VIAJE A ITÁLICA, MÉRIDA, LISBOA Y MADRID

Cuando Pedro Clemente me invitó a acompañarlo al viaje que estaba organizando para los alumnos de latín y cultura clásica, la visita a Mérida fue sin duda determinante para que me animara. Extremadura era uno de esos lugares de la geografía peninsular que quería conocer. Ya había visitado Itálica y Lisboa, si bien debo decir que los volví a descubrir bajo otra óptica.

Volver a Itálica, cuna de los emperadores Trajano y Adriano, tras haber leído la trilogía de Santiago Posteguillo sobre Trajano, y pasear  por el conjunto arqueológico escuchando las amenas explicaciones de Pedro, me permitió imaginar al público en las gradas del anfiteatro, a los gladiadores luchando en la arena y a las fieras en las fosas. No vi,  como anteriormente, mosaicos bien conservados sino a los romanos en sus viviendas: a los propietarios muy a gusto en invierno gracias a los sistemas de tuberías de agua caliente bajo sus estancias y a los esclavos pasando frío en las zonas reservadas para ellos. Pedro aún no sabe que estas explicaciones darán lugar a una  entretenida actividad en el tema de calor y temperatura de 2º ESO.

Diego hizo que fijara mi atención en los hornos ¡cómo no!

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La visión de Itálica también hizo que recordara el final de la séptima temporada de Juego de Tronos e imaginara  algún dragón volando por esos lares.

Mérida fue un auténtico viaje en el tiempo. Cruzar el Puente Romano, pasar bajo el Acueducto de los Milagros, lleno de nidos de cigüeñas, el atardecer sobre el Guadiana desde la Alcazaba, la temperatura agradable en el aljibe de la misma -pues pasamos un calor espantoso en Itálica, Mérida y Lisboa- y la espectacular imagen del Teatro Romano  son sensaciones que me llevo del viaje. Diego me contó lo impresionante que es ver la representación de una obra clásica en el Teatro de Mérida, y creo que alguna vez me atreveré a ir a pesar del calor, es en agosto.

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La cripta de Santa Eulalia, la casa del Mitreo, el Templo de Diana y el Museo de Arte Romano fueron otros lugares sorprendentes de nuestra ruta. En el Circo Romano volví a ver las carreras de cuadrigas que imaginé con la novela Circo Máximo. El circo de Mérida tenía capacidad para 30 000 espectadores, me sorprendió saber que la del Circo Máximo de Roma era de 300 000 espectadores, ¡el aforo del Camp Nou es de  99 354 personas!

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Lisboa enamora con sus azulejos, sus callejuelas, sus tranvías y su música. No escuchamos fado portugués pero sí morna, que es parecida al fado pero de Cabo Verde. Nuestro guía Pedro, un tocayo de nuestro compañero Pedro Clemente, nos explicó que el fado era el canto triste, el lamento de la gente pobre de Lisboa. 

Además de pasear por la Alfama y conocer los lugares emblemáticos de Lisboa, degustamos un rico plato de bacalao portugués y los famosos pasteles de Belém.

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Madrid fue una visita muy rápida para que los alumnos que no lo conocían se quedaran con las ganas de volver. Tocaba el prometido parque de atracciones antes de retornar a la isla.

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