Nuevo Tratado de Lazarillo de Tormes

(Entre los Tratados IV-V)

Por las calles de Toledo andaba sin ningún rumbo pero con un objetivo claro: encontrar a mi nuevo amo. En la plaza me encontraba mendigando un trozo de pan, sepa vuesa merced que desde mi último amo no había pegado bocado, cuando un escultor me ofreció un pedazo de pan, el cual tomé dándole gracias. El joven me cuestionó:

-Muchacho, ¿buscáis amo en estos momentos?

Levanté mi mirada, viendo a mi nuevo amo:

-Sí señor.

Desde ese momento, me fui con él para servirle.

Pasaron seis meses. Mi amo, cada vez que venía de la plaza, traía un poco de vino, con algo de pan y carne. No comíamos grandes cantidades, pero, al menos, nos alimentábamos. Ayudaba a mi amo con su nueva escultura dándole las herramientas que necesitaba.

De repente una joven muchacha de cabellos largos y dorados, una piel blanquecina y con un rostro encantador entró al taller de mi amo gritándole.Me quedé a un lado sin decir nada. Él intentaba calmar a la joven. Sepa vuesa merced que la muchacha estaba embarazada de mi amo. Los gritos y reclamos se hicieron presentes en el pequeño lugar.

Aproveché y fui a la cama de mi amo, levanté el colchón con cuidado y tomé la bolsa en la que había una pequeña cantidad de blancas. Salí por la ventana para que el escultor no me viera. Caminaba solo con la pequeña bolsa en mis manos. Tendría que encontrar a un nuevo amo, pero, al menos, podría comoe algo en el camino.

Tratado escrito por Nerea Hernández, Curso 2019-20

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