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La Iglesia de Jerusalén aprobó la norma de Pablo de no exigir a los gentiles que adoptaran la ley judía, pero se mostró preocupada cuando corrió el rumor de que había concedido la misma libertad a los cristianos judíos.
Fue expulsado del Templo y golpeado hasta que intervinieron los soldados y centuriones romanos porque pensaban que había introducido en él a gentiles. El tribuno le ató con cadenas y después de identificarlo le permitió dirigirse al pueblo.
Pablo habló en hebreo al pueblo, que escucho con atención el
relato de su conversión, pero se escandalizaron cuando le oyeron contar
su misión entre los gentiles. Ante el alboroto que ocasionó, el
tribuno quiso detenerle y azotarle, pero Pablo le hace ver que goza de la ciudadanía
romana y que no puede ser azotado sin ser juzgado. Al día siguiente Pablo
compareció ante el Sanedrín. En su discurso se declaró
fariseo y creyente en la resurrección pues sabía que provocaría
una fuerte discusión entre fariseos y saduceos. El tribuno tenía
miedo de que le despedazaran y ordenó que le sacaran del Templo y le
llevaran de nuevo a la cárcel. Para protegerle de una conspiración
contra su vida, el tribuno ordenó que le llevaran a Cesarea ante el gobernador
Félix. Su estancia en Cesarea duró dos años. Mientras
Félix fue gobernador gozó de cierta libertad, peso su sucesor,
Festo, volvió a encarcelarlo. En un nuevo juicio ante Festo apela
al Cesar, y como era ciudadano romano no se lo pudo negar.
Pablo custodiado, es conducido a Roma. Hacen escala en Sidón
donde le permiten reunirse con la comunidad de cristianos. Al poco tiempo de
reanudar el viaje sufrieron una gran tormenta que les hizo navegar a la deriva
y encallar en la isla de Malta. Estuvieron tres meses y reanudaron el
viaje, haciendo escala en Siracusa y Pozzuoli.
Cuando Pablo llegó a Roma fue acogido por la comunidad cristiana. Permaneció en libertad vigilada desde el 61 al 63, en una casa alquilada donde recibía a todos los que fueran a verle. Predicaba con toda libertad sin que nadie se lo prohibiese.
La tradición nos habla de su liberación al cabo de dos años,
de su visita a España, de su regreso a Roma, de su segundo encarcelamiento
y de su muerte decapitado, probablemente durante el reinado de Nerón.
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