HOJAS MEDITERRÁNEAS
El objetivo de las especies mediterráneas es adaptarse a los factores que caracterizan el clima mediterráneo durante la estación desfavorable: el calor y la sequía, que juntos producen estrés hídrico durante esta estación. Frente a estas condiciones, una de las estrategias más frecuentes es reducir la transpiración. De esta manera un mismo árbol puede transpirar hasta seis veces menos en un sitio seco que en uno húmedo, ante altas intensidades luminosas. Las hojas esclerófilas presentan ventaja en estas condiciones pues cuando la disponibilidad de agua es buena tienen un buen intercambio gaseoso, con fotosíntesis intensa. Cuando llega la época desfavorable cierran los estomas y mantienen íntegra la superficie foliar.
Las hojas malacófilas no tienen un control tan riguroso de la transpiración. Ante la falta de agua llegan a aumentar mucho su presión osmótica, se arrugan y pierden turgencia de forma reversible, de manera que son semicaducas y ante condiciones secas persistentes pueden llegar a caer para disminuir la superficie transpirable como las jaras.
El fuego es un factor de rejuvenecimiento en el bosque mediterráneo y muchas de sus especies presentan adaptaciones. Aquí se produce lo que se ha denominado "autosucesión": el ecosistema no se empobrece sino que se rejuvenece, pudiendo eliminar otras especies invasoras.
Los matorrales típicos de estos ecosistemas, se regeneran espontáneamente tras el fuego. La periodicidad de los incendios naturales puede estar entre los 10 y los 40 años. El problema se presenta cuando la frecuencia de este tipo de eventos es mucho mayor, llegándose a producir en años sucesivos, lo que no da la oportunidad de una regeneración suficiente para la producción de semillas.
Las principales adaptaciones están relacionadas con el proceso de dispersión y germinación de semillas o con el proceso de rebrote de cepa tras el incendio. También hay que señalar la gran combustibilidad de muchas de las especies emblemáticas, que presentan resinas o aceites muy inflamables, como el ládano, cuya función es recubrir la planta y disminuir así la transpiración. En otros casos la adaptación está en la defensa frente al fuego, como en el caso de la corteza del alcornoque, que protege al tronco proporcionándole un blindaje térmico.
Dependiendo de su comportamiento tras el incendio, las especies se pueden clasificar en:
- Rebrotadoras: son especies con yemas latentes y suficientes reservas para hacer frente al rebrote como los brezos, las jaras y las genistas.
- Germinadoras: son especies que producen gran cantidad de semilla, que perdura en el suelo esperando su oportunidad, como las jaras, las brecinas y algunas genistas.
La forma tradicional de explotación del encinar consiste en el "aclareo" para permitir que el sol llegue al suelo y crezca la hierba. De otra manera el encinar es un bosque cerrado y poco transitable. En la dehesa la ganadería extensiva convive con la permanencia del encinar y este se hace insustituible por su aporte de frutos para el ganado, madera, etc.
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DEPREDADORES Y PRESAS
Las especies emblemáticas de este ecosistema en la Península Ibérica son el lince ibérico y el conejo. El lince es un especialista en cazar conejos, pero esto puede llevarle a la extinción, pues su presa ha pasado por dos epidemias sucesivas: la mixomatosis y la neumonía hemorrágica que lo han diezmado. En cambio el zorro es un generalista, que puede vivir en muchos sitios diferentes y comer gran variedad de alimentos.
La estrategia de supervivencia del lince se basa en reproducirse lentamente, viviendo muchos años (estrategia de la K) en ecosistemas estables, pero su medio se ha hecho muy impredecible. En cambio el conejo tiene una estrategia basada en una vida corta, con gran capacidad reproductiva y grandes oscilaciones en su número en un medio poco predecible pero recolonizable (estrategia de la r).
El ecosistema tiene al verano como estación desfavorable por lo que algunos pobladores optan por emigrar cuando llega el estío, como las cigüeñas.
Las adaptaciones de depredadores y presas que vuelan son parecidas a las de estos nichos ecológicos en tierra. Los depredadores tienen una magnífica visión con un efecto parecido al de los prismáticos binoculares, así como armas de ataque que pueden destrozar a la presa, que son sus garras y el pico. Su velocidad punta en vuelo es superior aunque no podrían ganar en carreras de resistencia. Las presas tienen visión envolvente y gran capacidad de maniobra en vuelo.