Elsa López

Texto:  Sonia Vaquero González

1943

“Hay un pájaro negro donde el mar se divide.

Hay un jardín de espuma florecido de cráteres.

Hay un mundo imposible,  inabarcable y mágico,

que me nace en la infancia y me muere en tu puerto”

 

Elsa López nace en Santa Isabel de Fernando Poó, Guinea Ecuatorial, el año 1943. Vive en La Palma (Canarias) desde 1947 hasta 1955 en que se traslada a Madrid donde hace sus estudios de Bachillerato y la carrera de Filosofía en la que obtiene la licenciatura en 1965. Después de un año en Lausanne (Suiza) como alumna y profesora de Literatura Española, regresa a España y compagina la docencia y la investigación antropológica. Así en 1973 presenta en la Universidad Complutense de Madrid la tesina de su licenciatura: Las supersticiones en la isla de La Palma. En julio de 1980 defiende en la Universidad Autónoma de Madrid su tesis doctoral basada en investigaciones de campo realizadas en una aldea del norte de La Palma (El tablado de la Montañeta. Estructura social y cultural de una comunidad campesina en la isla de la Palma) que mereció Cum Laude y el título de Doctora en Filosofía. En 1982 es nombrada catedrática de Filosofía con plaza definitiva en el instituto Isabel La Católica de Madrid donde ejerce como profesora hasta 1993.

A estas dos facetas (investigadora y docente) hay que unir su importante labor literaria.
En 1987 es nombrada presidenta de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid y funda y dirige la editorial Siddharth Mehta Ediciones, que promociona a poetas y novelistas orientales. En 1989 funda su propia empresa, Ediciones La Palma, que se dedica principalmente a difundir la poesía. Del año 1987 al 1989 es organizadora y miembro de “La Ortiga”, un grupo de músicos, escritores y artistas fundado en 1988 con el que participó en recitales, conciertos y grabaciones que difunden la poesía y el arte por toda España.
El Ministerio de Cultura, a través de La Dirección General de Cooperación Cultural y el Servicio de Difusión del Español, le encargan, en 1990, España canta y en 1991, el mismo departamento, la nombró asesora para la temática de Canarias en Buscando España. En el año 1993 se le concede el I Premio de Investigación “José Pérez Vidal” y se traslada a Canarias en comisión de servicio dentro de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias donde pone en marcha dos de sus proyectos culturales más importantes: “El Papel de Canarias” y “Memoria de las Islas”. Ese mismo año funda en La Palma “La Casa de Jorós”, un pequeño museo etnográfico donde celebra encuentros culturales, recitales y jornadas dedicadas a la investigación etnográfica y que sirve, además, de Casa-Museo y de Biblioteca Pública con cerca de mil ejemplares de su fondo privado relacionados con el arte, la música y las tradiciones del archipiélago canario.
En el año 2000, regresa a su cátedra de Madrid. En agosto de ese mismo año es nombrada directora de la “Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores”. En el 2003 La Opinión de Tenerife, donde trabaja como colaboradora fija desde el año 2000, la nombra miembro del Consejo Asesor. En el 2004 es designada Académica Correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. En el 2006 es nombrada ante la UNESCO Embajadora de Buena Voluntad de la Reserva de La Biosfera Isla de La Palma, en el 2007 patrona honorífica de la Fundación Carpetania y en el 2008 miembro de la dirección ejecutiva de “Canarias en Europa”, Sociedad para la Promoción Cultural.
Ha sido Presidenta del Ateneo de La Laguna y en 2016 fue galardonada por el gobierno canario con la Medalla de Oro por el impulso al mundo de la literatura, la investigación y la etnografía. En la actualidad, dirige Ediciones La Palma y Promoción Cero, una empresa dedicada a la difusión de la literatura y el arte. A estas actividades hay que añadirle las conferencias, su participación como invitada en debates y foros de radio y televisión, y sus colaboraciones en distintos diarios a nivel local y a nivel nacional. Sus actividades más recientes son la reedición de su poemario Inevitable Océano y la participación en un documental con ese mismo título sobre su vida dirigido por Tarek Ode, 2018.
Elsa López es, sobre todo, la reivindicación de la palabra, la mirada poética que parte de lo más íntimo para describir la realidad más cercana y universal.

Elsa López es melancolía, nostalgia, barcos, océanos, esperanza y libertad.
Elsa López es, simplemente, poesía.

Cuando el viento estremece las ramas de las acacias
y siento que ya es otro tiempo,
y abro en las esquinas la puerta de la sombra
y mi pecho se inunda de bruma,
y recuerdo que hay entre encinas lúgubres
los primeros restos de escarcha,

yo vuelvo a La Palma.

Cuando el humo de los tugurios me araña los ojos
y de los labios se me deslizan comisuras blancas,
y hay espuma en mis sienes,
y el olor del asfalto se me pega como un sudario a la nuca,
y recuerdo que agazapados en sus cubiles
hay hombres que no conocen el mar,

yo vuelvo a La Palma.

Cuando se me extravía la mirada en los límites de las mesetas
y observo que más allá hay tierra todavía,
y las nubes se estrechan como arañazos
a lo largo de un horizonte de tierra devastada,
y recuerdo que si abro mi ventana
no veré ahora el mar,

yo vuelvo a La Palma.
El viento y las adelfas

Te he querido, tú bien lo sabes.
Te he querido y te quiero
a pesar de ese hilo de luto que me hilvana
al filo de la tarde.
Y tengo miedo.
De la lluvia, del pájaro de nubes,
del silencio que llevo conmigo a todas partes.
Tengo miedo a la noche,
a quedarme encerrada entre alambres del sueño,
a la palabra olvido
y a tus brazos en forma de barrotes dorados.

Miedo a recorrer la casa y saberla vacía,
o a quererte, de nuevo, mucho mejor que antes.
No me abandones en esta larga ausencia.
Recuerda lo que he sido para ti otros inviernos:
el tiempo de querernos indefinidamente,
el mar,
los barcos que llegaban sin muertos a la orilla,
el ruido de las olas al fondo de la casa.
Y el viento,
recuerda el viento, amor, doblando las esquinas.
Inevitable Océano

EL HIJO SE ME HUNDE
Como un clavo de luna sujeto por la sangre.
Tengo grandes distancias recorriendo la isla,
Buscándome en la playa, el mar y los estanques,
Para encontrar el vuelo de caballos azules
Y los pinares negros y la lava de plata
Y la cuesta sin nísperos
Y las cajas de tea oliendo a miel y a hinojo
Y el agua en la atarjea
Y ese rumor que deja metido entre los bardos
El viento enloquecido
Y la cuna sin mimbres arrojada al cantero
Y la tierra mojada con las cepas caídas
Y los ojos crispados detrás de la nostalgia.
Inevitable Océano

Ya nunca volveremos al viejo paraíso donde nace la lluvia,
donde huelen a alfalfa cortinas y manteles.

Ya nunca volveremos a medir la distancia
que queda entre las ramas del drago florecido.
Ni a remover la tierra,
ni a regar los maizales,
ni a pintar las ventanas,
ni a recoger el agua en cubos transparentes.

Ya nunca vendrá el frío
a llenarnos el pozo de zarzamora verde.
Ni volverá tu boca a dejar en la mía el sabor de la almendra.

Del amor imperfecto

En tu propia mano me diste de comer
-como a los pájaros-
pan y queso con aroma de hinojo, anís, matalahúva.
Acercaste el cáliz a mi boca
y yo lo recibí como si un hambre inmortal me delatara.
Estrené falda nueva, zapatos de tacón, trenzas de oro.
Y luego fui al olvido.

(Pero siempre lo supe:
que nada amaba tanto
y no habría camino más largo
que el de quererte a solas.)
Cementerio de elefantes

Me importaban un carajo las mareas,
el aire que respiras
y ese montón de hormigas
que pisas al mirarme.
(A mí lo que me importan son tus piernas,
el tono algo inquietante de tu melancolía
y esa forma que tienes de quererme
cuando estás frente al mundo)
Al final del agua

El cielo no es azul y yo alargo los dedos,
rompo el doble cristal que me aprisiona
y vuelo hacia tu pozo
hacia el lugar umbrío donde me desconocen.
(La ventana es muy alta, el río está muy lejos,
y hay un montón de lirios flotando en las orillas).
Luego alcanzo tu nombre y te llamo.
Te llamo por tu nombre y la costumbre de tu nombre.
Me despojo del manto
y me entrego desnuda al festín de los perros.
Tránsito

Mascarones de proa

Me hundo y luego vuelvo a renacer de nuevo.
No pueden las tormentas con mi rostro y su pena.
Derivo mar adentro.
Me tragan los abismos
y resurjo de nuevo sobre el mar y las olas.
Yo soy insumergible.
Como esos mascarones de los barcos antiguos
que navegan soberbios del tajamar en lo más alto.

Mar de amores

Te quiero porque un día …

A Alexis Amador

Te quiero porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o he perdido el oriente.
Quince poemas de amor adolescente

No le digas a nadie que te regalo un sueño.
Que he cubierto mi almohada de trenzas amarillas
y que no duermo a veces pensando en tus canciones.
Que a veces me despierto en medio de la pena
y escucho tus pisadas debajo de las sábanas.
Ese será el regalo más bello que te haga.
Ofertorio

TETRAODON FLUVIATILIS

Vino del río una tarde. Se instaló en la pecera
como si hubiera sido su casa desde siempre.
Tenía un movimiento pendular y armonioso
y era como la seda. Magenta adamascada.
En los días de lluvia,
inclinaba su cabeza hacia el mar de poniente
y detenía su viaje por muy breves momentos.

Siempre estaba soñando a través de un espejo.
Soñaba con moluscos, el ciprés de la calle,
las tejas nacaradas con olor a jazmines,
el muro de la iglesia,
y la ausencia infinita de un mar inalcanzable.
La pecera

Recurrir al vacío. 
Sentirlo dentro como un anillo 
que te envuelve y ahoga. 
Sentir la nada como sentir la náusea 
o el bullir de las plumas de un ángel desplumado. 
Su aleteo constante, su constante alborozo, 
su energía, sus pausas, su lenta agonía 
y sus abrazos. 

La nieve, incesante,
en la mirada detenida de unos ojos
que aprehenden todo lo existente
a su alrededor.
La nieve, incesante, vuelve a ser verso: 

Cae del cielo la nada.  
Nubes blancas y pequeñas 
tienen su forma. 
Y así caen desde el cielo. 
Esponjosa la nada. De algodón la nada. 
Los cuervos gritan alborozados 
el paso de la muerte.

Viaje a la nada

Al fondo de la calle los barcos como imanes
en la nevera gris, oceánica y fría
Y detrás, la nada
Y después de la nada, nada.
Solo el silencio que llevamos dentro.
Viaje a la nada

El corazón de los pájaros

Valeria se lo oyó contar a la madre. Y también le oyó contar que en el cuartel de la guardia colonial metían a los negros por cualquier cosa: un robo sin importancia, una mirada agresiva a un blanco, o, simplemente, por no apartarse cuando ellos, los blancos, paseaban por la calle al anochecer. Valeria había oído que los negros tenían que levantarse de donde estaban sentados y dejar que los blancos ocuparan la acera entera; que los negros sólo se podían sentar en los muros que bordeaban la calle y ¡pobre de ellos si se les ocurría mirar a la madre y a las tías!, que eso estaba prohibido; que tenían que bajar la mirada y hacer como si ellas no existieran, como si la madre y las tías fueran transparentes. Valeria no, que ella era pequeña y sus ojos llegaban a la altura de los ojos de los negros mirando al suelo y por eso podía sonreírles y darles la mano al pasar. Eso le gustaba a ella. Se quedaba detrás, rezagada, y caminaba dando saltitos de la acera a la calle y de la calle a la acera; y los negros levantaban la mano y le ofrecían la palma sonrosada y Valeria les daba un golpe suave: uno, dos, tres golpes, sin parar de caminar y ellos le decían:
—Amboló, niña.
—Les parten los dedos de la mano —le oía decir a Pedro en la cocina hablando con la madre mientras batían los huevos para hacer tartas de queso y pastel de guayaba— o les meten palillos en las uñas de la mano y del pie para oírles gritar; para que cojan miedo al capitán Herrera y no desobedezcan a “masa” Florentino ni a los otros “masas” de la colonia.
La madre añadía en la cena que Pedro tenía razón y que eso lo hacían para que los negros tuvieran miedo a los blancos que eran menos y se hacían fuertes con ese tipo de barbaridades y además —añadía tan rabiosa el “además” que éste retumbaba por toda la casa y llegaba a la cocina donde Pedro estaba ya completamente borracho tirado por el suelo— a ella sí que la miraban al pasar y ella los saludaba, como a todo el mundo, y no sólo la respetaban sino que “además” la querían; las bofetadas las dejaba para los que no sabían hacerse respetar y de ese género de gente ella andaba muy harta, que con los que había conocido después de la guerra tenía bastante. Nadie le replicaba y ella seguía sirviendo pastelillos de guayaba como si nada. Su tono era tan poderoso, que, dijera lo que dijera, resultaba indiscutible. Cuando la madre hablaba así se hacían unos silencios muy largos.

[…] Le daba igual, y cuando nadie la miraba ni se acordaban de ella, se alejaba corriendo detrás de las tortugas y les tiraba cocos enteros encima del caparazón para levantarlas de su letargo y hacerlas caminar. A veces llegaban los niños calabares con sus barrigas hinchadas y los ombligos hacia afuera. Recordaba aquellos ojos tan negros y aquella piel como de madera brillando al sol. Se bañaban desnudos y ella también. Y los blancos les hacían fotos muertos de risa mientras la madre comía buñuelos sin parar. La dejaban jugar con ellos y correr de acá para allá por la orilla con los pies dentro del agua. Cogidos de la mano saltaban las olas pequeñas o se metían un poco mar adentro y dejaban que las olas grandes les reventaran en la barriga o se sentaban en la arena muy caliente y se enterraban hasta el cuello sin soltarse las manos.

Ahora, tendida boca arriba, sentía ese calor de nuevo sobre los brazos y escarbaba en la arena, los ojos cerrados, buscando esa mano, pequeña y cálida, que le hacía sentir menos miedo al mar tan grande y tan verde de aquellas playas del continente llenas de tiburones, de cangrejos color salmón y de tortugas enormes que entraban lentamente en el agua transparente y sin olas.

Las brujas de la isla del viento

-Son brujas , lo juro-insistía la viejita-; las oigo pasar y oigo el ruido que hacen cuando vuelan por encima de nuestras cabezas y salen al patio que es parecido al del viento.
Las confidencias de Clementina le llegaban a las dos mujeres en un susurro; Clementina había bajado la voz y luego había vuelto la cabeza a un lado y a otro como si viera algo, como si temiese sentir la presencia de alguien a su lado.
Luego se había arrimado un poco más contra el cuerpo de las dos y había vuelto a repetir :
-Son brujas.
Ruth no dijo nada. Le dio unas palmaditas a Clementina en el brazo, se despidió de Merceditas Pinto con un gesto de la cabeza y se alejó por el corredor sin levantar la cabeza. Esa misma noche Clementina despertó a Isabel García Ponzano muy agitada.
-¡Ya vuelven, ya vuelven!
-¿Quiénes vuelven, abuela?
-Ellas ahí afuera, en el patio.

Isabel salió al patio y las vio. Estaban preparándose para salir en ese momento. Se habían subido a sus escobas y se reían a carcajadas. Las reconoció a todas; y si alguna no pudo reconocer por la oscuridad, le fue fácil hacerlo por el sonido de sus voces, sobre todo la risa de Gabina Izquierdo que era totalmente inconfundible. Al día siguiente, en uno de los paseos por el corredor, se tropezó, literalmente con Roberto Gobea.
-Isabel, ¿qué te pasa? Pareces un alma en pena pasillo va y pasillo viene.
-Ahora sí que me va a creer. ¿Recuerda lo que le dije el otro día de cosas que yo sabía; de susurros y palabras del viento que entraban y salían de la cabeza como un repiqueteo? Pues bien, doctor, ahora me tiene que creer. No es el viento, doctor, son ellas. Las he visto. […]

Una gasa delante de mis ojos
Del Parque Chacabuco me quedan trazos más fuertes: ni rastro de paredes, ni himnos, ni la posibilidad de volcar en ellos la dulzura de mi alma; solo las terribles miradas de la miseria clavadas en mí. Yo creía que ignoraban el mal, la enfermedad, el dolor, pues sus impasibles gestos ante las explicaciones que yo les daba me hacían creerlo así, hasta que una mañana, después de haberles explicado durante casi hora y media los riesgos de la tuberculosis, cómo se contagiaba y lo fácil que podía ser el contagio entre ellos por la frecuencia con que todos chupaban mate de la misma bombilla y la saliva les servía de transmisor, una niña de apenas ocho años levantó su manita sobre la cabeza de los demás compañeros y muy tranquila dijo: “Mi mamá se murió de eso”.
(..) La niña no parpadeaba y yo me sentí arrinconada, noqueada contra las cuerdas de un ring que durante meses había confundido con una casita de muñecas. ¡Ay, dulces niños, crueles niños, niños de Parque Chacabuco que me llenásteis el corazón de rabia y amargura contra una sociedad mezquina y cegata que permitía unos ocho años tan “instruidos” y tan ultrajados!
[…] Yo me iba a la calle a conseguir la luna. Esa era mi respuesta. Siempre ha sido esa mi respuesta. Cuando era niña recuerdo que la luna, allá en Pocito, tenía una forma especial. Era mucho más que redonda, mucho más que grande y mucho más que de plata. La luna de mi casa llegaba a tener tales proporciones que ocupaba mi ventana de lado a lado. Parecía que había intentado penetrar por ella y no había podido hacerlo. Se golpeaba con los laterales y se quedaba trabada en ellos. Brillaba tanto que cuando yo intentaba mirarla mucho rato los ojos me dolían, comenzaban a escocerme y tenía que parpadear constantemente. Mi hermano Romeo me había fabricado una máscara de cristal ahumado colocado en una horquetilla de fresno, a guisa de monóculo, y con ella me parapetaba al pie de la cama y miraba cómo el mundo cambiaba de color: blanco, azul, amarillo grisáceo…

Los años extienden una gasa delante de mis ojos. Ya no te veo. Miro el mar al pie de lo que alguna vez fue nuestra casa y no te veo. Sólo veo esa masa gris que se prolonga hasta el infinito. Tengo muy claras las cosas que me quedan por hacer y voy a hacerlas antes de descansar.
Creo que aún me quedan fuerzas para redactar esta despedida.
He puesto música. La he puesto muy fuerte para que no me deje pensar. No quiero pensar. Nada. No pensar en nada para no tener que volver a dudar. Es lo mejor después de todo.
¿Qué me pasa? ¿De qué puedo tener miedo? Si, quizá lo tenga, pero es más fuerte esta angustia, esta desesperación que se me anilla al cuello como un grillete.
Oigo tangos. Me gustan los tangos. Me producen una extraña desazón y, al mismo tiempo, me enardecen, me provocan nostalgias y ganas de bailar.
¡Qué locura pensar semejante estupidez en estos momentos!
“Madreselvas en flor que me vieron nacer… si todos los años tus flores renacen ¿por qué ya no vuelve mi primer amor? …Así aprendí que hay que fingir para vivir decentemente…”
¡Qué disparate! Estoy cantando y los pies se me van de un lado a otro como si me fuera a vestir y a salir a la calle; como si todo lo que he dispuesto fuera un mal sueño y la realidad fuera distinta cuando sé, positivamente, que la realidad no es otra que la que estoy viviendo en estos momentos delante de unos papeles en blanco dispuesta a escribir mis últimas palabras.
Ahora debo controlar esta cabeza mía. Calmar el dolor y no dejar que pueda conmigo. Liberarme de él para ordenar tanto papel y tanta tristeza.
He recuperado las cartas de dentro del armario, de las carpetas viejas, de los bolsos y las cajas de zapatos. Las he ido ordenando dentro de una maleta pequeña que me compré en el último viaje a Europa y que tanto te gustaba. Más de una vez pensé regalártela, pero luego me decía a mí misma que estaba mejor donde estaba detrás del escritorio llenándose día a día de papeles y recuerdos que yo iba almacenando para organizarlo todo cuando tuviera un momento de sosiego. Ahora llegará a tus manos y dentro encontrarás, pedazo a pedazo, la mujer que un día te perteneció por completo.

(palabras para Elsa)

«Dentro de la poesía canaria, está la línea brillante de Tomás Morales, y la línea más soterrada, más candente, más temblorosa de Alonso Quesada. Elsa pertenece a esta última: una poesía humana inserta en la vida y sin querer huir de ella».

José Hierro

“Esa otra dimensión poética descubre Elsa, la mujer poema, la mujer con una mano de arcilla y otra de cerámica. Y con ambas escribe, con ambas ama y recoge su campamento y se marcha. De lumbre sus ojos.
Elsa anuncia tormenta y llega brisa. Sus poemas transforman su lectura en una encuesta de amor. Las palabras que no han sido usadas por Elsa esperan ansiosas en la antesala su llamado, sudando frío, sin dejar de mirar la puerta.
Todas quieren estar en sus poemas, ninguna quiere morir sin subir esa montaña. En sus poemas Elsa confiesa todo y no acepta nada. Se desmorona, se pone en riesgo, te desafía. […]”

José María Zonta
https://www.laprensa.com.ni/2015/04/25/cultura/1820885-huellas-de-pecera-de-elsa-lopez

“La poesía de Elsa entra así, suave, a veces sin aparente trascendencia. Pero te conmueve, te golpea el alma. Es un íntimo aleteo que no te deja indiferente.”

Luis León Barreto

“Y es que Elsa mira en poesía, siente en poesía, vive en poesía; por ello, en cuanto Elsa vive hay poesía, incluida su prosa”,

Yapci Bienes

«Elsa López (que pertenece a la generación de Marta Pessarrodona, Cristina Peri, Rossi, Paloma Palao…) mantiene el gusto, la delectación en la palabra tendente al colorido y la sensualidad».

Juan Cobos Wilkins

“La poesía de Elsa López captura y celebra la importancia de lo supuestamente más insignificante […] nos recuerda que vivimos en el tiempo y que “todo lo que habla” -citando a Blanchot- “está hecho de carne mortal”.

Elisa Rodríguez Court

“Su producción literaria debe ser considerada como una cima de las letras hispanas contemporánea, desde la que sobresale con voz propia e inconfundible, algo sólo al alcance de los grandes”

“acusada personalidad y sus apasionantes experiencias vitales, aún pujantes, que sin duda han proporcionado hondura a la producción de una obra inagotable e inspiradora para diferentes generaciones de escritores”.

Anelio Rodríguez Concepción

“Entiendo que Elsa llega a la gente porque su poesía es vida, es amor por la vida y es honestidad, y entiendo que todos queramos un poco de ella y de su tiempo, porque para mí es como Holden Caulfield, es esa guardiana entre el centeno que nos está llamando a todos para que no nos acerquemos al precipicio, nos abraza y nos dice que vivamos, que disfrutemos, que amemos y que seamos justos, sinceros y valientes, que valemos la pena, y que nos miremos a los ojos, que siempre debemos ver los ojos de quienes tenemos enfrente”

Alba Sabina.

“Elsa López, poeta y novelista y filósofa y antropóloga, tiene una isla para salirse del mapa cada vez que quiera, La Palma, donde los enredos del mundo se ven desde otro cielo.”

Carmelo Rivero

“La Palma, en Elsa, es una constante, el territorio al que regresa, su fuente de inspiración y el lugar que abandera desde el amor. Creo que sería muy complicado entender a Elsa sin La Palma y, a La Palma sin Elsa”

Tarek Ode

«Hay tres conceptos, que son símbolos para todo isleño, que son propios de nuestra idiosincrasia, y lo son también para Elsa: mar, isla y viaje, el viaje como símbolo de un trayecto vital”

Oswaldo Guerra

“Una poeta con experiencia y pulcritud que bascula entre el paisaje y la memoria, la reivindicación social.”

Luis León Barreto

Elsa López ha sido/es una mujer pionera en muchos frentes: la antropología, con estudios sorprendentes e innovadores, la edición, dando voz a numerosas autoras y autores que han encontrado en ella una puerta a la realización de su proyecto literario y por supuesto en la Literatura. Así, el Cabildo de Tenerife ha propuesto a la poeta y novelista palmera como Premio Canarias de Literatura 2018 por su trabajo como difusora de la literatura a través de Ediciones La Palma y Promoción Cero, apoyando a los jóvenes escritores de la Isla y por una producción literaria que es una de las más consolidadas de Canarias, con proyección nacional e internacional.

Elsa López forma parte de un corpus de mujeres escritoras que sondearon su mundo interior y cuestionaron el que les rodeaba y, a través de las páginas de sus libros, dejaron un legado fundamental para la revisión histórica de las mujeres en Canarias.
Por todo esto su nombre aparece incluido en multitud de antologías y proyectos literarios en torno a la voz de la mujer como sujeto literario.

*Breviario del deseo: poesía erótica escrita por mujeres Luz María Jiménez Faro, Torremozas, Madrid, 1989

*Breve historia feminista de la Literatura española, 1998, Iris M. Zavala

*La poesía escrita por mujeres y el canon (III Encuentro de mujeres poetas, 1 al 4 de octubre de 1998, en Lanzarote). Cabildo Insular de Lanzarote, (Lanzarote 1998).

*El deseo de la palabra. IV Encuentro de poetisas, Málaga, 1999.

*VI Encuentro de Mujeres Poetas. Ayuntamiento San Sebastián-Donostia. San Sebastián, 2001.

*Mujeres de carne y verso. Manuel Francisco Reina. La Esfera de los Libros, Madrid, 2001.

*Escritoras canarias del siglo XX. Blanca Hernández Quintana. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas, 2003.

*Ilimitada voz (Antología de Poetas Españolas 1940-2002). José María Balcells. Servicio de Publicaciones, Universidad de Cádiz, 2003.

*Isla mujeres. Instituto Canario de la Mujer, Tenerife, 2003.

*Doce poetas andaluzas para el siglo XXI. Sharon Keefe Ugalde y María Rosal. Aula Poética Casa del Inca, Montilla, 2004.

*Desde su ventana (Antología de poetas canarias del siglo XX). Blanca Hernández Quintana. Ediciones La Palma, Madrid, 2004.

*En voz alta: las poetas de las generaciones de los 50 y los 70. Estudio preliminar y compiladora: Sharon Keefe Ugalde. Hiperión, Madrid, 2007.

*Diccionario de escritoras canarias del Siglo XX, 2008, Blanca Hernández Quintana

*Mujer y cultura en Canarias. María del Carmen Reina Jiménez. Colectivo de Mujeres Canarias. Gobierno de Canarias. Instituto Canario de Igualdad, 2010. DL: GC 128-2010

*Ponte en mi piel. Un proyecto de Nieves Álvarez. Gobierno de Cantabria. Dirección General de Igualdad y Mujer. 2016. ISBN 978-84-617-6790-8

* Exposición de mujeres escritoras: Leyendo en femenino, y en numerosas antologías nacionales e internacionales.

*Actas del VIII Encuentro Internacional de mujeres poetas: diversidad de voces y formas poéticas (En memoria de Ernestina de Champourcin). Edición a cargo de Ángela Serna
Diputación Foral de Álava, 2016. (Págs 126-128; 163)

*Perdone que no me calle. 62 autoras canarias denuncian la violencia contra las mujeres. Compiladora María Gutiérrez. Ed. Centro de la cultura popular canaria, Tenerife 2017

La obra de Elsa López está condicionada por su concepción ideológica y su experiencia vital. En ella su compromiso hacia su condición como mujer es indudable

«Yo soy muy de mujeres. Mi mundo es un mundo de mujeres: mi abuela, mi madre, las mujeres canarias… mi trabajo se lo debo a esas mujeres también. No podría escribir todo lo que aprendí con ellas.».

Toda su obra está impregnada de su yo-mujer: «La poesía de Elsa López está hecha a la medida y semejanza de la mujer» Gregorio Morales.

En su poesía es, en palabras de Antonio Arroyo Silva, una “Mujer que ama y duda y vuelve a creer. Mujer que necesita definirse y reafirmarse, fundarse en el texto, desde esa penumbra que ha sido la vida de la mujer histórica. No sólo la autora, el sujeto poético femenino y, si se quiere feminista, ha de transformar el paisaje institucionalizado por el hombre y ha de llenarlo con su respiración y su sentir.”

Pero además, “Activismo el de Elsa que va más allá del poema mismo, que hace, deshace e investiga todos los recovecos del espíritu femenino a través de la historia y la memoria y que la hacen acudir al ensayo antropológico y a la narración”

En sus novelas los personajes femeninos se alzan con la fuerza de la palabra que Elsa les otorga y se convierten en un reflejo de la historia de la mujer misma: mujeres que aman, mujeres que sufren, que son humilladas, que quieren pero no pueden, que guardan el secreto de la tradición y la sororidad y que son poseedoras del don más preciado y trágico, su misma condición femenina.

El corazón de los pájaros es una novela, escrita desde el punto de vista de mujeres, que forman un clan de tres generaciones, en ella, el hombre es un ser extraño, que causa frecuentemente dolor y que rompe el equilibrio natural de las cosas. Desde el título mismo de la novela vemos un un paralelismo entre el pájaro y la mujer, que unen su destino de forma simbólica y fatal.

Una gasa delante de mis ojos es una novela-carta homenaje a Alfonsina Storni que se convierte en un canto a la libertad personal, al derecho de elegir y decidir un destino propio. Una novela en la que reconstruye la última etapa de la vida de Alfonsina, quien en primera persona, surge a través de la palabra de Elsa para revelarnos una mujer que no se conformó con el papel que le tocó vivir. Una gasa delante de mis ojos es una novela llena de nostalgia, emoción y ternura, en el que se defienden con ahínco los derechos de igualdad de la mujer con respecto al hombre.

“Entendí que la libertad que tanto me obsesionaba no tenía ningún sentido si no se adquiría dentro de un contexto social y político. La mujer no sería libre nunca si no conseguía legalmente los derechos que la igualaran con aquellos que habían construido las leyes para dominarlas no solamente a ellas sino a todos los que como ellas fueran considerados más débiles o más indefensos que los promulgadores de la ley. Por esas razones la lucha femenina debía plantearse como un problema social y político referido a un determinado sector de la sociedad llamado mujeres.”
Una gasa delante de mis ojos

“Yo quería ese hijo, mil veces volvería a explicarlo, y no creo que sea tan difícil de comprender, pero no quería ser mujer hasta ese punto ¡Qué fácil es para ellos decir quiero ser padre o no quiero serlo…! Palabras, ideas… Para nosotros es algo más: entregas tu propio cuerpo, das tu carne, tus venas, tu sangre y parte de tus huesos. Dejas de ser tú para ser parte de otro cuerpo que luego se desgajará de ti. Y si no quieres dejar crecer dentro de ti lo que eres y no eres, debes arrancarlo por la fuerza, arrancando carne y sangre, no solo palabras. Y eso duele física y moralmente. Y eso determina brutalmente a media humanidad que lleva encima un sexo diferente a la otra media.”
Una gasa delante de mis ojos

Las brujas de la isla del viento

La obra narra la historia de un grupo de mujeres ingresadas en un centro psiquiátrico de una isla constantemente azotada por el viento. Las protagonistas de la novela están aquejadas de diferentes males, pero con un síntoma común: el viento les ha provocado delirios y trastornos que los médicos tratan de investigar. El origen de esta novela se remonta a una investigación de la autora realizada en los años setenta en torno al tema de las supersticiones en La Palma. Rebeca Piñeiro, Encarnación Miralles, Gabina Izquierdo, Asunción Cabrera y Natalia Bermúdez son algunas de las protagonistas de unas historias en las que la miseria, las supersticiones y el miedo convierten en brujas a mujeres maltratadas y perseguidas por la sociedad. En palabras de la autora la novela es “una metáfora sobre la situación de maltrato y consiguiente aislamiento que han sufrido las mujeres a lo largo de siglos de historia en los que hemos sido estigmatizadas, e incluso, en épocas anteriores, señaladas como brujas”

“Por estas rarezas con que en el pago la trataban; porque el marido había vuelto a darle palos de forma inesperada y porque estaba harta de aguantar mierda, una mañana, Rebeca decidió hacerse bruja de verdad”

“Cuando los seres humanos no entienden el mundo que les rodea ni los fenómenos que en él se producen, inventan un lenguaje que les explique lo que les sucede. No importa cómo lo expliquen ni que lenguaje utilicen, lo que importa es encontrar una respuesta a sus miedos y a sus dudas. La mayoría de nuestras pacientes han buscado una explicación a sus problemas y a sus achaques; el que hayan recurrido a un lenguaje que se acerca más a la mitología que a otra cosa no disminuye el valor de sus conclusiones”

“Ellas conocían las propiedades de algunas plantas, y eso era lo que, en definitiva, las hacía más sospechosas. Tenían animales como única compañía y su forma de vivir se volvía peligrosa hicieran lo que hicieran”
Las brujas de la isla del viento

Elsa López expresa además su activismo, su conciencia más feminista a través de sus colaboraciones en otras formas discursivas y textuales. Destacamos así sus artículos de opinión, su participación en mesas redondas, conferencias y otros foros culturales en los que siempre ha dejado patente su compromiso con el colectivo femenino.

https://dragaria.es/60-escritoras-canarias-manifiesto-la-paridad/
https://dragaria-gegkznh7c.netdna-ssl.com/wp-content/uploads/2017/12/manifiesto_escritoras_canarias.pdf (Manifiesto de 60 escritoras canarias por la paridad y la visibilidad de las muejres en la Literatura)
https://www.youtube.com/watch?v=5PhUvvLN0fw (Charlas entre la escritora y periodista mexicana Ángeles Mastretta, y la poetisa nacida en Guinea Ecuatorial, Elsa López. Moderado por el periodista Juan Cruz)
https://www.ull.es/portal/noticias/2012/el-instituto-de-estudios-de-las-mujeres-de-la-ull-organiza-una-semana-de-actos-sobre-las-feminas-y-la-literatura/
(Mujeres y Literatura: Discursos transformadores)

Como muestra de su compromiso feminista y de su constante lucha por la búsqueda de la igualdad recuperamos su lección inaugural del curso 2014-2015 de la UNED en Santa Cruz de La Palma. En su intervención, la poeta hace una defensa combativa de las mujeres escritoras:

“viven una situación de delirio: son canarias, son mujeres y, además, son islas”

LECCIÓN INAUGURAL DE ELSA LÓPEZ curso académico 2014-2015 de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

‘Una habitación sin vistas: escritoras sin territorio propio’
Cuando se plantea cualquier referencia literaria a mujeres o a prototipos de mujeres relacionadas con el mundo de la literatura hay una tendencia generalizada a repetir los arquetipos que durante siglos han proliferado en ese campo. Si citamos al sujeto literario veremos cómo esos arquetipos son universales y se repiten en muchas culturas de una manera casi constante. A lo largo de la historia los ejemplos son cuantiosos. De una manera estructural podemos crear unos determinados cuadros de inserción donde tendrán cabida todas ellas. Desde mi punto de vista ese es un buen trabajo de investigación para especialistas en cualquiera de esos campos. Estoy segura de que van a ofrecerme largas listas donde de la A a la Z van a aparecer mujeres que han representado el honor, la venganza, la justicia y un largo etcétera de principios morales o inmorales que han ido formando parte de nuestra iconografía: la madre, la amante, la heroína, la desvergonzada, la aventurera, la infiel… Desde los libros sagrados más antiguos hasta los comics más actuales, podemos clasificarlas con absoluto rigor. Ahora bien, si de lo que hablamos es de la mujer como agente directo de la literatura, los arquetipos se instauran de forma muy parecida aunque con nombres distintos: desde la escritora mediática hasta la escritora marginal pasando por la escritora objeto y terminando por la escritora que participa por entero en la vida social y literaria del tiempo que le ha tocado vivir, los modelos se construyen y se utilizan según la conveniencia social y cultural del momento. Editores, críticos, libros de texto, antologías y demás soportes que tan bien saben manejar los administradores oficiales de la cultura, están llenos de ejemplos con nombres y apellidos de unas y de otras. Creo que el cuadro de responsabilidad estadística nunca llegará a ser tan grande que no podamos hacerlo viable. Hacer uso de ello en los distintos esquemas culturales que queremos representar dentro de nuestra sociedad es, cuanto menos, una frivolidad si dejamos de hacer un repaso por otros campos de la vida activa literaria compuesta por mujeres.
Creo que no es tarde para denunciar las carencias que en el campo de la literatura activa vienen apareciendo desde tiempo inmemorial y cómo esa denuncia se hace necesaria cada vez más debido a cómo se representa a las mujeres en el campo de la actividad literaria y no sólo de lo que ellas representan dentro de ese campo. Por otra parte, cuando se plantea este tema no puedo dejar de pensar en esas otras que fueron silenciadas por la historia o por los prejuicios de quienes la escribieron. Pienso en las que vieron cómo se borraban sus nombres de la lista o cómo padecieron sobre su propia carne el destino de ser invisibles para una sociedad que las enaltecía como heroínas de sus narraciones y poemas épicos, pero las rechazaba como seres vivos capaces de vivir esas mismas historias e incluso de escribirlas ellas mismas. Porque los problemas de esas mujeres fueron siempre parecidos: desde la invisibilidad hasta la imposibilidad de ejercer un oficio para el que estaban perfectamente dotadas: el de escribir. Y esa posibilidad les fue negada por no tener, entre otras cosas, la libertad de hacerlo o un tiempo y un territorio propios donde hacerlo.
Por una parte son invisibles, transparentes. Están en escena y no se las ve. Presiden instituciones, congresos, departamentos sociales, y no se las ve. Pintan, escriben, componen, dirigen orquestas, crean arte, y no se las ve. Se silencian sus nombres o se las aparta del canon que es lo mismo que no ser. Porque si no se las nombra, no son nada. Nadie duda de que hubo escritoras espléndidas en todas las épocas dignas de ocupar un lugar destacado en las mejores enciclopedias o artistas dignas de tener colgadas sus obras en los mejores museos. Y si nadie lo duda, ¿por qué no están? ¿Quién ha borrado sus nombres de esas páginas? ¿Quién o quiénes han olvidado colocarlas en el sitio que les corresponde? Es necesario pronunciar esos nombres para que existan. Debemos escribir sus nombres para reivindicarlas, para hacerlas visibles, para darles la vida que no tuvieron. Por eso es necesario que las nombren, que las designen por su nombre y por lo que él significa. Hay cosas que es mejor no nombrarlas para no hacerlas evidentes. Esa es la clave para entender el silencio creado alrededor de las mujeres. La visibilidad de una mujer está permitida siempre y cuando responda a los cánones que la sociedad dominante haya creado. Ninguna mujer que tenga voz propia, que sea beligerante o emprendedora, es aceptada por la mayoría de las sociedades patriarcales. Y si una mujer así existe, se procura minimizarla, ridiculizarla, quitarla de en medio. No se cuestiona la autoridad cuando es un hombre quien la ejerce, sea en el campo que sea. Se cuestiona cuando es una mujer.
Mi posición al respecto es más que una denuncia. Es un llamamiento, un toque de atención, un gesto de rebeldía ante una sociedad que nos da la espalda con determinadas actitudes que debemos aprender a leer entre líneas. Actitudes que van desde un proteccionismo excesivo e innecesario, hasta una clara actitud agresiva de rechazo, pasando por una posición de indiferencia casi absoluta que ha conducido, en muchos casos, a que esa invisibilidad dure siglos. Si se trata de proteccionismo (da igual que sea familiar o gubernamental) las mujeres se verán obligadas a pagar una cuota muy alta. Si se trata de rechazo, la expulsión de cánones, jurados, mesas de debate literario, academias, etc., no serán los problemas mayores a los que tener que enfrentarse. Y si los problemas se derivan de la indiferencia social, no será sólo la invisibilidad el mayor de ellos. Si hablamos de proteccionismo, el más grave seguirá siendo el de la manipulación de género por parte de determinados gobiernos autónomos. Como muy bien explicaba Helena González, catedrática de Filología Gallega y Portuguesa de la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona en un encuentro de escritoras celebrado en Barcelona en el año 2000, las mujeres que escriben y que además pertenecen a una determinada autonomía deben estar preparadas para lo peor.
Entre las propuestas de esta profesora estaba el reflexionar sobre los fenómenos socio-literarios que han influido e influyen de manera decisiva en la construcción y reconocimiento de la literatura hecha por mujeres desde determinadas autonomías del estado español gobernadas por nacionalistas y, por lo tanto, con una clara política cultural: la de ejercer como mediadores en relación con su proyección exterior. Según González Fernández, el nacionalismo fagocita lenguas, culturas, mitos, y todo lo que se le ponga por delante. Es un paraguas totalizador, (totalizing umbrela) concepto cultural formulado por el crítico cultural indo-americano Radhakrishan: “¿Por qué el advenimiento de las políticas nacionalistas señalan la subordinación si no la derrota de las mujeres? ¿Por qué la política del “uno” normalmente aplasta la política de las “otras”? ¿Por qué no podrían las dos coordinarse dentro de una relación cordial y dialogante de responsabilidad mutua? ¿Por qué el nacionalismo logra comúnmente el efecto ideológico de discurso completo y supuestamente macropolítico, mientras la cuestión de las mujeres —incapaz de conseguir su propia identidad autónoma macropolítica— permanece en un ghetto, dentro de su espacio específico y regional? En otras palabras, ¿por qué imperativo natural o ideológico, o por qué exigencia histórica, la política nacionalista se convierte en un obligatorio y envolvente paraguas que subsume otras y diferentes temporalidades políticas?” (Radhakrishan en Ugalde 1996: 229).
Esta idea tan plástica del paraguas totalizador permite explicar la situación de doble compromiso que marca la escritura de mujeres en sistemas periféricos, compromiso que se acentúa cuando lo hace en una lengua “minorizada”. En estos casos, las escritoras son triplemente subversivas porque no sólo tienen que abordar el conflicto de un lenguaje y un imaginario patriarcales, sino que están obligadas a participar, aunque sea por defecto, en los embates de los discursos nacionales y a utilizar como herramienta una lengua que no siempre está completamente normalizada tal y como ocurre con el gallego, una lengua que la veta, además, para una mayor difusión de su obra. Para la mayoría de las mujeres que escriben en el País Vasco, en Cataluña o en Galicia, un nacionalismo feroz ha colocado sobre ellas una enorme sombrilla protectora que las ha ido devorando poco a poco hasta dejarlas vacías de contenido propio; un paraguas protector capaz de desposeer de mitos a las escritoras antiguas; capaz de crear nuevos lemas en la poesía escrita por mujeres y así despojarlas de identidad propia para darles la identidad re-inventada por ellos; capaz de crear nuevos productos político-culturales que puedan ser exportables.
Lejos de la agresividad que parecen desarrollar los mercados culturales que ejercen un poder centralizador y hegemónico (léase Barcelona, Madrid o Valencia, por ejemplo), las creadoras que dependen, cultural o socialmente, de determinadas comunidades autónomas, creen sentirse a salvo de esa terrible maquinaria, devoradora y alienante, que parece consumir a las creadoras que no tienen la suerte de habitar en la periferia. No nos engañemos: el gran paraguas totalizador que las protege en apariencia, es un engaño más terrible aún, pues las envuelve bajo una falsa sombra de protección. El patriarcado nacionalista es mucho más agresivo porque nos hace caer en la trampa de la aparente defensa de intereses cuando realmente lo que hacen es conducirnos a una triple marginación: la marginación política, más la marginación de género, más la marginación de la marginación periférica. Las escritoras canarias, en concreto, viven una situación de delirio: son canarias, son mujeres y, además, son islas. Son, por lo tanto, triplemente periféricas y las culturas periféricas son más proclives a dejarse llevar por la hegemonía de esa nueva industria que ahora vende un nuevo producto llamado “mujeres”. Esta es la razón por la que deben luchar todavía con más ahínco para defenderse de ese triple aislamiento geográfico y cultural. Porque una escritora en Canarias es una pequeña isla dentro de otra isla que a su vez es aislada de la cultura continental por razones geográficas y de distancia, y en su propia isla ella es una isla definida por su propio auto aislamiento producido, a su vez, por el agotamiento de su lucha por ser mujer, combativa, isleña, periférica, y que, además, trabaja de forma aislada, subversiva, feminista y no totalizadora. En resumen, poco o nada les queda por hacer excepto la denuncia y una logística de defensa armada de voluntad y raciocinio; lanzarse a la calle intentando no morir en el primer asalto y, desde una independencia económica y una habitación propia, escribir que nuestro propio deseo de conocimiento es más fuerte que cualquier estructura o tradición. Y, finalmente, siguiendo la propuesta de González Fernández, preguntarse, con mayor dureza, si cabe, si desea resguardarse bajo el paraguas totalizador o empaparse bajo la lluvia; salirse del paraguas y entrar en la casa grande de la literatura con los pies embarrados.
Esto por una parte. Por otra, existe el problema del espacio; la ocupación de un espacio físico dentro de los territorios tradicionalmente masculinos; la demarcación de un territorio propio donde poder hacer lo que deseamos hacer: escribir, por ejemplo. Esta es una batalla de la que aún muchas escritoras no han podido salir vencedoras. Pese al tradicional mito de la propiedad del hogar por parte de las mujeres y la idea extendida tradicionalmente de que ese lugar es suyo y, por lo tanto, debe ser regentado exclusivamente por ellas (lo que no deja de ser un tópico totalmente ajeno a la realidad). Lo cierto es que el hogar es trabajado, limpiado, abrillantado y decorado tradicionalmente por las mujeres, lo que no quiere decir que les pertenezca; al contrario: el hogar, en la mayoría de los casos de nuestra sociedad, sigue siendo propiedad de los hombres y ellos, patriarcalmente entendido el hogar como un lugar de reposo del guerrero, se acomodan en él eligiendo los lugares no comunes de ese territorio para continuar ejerciendo, desde allí, el poder.
Las mujeres que escriben en su casa tienen un doble trabajo: aquellos que se consideran naturalmente derivados de su género tales como fregar, cocinar, hacer la compra y atender a los hijos y al marido; y los vinculados a su profesión y que pertenecen a su desarrollo como personas sociales. Unos trabajos solapan a otros llegando a producirse en muchos casos una reacción defensiva que en la mayoría de las ocasiones acaba en la exclusión de los considerados “profesionales”. Equilibrar los dos papeles es una rara conjunción de elementos que en un territorio fundamentalmente patriarcal determina el comportamiento de la mujer y acaba por minar uno de los dos roles. Por desgracia, es el que la hace ser individual, el que la distingue como ser social y la hace ser diferente, el que pierde.
La guerra se desarrolla en un frente generalmente considerado inofensivo: la propia casa. Es en ella donde se libran las batallas más duras y suele ser, casi siempre, por la conquista de un territorio propio: un lugar físico concreto, una demarcación exacta donde situarse y desarrollarse. En el caso de la literatura nos encontramos con que el no tener ese territorio donde ejercer la profesión de escribir, es una de las múltiples razones por las que muchas mujeres han dejado de serlo o no lo han intentado siquiera aún siendo esa su vocación fundamental; y, lo más grave, que acaben rindiéndose a plazo muy corto o a largo plazo. Muchas ni lo intentan.
En la historia de la literatura la mayoría de los nombres de mujeres que han ido constituyendo el canon son, además de mujeres escritoras, unas extraordinarias guerrilleras sociales y familiares. Escritoras contemporáneas con quienes he compartido muchas horas acaban confesando esa derrota diaria, ese cansancio, esa lucha cotidiana de tener que escribir bajo mínimos de comodidades materiales. Las conozco que han escrito con el hijo en un brazo y la pluma en la otra, levantándose sin parar para dar el biberón, lavar unos pañales, tender la ropa, vigilar la comida, parar la lavadora, etc., etc. Y cuando el poema está en un momento especial de construcción, cuando el capítulo de la novela llega a su punto álgido y parece que encuentra la frase perfecta para cerrarlo; cuando ese artículo parece encontrar el camino para obtener un final especial; cuando el problema planteado en un ensayo sobre moral, sobre política, o sobre filosofía parece que ha llegado al momento clave donde las tesis parecen dar paso a nuevas conclusiones, zás, la puerta se abre y las voces de la casa comienzan a dar su tono más alto: “mamá la ropa, mamá las trenzas, mamá los deberes, cariño la corbata, cariño que no llego a la reunión.” O lo que es peor: ese “cariño la puerta que estoy ocupado, que estoy leyendo o que estoy viendo un documental especial sobre leopardos.” Es el fin. La sensación de derrota, de fracaso, de no ser nada las envuelve por unos instantes. Y dejan de escribir. Dejan de mirar en su interior para encontrarse con la realidad: una habitación cerrada, sin aire, sin posibilidad alguna de abrirse a otros mundos que no sean los que marca la cultura en la que viven y que es quien decide, al fin y al cabo, lo que pueden o no pueden hacer. Porque ya no son los hijos o el marido o los padres o los amigos los que interrumpen o cierran las puertas y ventanas por donde entrar y salir de su interior, es la cultura misma −creada e impuesta por la sociedad patriarcal− la que impone las normas o los criterios que conducen a quienes las rodean a comportarse de esa manera.
En general, cuando el varón tiene alguna afición o profesión que desarrollar en su domicilio, ocupará un lugar especialmente diseñado para la ocasión, llámese despacho, llámese cuarto de bricolaje, llámese habitación especial destinada a desconectarse del agobio diario. El panorama, en cualquiera de los casos citados, siempre es parecido: un territorio designado para trabajar, para relajarse, para llevar a cabo sus aficiones o para realizarse, sencillamente. La propiedad de ese lugar le da patente de corso y nadie puede traspasar esos límites de trabajo o de afición: “silencio que él trabaja, que él recibe un cliente, que él juega al ajedrez, que escucha su concierto de piano favorito, que debate sobre los cambios profundos del universo…”
Es evidente que no es así en el caso de las mujeres excepto en raras, muy raras, ocasiones. Ellas desarrollan su tarea en cualquier parte: pintan, componen o escriben, en la mesa de la cocina, en el sofá del salón-comedor mientras custodian el sueño del hijo más pequeño, mientras vigilan el hervor de las albóndigas y acechan cómo el viento les tumba los geranios. El hecho cultural de que socialmente se reconozca el hogar como territorio de la mujer (ama de casa = dueña de la casa) lleva implícito el que nadie se cuestione qué lugar ocupará en él. “Ella se desarrolla en toda la casa y no necesita un lugar propio porque ella lo envuelve, ocupa o ilumina todo con su presencia”, lenguaje perfectamente concebido para alienar definitivamente su verdadera condición dentro del hogar y que no es otra que la de llevar a cabo los trabajos que tradicionalmente se le han impuesto y que están relacionados directamente con el espacio que se les designa: en la cocina hará la comida para el grupo; en el lavadero limpiará la ropa que previamente ha ensuciado el grupo; en el dormitorio se entregará a la ceremonia sexual previamente determinada por el líder del grupo, y así, sucesivamente. Y si alguna vez, en un extraño suceso que conmociona el orden establecido, la madre, la esposa o la hija, deciden establecer su lugar de trabajo en el hogar familiar, la cuestión se complica de manera extraordinaria.
No quiero decir con esto que no suceda lo mismo con los hombres. También en ocasiones, aunque no es éste el caso de la mayoría, el varón sufre una gran falta de consideración cuando trabaja en casa: ruidos, interrupciones puntuales (“cariño, ¿me cuelgas este cuadro?…sácame la basura, pasea el perro, al niño, a la abuela…”). Pero la diferencia es sólo cuestión de grados. Cuando es la mujer la que intenta organizar su propio espacio dentro del territorio grupal, crear en él un recinto privado de creación individual e intransferible, estas interrupciones se multiplican. El poeta José Hierro trabajaba en un bar. En más de una ocasión hemos hablado del tema y de las dificultades de escribir en una habitación donde los ruidos son familiares, cotidianos, irreverentes… En el bar los ruidos son ajenos a uno, no son agresivos ni te machacan directamente. Puedo entenderlo. Desde que yo era joven he hecho tres cuartos de lo mismo. Estudiar, escribir e incluso leer, lo he hecho en la calle, en la guagua camino de alguna parte, en los bares, en los bancos de un parque, dentro de un coche, en un atasco diario, o esperando a alguien. O, simplemente, me acostumbré a la noche cuando todos dormían y nadie podía interrumpir mis pensamientos.
La operación “escapar de la vida cotidiana”, se complica más aún si trabajas fuera de casa, porque entonces la jornada laboral se multiplica: primero, el trabajo fuera de casa; segundo, la casa y sus accidentes y, por último, tu labor creadora relegada al último lugar de la lista de necesidades familiares. Crear en casa, pese al respeto que los miembros del grupo familiar han aprendido a tener por tu trabajo a base de un largo aprendizaje y de cursos intensivos de portazos, lágrimas y cansancio, sigue siendo poco gratificante. Cuando cocinas o friegas o haces punto, nadie te interrumpe; a nadie se le ocurre decirte que dejes el aceite hirviendo y la croqueta en el aire para ir a hacer otra cosa. Pero si estás escribiendo y tienes el verso en la punta de los dedos en el momento preciso de tomar cuerpo, sí que se creen con derecho a interrumpir. No valoran esa circunstancia tan difícil, tan especial para el creador, que es el segundo en que la imagen te asalta como si tú fueras su presa favorita. Ese llamamiento al orden cotidiano de la casa y sus asuntos (“mamá me planchas la camiseta, querida ¿damos una vuelta? ¿Has visto el periódico?”), interrumpe tu creación para los restos. No es un punto que se escapa, no es una tortilla que se quema; es el instante fugaz de una frase, de una nota, de un color, que se te van para siempre.
La clave para solucionar este conflicto, uno más a añadir a los ya citados de la invisibilidad y de la manipulación de género, está en cómo hacer un nuevo uso del territorio que tradicionalmente le ha pertenecido y que ha utilizado para un determinado tipo de menesteres que no han sido, precisamente, los de la creación; territorio que ahora ella necesita convertir en lugar de trabajo y de un trabajo concreto. Esa es una de las batallas a desarrollar. La otra consiste en dar a conocer a la sociedad la necesidad de ese territorio propio donde la mujer pueda poner en marcha la actividad creadora que quiera; la necesidad de un cuarto donde poder encerrarse a crear, donde poder desarrollar esa faceta de “nuestro quehacer voluntario creativo”, como decía Virginia Woolf. Tan simple como eso.

Además de alzar su voz por la necesidad de visibilizar el papel de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, Elsa denuncia las situaciones de violencia de género que azotan a nuestro país con un número intolerable de nombres de mujeres, víctimas de amores tóxicos.
Así, participa en Perdone que no me calle, CCPC, 2017, un proyecto literario en el que 62 autoras han unido sus voces como una forma más de denuncia frente a la violencia machista:
“Porque la violencia contra las mujeres ha sido silenciada a lo largo de los siglos, ellas denuncian, cuentan, cuidan, están pendientes y dicen Perdone que no me calle, por nuestras hijas e hijos y por las nuevas generaciones de mujeres”.

Su relato nos cuenta la historia de Laura González, una joven palmera, asesinada por su novio en 2015 mientras estaba en su puesto de trabajo.

http://lapalma.diariodeavisos.com/2015/07/10/un-joven-prende-fuego-a-su-ex-novia-en-una-tienda-de-la-calle-real/

LAURA

“Laura estaba allí, detrás del mostrador. Vendía cosas, objetos que te hacían brillar, alegrarte, ser feliz. Laura hacía feliz a mucha gente. Laura pensaba que era bueno soñar con un mundo mejor, una vida nueva. Ella era joven, hermosa, inteligente y capaz de comerse la vida a bocados. A laura le brillaban los ojos cada día de una forma distinta y cada día eran nuevos proyectos, nuevas aventuras, nuevas ilusiones. A sus años el mundo se le abría de par en par.
De pronto, esa mañana, Laura se dio la vuelta. Allí estaba el hombre que había dicho alguna vez que la amaba, que no podría vivir sin ella, que si alguna vez lo dejaba, la mataría, que era para él o no era para nadie. Ella se reía. Le parecía un sueño que alguien pudiese llegar a quererla de esa manera. Y allí estaba él, de pie, con un bote de gasolina en la mano dispuesto a cumplir su promesa. Laura había sonreído sin fijarse en la muerte que colgaba de los brazos del hombre. […]”

Para Elsa el feminismo es una cuestión de educación de todas y todos. La educación, la visibilización y la concienciación social son el camino para alcanzar la igualdad real:

“Me pongo a pensar en mi pasado y veo todo lo que hemos ganado. Claro que el progreso nos sigue pareciendo lento, porque no hemos llegado donde queremos llegar. Lo que es difícil no es introducirse en un mundo de hombres, sino erradicar el machismo, una educación que les dieron a los chicos”

“El comienzo de un machista está en el hogar, y si las madres, las abuelas, todas las mujeres no somos conscientes de esto, no habrá un cambio real”.

“[…] precisamente por eso, porque no se sienten identificadas con esos movimientos de los que yo he formado parte activa, por lo que se retrotraen, creen que esto no tiene que ver con ellas, pero tiene que ver con todas. Esta es una manifestación universal” Elsa López

Aquí puedes leer algunos de sus textos más feministas publicados en un medio de prensa escrita en el que es colaboradora habitual:

La invisibilidad de las Mujeres

Lo son. Unas veces más y otras, menos. Pero lo son: invisibles, transparentes. Están en escena y no se las ve. Presiden instituciones, congresos, departamentos sociales, y no se las ve. Pintan, escriben, componen, dirigen orquestas, crean arte, y no se las ve. Se silencian sus nombres o se las aparta del canon que es lo mismo que no ser.
Porque si no se las nombra, no son nada. Nadie duda de que hubo escritoras espléndidas en todas las épocas dignas de ocupar un lugar destacado en las mejores enciclopedias o artistas dignas de tener colgadas sus obras en los mejores museos. Y si nadie lo duda, ¿por qué no están? ¿Quién ha borrado sus nombres de esas páginas? ¿Quién o quiénes han olvidado colocarlas en el sitio que les corresponde?
Es necesario pronunciar esos nombres para que existan. Debemos escribir sus nombres por las paredes del mundo para reivindicarlas, para hacerlas visibles. Para darles la vida que no tuvieron.
Hay cosas que es mejor no nombrarlas para no hacerlas evidentes. Esa es la clave para entender el silencio creado alrededor de las mujeres. La visibilidad de una mujer está permitida siempre y cuando responda a los cánones que los hombres han creado. Ninguna mujer que tenga voz propia, que sea beligerante o emprendedora, es aceptada por la mayoría de las sociedades patriarcales. Y si una mujer así existe, se procura minimizarla, ridiculizarla, quitarla de enmedio.
Ningún macho al uso consiente en ser dirigido, informado o puesto en su sitio por una mujer. No se cuestiona la autoridad cuando es un hombre quien manda. Se cuestiona cuando es una mujer. Una situación semejante crea en ellos tales conflictos de personalidad, tales esquizofrenias que, en cuanto te descuidas, te saltan a la yugular. Van a degüello.
En el momento que las mujeres aparecen en escena y actúan libremente, ellos comienzan a ponerse nerviosos y a desenvainar las espadas. Y ruedan cabezas. Las de ellas, claro. No hay otra explicación para tanta masacre. La creciente violencia contra las mujeres es una prueba que certifica lo que digo.
Cuando alguien opina que antes no ocurrían estas cosas siempre contesto lo mismo: si, si ocurrían, pero, o no se conocían, excepto que alguna se atreviese a mostrarlas, en cuyo caso sólo cabía esperar el desprecio y la marginación, o eran tan sumisas que “no daban motivos” para soluciones tan cruentas.
Porque ellos no soportan la voz, la discrepancia o la agresividad de quienes tradicionalmente estuvieron en silencio soportando humillaciones, palizas, o una amorosa indiferencia.
Hoy, en un día tan especial para nosotras, yo haría un ruego a tantos hombres que creen en una sociedad justa: que nos miren con los ojos de la admiración y del asombro; que nos nombren, que nos designen por nuestro nombre y por lo que él significa. Que nos ayuden a construir una sociedad madura donde al anunciarse nuestra presencia, hombres y mujeres, por igual, se levanten de sus asientos con devoción y respeto. No puedo pedir más. Ni menos.

8 de marzo de 2005 La Opinión

La huelga de las mujeres
A ver si nos enteramos. La huelga del día 8 no es una huelga laboral en la que tengan que intervenir partidos políticos, sindicatos y ministerios. No es una huelga en la que las mujeres se paren y dejen de trabajar para disminuir las ganancias de los empresarios o la caída de la bolsa. No se trata de no hacer nada para que los patronos se den cuenta de que si ellas no trabajan las cuentas no salen como ellos desearían. No se engañen. La huelga del día 8 es otra cosa. Es una manera de mostrar cómo muchas actividades dependen de ellas y si ellas dejaran de realizarlas el mundo se pararía. Es, sencillamente, quedarse sin hacer lo que cotidianamente hacen como las labores de una casa, de una calle, de un mercado, de una plaza, de una comarca o de un país. Trabajos y lugares que si ellas abandonaran durante 24 horas quedarían totalmente paralizados. ¿Lo han pensado?
Imagínense por un momento una casa sin que ella se levante, vista a los niños, ponga una lavadora, recoja la mesa, planche, ordene, vaya a buscar la comida, vuelva, la haga y vuelva a buscar a los niños al colegio, baje a su padre anciano de la cama, lo lave, lo vista y le dé los medicamentos, vaya a casa de una tía y la ayude a arreglarse, etc., etc., etc. Y así hasta el infinito de un solo día. Imaginen solo eso y qué pasaría si dejara de hacerlo y, como ella, millones de mujeres. Y si a esa ama de casa le sumamos las enfermeras, las cuidadoras de nuestros hijos, las vendedoras de los mercados y de tantas tiendas que trabajan por un salario mínimo en supermercados, fábricas, locutorios? Da escalofríos. ¿Y si pararan las mujeres explotadas en los prostíbulos, por ejemplo? ¿Y si pararan las abuelas, las mujeres de la limpieza, las periodistas, las artistas de cine, de teatro y de los cabarets?
Imaginen ese día sólo como un gesto, una advertencia, un simulacro de lo que puede ocurrir si ellas deciden parar definitivamente, salir a las calles y cogidas del brazo caminar por el mundo a pleno sol sin importarles las lentejas, los libros, las notas de los hijos, la cafetera al fuego, los enfermos del ambulatorio, las ventas al por mayor o las carreras en piragua. Imagínense un mundo sin esas mujeres cuando todo el trabajo silencioso, hecho por amor muchas veces y otras recibiendo humillaciones y malos tratos, desapareciera de repente y la sociedad comprendiera que sin ellas no habría posibilidad alguna de seguir adelante. Por favor, imagínenselo por un minuto. Sólo un minuto. Pues de eso se trata. De que lo entiendan ustedes de una maldita vez.
6 de marzo de 2018 La Opinión
La memoria subterránea
Es la memoria de las mujeres que han vivido en los subterráneos de la cultura y de la existencia misma. Es la memoria de las mujeres como un hecho subalterno. Es el silencio de las mujeres que comienza a abrirse camino poco a poco. Lo hace a pasos lentos como si escarbaran por debajo de la tierra. Como animales salvajes, enfurecidos y llenos de bravura, excavan con las uñas la tierra que tapona sus cuerpos y van saliendo a la superficie cubiertas de barro y de sangre. Con ellas la memoria aparece en la superficie. La memoria se abre a la luz y las mujeres comienzan a decir lo que callaron durante siglos, lo que vivieron en los pasadizos de la tierra pintando las paredes, tejiendo hilos y enigmas, amamantando a sus crías y soportando a quienes se consideraban los más fuertes; aquellos a quienes se les atribuía el poder y la gracia de los dioses; aquellos que las han avasallado, vendido, esclavizado, torturado, humillado, violado y masacrado.
Cuando los hombres se fueron a la caza y a la muerte, las mujeres alzaron sus cabezas y comprendieron que el sol salía siempre por el mismo sitio y sin permiso alguno; que ellas recibían su luz al mismo tiempo y de la misma manera que la recibían los machos de la tribu. Treparon por la tierra hasta el borde de las cuevas y presentaron a sus crías a la luz del sol y se miraron unas a otras y comenzaron a emitir extraños sonidos que eran de placer y de alegría. Y se secaron el llanto y se cubrieron el cuerpo con pieles y tapices de colores y se lavaron el rostro y miraron de frente. Se quedaron solas y se hicieron fuertes. Aprendieron a enfrentarse a las bestias y a las demás tribus, empuñaron las armas y salieron de caza durante las largas ausencias de los hombres y comprobaron que eran capaces de alimentar al resto de la familia sin su ayuda.
Sentadas a la puerta de las cuevas, esperaron el regreso de los hombres que volvían de sus matanzas y cacerías. Algunas se arrepintieron de sus hazañas y de las risas que ofendían a los hombres, volvieron a hundirse en los subterráneos de la vida y callaron para siempre. Otras salieron a los caminos y emprendieron la mayor de las batallas: se enfrentaron al gran caníbal, al gran devorador de almas que las vigilaba día y noche. Muchas murieron en el intento, pero las que sobrevivieron al terror siguen aún caminando por la superficie de la tierra contando cómo fueron aquellos años de oscuridad. Y yo las bendigo por ello. Por su coraje y por haber llevado durante siglos el peso de nuestra salvación
16 de enero de 2018 La Opinión

Las Brujas
Hace años me dediqué durante meses a buscarlas y escribir sobre ellas. Rebusqué entre los libros, en documentos y en lugares propicios, y en 1972 encontré algunas que ejercían como tales. Las visité y recogí toda la información que necesitaba. Durante dos décadas anduve buscando curanderas, yerbateras y brujas de todas las condiciones. Con esos datos empecé a trabajar con Julio Caro Baroja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, quien me puso en contacto con otros investigadores que me dieron las pistas necesarias para encontrar distintas causas de muchas de las creencias y supersticiones que rodeaban el tema.
El asunto me apasionó durante más de dos décadas. Escribí sobre ellas y sobre la relación que la brujería tenía con otras cuestiones como la influencia del viento en determinadas enfermedades mentales, las mujeres y su situación social, la religión y sus consecuencias culturales. La persecución de las mujeres durante siglos por toda Europa y las características comunes de todas ellas que motivaban las acusaciones y su posterior matanza, me hicieron llegar a conclusiones que aún mantengo hoy en día. Porque fueron principalmente mujeres las que murieron en la hoguera. Mujeres acusadas de hacer maleficios, causar enfermedades, peligros y muertes. Mujeres que vivían solas, alejadas del grupo social al que pertenecían y se dedicaban a recoger plantas con las que preparaban ungüentos y pócimas que ofrecían a sus clientes o a sus víctimas y que eran la causa de locuras, enfermedades y milagrosas curaciones. Además de comerse a los niños crudos eran capaces de volver locos a los hombres con los que mantenían extraños comportamientos sexuales. Sus poderes eran tan grandes que incluso podían volar y transformarse en seres fantásticos que los atraían hacia sus lechos y allí les partían en dos el alma. Uno procuraba no encontrarse con ellas en caminos desiertos o en bosques umbríos. Y si tal cosa llegaba a suceder, no debías mirarlas ni creerte sus ensalmos. Al final, la hoguera acababa con ellas y la sociedad quedaba así liberada de todos los males que el cuerpo de una mujer puede llegar a ocasionar.
Rara vez hubo hombres condenados por tales prácticas. En algunas culturas los hubo, pero fueron considerados dignos y poderosos y con capacidad para decidir sobre el destino de la comunidad a la que pertenecían. Las connotaciones maliciosas eran para las mujeres y no me voy a dedicar a exponer las razones de esa diferencia. Ustedes ya las conocen. Solo recordarles cuando vean arder el cuerpo de una mujer en una hoguera (sea real o simbólica) y a un pueblo entero aplaudiendo tal sacrificio, que ellas aún existen y siempre estaremos dispuestos a exterminarlas para liberarnos a nosotros mismos de ser como somos y de pensar como pensamos.
10 de abril de 2018 La Opinión

https://www.youtube.com/watch?v=0Fy55BIrbko “Te morirás primero”

https://www.youtube.com/watch?v=a-o8yGMEVDw&t=321s Inevitable Oceáno, Tarek Ode

Déjame ser, Tarek Ode; documental que recoge el perfil de mujeres creadoras canarias que fueron pioneras en sus diversas trayectorias artísticas. Entre ellas se encuentra Elsa López.

https://www.youtube.com/watch?v=gW1qrfiiY-M Elsa López, En primera línea

https://www.youtube.com/watch?v=qGqiKFfsWTg TVC En 30 minutos

http://www.rtve.es/alacarta/audios/canarias-mediodia/entrevista-elsa-lopez-escritora/2088427/ RNE (audio)

http://www.canarias3puntocero.info/2017/02/23/elsa-lopez-hay-que-batallar-por-ser-uno-mismo-sin-miedo-a-la-sociedad-o-a-los-que-la-controlan/ Canarias 3.0

http://paraninfopoeticodefernandosanchezmayo.blogspot.com.es/2013/10/entrevista-elsa-lopez.html Paraninfo Poético de Fernando Sánchez Mayo

Elsa López y que baje el Quijote y lo vea

https://www.eldiario.es/lapalmaahora/lapalmaopina/Un_acercamiento_a_la_poesia_de_Elsa_Lopez-Antonio_Arroyo_Silva_6_337426255.html

RESEÑAS CRÍTICAS SOBRE LA OBRA DE ELSA LÓPEZ
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BARRETO, Sergio. “Elsa López-Alfonsina Storni: el contexto asumido” Presentación en la Librería de Mujeres, 13/09/2011
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GUIONES DE CINE Y TELEVISIÓN (TEMAS ETNOGRÁFICOS)

*Morir sin campanas, 1973.
*De topo en topo, 1974.
*Poema para el tiempo, 1976.

(Morir sin campanas, primera película de esta trilogía sobre Garafía, comarca al norte de la isla de La Palma, consiguió el Quijote de Oro en el primer Premio de Cine de Alcalá de Henares en el año 1975 y De topo en topo, la mención honorífica de La Cámara de Comercio de Las Palmas de Gran Canaria en el año 1977).

*Canarias Mágica, 1987. (Trece guiones sobre la historia, los mitos y las supersticiones en las Islas Canarias).

*El recodo del sol, La Palma: 1988.

*La isla de La Palma. Atlantes, TVE. Canarias, 1992.

PUBLICACIONES LITERARIAS

POESÍA:

*El viento y las adelfas. 1ª Ed. Juan Régulo, La Laguna, Tenerife, 1973. 2 ª Ed. La Palma, Madrid, 1987. 3ª Ed. La Palma, Madrid, 1993 y 4ª Ed. Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, Tenerife, 2005.

*Inevitable Océano. Torremozas, Madrid, 1982.

*Penumbra. Tagala Ediciones, Tenerife, 1985.

*Del amor imperfecto. Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla 1987.
Rusadir, Málaga, 1987. 2ª Ed. La Palma, Madrid, 1989.

*La Casa Cabrera. La Palma, Madrid, 1989.

*La Fajana Oscura. Premio Internacional de Poesía Rosa de Damasco 1989. DarTlass Ediciones, Damasco, 1990. La fajana oscura / Elsa López; [traducción, Rifaat Atfé]. Madrid: La Palma, 1991.

*Cementerio de elefantes. Gobierno de Canarias, Islas Canarias, 1992.

*Al final del agua. Julio Castro, Tenerife, 1993.
*Tránsito. La Fábrica Libros, Tenerife, 1995.

*Mar de amores. XII Premio Nacional de Poesía José Hierro 2001. Universidad “José Hierro” de San Sebastián de Los Reyes, Madrid, 2002.

*A la Virgen de las Nieves: siete poemas. Isla de La Palma: [s. n.], 2000. Ed. numerada (111).

*Quince Poemas (de amor adolescente). Aula Poética Casa del Inca, Montilla (Córdoba), 2003.

*La pecera. Aristas de Cobre, Córdoba, 2005.

*A mar abierto (Poesía 1973-2003). Hiperión, Madrid 2006

*Travesía. XIII Premio de Poesía Ciudad de Córdoba “Ricardo Molina” 2005. Hiperión, Madrid 2006.

*De la A a la Z Canarias. Editorial Everest, León, 2008.

*Ofertorio. Ediciones Idea, Tenerife, 2008.

*A la Virgen de Las Nieves Cartas Diferentes Ediciones, Isla de La Palma, 2015.

*Viaje a la nada. Hiperión, Madrid (2016).

Sus poemas han sido traducidos al árabe, francés, inglés, italiano, neerlandés y portugués y parte de su obra poética ha sido incluida en antologías nacionales e internacionales

ANTOLOGÍAS POÉTICAS:

*Magarzas. Litoral Elguinaguaria, “Cuadernos del Atlas”, Lanzarote, 1997.

*Ministerio del aire (Antología 1973-2003), Baile del sol. Colección Plenilunio, Tenerife 2003.

*Solo de amor. Antología de poemas de amor. Ediciones Idea, Tenerife, 2008.
En Publicaciones:

*“Nieve transparente”: Poesías Murales a Nuestra Señora de las Nieves, Cartas diferentes Ediciones. Isla de La Palma 2015. Edición e introducción de Víctor J. Hernández Correa

ANTOLOGÍAS DE POESÍA DONDE HA SIDO INCLUIDA SU OBRA POÉTICA:

*Idafe: ocho voces solidarias. Centro de La Cultura Popular Canaria, Tenerife, 1999.

*Bestiario: Gatos, gatos, gatos. Eneida, Madrid, 1999.

*Amanecer por los Arcos de Viana. Los Cuadernos de Sandua, CajaSur, Córdoba 2003.

*Las flores del yodo. Generalitat Valenciana, 2001.

*Diccionario bibliográfico de la poesía española del siglo XX. Renacimiento, Sevilla, 2003.

*En pie de paz (Escritores contra la guerra). Editorial Plurabelle, Córdoba, 2003.

*Pólvora blanca Antología de poetas por la paz y contra la guerra. Colectivo abierto de poetas cordobesas. Córdoba 2003

*El origen del mundo. Hiperión, Madrid, 2004.

*Tan mortals, tan divines. Ajuntament del Prat de Llobregat, El Prat de Llobregat, 2005.

*Final de Entrega. Antología de poetas contra la violencia de género. (Coordinado por Balbina Prior). Colectivo Ediciones, Córdoba, 2006.

*Poesía canaria contemporánea.: antología. (1940-1990). Miguel Martinón [Santa Cruz de
Tenerife: Idea (colección Letras insulares), 2009.

*Constelación Canaria siglo XX. Carlos Álvarez. Gobierno de Canarias y Gabinete Literario. Gran Canaria 2009

*Madrid en los poetas canarios. Gobierno de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, 2010

*Voces de papel “Canción de cuna para dormir bajo tierra a Miguel Hernández”. Instituto Cervantes, Lyon-Málaga 2010

*Últimas elegías a Miguel Hernández. Poesía desde Canarias (Fundación Canaria Archipiélago MMXXI Edición y compilación: Javier Cabrera. “El quinto toro”: [pp. 147-150]. / Dirección General del Libro. Gobierno de Canarias, Islas Canarias, 2010). Segunda Edición: Editorial Mercurio, 2017) (pp. 191-194).

*El grupo de La Palma (1990-2011): poetas de una sola isla. [Introducción, Ernesto Suárez.
[Selección y prólogo, Nicolás Melini]. Editorial: Santa Cruz de Tenerife: Idea, d. l. 2012, pp.
La llama silenciosa (Poetas canarios en El Hierro) WPM World Poetry Movement. Las Palmas de Gran Canaria, 2012

*El abrazo del Nogal de Daimuz. Antología Lorquiana 2016-2018 en Homenaje a Federico García Lorca. Tomo II, Editorial Juglar en Ocaña. Toledo 2017. (pp. 101).

*Félix Francisco Casanova. In memorian. Compilación de Juan Calero Rodríguez. Ed. Cuadernos de La Gueldera, Las Palmas de Gran Canaria, 2017.

*Autores en La Palma. Selección de Juan Calero Rodríguez. Cuadernos La Gueldera, Las Palmas de Gran Canaria, 2016. DL: GC 284-2016 (Págs. 11-25).

*Recital Poético “Luis Natera” Ediciones NACE, Guía de Gran Canaria, 2015
ISBN 978-84-944783-0-7

ENSAYO:

*Bio-Bibliografía de José Pérez Vidal, Las Palmas de Gran Canaria. Instituto Canario de Etnología y Folklore. Las Palmas, 1983.

*España canta. Dirección General de Cooperación Cultural, Servicio de Difusión del Español. Ministerio de Cultura. Madrid, 1990.

*Buscando España. Asesora en el tema de Canarias. Dirección General de Cooperación Cultural, Servicio de Difusión del Español. Ministerio de Cultura. Madrid, 1991.

*Homenaje a José Pérez Vidal. “¡Y no ver el mar…!” Nota biográfica y bibliografía en (edición al cuidado de Carmen Díaz Alayón). Excmo. Cabildo Insular de La Palma et al. La Laguna (Tenerife, 1993).

*Crítica de la razón valorativa. Filosofía de las emociones y de la comunicación. José Antonio Baeza Betancort; Lourdes García Averasturi y Elsa López. “La filosofía entre la razón y la emoción o la poesía como sistema filosófico” (pp.127-134) y “La poesía como medio de comunicación existencial” (pp.167-173). Fundación Canaria Mapfre Guanarteme. Las Palmas de Gran Canaria, 2012

NARRATIVA:

*Diego Hidalgo. Memoria de un tiempo difícil. Alianza Editorial, Madrid, 1986.

*José Pérez Vidal: Biografía de un etnógrafo canario. Cabildo Insular de La Palma,
La Palma, 1987. 2ª Edición: 2007.

*El corazón de los pájaros. Editorial Planeta, Barcelona, 2001.

*Tenerife. La memoria del agua. Editorial Darana, Murcia, 2004

*El Hierro: La isla del fin del mundo. Editorial Darana, Murcia, 2006

*Las brujas de la isla del viento. Ediciones Idea, Tenerife, 2006 2ª, 3ª y 4ª Edición, 2007

*El Viaje. Cam-PDS Editores, Las Palmas de Gran Canaria, 2008.

*Una gasa delante de mis ojos. Ediciones Idea, Tenerife, 2011

CUENTOS

*“Las gordas se bañan al amanecer”. Mnemósyne. Revista del Festival Internacional del Cuento. N 2 Separata. Diciembre 1999, Los Silos Tenerife

*“Castillito de papel”. Narradores en La Palma por Amnistía Internacional. Ediciones Alternativas. La Palma 2006

*“El sueño”. Mujeres que sueñan. Selección y Prólogo Jesús Aguado. Puerta del Mar. Málaga 2007

*“El último gol”. Riqui-Raca 1.0 cuentos del fútbol canario. [Editor literario, Ayoze Suárez]. [Candelaria, Tenerife]: Nectarina Editorial, 2010, pp. 77-84.

*“Alfonsina y yo”. Doble o Nada (Prólogo de Enrique Vila Matas), Huerga Fierro Editores, Madrid, 2010

PRÓLOGOS

La Palma, isla de las estrellas 1995
Edición e Introducción La Poesía escrita por mujeres y el canon. Edit.Cabildo Insular de Lanzarote, Lanzarote, 1998.
Un mundo de gatos. Bestiario: Gatos Gatos Gatos. Edición Margarita Hierro. Ediciones Eneida, Madrid, 1999.
Las décimas de Adrián Candelario 2000
Poesía Satírica y burlesca. Agustina González y Romero, “La Perejila”. Ediciones Idea, Tenerife 2002
La imagen que me queda. Jesús Bombín. Un editor en la isla. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas 2003. Pág. 123
Gorki en azul
Japonesas 2004
Ejercicio fuera de clase para Talia Luis. Goteras. Talía Luis Casado. Ediciones Escalera, Madrid, 2007.
Un tiempo y un espacio para las rosas de Pepa Poch. Realidad Mágica. Pepa Poch. Realidad Mágica. Ediciones del Umbral, Madrid, 2002.
El lenguaje del mar en Pepa Poch. La mar salada de Pepa Poch.
La Supervivencia de Pepa Poch. Survivors Pepa Poch. Europa Museum Conceptual Art. Editorial Bertuch, Barcelona, 2007.
Prólogo a la nostalgia de Chema Muñoz. Se me llena de magua la nostalgia. Poemuz Editores, Madrid 2012.
Palabras para otro amanecer, 2008
A una cierta edad como la de Antonio Carmona 2009
Breña Alta: el valor de la memoria
El baile de las lagartijas 2011
El mundo de María Cruces
El erotismo en la obra de Rosario Valcárcel 2010
El mejor de los encuentros Encuentros en Sambara

El Olivo y la flor del ciruelo: La estancia de San Mao y José María Quero en la isla de La Palma. Manuel Poggio Capote. “Esa mujer que posa en silencio” Prólogo de Elsa López. Legajos del Concejo n.º 2. Ediciones del Cabildo Insular de La Palma, 2014. ISBN: 978-84-87664-80-9

Cuentos desde la celda. Séptimo volumen. Premio «Ángel Guerra» de Relatos. 2016. Prologo Elsa López. (Págs. 13-20). Ed. Fundación Mapfre Guanarteme, Las Palmas de Gran Canaria, 2016. ISBN978-84-15654-72-8.

PUBLICACIONES EN REVISTAS

“La isla de La Palma”. Geo. Especial Canarias. Tenerife, 1995.

Revista literaria Baquiana. Año V, nº 29/30 Mayo-agosto 2004. Miami (Estados Unidos)

Reflejos Revista cultural de Fundación Espejo nº 2 septiembre 2004. pág.

Revista de la Academia Norteamericana de la lengua española (RANLE) Vol.1 – Nº 1-2 – 2012. Nueva York (Pág. 213)

Litoral, 254 Líneas Marítimas. Revista de Poesía, arte y pensamiento (Pág.48)

Antonio García Ysabal nos trae noticias de África, Seixo Review Artes y Letras Nº. 9. Portugal. Invierno 2008, [Pps. 68-75].

Me han venido a la memoria, “Estudio” curso 2001-2002, Mayo 2002. Madrid, 2002. [pags.12-15] ——–, Mi señorita Kuki. “Estudio” Boletín de Actividades. Nº 15. Centenario de Carmen García del Diestro (1908-2001). Madrid, Febrero de 2009

Isla Negra 8/320 Casa de poesía y literaturas julio – 2012- Especial Publicación inscripta en el Directorio Mundial de Revistas Literarias UNESCO Miembro fundador del Movimiento Poético Mundial http://revistaislanegra.fullblog.com.ar – Homenaje de los poetas de Canarias y de Isla Negra

Medina Azahara El Monte de La Novia. Poesía. Selección de poemas y nota a la edición de Antonio Rodríguez Jiménez. Editorial Almuzara, Córdoba 2008 [Pág. 69]. ISBN 978-84-96968-75-2

Españoles con salacot. África Subsahariana como lugar de emigración (1936-1975)
Catálogo. Textos: Germán Santana Pérez y Elsa López Fundación Canaria Mapfre Guanarteme ISBN 978-84-88779-93-9

Hércules Cultural Revista nº. 13 Octubre-Noviembre-Diciembre 2016. Ed. Asociación Hércules cultural. Algeciras (Cádiz), 2016 (Págs. 4-5)

Poeta en Nueva York, Poetas de tierra y luna. (Varios) Prólogo de Eutimio Martín Colección Tabacaria. Poesía. Karima Editora.2017.

Estación Poesía 12 (Varios). Editorial Universidad de Sevilla. Sevilla, Invierno 2018.

El gofio y su memoria

El universo de las mascaritas 2003

El Ateneo de Madrid

Viridiana

La otra mirada de Alberto García Alix Enero 2008-02-17

Alexis y los territorios del cuerpo

Cecilia Domínguez Luis

Tres días en Chicago

Enrique Bronx: una profesión de fe

Gonzalo González (Los secretos del laberinto)

Jorge Lozano Van de Walle: la mirada de la nostalgia

Julio Nieto y las heridas del metal

Pepa Poch: una superviviente 2008

Pepe Dámaso: el arte de vivir y de comerse el mar

Álbum de vida de Poldo Cebrián

PUBLICACIONES EN EL CAMPO DE LA ANTROPOLOGÍA

*Estudio antropológico-social de una comunidad campesina en la zona de Garafía, al norte de la isla de La Palma. Acofar, nº 12. Año XV, págs. 13-19. Madrid, 1976.
*Identidad rural y etnicidad insular. Actas 2º Congreso de Antropología de Madrid, págs. 213-217. Asociación Madrileña de Antropología. Madrid, 1981.
*El Serinoque: música y poesía popular en la isla de La Palma. Revista de folklore nº 15, págs. 71-79. Caja de Ahorros Popular. Obra Cultural. Valladolid, 1982. Aparece una publicación anterior con leves variaciones fechado en Madrid, Mayo, 1981 probablemente en un cuadernillo de antropología del Museo de Antropología de Madrid (?).
*La simbología en la medicina popular: el viento como metáfora de la locura. Arxiu d’etnografia de Catalunya, Vol. I págs.125-151, Tarragona. Departament d’Antropología Cultural. Institut Catalá D’Antropología. Tarragona, 1982.
*Expresiones simbólicas a través de un ejemplo de arquitectura popular en un pueblo de Ávila. Alcaveras nº2, págs. 2-6. Asociación Madrileña de Antropología. Madrid, 1983.
*Evaluación de la percepción de la problemática de la salud. Revista española de investigaciones sociológicas nº 23, págs. 141-158. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1983.
*Bio-Bibliografía de José Pérez Vidal, Las Palmas de Gran Canaria. Instituto Canario de Etnología y Folklore. Las Palmas, 1983.
*Símbolo y Realidad en la canción de cuna. Instituto de Sociología “Jaime Balmes”, págs. 629-635. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1984.
*II Congreso Iberoamericano de Antropología (Motivos para una reflexión). (Coautora), Alcaveras nº 3, págs. 24-25. Asociación madrileña de Antropología. Madrid, 1984.
*Los símbolos en la medicina popular. Alcaveras nº 4, págs. 2-10. Asociación Madrileña de Antropología. Madrid, 1984.
*El viento como metáfora de la locura en las Islas Canarias. Jano, vol. XXX, nº 717, págs. 72-83. Madrid, 1986.
*La simbología en la medicina popular canaria. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. T. XLII (117-140). Madrid, 1987.
*Arquitectura y espacio canario; forma y color como signo en El Tablado (La Palma). Biblioteca de Dialectología y Tradiciones Populares. T. XXIV. Págs. 89-108. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1990.
*España canta. Dirección General de Cooperación Cultural, Servicio de Difusión del Español. Ministerio de Cultura. Madrid, 1990.
*Buscando España. Asesora en el tema de Canarias. Dirección General de Cooperación Cultural, Servicio de Difusión del Español. Ministerio de Cultura. Madrid, 1991.
*Y no ver el mar. Homenaje a José Pérez Vidal págs. 31-39 Las Palmas 1993
Bibliografía de José Pérez Vidal. Homenaje a José Pérez Vidal págs. 41-49 Las Palmas 1993
*La sabiduría popular en la arquitectura. Basa nº 16, Colegio de Arquitectos de Canarias. Tenerife, 1994.
*La isla de La Palma. Geo Especial Canarias. Tenerife, 1995.
*La Palma. National Geographic. Barcelona, 2007

Literatura Universal (LIE)

1º Bachillerato

Elsa López SA

IES Arico

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