Cómo funciona una aspiradora

La primera aspiradora portátil, ideada por James Murray Spangler en 1907, se basaba en este sistema.
Los aspiradores cuentan, con un filtro a la entrada, en el motor, en la salida o un filtro del depósito de polvo, contando con varios o solo uno.
El aire deja en los filtros la suciedad y se devuelve limpio al exterior.
Estos filtros pueden ser lavables o no, y pueden ser HEPA.
Del 10 al 12 son EPA, de alta eficiencia.
Del 13 al 14 son HEPA, de muy alta eficiencia.
Los EPA 10 atrapan el 85% de las partículas con tamaño inferior a 0,1 micras de diámetro
Los HEPA 14 tienen una eficacia del 99,995%.
Vídeo explicativo:
Invención y Evolución de la Aspiradora
Dicho esto, los primeros intentos para proporcionar una solución mecánica a la limpieza de los suelos empezaron en Inglaterra en 1599.
John Thurman inventó una aspiradora a gasolina en 1899, la consideran como la aspiradora motorizada, creó en San Luis un servicio de aspiración puerta a puerta tirado por caballos.
El joven Booth vio la máquina debería hacer era aspirarlo, y convencido de ello dio vueltas a aquella idea hasta hallar la solución, como comentó en su cuaderno de notas:
“Hoy hice el experimento de aspirar con mi propia boca el respaldo de una silla tapizada (ver historia de la silla) en un restaurante de Victoria Street; el polvo me hizo toser estruendosamente, pero conseguí aspirarlo”.
Aquel experimento convertía la boca y garganta de H. Cecil Booth en la primera aspiradora; pero aunque el modo de realizar el experimento era propio de un obseso, el principio era válido y funcionaba. El secreto estaba en encontrar un tejido de urdimbre espesa que sirviera de filtro, y lo encontró en 1901, año en el que patentó su invento.
Evolución de la aspiradora
La primera aspiradora eléctrica eficaz fue invento de un norteamericano de Ohio, Murray Spengler, aunque su patente es siete años posterior a la concedida a Hubert Cecil Booth. Murray Spengler obtuvo su patente en 1908 y junto con William B. Hoover fundó la Hoover Company que lanzaría al mercado el Modelo O.
Era natural que las amas de casa no se hubieran propuesto ni por asomo adquirir un cacharro así. Sus primeros clientes fueron los dueños de grandes locales públicos, como teatros, tiendas y hoteles.
Durante la Primera Guerra Mundial se ordenó llevar aspiradoras al Crystal Palace de Londres, en cuyos suelos yacían los enfermos de tifus exantemático cuyo rápido contagio atribuían los médicos al polvillo en suspensión.
Quince aspiradoras trabajaron día y noche aspirando suelos, escaleras, paredes e incluso las vigas del edificio: se extrajeron treinta y seis camiones de polvo y tal vez por una feliz casualidad terminó la epidemia. Este hecho contribuyó al triunfo y reconocimiento del nuevo invento, que conoció a partir de entonces cambios e innovaciones.