ESCUCHANDO CON EL CORAZÓN

     En mi artículo expongo la experiencia vivida en el aula durante cuatro cursos con un alumno que presenta hipoacusia, no solo desde el punto de vista metodológico y pedagógico sino también desde la perspectiva emocional, como vive un niño sus emociones desde la soledad del silencio.

Sandra Isabel Martín Cabrera
Educación Primaria, CEIP PLAYA HONDA

ESCUCHANDO CON EL CORAZÓN

Cuando el silencio es nuestro compañero, la soledad nos aparta…

      Una mañana de septiembre entró en mi vida y en mi aula de primero, un niño rubio, pequeñito, de ojos expresivos y actitud contrariada. Fue cuando supe que tendría que recorrer un largo camino lleno de recovecos para llegar a su corazón.

       Cuando el silencio nos aísla y no facilita la comunicación, todo se torna más difícil, sobre todo el aprendizaje. Los seres humanos en general poseemos cinco sentidos que nos conectan con el mundo y con la realidad que nos rodea. La vista nos llena de color, el olfato nos impregna de aroma, el gusto nos inunda de sabores, el tacto de sensaciones y el oído de música. Cuando uno de ellos se ausenta todos los demás corren a reforzar dicha ausencia, para que el camino de la vida no sea tan cuesta arriba. Además la ayuda de los que están alrededor es fundamental.

       Cuando se sentó en su pupitre que yo había situado junto a mi mesa, observé con cierta preocupación y temor sus audífonos. Preocupación por realizar mi labor docente de forma eficaz y temor por saber si sabría llegar hasta él. Ambas sensaciones se mitigaron cuando fui consciente que yo sería muy capaz de cogerle de la mano y juntos caminar por el sendero del aprendizaje. Yo aprendería de él y él de mí, solo era cuestión de una buena comunicación y las vías para hacerlo estaban ahí, solo tenía que encontrarlas y el tiempo sería mi aliado, unido a la paciencia y la constancia.

      Decir que en esta aventura de enseñar a mi pequeño duende travieso he contado desde el primer momento y durante todo el proceso con la inestimable colaboración y ayuda de mi compañero y orientador del Centro, Juan Montelongo, cuyo asesoramiento y consejo han sido un baluarte, un apoyo y un no sentirme sola en dicha tarea.

      Las dificultades del día a día en la ardua labor de enseñar a un niño que no oye, que está muy enfadado por ello y lo manifiesta a diario, con conductas disruptivas, donde da rienda suelta a su rebeldía, resultan muchas veces estresante. Como hacerle entender a un niño pequeño que ni él ni nadie son culpables de su hipoacusia, que solo es un inconveniente que se puede y debe solventar. Mi primer paso fue tenerle siempre cerca, que se sintiese acompañado, apoyado en todo momento y facilitarle la escucha.

La metodología pedagógica que se sigue con él dentro del aula consta de los siguientes pasos: después de la explicación de las actividades y tareas al gran grupo, se le facilita a él de forma individual y adaptada dicha información y dichas tareas, reforzándole lo tratado. En determinadas ocasiones se le refuerza la información con recursos de apoyo visual; en los dos primeros cursos de primaria utilizamos la agenda visual, al ir madurando ésta fue sustituida por carteles, folletos y fichas visuales. En el área de lengua se le adapta y refuerza todo aquellos procesos que le ofrecen mayor dificultad de aprendizaje. En el aula medusa él ha utilizado un ordenador, donde sus actividades estaban adaptadas a sus necesidades pedagógicas y metodológicas. Cuando en el aula se producen situaciones de aprendizajes en pequeños grupos formo parte del grupo en el que él participa interactuando como enlace de información entre él y el resto del grupo. He de resaltar que ha ido evolucionando tan positivamente que cada vez se hace menos necesaria mi participación en dicha situaciones de aprendizaje.

Es importante destacar que siempre que nos dirigimos a él, nos aseguramos que mantenga el contacto visual mientras le hablamos para facilitar su comprensión oral y reforzar la información dada. En el momento de la autocorrección de actividades y tareas nos acercamos a él apoyándole en el proceso de autoevaluación, dándole seguridad, confianza en sí mismo y reforzando su autoestima.

El recoger la información de forma fraccionada le produce situaciones complicadas en las relaciones sociales, debido a una mala interpretación de lo hecho y de lo dicho, provocando en él respuestas que no son asertivas y que dificulta su interacción social en el aula, en el patio con sus iguales e incluso con el profesorado.

Los adultos nos debemos de armar de mucha paciencia, calmarle y hacerle ver cuándo está en un error de percepción y darle los instrumentos necesarios para que aprenda a controlar sus impulsos, que pida de forma asertiva que se le repita lo que no ha oído bien y así tener una escucha interactiva que le proporcione la información real y adecuada para una correcta interacción social. La familia es parte activa, colaboradora y participativa de su proceso de enseñanza aprendizaje.

Echo la vista atrás y contemplo el sendero recorrido… los logros obtenidos, los obstáculos salvados, las dificultades superadas… Miro hacia delante, percibo lo que queda por andar y con gran satisfacción veo que aquel pequeño duende se ha convertido en un gran conquistador de metas a superar, pero sobre todo ha aprendido a escuchar con el corazón.

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