Archivo de la categoría: Pro Marcelas (2010)

Instante

Hagamos ahora, con esto, un instante, este instante… Construyamos juntos una porción sublime de tiempo efímero y sucumbamos mutuamente aceptando que al cabo nada más habrá salvo la mota de magia que se impregnará en la solapa de cualquier suave abrigo con el que se arropa lo que en algún momento se quiso.

Hagamos un instante, este mismo, y amémonos; sintámonos los únicos, los predeterminados a estar juntos en la eternidad de unas horas nacidas para ser suspiro.

Hagamos un instante y olvidémonos de que pudimos no conocernos o de que nos olvidaremos de todo cuando el beso fragüe en la caricia, la caricia en la piel y la piel en el más finito de los infinitos.

Hagamos un instante, este, y marchémonos cada uno al imperio de las tibias rutinas. Hagámoslo y olvidémonos después de él. Aceptemos que así será mejor; y abracémonos al consuelo de saber que en la desembocadura no habrá deudas del alma ni anhelos zozobrantes que purguen de compasión lo que pudo ser con pasión.

Hagamos un instante, cualquiera, el que sea, donde sea, como sea: aquí, ahora y hasta siempre.


Fragmento del prólogo de Pro Marcelas adaptado para el libreto del disco Del barrio a la Luna de Barrios Orquestados (2018).

La verdad

¿Cuál es el verdadero rostro de los objetos, los hechos o los individuos: el que muestra, el que queremos que muestre o el que suponemos que muestra? ¿Cuál es el perfil correcto de los objetos, los hechos o los individuos: el que vemos, el que otros ven, el que suponemos que ven o el que queremos ver? La duda no es baladí. Nos hemos acostumbrado a vivir con una verdad prestada que nos resulta cómoda porque nos integra en las coordenadas de un espacio y un tiempo que, por otro lado, no hemos elegido voluntariamente; no, al menos, al principio del gran trayecto.

Callamos la verdad porque aceptamos ese cúmulo de pequeñas “verdades” que, como piezas de un enorme puzle, vamos ubicando en el tapiz de nuestra vida. Por eso, porque con ellas construimos el gran rompecabezas, llegamos a forzar las seudoverdades, si es necesario, para que encajen, más mal que bien, en ese espacio cromático uniforme en el que deambulan las convicciones tibias. Así logramos que no se generen malestares visuales ni espirituales, aunque sea mentira, aunque sepamos que es mentira y que las piezas no van donde están porque hemos hecho trampa engañándonos a nosotros mismos.

Creo en la existencia de la verdad tanto como en la imposibilidad de la objetividad; y creo en el miedo indescriptible de los seres humanos a ocultar la primera para ponderar con énfasis el error de la segunda. También creo en la certeza de la mentira, ese pacto interno que mantenemos con nosotros mismos para aplacar el fragor de un silencio que nos concedemos y que nos permite mirar a cuantos nos envuelven sin que el lastre de la culpa infundada nos desestabilice.

Aceptamos por conveniencia unas reglas de juego preestablecidas por otros y pastoreamos, con mayor o menor habilidad, los contratiempos de la verdad moldeándola hasta que adquiera el aspecto de una conformidad afín al mundo que nos envuelve. No queremos conflictos, aunque vivamos sumidos en el peor de todos: aceptar como válido aquello que, en el fondo, nos desangra por dentro. Hemos aprendido a secar el fluido de la incomodidad y a maquillar las cicatrices. También hemos aprendido a decir con una sonrisa que estamos bien y que todo marcha… Buen aprendizaje, sin duda, si de lo que se trata es de evitar caer en la tentación de morder la manzana.

Pro Marcelas

La caja

Esta ya no es una esfera de radios equidistantes acariciados por el Sol en su rotación; tampoco es ese pálido punto azul que tanto nos emocionara en las palabras de Sagan. No, no lo es. Ahora es una caja, un prisma rectangular con un profundo fondo; un fondo oscuro, lúgubre, sin luz posible; un fondo donde es imposible ver ni percibir siquiera las sombras de todas las Rand Abdel-Qader que jamás sabrán en qué momento tuvo lugar la metamorfosis espacial ni qué pecado cometieron más allá de creer en la primavera.

Pro Marcelas