Texto: Kenia Martín Padilla
ASUNCIÓN MADERA
(1901-1980)
Nadie sabe por qué lloran los poetas.
Asunción Madera nació en Las Palmas de Gran Canaria, en una familia acomodada. Residió temporalmente en Madrid y en Málaga, donde permaneció hasta 1979, cuando regresa a su isla. En su obra se refleja el dolor de la muerte, pues tuvo la mala suerte de sufrir la de su madre y sus dos hermanas. Firmaba sus obras con el hipocorístico Chona, que era como le gustaba que le llamasen.
Además de escritora fue periodista y colaboró con diarios del archipiélago como El Eco de Canarias, La Tarde o El Día. También participó en revistas literarias, como Mujeres en la isla, Mensaje o Gánigo. Su labor como escritora hizo que ganara el premio de poesía Tomás Morales.
De El volcado silencio
MI SUEÑO
Mi sueño –que ya no es sueño
porque no es un sueño de nadie-
pronunció un profundo “no”
y se me quedó en la calle.
Mis ilusiones se fueron
a desandar los caminos
que emprendieron jubilosas,
sin contar con el destino.
Bellas ilusiones; sueños;
¿Dónde estáis?
Soledades han quedado
convertidos;
y yo, en medio de ellas
como el muerto
entre los cirios.
VENCIDAS MIS REBELDÍAS
Vencidas mis rebeldías
heme toda mansedumbre.
De tanta renunciación
llevo el corazón sin lumbre.
¡Ay, la espera
de las horas no llegadas!
¡Ay, los días
y su yunque, y la verdad
que truncó mi fantasía!
Llorando voy por mis sueños,
que solo sueños tenía…
NADIE SABE…
Nadie sabe por qué lloran
los poetas.
¡Nadie sabe, nadie sabe…!
El llanto en los demás
justifícanlo: sus duelos.
Ellos: porque vuela el ave;
porque ayer fue el mar de seda;
porque sonó dulce el clave
y se hizo polvo de oro
la luz en la rosaleda,
o porque unos ojos bellos
le miraron con bondades…
Nadie sabe por qué lloran
los poetas.
¡Nadie sabe, nadie sabe…!
ESTAS MANOS
Estas manos que nunca
taparon a un hijo,
ni lavaron nunca
sus carnes rosadas,
se duelen de haber nacido
para nada.
Mi madre en mí queda
como obra truncada.
¡Qué pena por ella!
Yo hubiera querido
prolongar su savia;
pero a veces digo, para mi consuelo
¡nadie por mi culpa llorará su duelo!
De Mi presencia más clara
EL SILENCIO
El silencio
es el inmenso palacio
por el que ando despacio.
El silencio
(que no tiene barreras)
nunca me dice: Espera.
El silencio,
que no es primavera,
ni es verano,
ni otoño,
ni es invierno siquiera,
que no es nada –para tantos-
constituye mi encanto.
El silencio
no me tiene por rara.
Es mi mejor amigo,
mi palabra más clara.
CANCIÓN DE LOS NIÑOS TRISTES
A María Teresa Madera de Suárez Franchy
Por los niños tristes mi canción se viste.
Por todos los niños sin madre acunados,
yo, madre de todos los desheredados.
Yo tengo los besos de las madres muertas
para sus caritas de nardo cuajado.
A mí sus miradas, sonrisas t/ sueño.
A mí, todo el llanto —de ignorada causa—.
A mí, manecitas que pedís caricias.
Yo tengo el calor del nido deshecho,
y mi pecho, anchura por todos los pechos.
A mí, bienamados:
los niños de nieve,
los niños rosados,
los niños morenos y demás colores.
Los niños son flores.
Por eso los hay tan varios en raza.
Todos, todos, todos,
venid a mi lado.
Por los niños tristes mi canción se viste.
Por todos los tristes y desheredados.
i Venid!
¡Yo tengo el calor del nido deshecho,
y mi pecho, anchura por todos los pechosl
De Las estancias vacías
OTRA POSIBLE EN TI
(Carta que quizás no leas…)
Sé que pudiste ser otra. Tu espíritu
desencantado, silencioso ya,
nacía espera, nada desea.
(¡Tanto fue el rigor dispuesto para ti,
contrario a tu enorme ternura!)
¿Qué podría hacerse?
(¡A mucha pena te tocó vivir)
Sé que hubieses sido otra sin
esa carga.
Otra posible en ti hubiesen conocido
los tuyos, los demás.
Sé que a veces hablas a solas y protestas
y gimes
por verte inútil a ti misma,
doliéndote de tu auténtico ser,
exiliado del tiempo,
hundido en ese mar terrible del que
no se vuelve, del que nadie regresa… Sí,
fantasma de él has sido,
de la tú imposible.
Sé que por eso mismo
la arropaste en lo más íntimo tuyo,
en tu yo infranqueable,
y por tan oculta en ti
crees que nadie sospecha su existencia.
Aun con todo la aman,
porque sin darte cuenta transparentas
la otra,
la que nadie ha visto y sin embargo
por esa intuición que descubre
el trasfondo de tanta apariencia,
la piensan,
ven tras de ti,
conocen.
Incontables veces he pensado en tu yo
sin tiempo;
en los que, como tú, sin el suyo pasaron.
Consuélate.
Apenas hay quien diga: “yo vivo
plenamente”. Sí, apenas quien
pueda decirlo. Quien lo diga…
De Los contados instante
SEÑOR ¿POR QUÉ TRAS TANTOS SIGLOS TODAVÍA…?
“Un poco de esperanza, que ya empieza
a doler, tan sostenida”.
LUIS LÓPEZ ANCLADA
¿Por qué, Señor, por qué en la tierra el odio
desde que el hombre fue, posó su planta?
A veces oscura luz habítale los ojos,
y como ves, no es como esperabas.
(Gravitóme en el alma honda tristeza,
acaso de otro mundo enamorada…)
Sólo el mal parece a su voluntad sujeto
que el bien, echa en olvido.
¿Por qué mirarse en tal rencor erguidos
y ese no poder verse, como hermanos?
Si levantada ciudad, ya destruida
por ese eterno Caín: bíblico hermano.
Hermano en quien nació, brotó la envidia.
(Oh la terrible simiente, vengadora
de un mal, que sólo en ella fructifica
y hoy como ayer, el pecho le devora).
Qué, con la misma mirada fugitiva
que huye a la luz —que avieso lo delata—,
no advierte que la sangre fratricida,
el sol —más que él, compasivo—, la seca a besos:
que de piedad, en besos se desata.
(Jamás me libraré de esta tristeza,
que un día y otro en mí, va renovada).
Señor, ¿por qué tras tantos siglos, todavía…?
Dales la facultad de ver más claro.
Recuérdales tu Ley —Ley sin querellas—,
que nada como el amor centra la vida
ni más triste, que el despojo… de ella.
De Continuada señal
TIEMPO PRESENTE
QUIEN fuera brisa, o árbol fuera. Sin esta constante angustia.
Sin este frecuente derrumbamiento de ánimo.
Demasiado porosa
la retícula
de nuestra sensibilidad,
impregnando va nuestro espíritu,
de la que hoy azota el mundo.
¿Por qué tanto buscado dolor?
¿Tanto destruirse los unos a los otros,
en este breve respiro que la vida es,
que somos?
¿Volverá el hombre a saber del inmenso bien
que supone la paz?
(Lejos de su fundamental origen,
ha olvidado que es el amor el que lo hace nacer).
Jamás se valoró menos.
Jamás la vida, tan fuera de su órbita; con apenas afectivas
raíces;
con tanta inquietud,
ha atravesado continentes enteros.
Ha cruzado tantos mares.
Ha cargado con tan terrible dolor
las ondas del espacio.
(“Y tu angustia, que me importa tanto”).
PARA SABER MÁS
Toda la obra de Chona Madera se estructura en una forma libre, sin abandonar, casi nunca, ese lejano rumor de la rima asonante, que suena, en sus versos, como la canción de un mar abierto —¿el de sus islas?— que nos comunica tantas cosas humanas, universales, que son de ahora y de siempre. Sebastián de la Nuez. Prólogo a Obras completas.
Tazón inmenso es su corazón, en él se puede beber siempre la limpieza de la intención y la fluidez de la palabra clara. Así es este vaso, deja que en sus bordes se pose el aire cuando pasa, el agua cuando cae, el polvo cuando cruza. Gracián Quijano. Prólogo a Continuada Señal.
Lejos de construir una preciosidad barroca, Chona Madera ha ido levantando, verso a verso, en la sucesión de los días, su edificación sobria y sólida. Luis Benitez Inglott. Prólogo a Las estancias vacías.
La porción de vida vislumbrada en la poesía de Chona Madera lo dice todo contra ese mundo que se empeña en que las mujeres, para llevar un existencia plena, deben casarse, tener hijos, criarlos, y perderse a sí mismas en un abismo de deberes sociales y domésticos. Saro Díaz. Prólogo a Antología Poética.
Datos biográficos:
http://www.guiadegrancanaria.net/memoriainsular/2001/personajes/chona_madera/chona_madera.html
http://www.mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/aguayro/id/1837
Enlace a su obra digitalizada:
Obras completas: http://www.mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/MDC/id/70716
Las estancias vacías: http://mdc.ulpgc.es/cdm/singleitem/collection/MDC/id/44127
Los contados instantes: http://www.mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/MDC/id/44018
Mi presencia más clara: http://www.mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/MDC/id/72581
En los versos de Chona Madera se observa que se trató de una mujer que se alejaba del rol de género dominante en su generación. En aquel entonces, se concebía que las mujeres debían su existencia a ser madres y ocuparse de las labores del hogar. Como puede leerse en su poema “Estas manos”, Chona Madera no tuvo hijos:
Estas manos que nunca
taparon a un hijo,
ni lavaron nunca
sus carnes rosadas,
se duelen de haber nacido
para nada.
Mi madre en mí queda
como obra truncada.
¡Qué pena por ella!
Yo hubiera querido
prolongar su savia;
pero a veces digo, para mi consuelo
¡nadie por mi culpa llorará su duelo!
Tal y como expone la crítica Saro Díaz (en el prólogo de su Antología Poética), Chona Madera, en cambio, dio a luz unos magníficos versos. En su obra permanecerá por siempre su savia y su genética.
Los críticos incluyen su producción literaria dentro de la poesía de posguerra. Sus versos tienen carácter elegiaco, pues muchos se dedican a la muerte, y se aprecia en ellos la religiosidad de la autora. Algunos poemas son de corte social, mientras que en otros habla de su mundo interior y sus sentimientos.
Sus obras son: El volcado silencio (1944)
• Mi presencia más clara (1956)
• Las estancias vacías (1961)
• La voz que me desvela (1965)
• Los contados instantes (1966)
• Continuada señal (1970)
• Mi otra palabra (1977)
En el año 1979 se publicaron sus Obras completas y en 2003 se publicó una Antología Poética con una selección de poemas.
Lengua Castellana y Literatura (LCL)
4º ESO