Sarajevo

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Publicado por la Agencia EFE el 24/03/2016.

   Kardic era el jefe político de uno de los grupos que luchaban en lo que antes fuera Yugoslavia. Borislav nunca se había planteado militar en sus filas, ni siquiera tomar parte activa en la guerra que destruía su país, hasta que, una noche, al llegar a casa, sólo encontró ruinas y humo. Y, en una habitación, los cadáveres de su familia: los cuerpos de su padre y su hermano mayor estaban atados a dos sillas. Los de su madre y dos hermanas en el suelo, completamente desnudos. Borislav lloró sin consuelo y juró vengarse de quienes habían asesinado a los suyos y derruido su casa con una granada.

   A media mañana, ayudado por varios vecinos, enterró los cadáveres en las zanjas del campo de fútbol; el cementerio de la ciudad estaba saturado. Nadie, salvo Borislav, parecía especialmente abatido: desde que empezó la guerra, las inhumaciones diarias de muertos por una granada o por las balas de los francotiradores eran una costumbre en Sarajevo.

MARIANO VARA, de su libro Los derechos torcidos.

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