En cierta ocasión le presentaron unos niños a Jesús
para que les impusiera las manos y rezase por ellos. Los discípulos
les regañaban y no dejaban que se acercaran a Él.
Jesús, al verlo, se indignó y les dijo: "Dejad
que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis,
porque de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el
que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará
en él".
Entonces Jesús tomó a los niños en brazos
y los bendijo imponiéndoles las manos.
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