a percibir el ambiente que se crea cuando emociones como la ira, la frustración o la desesperación me dan un golpe de estado en el aula.

     A veces puede ser oir un resoplido, percibir una mala cara, o una contestación inadecuada, o cualquier otra conducta de las alumnas y alumnos que me dispara emociones que intoxican literalmente el ambiente. Importante: verlas venir, aprender a dejarlas pasar.

6. ¿Estoy siendo consciente del gran PODER DEL ELOGIO?

     El valorar todo lo positivo, el saber verlo, el estar muy atenta a toda actitud, intención y aportación elogiable de las alumnas y alumnos, eso, no tiene precio. En una ocasión, volví al departamento después de una clase y escribí en mi libreta este error con mayúsculas. Era uno de los primeros días del curso, una alumna de 4º de la ESO, muy diligente (no fui sensible a esta actitud tan encomiable), me presenta por escrito una actividad que yo había pedido y que ella había acabado la primera. La leo, y no se lo pierdan, me enfoco en …!un error sintáctico!, se lo hago ver y sólo les digo una cosa: la siguiente clase, esta alumna me preguntó si la Etica se podía cambiar por otra materia. Esa habilidad es necesaria y fundamental: el no enfocar el fallo, sino el acierto

7. ¿Tengo y muestro VERDADERO INTERES, RESPETO Y APRECIO por mis alumnas y alumnos?

     Nadie aprende de quien no le gusta. He pasado muchos años “atrincherada” en la creencia de que “ese es mi carácter”. Estoy hablando de un carácter algo seco y con gran tendencia a la crítica y al juicio. Ese fue otro de los errores más anotados: juzgar en lugar de comprender. Ahora sé que quiero hacer un esfuerzo para transformar la crítica y el juicio en verdadero aprecio e interés por los demás.

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