Control
Los sistemas ca—ticos son muy flexibles. Si tiramos una piedra al r’o, su choque con las part’culas del agua no cambia el cauce del r’o, sino que el caos se adapta al cambio. Sin embargo, si el r’o hubiese sido creado por nosotros con un orden artificial, donde cada part’cula de agua tuviera una trayectoria determinada, el orden se hubiera derrumbado completamente. El caos en realidad es mucho m‡s perfecto que nuestro orden artificial; hemos de comprender el caos y no intentar crear un orden r’gido, inflexible, cerrado a la interacci—n con el medio.
Siempre hemos estado obsesionados por el control, creemos que cuantas m‡s tŽcnicas creemos, m‡s control tendremos sobre el mundo. Pero con cada tecnolog’a nueva que introducimos se nos echan encima un mont—n de problemas, para cada uno de los cuales hemos de inventar nueva tecnolog’a. Si tiramos una piedra en el r’o que estamos tomando como ejemplo, el cauce no cambia, pero si tiramos una roca gigante la flexibilidad del sistema no ser‡ suficiente. Es lo que ocurre en la Tierra: es un sistema ca—tico: siempre cambiante y adapt‡ndose, pero si nos pasamos el sistema cambiar‡ impredeciblemente o colapsar‡. Un ejemplo son los problemas con la capa de ozono, el aumento de la temperatura global y el deshielo, problemas con los recursos como el petr—leo, etc.
Aprender a vivir en el caos no significar’a aprender a controlarlo, ni a predecirlo. Al contrario: hemos de enfocar la cuesti—n desde el punto de vista de que nosotros tambiŽn somos parte del caos, no nos podemos considerar como elementos aparte. Desde esa perspectiva lo que podemos hacer es vivir de la creatividad del caos, sin intentar imponernos: si conseguimos realmente formar parte del sistema, el concepto de sujeto y objeto desaparecer‡n, con lo cual el problema del control sobre un objeto, tambiŽn.
Anexo. Acerca de la derivabilidad.
ŔHasta quŽ punto es śtil la derivaci—n e integraci—n de ecuaciones para predecir los acontecimientos de la naturaleza? En los śltimos a–os la ciencia cada vez m‡s a menudo choca con ecuaciones donde la derivaci—n no sirve.
Hay funciones y trayectorias refractarias que no tienen derivada. Un sencillo ejemplo es el llamado "copo de nieve" (Helge von Koch, 1910), cuyo ‡rea es limitado, pero su per’metro es infinito:
Hace relativamente pocos a–os se cre’a en la "exactitud" de la ciencia, por eso al principio estas funciones no derivables se consideraron como "ajenas a la f’sica". Sin embargo, parece ser que todos los procesos naturales acaban desembocando en este tipo de funciones, hasta hace poco despreciadas como casos raros.
Se sugiere que el tiempo y el espacio son fractales, y no lineales. Si es as’, al medir algo desde otra escala los resultados dejan de ser los esperados. Hasta ahora la ciencia estudiaba los casos generales, aceptando el hecho de que haya "algunas" excepciones. Ahora parece que lo que se ha estudiado como caso general es realmente una excepci—n m‡s dentro del caos.