Recordar a los fallecidos se convertía en una fiesta en la víspera del día de difuntos o finados. Se enramaban las tumbas con flores y loas a los que ya no están, salían a la calle los Ranchos o Cofradías de Ánimas en busca de limosna y, además, las familias y vecinos se reunían para contar historias de finados. Las castañas, las nueces, las almendras e higos, el vino dulce, el anís o el ron miel acompañaban la velada en la que la pena y la nostalgia se sobrellevaban con ayuda de guitarras, bandolas, panderetas, castañuelas, sonajillas y triángulos. La costumbre de conmemorar a los muertos, sin embargo, tiene matices según las islas y sus zonas. El Pan por Dios que gritaban los más pequeños con sus cestas en la mano, de puerta en puerta, en Garachico, Buenavista o Santiago del Teide; los Santitos en época más reciente, en San Juan de la Rambla…y así en otros tantos lugares de las islas.
Como todos los años, nuestra compañera y profesora del ciclo de Jardinería y Floristería, Carmen Nieves, nos agasajó con sus grandes detalles. Aquí pueden ver la muestra…