Buscar cada día la viñeta de Forges en El País para ver qué punto de vista de la realidad ofrecía, ha sido una actividad que me ha acompañado desde hace bastante tiempo y ahora lamento que no haya sido más. He recortado y conservado varias, he comentado algunas con mis alumnos y todas ellas me han provocado una sonrisa. Esa sonrisa de medio lado que suscita el humor inteligente, concebido no solo para divertir sino fundamentalmente para hacer pensar y reflexionar.

Desde que se conoció su muerte la madrugada del pasado jueves, 22 de febrero, se ha dicho mucho de él en todos los medios de comunicación del país. Coinciden en su dimensión humana y en calificarlo como una persona afable, cariñosa, buena…. Su propio hijo ha señalado en RNE que era aun mejor padre que humorista… Alguien que trabajó con él comentó que nunca se le conoció un enemigo en su dilatada vida profesional y que cuando fue contratado en El País como viñetista, se celebró en la redacción del periódico como no se había hecho con nadie más por muy importante que fuera. Me parece que no se puede decir nada mejor de alguien en un medio tan difícil y competitivo como es el periodismo.

Sin embargo, es su mirada crítica a la vez que tierna la que prevalecerá con sus viñetas a lo largo del tiempo. Abordó con compromiso los temas que nos preocupan: el hambre y la pobreza en el mundo, la situación de inmigrantes y refugiados, la discriminación hacia la mujer, las injusticias de las guerras, los poderes absolutos y devastadores de la macroeconomía y de los bancos, la corrupción, la lentitud de la justicia y de la burocracia… Ante el enconado problema catalán, ofrecía un enorme corazón rojo como la solución más acertada. Siempre del lado del desprotegido y del débil, del trabajador ante un empleo precario y del desahuciado a punto de perder su hogar. Y también fue comprensivo con el profesorado y crítico con los problemas que nos atenazan.  En sus viñetas quien estaba con un libro casi siempre era la mujer y la que aportaba más cordura a la situación. Sus personajes inolvidables, Blasillo, Blasa, Mariano, las viejas del pueblo, el jefe gilipollas…, nos hicieron reflexionar sobre la estupidez del ser humano de forma amable y cariñosa.

Cuando en 2010, un terrible terremoto asoló Haití, uno de los países más pobres del mundo, Forges denunció la situación extrema de la población durante muchísimo tiempo. Bien como tema central de su viñeta o con un pequeño bocadillo al pie derecho de ella en la que decía “Pero no te olvides de Haití”, consiguió que el tema permaneciera en la actualidad informativa y seguro que logró que los gobiernos e instituciones no se olvidaran del todo de aquel pequeño país antillano.

Conocedor exhaustivo de la lengua, inventó varios vocablos que han pasado a formar parte de nuestro habla como bocata, tocata, muslamen, porramen (´porros que fuman los parlamentarios´, según el propio autor), malsonancia, tontolculo…   y otras que reconoceremos siempre como Forgendros, por ejemplo gensanta, soparece, estupénderrimo, tontérrimo…

Tanto en el terreno personal como en el social, la muerte siempre deja un vacío. Esperamos volver a encontrar a esa persona añorada en cualquier recodo de la vida o quizás en un recuadro de la página de un periódico, hasta que el tiempo nos enseña que lo que queda son los recuerdos y en este caso sus viñetas y su mirada humanista.

Recordamos la última, publicada el viernes 23 de febrero de 2018.

Mercedes Barrera Tabares