Yo, también

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   Pablo Pineda tiene los ojos de un síndrome y la lengua de una solución. Tiene un cerebro con los pliegues del talento y una cuenta pendiente con el cromosoma. Tiene un down sin W. “¿Don Miguel, soy tonto?”, le preguntó al maestro una tarde de Primaria nada primaria. Unos padres sin gueto y una vida de palabras, lectura y calle llevan 40 años respondiendo que no. Pablo Pineda se licenció en Psicopedagogía, se diplomó en Magisterio, ha escrito dos libros, es consultor en el Área de Diversidad de la Fundación Adecco y ganó un Goya por parecerse un poco a sí mismo. No todos los Down son iguales. Nosotros, en cambio, tampoco. Pablo, el capacitado distinto.

Pregunta: ¿En qué es usted un 33% menos y más que yo?

Respuesta: Soy un 33% más en capacidad de amar y empatizar. Sin embargo, a la hora de cantar, tengo un 33% menos de capacidad que tú seguro. O de bailar. Soy horroroso. No te voy a decir dónde tengo el ritmo…

P: Subnormales, deficientes, tontos… ¿Qué hay detrás del lenguaje?

R: El lenguaje configura el pensamiento. Cuando alguien dice subnormal, tonto, deficiente o desfasado está diciendo lo que está pensando de esa persona. El lenguaje no es baladí. Hay que renovarlo. Y sobre todo, los medios de comunicación. Decís: ‘Sufre el síndrome de Down…’. Ese lenguaje negativo cala en la población. No somos discapacitados, somos personas con capacidades especiales. Porque lo somos. Cuando era pequeño alguna vez oí decir de mí que era mongólico. ‘Mira el mongólico ése’. A mí no me gustaba nada. Me enfadaba un montón. Por fortuna, ya no se usa.

P: ¿Cuál es nuestro síndrome?

R: El síndrome de la falta de empatía. No escuchamos a los demás. Vamos con orejeras. Las nuevas tecnologías no ayudan. Falta comunicación y empatía. Ese síndrome va en aumento. Ojo con eso, porque las intolerancias pueden venir por ahí.

P: ¿A qué tiene miedo?

R: Yo tengo miedo a la indiferencia, a la soledad impuesta. Que nadie tenga interés por ti. Eso es lo que más temo. Me da mucho miedo. Lo he vivido alguna vez. Ese ninguneo, no querer saber nada de ti, no hacerte caso… Es un vacío enorme.

P: ¿Le hubiera gustado no ser Down?

R: Es una pregunta muy profunda. Yo me siento orgulloso de ser Down. Ser Down es bueno. De no ser Down sería un ser más gris, más anodino, que habría pasado por muchas menos experiencias de las que pasé siendo Down. Si no fuera Down no sería tan empático, tan defensor de las causas perdidas… del Málaga o del Oviedo, ja, ja. Me iría con el Madrid o el Barça, a lo que todo el mundo va. Y no. Yo quiero seguir siendo un ser único. Ese ser que sigue luchando por lo que piensa y lo que siente.

Entrevista de R.J. Álvarez, en El Mundo (09/04/2016) (adaptación).

¿Cuál de las respuestas de Pablo Pineda te resulta más interesante?

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