Respuesta a la pregunta 4

Para los sofistas, que representaron el movimiento ilustrado griego vinculado a la democracia, las normas morales tienen un carácter convencional, no natural.

La falta de unanimidad sobre qué sea lo bueno, lo justo, lo virtuoso, etc., pone de manifiesto el carácter histórico y convencional de los valores morales, es decir, que éstos son fruto de un acuerdo entre hombres, de un pacto o una convención.
Según Protágoras (aprox. 485-411) "el hombre es la medida de todas las cosas", esto significa que cada pueblo crea sus leyes y normas morales de acuerdo con su ideas, creencias, condicionantes y necesidades (relativismo cultural). Dichas normas, al ser por convención y no por naturaleza, pueden modificarse cuando se considere oportuno o cuando queden obsoletas. Aparece aquí la contraposición entre Naturaleza y nómos o conjunto de normas y leyes fruto del acuerdo entre hombres, y por lo tanto, no sujetas al determinismo de las leyes que rigen la naturaleza.
Hubo algunos sofistas (Hipias) que incluso consideraron las leyes y las normas morales no solo convencionales sinó contrarias a la verdadera naturaleza humana, por lo que se reclamaba el desobedecimiento de éstas. El animal y el niño son utilizados como paradigmas de la naturaleza humana, para los cuales sólo hay dos normas morales de conducta: la ley del más fuerte y la búsqueda del placer (Calicles).

Platón contrapone su ética a la de los sofistas. Afirmada la existencia de las ideas, queda claro que pueden y deben establecerse y definirse racionalmente los conceptos morales. Éstos no son fruto de una convención o pacto entre hombres, sinó que existen separadamente de las opiniones de los hombres. Existe la justicia en sí, la virtud en sí, el bien en sí etc..
La virtud consistirá, primero, en el conocimiento de estas entidades morales. Sólo el sabio será virtuoso, porque solo él conocerá qué es la virtud (intelectualismo moral). Después acontecerá su ejercicio. La maldad, el mal moral es solo fruto del desconocimiento y la ignorancia.