Historia

Maximiliano Gil Melián

Maximiliano Gil Melián, maestro, pintor, ilustrador de libros, enseñante de sordomudos, nació en plena calle Triana, en Las Palmas de Gran Canaria, el 14 de Febrero de 1911.

Terminó el bachillerato en Melilla, donde su padre había sido destinado como militar, decidiendo estudiar Magisterio que, aunque no era su vocación, le gustaba mucho.

En 1932, durante la República llega destinado a Tenerife. Tenía 21 años y su primera escuela en esta isla fue en el Antiguo Convento de la Plaza del Cristo, en Tacoronte.

Posteriormente se le destina a la Escuela del Adelantado, en la calle del mismo nombre. En este lugar conoce a su mujer fijando ahí su residencia durante un tiempo.

De su matrimonio nacen un hijo y una hija. De 1936 a 1939 estuvo en la Guerra Civil; herido por dos veces, durante su convalecencia ejerció de ayudante del médico, con lo que pudo satisfacer la que había sido su primera vocación, la medicina.

Al regreso de la guerra se le destierra a Vilaflor, por ser suscriptor de un periódico republicano; en este lugar permanece tres años, donde ya deja su huella de persona humanitaria, generosa y preocupada por sus semejantes.

De Vilaflor a Agua García y más tarde a Valle Guerra. Aquí observa con tristeza que existen numerosos casos de sordomudez y que todas estas personas son relegadas al trabajo del campo, sin acceso posible a la Escuela.

Enfrentándose al ambiente social y familiar, Don Maximiliano Gil las integra en la Enseñanza, desarrollando un método intuitivo pero muy eficaz mediante el cual aprendían a leer, a escribir y a comunicarse con los demás.

Algunas de estas personas cursaron estudios universitarios. Su siguiente destino es la Escuela de El Trazo, en Tacoronte, y más tarde el Colegio Ernesto Castro donde se le asignaron las unidades para sordos, por la experiencia que había desarrollado anteriormente.

A lo largo de su labor docente desplegó una incesante actividad que atendía a su preocupación esencial: facilitar el aprendizaje. Para ello diseñó aparatos, ilustró libros y creó originales sistemas, precedentes de los modernos medios audiovisuales, todo esto apoyado en su innata capacidad artística. De estas dotes creativas dan muestra tanto sus alfombras del Corpus Christí como sus trabajos pictóricos.

Murió el 27 de Agosto de 1989. Antes, en 1984, nuestro Centro recibe su nombre.

«Consagró su vida a deletrear la palabra en el espejo del silencio»