Ahí estaba yo, en medio de un barrio desconocido. Mi madre quería mudarse y me llevó al otro lado del mundo. Lo peor de todo era mi instituto, era nueva y no conocía a nadie.
Al segundo día se me acercó una niña cuando estaba sentada en mi portal, estuvimos hablando de todo un poco y de repente me preguntó si quería vivir una aventura. Yo me quedé callada durante unos segundos, porque no sabía qué contestar, pero asentí.
Ella se llamaba Amanda y, por lo que decía, se conocía bien el barrio. Me llevó cuesta abajo y de repente nos metimos en un bosque. Me contó que arriba del todo vivía un hombre al que todo el mundo temía, pero al que nadie había visto.
Cuando estábamos llegando, vi muchos árboles y, detrás de todos ellos, una casita. Amanda tiró piedritas a esa casa, yo estaba un poco asustada pera ella decía que no nos iba a pasar nada. Al rato la puerta de la casa se abrió, yo, más asustada que nunca, le pedí que nos fuésemos. Amanda contestó:
– No, boba, ven, mira…
Ella se dirigió a la puerta y entró. Al segundo salió y me dijo que entrase. Asustada entré y vi a Amanda con un señor tomando té. Me quedé un poco extrañada. Supuestamente todo el mundo le temía y ella tomaba el té con él…estaba confundida, pero me senté y conversamos.
La verdad es que fue una aventura un tanto extraña, pero lo pasé bien.
Relato escrito por Soraya Morales (2º E·so, Curso 2013-14)
muy bien si sigues a asi lo haras muy bien:)
esta GUAPO…;)
Muy bien si sigues a asi lo haras muy bien:)
esta quapísimo y es interesante