Hace pocos años realizar una fotografía a través de un microscopio era una tarea bastante compleja y costosa. Los microscopios eran caros y había que trabajar con cámaras réflex de película y múltiples adaptadores para conseguir una microfotografía. Además no podíamos ver el resultado hasta revelar la película y tampoco saber si los parámetros eran adecuados o no, un sistema de prueba-error dilatado en el tiempo.
Una vez más el avance de la tecnología en los últimos años ha hecho que una técnica que hace poco estaba limitada a unos pocos, se abra a todo aquel que tenga algo de curiosidad. Una simple cámara digital compacta, un adaptador (que puede fabricárselo uno mismo) y un microscopio sencillo, son los únicos utensilios que necesitamos para hacer fotografías de cosas realmente pequeñas.
El coste económico del invento no tiene por qué ser muy alto. La cámara compacta se supone que ya la tenemos, si no la tienes ¿qué haces leyendo un blog sobre fotografía? En serio, nos sirve cualquier compacta y si tiene algo de zoom óptico mejor, luego vemos el porqué. El adaptador cuesta entre 30 y 40 euros y sirve para todas las compactas y el microscopio se puede encontrar a partir de 100 euros.
En este caso he utilizado el más barato, que se supone que tiene peor calidad óptica, así que con un presupuesto mayor se obtendrán mejores resultados en cuanto a la calidad de la imagen final.
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