Un nuevo curso está siempre colmado de llegadas. Llega a su fin el verano y con él las vacaciones. Llegan a casa los nuevos libros, el nuevo material escolar con ese olor característico de los cuadernos sin usar, de las gomas aún por estrenar; llega  la ropa deportiva que con suerte nos comprarán para estrenar en las clases de educación física… Llegan también las polémicas en todos los medios de comunicación precisamente por lo costoso que es este material  que se invierte en la educación de los peques. Llega el nuevo horario, las actividades extraescolares… Llega, en fin, la rutina.

Atrás queda el sol, la playa, las mañanas de sábanas cálidas, las tardes interminables de charlas con los amigos, quizás de lecturas a la sombra de un árbol, las comidas familiares con largas sobremesas, las risas de los más pequeños por saberse libres, alegres y sin obligaciones. Pero la implacable monotonía se vuelve a instalar en nuestras vidas y con ella el deber. Debemos madrugar, hacer las tareas, llevar las asignaturas al día, estudiar; debemos llegar temprano a todos sitios, cumplir además con los entrenamientos, los ensayos… Pensamos en todo ello al rebufo aún de las vacaciones y nos parece que no podremos, que es una escalera muy difícil de subir, que volver a tener que preparar un examen es una tarea imposible…

Pero no hay retos inalcanzables, por lo que es necesario afrontar el estudio con la ilusión y el entusiasmo que nos conducirán a lograr nuestras metas. La rutina se puede convertir en novedad si somos capaces de teñir de pasión cada nuevo concepto que aprendamos, cada nuevo tema que abordemos sabiendo que ampliará nuestro conocimiento de las distintas materias y de la realidad que nos rodea, y que él siempre nos hará más libres. Por otra parte, sabemos que la vida nos puede ofrecer momentos de dicha y felicidad en cualquier instante de ella y que hemos de aprender a aprovecharlos: las charlas con los compañeros en los recreos, los minutos robados furtivamente a las clases para compartir una broma, los fines de semana repartidos entre horas para recuperar el sueño atrasado y  diversiones sin fin.

Y llegará, de nuevo, otro verano y otras vacaciones, y, de nuevo, el sol volverá a dorar nuestra piel y las olas acunarán una vez más nuestro cuerpo sobre el mar.

¡Bienvenidos a todos a la llegada del curso 2018-19!

Mercedes Barrera Tabares