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La ética y la política se refieren ambas a la praxis humana, esto es; a las acciones que podemos realizar los hombres y a la dirección que vamos a dar a nuestra voluntad y libertad. La diferencia estriba en que la ética es una praxis íntima, personal y la política es la coordinación de muchas acciones y por ello, en esta última hay que tener en cuenta la voluntad de los demás. La política gira en torno a las leyes e instituciones creadas para elaborarlas y administrarlas. Ética y política no son simplemente teorías sobre las que los hombres dedican su estudio y se ponen o no de acuerdo. Son un hecho que no hay que demostrar. Todos los días tomamos opciones éticas o políticas porque no vivimos en soledad sinó en comunidad. Nuestra naturaleza es plenamente social. Pues bien; Aristóteles era un meteco en Atenas, y por este motivo, no podía participar activamente en la política. Esto, sin embargo, no menoscabó su interés por el ámbito de la praxis humana. De hecho, nos ha dejado algunas obras que tratan estos temas con gran profundidad. Estudiaremos primero la ética y luego la política.
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LA ÉTICA ARISTOTÉLICA Ética a Nicómaco o Ética Nicomáquea,
consta de diez libros y su nombre alude quizás a su hijo Nicómaco. Ética
a Eudemo que consta de cuatro libros. Eudemo era un discípulo
de Aristóteles. Según el filósofo, toda actividad humana tiende hacia algún fin (telos). El fin de la actividad de un zapatero es hacer, producir un zapato bien hecho; El fin de la medicina es procurar o restablecer la salud del enfermo, etc. Vemos que los fines no son idénticos ya que dependen de la actividad
que se lleve a cabo para obtenerlos. Por ejemplo, el fin de la acción de construir una estatua no es la
propia producción de la estatua, sino la estatua misma. Así, vemos que unos fines se subordinan a otros, existiendo una jerarquía entre ellos y en las actividades que los producen. Por lo tanto, habra que determinar cúal es es fin último del hombre al que estarán subordinados los otros fines. Habrá que buscar un fin que ya no sea medio para ningún otro fin. [Aristóteles presupone la unidad del fin y del bien, no llegando a considerar en ningún momento la posibilidad de un conflicto entre fines morales. Además su teleologismo identifica el fin al que algo tiende con el bien, ya que el bien de algo es llevar a buen término el fin que tiene que cumplir, la realización de su esencia y de sus potencialidades.] Tiene que haber un fin último, querido por sí mismo y que sea el fundamento de todos los demás. Si esto no sucediera, y los fines siempre fueran medios para otros fines, y así hasta el infinito, nos encontraríamos con la paradoja de que los fines son fines de nada, lo cual les haría absurdos e innecesarios (ineficaces). Y como, de hecho, hay fines, por lo tanto, debe haber uno que sea fin en sí mismo y no sea medio para ningún otro. Ahora nos encontramos con el problema de definir qué sea la felicidad y qué es lo que la procura. Para unos, la felicidad se alcanza con riquezas; para otros
con honores y fama; otros muchos creen obtenerla a través
del placer. Tampoco esto significa que el bien sea trascendente al hombre; es decir, que se trate de un Bien en sí, separado de todos los bienes pariculares. Aristóteles rechazará la concepción platónica del Bien, aquélla que ignora que solo es posible realizar el bien en situaciones concretas y particulares, y nunca iguales:
Por lo tanto, pese a que no hya un acuerdo entre los hombres acerca de qué proporciona la felicidad como bien último del hombre, la ética ha de dedicarse a dilucidar qué clases de bienes hay. Según Aristóteles, podemos dividirlos en tres tipos: No por poseer riquezas garantizamos nuestra felicidad. Tampoco sólamente la consecución del placer nos hace felices. Normalmente necesitamos algo más para serlo y en eso nos distinguimos de los animales. Aunque estos bienes particulares no basten, sin embargo ayudan. En esto Aristóteles mantiene una postura moral bastante desmitificada y realista : el bien no puede ser algo ilusorio e inalcanzable. Sin ciertos bienes exteriores (salud, riqueza, etc.) la felicidad será casi imposible de alcanzar. Entonces ¿En qué consiste la felicidad (eudaimonía)? Si es el biensupremo, aquel que ya no es medio para ningún otro fin,
habrá que determinar en que consiste el bien para cada ser. LA VIRTUD Distingue Aristóteles entre dos clases de virtudes, de acuerdo con las funciones del alma: racionales o irracionales.
Existen dos clases de virtudes: virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Ambas expresan la excelencia del hombre y su consecución procuce la felicidad, ya que ésta última es "la actividad del hombre conforme a la virtud". A través de las virtudes el hombre domina su parte irracional.
Veamos porqué hace Aristóteles esta distinción. 1. LA VIRTUD COMO HÁBITO O DISPOSICIÓN DEL ALMA La virtud no es innata al hombre, como lo son las pasiones, instintos o tendencias. Si fueran propias de nuestra naturaleza, todos seríamos virtuosos por el mero hecho de ser hombres, y esto, desde luego, no ocurre. pero aunque no es un don de la naturaleza, la virtud tampoco es una ciencia, como sostenían los socráticos y Platón. No por conocer qué es el bien o qué es la justicia somos buenos o justos. No realizamos la templanza por el mero hecho de tener conocimiento sobre qué sea ella. La virtud implica voluntad, obrar a sabiendas, con conciencia. No pertenece ésta solo al orden del lógos, sinó también e inevitablemente al ethos, la costumbre, el hábito. Las virtudes se adquieren a través de la costumbre, el ejercicio
y el hábito.
La virtud implica también una cierta medida, un cierto orden entre
el exceso y el defecto. Aristóteles intenta objetivar la virtud: ésta
ha de situarse en un término medio entre dos vicios, uno por
exceso y otro por defecto. La virtud introduce el equilibrio, la mesura y no la mediocridad. Pero ¿Cómo definir el justo medio? ¿Hay una medida objetiva e impersonal o ha de definirse en función de cada individuo y situación? ¿Todas las cóleras son injustas y viciosas? ¿Podría haber alguna cólera justa? Según Aristóteles no hay una medida impersonal para definir en cada situación el justo medio. Cada hombre debe ser juez tal y como lo haría siempre un hombre sabio y prudente.
Aristóteles hace un recurso a la autoridad del "hombre prudente" porque
sabe que ninguna definición universal y general de la moralidad abarcará
todos los casos concretos y particulares. No es posible, con una fórmula,
preveer la acción moral óptima en cada caso. La templanza es el término medio entre el libertinaje y la insensibilidad. Consiste en la virtud de la moderación frente a los placeres y las penaliddes. La fortaleza es el término medio entre el miedo y la audacia.( Etica Nic. 1115a). La generosidad es un término medio en relación con el uso y posesión de los bienes. La prodigalidad es su exceso y la avaricia su defecto.
La justicia consiste en dar a cada uno lo que es debido. la justicia distributiva, que consiste en distribuir las ventajas y desventajas que corresponen a cada miembro de una sociedad, según su mérito. la justicia conmutativa, que restaura la igualdad perdida, dañada o violada. a través de una retribución o reparación regulada por un contrato.
La más importante de las virtudes dianoéticas es la prudencia (phrónesis). Ésta consiste en la habilidad intelectual de discernir entre cosas que no son necesarias y pueden ser o no ser. Esta virtud es la guía de las demás virtudes morales , aquella que indica qué medios son necesarios para alcanzar los fines propuestos y procurarse el bien. LA POLÍTICA ARISTOTÉLICA
Ética y política se refieren ambos al bien del hombre. Y el bien de la ciudad y el del individuo coinciden porque la felicidad de la comunidad como un todo es la suma de la felicidad de cada individuo que integre esa comunidad. El Estado, además, ha de dedicarse a educar a sus ciudadanos en la virtud y a permitir que los ciudadanos sean felices. Sólo en una polis feliz alcanzarán la felicidad los hombres.
Según Aristóteles, genéticamente, el individuo y la familia son anteriores al Estado (polis), pero naturalmente, no. Las familias surgen de la necesidad de la especie humana para procrear y subsistir como especie. Esta es la unión primera entre hombres. Luego surge la aldea o pueblo como agrupación necesaria para satisfacer las necesidades primarias y cotidianas. Una familia no puede procurarse a sí misma de todo lo necesario. La ciudad-estado es la culminación de este proceso. Su fin no es ya la subsistencia. No se trata ya de vivir, sino de "vivir bien"; es decir, de procurar la felicidad a todos sus miembros. Así el Estado se comporta como si fuera un organismo o un "ser vivo"
que, como cualquier otro, tiende a un fin: la felicidad de los ciudadanos.
El carácter político del hombre se explica por su capacidad de lenguaje. La sociedad es una gran red de memoria compartida, de leyes, que nos in-forma y a la que nosotros vamos dando forma. Y esa enorme memoria está hecha de lenguaje. Sólo éste puede diferenciar lo bueno de lo malo, lo permitido de lo prohibido. Las leyes son lenguaje social y compartido por todos. La tarea del legislador será precísamente estipular las leyes y hacerlas cumplir. En toda sociedad hay siempre un elemento coactivo. La ley no da solo derechos; también impone deberes. Según Aristóteles, desde el punto de vista del individuo como miembro
de una comunidad, el Estado en anterior al individuo, al igual
que el todo es anterior a las partes que lo componen. El estado es concebido
como un gran organismo autosuficiente y autónomo:
Esta prioridad es debida a que sólo el Estado se basta a sí mismo, es decir; el Estado es autárquico y el individuo y la familia no lo son. Los seres humanos necesitamos de la comunidad política para ser lo que somos. Necesitamos compartir esa memoria colectiva de usos, costumbres, saberes, leyes, destrezas... en definitiva, cultura, para ser lo que somos. No podemos empezar siempre desde cero sin perder nuestra humanidad. El Estado existe naturalmente Esta prioridad del estado frente al individuo no supone, sin embargo, que Aristóteles defienda alguna clase de totalitarismo político o de anulación de las diferencias humanas. El Estado no es ningún fin en sí mismo, sinó que su fin (telos) es la felicidad y la perfección de los ciudadanos. Ética y política se abrazan siempre. Aristóteles criticará la teoría política de Platón, la utopía de la República le parece demasiado alejada de la realidad, y la política debe dirigirse a lo que hay, no a lo que nos gustaría que hubiera o a lo que debería ser. Aristóteles en bastante más empírico y realista que su maestro. El Estado no puede consistir en una unidad perfecta, ya que ésto conllevaría su propia destrucción. Igual que en un organismo las partes que lo componen están diferenciadas entre sí, el Estado es un todo que abarca multitud de diferencias; y en ello consiste: en la regulación mediante leyes, de todas las diferencias, de todas las voluntades. Tampoco estaba de acuerdo con la teoría platónica que proponía abolir la propiedad privada y que pretendía colectivizar las mujeres y los hijos: todo ello conllevaría la destrucción de la recta moral y del propio Estado. En la práctica, constituir un Estado sólo es posible si se le dota
de un sistema de gobierno, de un marco adecuado de leyes e instituciones
que regulen la convivencia y permitan la plena realización de la naturaleza
humana y su fin último que es la felicidad. La justicia es la
virtud que asegura y consolida el orden en la polis, armonizando, equitativamente,
los derechos y los deberes de todos los miembros de la comunidad. La
postura política aristotélica es "naturalista" : El Estado es algo natural.
No es fruto de un pacto o acuerdo entre hombres (contractualismo), sino
que es consecuencia de la propia naturaleza humana. FORMAS DE GOBIERNO
Son tres formas justas porque miran el bien y el interés común. Cuando estas tres formas se desvían de la justicia y se orientan al interés particular degeneran respectivamente en las siguientes formas injustas de gobierno: tiranía, oligarquía y demagogia. |