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Fuente: La Opinión de Tenerife, 09/07/2017.


David (IES Cabrera Pinto), que estudiará Química en Madrid, logra un 13,925 en la EBAU ante un máximo de 14 – Carlos Bande Sánchez-Girón (IES Viera y Clavijo) y estudiará Medicina en la Universidad de La Laguna y Yohaly (CPEIPS Pureza de María) se quedan cerca, con un 13,84, y optan por Medicina y Farmacia en la ULL.

Los casos de David RiverolCarlos Bande y Yohaly Rodríguez destacan por estar en lo más alto del ranking de calificaciones. Pero también tienen mérito todos aquellos que han logrado superar con éxito no solo la etapa de Bachiller sino una semana de exámenes en la que cualquier fallo cuenta. En las pruebas celebradas en la Universidad de La Laguna se llegó a una tasa de aprobados del 96,7% en la convocatoria de julio, a expensas de lo que resulte del segundo llamamiento celebrado la semana pasada. Según indica la institución académica en un comunicado, superaron la prueba 3.989 personas de las 4.141 inscritas y únicamente hubo 136 calificadas como no aptas y 16 no presentadas. Estos resultados son algo inferiores a los de la convocatoria de junio de 2016 de la extinta PAU, en la que el porcentaje de aptos fue del 97,24%, correspondiente a 3.669 estudiantes. Los resultados separados por opciones arrojan que en la modalidad de Artes se registraron 142 personas, de las cuales aprobaron 138, que supone un 98,57%, suspendieron dos y dejaron de presentarse otras dos. En Ciencias hubo 2.244 inscritos, con 2.177 aprobados (97,36%), 59 suspensos y ocho no presentados. En Humanidades y Ciencias Sociales, itinerario Ciencias Sociales, se matricularon 1.131, de los cuales aprobaron 1.064 (94,41%), suspendieron 63 y dejaron de acudir a las pruebas 4. Por último, en Humanidades y Ciencias Sociales, itinerario Humanidades, hubo 624 inscritos, de los cuales aprobaron 610 (98,07%), suspendieron 12 y no se presentaron dos.

Una calificación perfecta es tan complicada de lograr que no es de extrañar que Nadia Comaneci asombrara al mundo en 1976 al obtener el primer 10 en gimnasia. Pero antes de ella, fueron muchos los que rozaron la ansiada nota en esta disciplina deportiva, unas décimas que no deben suponer un demérito sino que, al contrario, son prueba más que sobrada para colgarse una medalla… aunque no sea en unos Juegos Olímpicos sino un metal figurado.
Cada año ocurre con la prueba más vital a la que se enfrentan miles de jóvenes al terminar sus estudios de Bachiller que confían en acceder a estudios de educación superior. Esos exámenes, ahora denominados Evaluación de Bachiller para el Acceso a a la Universidad (EBAU), suponen la puerta de entrada a la carrera de sus sueños o a una con menor demanda estudiantil, es decir, con una nota de corte menos elevada. Tal es la importancia de lograr la calificación necesaria que no es de extrañar que los más ambiciosos centren sus empeños en no dejar escapar ni una décima siquiera.
Poco le faltó a David Riverol Martín para tener ese perfecto 14, que sí obtuvieron hasta cuatro alumnas españolas. El tinerfeño, estudiante del Instituto de Enseñanza Canarias Cabrera Pinto, logró un 13,925 en la EBAU celebrada el pasado junio en la Universidad de La Laguna (ULL), lo que le convierte en el estudiante con la nota más alta de toda la provincia. Al joven le siguen en este particular podio sin metales los jóvenes Carlos Bande Sánchez-Girón (estudiante del Instituto de Enseñanza Secundaria Viera y Clavijo), con un 13,845, y Yohaly Rodríguez Hernández, con un 13,840.

A piñón

A pesar de que segunda y tercera nota también han estado vinculadas a los esfuerzos realizados a lo largo del curso escolar pasado, tanto Carlos como Yohaly insisten en que en su caso a diferencia de David, las últimas semanas fueron, como suele decirse, «a piñón». De hecho, el joven alumno del Instituto de Enseñanza Secundaria Viera y Clavijo en La Laguna admite que dedicó unas «doce horas al día» a prepararse para la EBAU, hasta tal punto de que su familiares y amigos le insistían en que «no podía ser, que me estaba pasando».
«Ir a clase también es importante», asegura Carlos Bande, una expresión que provoca el asentimiento de confirmación inmediato de Yohaly. La alumna del Colegio La Pureza de María de Santa Cruz de Tenerife, con una nota casi idéntica a la del joven, explica que aunque llevó los estudios al día durante el curso, «para los exámenes finales me maté a estudiar y luego una vez que acabaron las clases seguí ampliando para la EBAU».

Poco más tienen en común salvo que los tres coinciden en destacar que lo importante para tener una calificación envidiada es mantener los estudios al día a lo largo del curso escolar así como en insistir en que obtener un diez (o casi un 14) de nota media no implica vivir encerrado entre libros y apuntes. Dos cuestiones más o menos recurrentes en todos aquellos que pueden presumir de tener un expediente casi perfecto y que por lo general reniegan de ser extraordinarios.

Son más evidentes las diferencias entre ellos, especialmente en lo que se refiere al sistema de estudio empleado tanto a lo largo del año como durante las jornadas previas a los exámenes, que se desarrollaron en la institución académica a principios del pasado mes de junio. Además, la elección de su futuro académico también es dispar entre David, Carlos y Yohaly, tanto en la forma en la que se despertó la vocación como en la propia carrera elegida, para la que ninguno tendrá problemas en entrar.
Al respecto, David es el más organizado hasta tal punto que durante sus clases en segundo de Bachiller se elaboraba un horario para estudiar. «Así no se acumula», argumenta el joven quien logró un 10 en todas las asignaturas y todas las evaluaciones, «salvo en la segunda en Química que la nota fue un nueve», puntualiza. Si bien es cierto que esta trayectoria puede servir como aval suficiente como para enfrentarse a los exámenes de la EBAU con tranquilidad, al alumno no le resultó suficiente y se tomó en serio su preparación de cara a la antes conocida como selectividad.
«Ya iba practicando exámenes de la Prueba de Acceso a la Universidad desde que estaba en la ESO», explica David Riverol quien además añade que desde entonces eligió en «ir a librerías y bibliotecas para sacar libros de las materias». «Eso me ha allanado el camino», aclara el estudiante que el próximo septiembre iniciará sus estudios de Química en la Universidad Autónoma de Madrid.
Al respecto, aunque asegura que tomó la decisión de decantarse por este grado de ciencias, el joven considera que tiene suerte «de no tener que escoger entre la vocación y las salidas laborales». «A la gente le tira mucho esta última cuestión a la hora de elegir la carrera, pero en mi caso me alegro de no tener que escoger porque lo que me gusta tiene salidas profesionales», insiste antes de concluir que por el momento no descarta dedicarse a la investigación, «aunque depende de estos cuatro años porque hay asignaturas que aún no sé ni lo que son».

Además, a ambos les diferencia de David Riverol otra cuestión habitual en los días de selectividad: los nervios. El alumno con la mayor nota iba «totalmente tranquilo», mientras que el estudiante que obtuvo la segunda mejor calificación indica que «al principio estaban más nerviosos mis padres», su intranquilidad llegó cuando tuvo delante el primer examen. «En algunas asignaturas incluso no sabía al principio ni qué opción elegir», comenta el estudiante. Yohaly no tiene reparos en admitir tanto que iba «muy nerviosa» a los exámenes realizados en la Universidad lagunera como que se trataba de una reacción si se tiene en cuenta que «sabía que me lo sabía». «Mi familia intentó relajarme e incluso me tomé varias tilas», recuerda la estudiante quien considera que en esos momentos previos a recibir el examen «los profesores ayudan mucho a relajarnos». Ambos han elegido la propia institución académica tinerfeña para sus estudios universitarios, Carlos en Medicina y Yohaly en Farmacia. El estudiante admite que lo supo en primero de Bachiller aunque no es capaz de dilucidar el proceso de reflexión que le llevó a decidirse por ser médico. «Me gustaba la Biología pero de alguna manera me enganchó más Medicina», dice el alumno antes de asegurar, no sin ciertas dudas, que por el momento confía en realizar la especialidad de Cirugía. Más dudas tuvo su compañera en el podio de la EBAU. La alumna explica que también habría elegido Medicina pero «primero viendo las asignaturas me di cuenta de que era muy sacrificado y luego me causa un gran respeto el trato personal y no creo que fuera sano ni para mí ni para el paciente». «Al final opté por Farmacia porque igualmente puede servir para ayudar a la gente pero sin llevarme su sufrimiento a casa», explica la joven antes de añadir que será el propio futuro el que le descubra si acabará como investigadora, en un laboratorio o montando su propia botica.

A los tres les queda por delante una nueva etapa en la que pueden cambiar muchas cosas. A David más si cabe, que debe vivir en Madrid, ciudad que ha elegido para sus estudios aunque confirma que en sus planes entra incluso la posibilidad de realizar algún Erasmus. Para Yohaly la transición a la etapa universitaria cuesta un poco menos porque muy cerca, en la Sección de Química de la ULL, cursa estudios su hermana que «ya ha estado diciéndome cómo son los profesores y que hay que estudiar bastante aunque tenga la base». «No le tengo miedo», resume por su parte Carlos.
Al menos por el momento les queda el verano. Un período estival que los tres estudiantes de podio aprovecharán para disfrutar aún más de esas actividades de ocio que durante el último año han tenido un poco, solo un poco, aparcadas. «En exámenes te centras más en estudiar», es la afirmación que emplean David, Carlos y Yohaly para explicar por qué no han dedicado tanto tiempo a sus aficiones. Pero la cuestión es que las han tenido, especialmente como vía de escape de los libros y fórmula para despejar la mente.

Música y deporte. En esas dos áreas se centran los hobbies de los tres jóvenes. Así, David toca el piano desde los seis años por empeño de su madre y, curiosamente, es el mismo instrumento que domina Yohaly, a la que además le gusta reservar un tiempo diario para realizar ejercicio. El más deportista es Carlos, que ha practicado baloncesto, pádel y natación, además de mantenimiento en casa.