Una aventura en la isla de La Graciosa
Mientras el ferry entraba lentamente por la bocana del puerto de Caleta de Sebo, Tana seguía sentado en su asiento reviviendo todas las emociones experimentadas la última vez que visitó la isla de La Graciosa y su aventura con el equipo A.
Lo llamaban así porque todos sus nombres comenzaban por esa primera letra del alfabeto. Su primo Aday y los trillizos Abián, Agoney y Agora.
─¡Qué ganas tenía de volver a la isla amigos! ─exclamó Tana al pisar tierra graciosera.
─¡Y nosotros qué ganas teníamos de verte de nuevo Tana! ─exclamaron al unísono los cuatro integrantes del Equipo A.
“Aramis”, el perro de los trillizos (y que también forma parte del Equipo A por derecho propio), recibió a Tana con gran entusiasmo moviendo la cola de un lado a otro en señal de alegría. El pequeño cachorro de perro Bardino observaba al recién llegado con curiosidad.
─¡Qué perro más bonito! ─exclamó Tana, mientras intentaba acariciar al perro que saltaba de alegría.
─Sí, es el mejor perro majorero del mundo─respondieron los trillizos─Y ahora será otro integrante más de la pandilla.
─¡Fenomenal! ─exclamó Tana entusiasmado─estoy convencido que viviremos juntos muchas aventuras.
Tana iba a pasar en la isla ocho días y no tenía pensado descansar ni un solo día.
No pararon de ir de un lado para otro en sus bicicletas y casi no tenían tiempo de volver a casa a la hora de la comida.
Se sentían libres y felices por las calles de arena blanca, sin asfaltar, de su querida isla graciosera.
El tercer día de estancia en la isla decidieron hacer una excursión en bici.
Apenas habían comenzado el camino cuando unos enérgicos timbrazos sonaron a sus espaldas.
Era Aniaga, la hermana pequeña de Aday, que se unía al grupo en su flamante bicicleta nueva (sorpresa de los Reyes Magos de Oriente) Y no iba sola, la acompañaba con su alegre caminar y su cola en constante movimiento Aramis.
Iniciaron todos juntos el camino por los senderos debidamente señalizados de la isla (de los que nunca deben salirse) sin desviarse del camino.
Lamentablemente la bicicleta de Aniaga no estaba preparada para el suelo áspero y sufrió un pinchazo en la rueda delantera.
Tuvieron que regresar a Caleta de Sebo, al establecimiento de bicicletas de alquiler, que era de un amigo de Aday, para que le arreglaran el pinchazo.
Dejaron, por tanto, la excursión para otro día y se fueron en bici por un camino más corto hasta el cercano pueblo de Pedro Barba donde pasearon por el muelle, se bañaron (en la pleamar) en las aguas atlánticas lanzándose del muro y se secaron dando un paseo por los alrededores.
Llegaron a un edificio abandonado que había sido una antigua fábrica de salazón de pescado y recorrieron las instalaciones en ruina haciendo fotos e imaginando historias ocurridas.
Tana se alejó del grupo para investigar por su cuenta y, en un rincón alejado de la entrada principal del edificio, encontró unas cajas viejas y desvencijadas por los años frente a un muro.
Al acercarse tropezó con las cajas que estaban apiladas y el estruendo alertó a los amigos que fueron en su busca, al lugar de donde procedía el ruido.
─¿Estás bien Tana? ─gritaron sus amigos al mismo tiempo. ¿Qué ha pasado?
─Estaba haciendo fotos a estas viejas cajas de madera cuando tropecé y las cajas se cayeron al suelo descubriendo un pequeño hueco en la pared.
─¡Es un hueco secreto Tana! ─gritaron los trillizos al unísono
─¿Un hueco secreto? ─preguntó extrañado Tana que ya estaba introduciendo la cabeza por la abertura del hueco (este Tana no puede estarse quieto cuando olfatea, cual sabueso, una nueva y fascinante aventura).
─¿Qué habrá dentro? ─preguntó Aday que parecía igual de entusiasmado que sus amigos.
La boca del hueco no era muy grande y cabía una cabeza pequeña, la cabeza de un niño.
─Volveremos mañana con una linterna y miraremos dentro─apuntó Tana haciéndose cargo de la situación, convencido que estaban ante una nueva aventura de las suyas.
La pandilla regresó a Caleta de Sebo. Estaban muy hambrientos y su cena estaba ya esperándoles un buen rato en casa: atún con mojo y queso majorero asado.
¡Ummmmmmm! se relamían de placer con la rica gastronomía de la isla.
Al día siguiente, bien temprano, regresaron a la antigua fábrica y apartaron las cajas que habían colocado delante del hueco para que ninguna otra persona pudiera descubrirlo.
Tana encendió la linterna y la introdujo por el hueco. El resto de la pandilla se colocó alrededor ansiosa por descubrir qué había allí dentro.
Tana alumbró todo el hueco e introdujo el brazo izquierdo buscando algún objeto de valor, un tesoro escondido o cualquier otra cosa interesante.
Rebuscó y tanteó con los dedos y al final encontró algo que parecía una especie de guitarra pequeña. Con sumo cuidado sacó lo que parecía un instrumento musical de cuerda y se lo enseñó a sus amigos.
─¡Una guitarra! ─exclamó Tana orgulloso de su hallazgo.
─¿Qué tipo de guitarra es esa tan pequeña? ─preguntó Aday.
Observaron el instrumento musical desde todos los ángulos y posiciones.
─Creo que es un timple─dijo Abián. Nuestro padre toca en una rondalla y tiene un timple como ese, también tiene un bucio, unas chácaras y otros instrumentos musicales típicos de nuestra tierra.
Era, efectivamente, un viejo timple algo deteriorado por el paso de los años.
Lo miraron con mucho interés y le dieron la vuelta.
Algo sonaba en el interior del timple.
Allí había fuertemente enrollado un trozo de papel color sepia que Tana extrajo del interior del timple desenrollándolo y extendiéndolo sobre una de las cajas que habían improvisado como mesa de trabajo.
Todos contemplaron el papel donde había unas letras, unos símbolos y unas cruces en forma de aspa.
─¿Será el mapa de un tesoro? ─preguntó Agoney, a quien le gustaban mucho las historias de piratas y veía mapas de tesoros por todas partes.
─¿Será una nota secreta? ─preguntó Abian, a quien le gustaban mucho las historias de misterio y aventuras secretas.
─¿Será una carta de amor? ─preguntó Agora, a quien le gustaban mucho las comedias románticas y las historias de amor.
─Sea lo que sea─respondió Tana─tengan por seguro que lo descubriremos juntos. Ya saben que formamos un gran equipo de investigación.
Los cinco amigos emprendieron el camino de regreso a Caleta de Sebo dispuestos a averiguar el significado del mensaje secreto en la hoja de papel.
Sin embargo, por mucho que miraban, miraban y volvían a mirar los extraños símbolos, no conseguían avanzar en la investigación.
¿Tendrían que buscar ayuda extra? No, no estaban dispuestos a compartir con nadie su secreto y tampoco conocían a nadie que pudiera ayudarles.
¿Pasarían los restantes días sin poder resolver el enigma?
¿Tendría Tana que regresar a Tenerife sin averiguarlo?
Estaban algo decepcionados y tristes cuando, de pronto, Agoney apareció con una idea descabellada.
─¿Y si llevamos el papel a un detective de verdad? En Lanzarote hay un detective privado que conoce mi padre, un buen amigo de cuando iban juntos al instituto. Se llama Perico y se parece al detective ese que tanto te gusta Tana. Sí, a Sherlock Holmes.
El resto de la pandilla entusiasmada por la posibilidad de conocer a un detective de verdad, un detective de carne y hueso, aplaudió la idea de Agoney y convencieron a su familia para ir, a la mañana siguiente, a la cercana isla de Lanzarote.
La travesía para recorrer los 2.600 metros que separan las dos islas dura una hora aproximadamente.
A las 11:00 horas ya estaban en las oficinas que el detective tenía en Arrecife, capital de la isla.
La noche anterior el padre de Agoney había llamado a su amigo detective para que recibiera a la pandilla en su oficina.
Y ahí estaban todos, (a excepción de Aniaga y Aramis que se habían quedado en La Graciosa) sentados alrededor de una mesa rectangular sobre la que habían colocado la nota.
No podían permanecer sentados en las sillas de los nervios y emociones del momento y de la fascinante experiencia de conocer a un detective de verdad.
Perico les recibió con amabilidad y les prometió hacer todo lo que estaba en su mano para averiguar el significado del mensaje oculto.
─Parece un plano antiguo, un plano de un gran edificio (puede ser una fábrica, un almacén…)─explicó Perico.
─Fíjense en estos cuadrados, son las estancias de un gran edificio, las diferentes habitaciones.
Los chicos contemplaron el plano con enorme interés.
Nunca antes habían visto el plano de una casa, ni mucho menos un plano tan antiguo. ¿Sería el plano de la vieja fábrica de salazón de pescado que había en Pedro Barba?
Estaban entusiasmados con el descubrimiento.
─Miren esta especie de pasillo largo que aparece aquí medio oculto en el plano─ prosiguió hablando el detective─ parece una especie de pasadizo que comunica dos habitaciones.
─¡Un pasadizo secreto! ─gritó Tana, entusiasmado con la idea de descubrirlo.
─Parece que así es, muchacho─ respondió el detective con el mismo entusiasmo dibujado en su cara y en su perspicaz mirada. ─Un pasadizo que comunica dos habitaciones muy distantes entre sí.
─¿Y para qué habrán construido ese pasadizo? ─preguntó intrigado Abián, que recordemos es un ávido lector de libros de misterios y aventuras. Y también de cómics.
─Eso habría que preguntárselo a la persona que construyó esa fábrica de la que hablan─ respondió Perico, que comenzaba a mostrar interés por aquella vieja fábrica─ Averiguaré quién la construyó y en cuanto tenga algo nuevo que contarles les llamo por teléfono o, mejor aún, me doy un salto a la isla graciosera.
─¡Genial! ─ respondieron al unísono los trillizos.
─¡Fenomenal! ─ratificó Aday
─Allí le esperaremos─sentenció Tana
Los cinco amigos se despidieron de Perico y, antes de regresar a La Graciosa, dieron un paseo por Arrecife donde comieron en un restaurante local: lapas con mojo verde, pulpo guisado con papas y quesillo de postre.
Al día siguiente recibieron la visita de Perico que les puso al corriente de la vieja fábrica.
Se trata de la fábrica de salazón de pescado que el emprendedor y empresario canario Pedro Barba construyó en la isla a principios del siglo XX. Este empresario construyó también las casas que, en la actualidad, forman el puerto.
Lo que el detective no había podido averiguar todavía era la relación que existía entre esta vieja fábrica y el timple.
En ninguno de los documentos que había consultado para averiguar quién era Pedro Barba había encontrado indicios de su pasión por la música y, en concreto, por el timple.
Perico estaba tan entusiasmado por el hallazgo como la propia pandilla y decidió acompañarlos a las ruinas de la fábrica donde descubrieron, el pasadizo secreto.
─¡Lo hemos encontrado! ¡Lo hemos encontrado! ¡ Lo hemos encontrado!─gritó tres veces Tana (como hacía cada vez que estaba nervioso o emocionado por algo).
─Sí, parece que ,al fin, hemos encontrado el pasadizo.
─ ¿Qué creen ustedes que encontraremos?─preguntó Perico (que estaba volviendo a disfrutar como un niño con esta aventura).
─Pronto lo averiguaremos- respondió Tana, haciéndose cargo de la expedición.
Vamos, acompáñenme a otra AVENTURA.
VAMOOOOOSSSS TANA VAMOOOOSSSSS
¿Cuál es el final de la historia?
( Tana te ofrece tres finales alternativos)
Aquí tienes tres opciones para que elijas tu favorita y seas tú mismo/tú misma quien escriba el final de la historia.
Final 1.
Cuando se adentran en el pasadizo descubren varios timples escondidos de incalculable valor.
Entregan el tesoro a las autoridades locales.
Se trataba de una tapadera, una fábrica clandestina de timples.
Un extraño descubrimiento.
Y, sobre todo,¿ Quién había guardado el primer timple en el hueco?. Sin duda alguien que quería que descubrieran la fábrica ilegal. ¿Con qué intención?
Los timples eran de incalculable valor por su antigüedad y por los materiales nobles con los que estaban fabricados, un valor artesanal que los hacía únicos en el mundo.
Y su sonido era mágico.
Final 2.
Cuando se adentran en el pasadizo descubren otro mapa. ¿Otro mapa?
Se trataba de un mapa de carreteras donde se había señalizado, con tinta roja, el camino entre Pedro Barba y Caleta de Sebo (capital de la isla).
El camino finalizaba en el Museo Chinijo, justo detrás de la iglesia. Un pequeño museo con cuatro salas que cuentan la historia de la isla, la fauna marina, las salinas o las propiedades beneficiosas del aloe vera.
Un museo que guarda en su interior el misterio del timple.
Se trata de un timple mágico que, si lo tocas en una de las salas del museo, tiene el poder de teletransportarte al pasado.
¿En qué sala del museo tendrán que tocar el timple para descubrir su poder?
¿ Con qué intención quiere el timple que te teletransportes al pasado?
¿En qué época?
¿ En qué lugar?
La pandilla sale del museo dispuesta a aprender a tocar el timple.
Juntos forman una parranda que recorre la isla con la magia del sonido del timple.
Final 3.
Cuando se adentran en el pasadizo descubren una habitación misteriosa de blancas paredes salpicadas de pentagramas con notas musicales.
Son las notas de una melodía.
Una melodía mágica que solo puede ser tocada por un timple.
Y ese timple está en poder de la pandilla de amigos.
¿Cuál será la melodía mágica?
¿Quién es el autor de la música?
¿Quién escribió en las paredes las notas musicales?
¿TE APETECE ESCRIBIR EL FINAL DE LA HISTORIA?
Te invito a escribirlo y enviarlo al BLOG ( en comentarios)
Entre todos los participantes se sorteará una bonita bolsa de tela del libro «Los viajes de Tanausú por las Islas Canarias»
¡ A ESCRIBIR!
TE LEO.
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