Digna Palou Cruz

Texto: Covadonga García Fierro

Kenia Martín Padilla

 

Digna Palou Cruz

1927 – 2001

“Tu cuerpo no es tu única riqueza, debes amar lo viejo”

 

 

Tacoronte, 10 de octubre de 1927 – Tenerife, 25 de junio de 2001
La infancia de Digna Palou Cruz transcurre en la casa que su familia tenía en la calle Tabares de Cala, número 20, en San Cristóbal de La Laguna. Su padre, Jaime Palou Pubill, era funcionario de aduanas. Su madre, Digna Cruz Regalado, murió en el parto. Jaime Palou Pubill casó en segundas nupcias en 1930 con Natalia Hernández Hernández, maestra nacional, con quien tuvo a su segundo hijo, Jaime, el único hermano de la poeta, también fallecido.
La Guerra Civil Española estalla a los pocos días de que Digna Palou Cruz cumpliera nueve años. Su padre es detenido el 17 de octubre de 1936 y acusado de rebelión. Pudo salvarse de ser fusilado, pero fue condenado a trece tortuosos años de prisión. Ella solía visitarle a menudo para llevarle comida, medicinas y regalos. Por tanto, pasó gran parte de su infancia y de su adolescencia haciendo visitas a la cárcel. Todo ello repercutió en su desempeño académico: según su libro escolar, cursó estudios desde 1939 hasta 1946 en el Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, los primeros años con calificaciones regulares debido a las faltas de asistencia que acumulaba por ir a ver a su padre.
Sin embargo, a partir de la liberación de Jaime Palou Pubill durante el curso escolar 1943-1944, sus calificaciones experimentan un gran cambio, pasando a obtener las mejores notas de todo su bachillerato. Digna Palou Cruz adoraba a su padre, por quien siempre profesó veneración y respeto. Tras su liberación, cuando Digna contaba solo dieciséis años, comienza una etapa de gran felicidad para ella. Obtiene su título de bachiller universitario en septiembre de 1946 y se matricula en el primer curso de Derecho en la Universidad de La Laguna. Conoce al novel poeta Julián Herraiz, con quien se promete, y su padre decide emanciparla en marzo de 1948. No obstante, este será el principio de su tragedia personal.

Nada más emanciparla, su padre abandona a la familia y emigra a Venezuela para iniciar una nueva vida. Y ese mismo año, el 11 de septiembre de 1948, muere Julián Herraiz, el amor de su vida, debido a una enfermedad renal. La pérdida simultánea de su padre y de su amado, sus dos referencias vitales, le provocan una profunda desesperación que la llevará a intentar quitarse la vida, tal como recogen los documentos hospitalarios que aún se conservan.
Tras recuperarse, decide irse sola a Madrid, encuentra allí un trabajo como institutriz y conoce al que será el padre de sus hijos, con quien se casa el 15 de octubre de 1952. El marido de Digna Palou Cruz, Manuel González de Linares y Ruiz de Velasco, era un gran esquiador y montañero: fue miembro del equipo olímpico español de esquí y participó en las Olimpiadas de Garmisch-Partenkirchen en 1936. No obstante, tuvo que formar parte en la División Azul entre 1941 y 1943, volviendo del frente ruso mutilado de un brazo con veintidós o veintitrés años.
Según el Libro de Familia que se conserva, en el momento del casamiento, celebrado en la Sierra de Guadarrama (Madrid), él tenía treinta y un años y figuraba como empleado en el equipo de gestión de la compañía Iberia; mientras que Digna Palou Cruz tenía solo veinticinco años y no figuraba su verdadera profesión, sino únicamente la coletilla “sus labores”.
El primer hijo de la pareja, Juan Manuel, nace en noviembre de 1955. Su hermano, Jaime, dos años más tarde. Durante la infancia de sus hijos, Digna Palou Cruz no quiso trabajar fuera de casa. Se dedicó por entero a la educación de Juan Manuel y Jaime, que nunca fueron a la escuela. Gracias a ella, Juan Manuel pudo hacer el examen de ingreso a los ocho años y empezar el bachillerato dos años antes que la media; entrar en la universidad a los diecisiete y convertirse en diplomático a los veinticinco.
Juan Manuel recuerda a su madre como una mujer muy activa, deportista, extrovertida, alegre y con carácter. Solía vestir con pantalones y llevar el pelo corto a lo garçon, además de conducir el coche familiar ya en los inicios de los años sesenta. Con la perspectiva que ofrece el tiempo, estos recuerdos muestran la singular personalidad de la escritora, que sin duda fue una mujer muy moderna y adelantada a su tiempo en muchos aspectos. Sus deportes favoritos eran la natación, la vela y el buceo. El agua era su elemento favorito.
Siempre tuvo una gran afición por las conferencias, en especial de literatura, historia y arte. Salía a menudo con sus amigas, con las que solía ir al cine y disfrutar de conciertos de música clásica y obras de teatro. Como anécdota, cabe destacar que su afición por el cine era tan grande que tenía localizadas todas las salas de cine de Madrid, además de haber anotado cuáles eran las mejores butacas en cada una de ellas. Otra curiosidad es que le encantaba disfrazarse: de artista de cine, de Charlot, de sirenita, de guerrera africana, etc.
Viajar también era otra de sus pasiones, descubrir la geografía española, sus monumentos, yacimientos arqueológicos y curiosidades. Las excursiones y el contacto con la naturaleza le encantaban, en especial los reinos vegetal y mineral. Coleccionaba fósiles, piedras de formas curiosas, e incluso durante un tiempo se dedicó a montar un herbario profesional.
El hijo menor, Jaime, había nacido con un tamaño más pequeño y una mayor fragilidad, requirió un tiempo de incubadora y era muy enfermizo. Falleció a la edad de seis años de un cáncer de hígado. Esta pérdida golpeó de lleno a sus progenitores, especialmente a Digna, que por tercera vez debía enfrentar la pérdida de un ser tan querido. De hecho, según el testimonio de Juan Manuel, Digna nunca aceptó la muerte de su hijo. Desde 1963 siguieron años muy duros, marcados por la desesperación de Digna y la depresión de su marido, Manuel, ambas patologías crónicas. Más aún, en 1967 aparece su primer poemario, Árbol tendido, inspirado en la dolorosa muerte de su hijo.
Digna Palou Cruz recupera el pulso de su vida habitual a finales de los años sesenta y decide volver a formarse. En 1969 sigue el I Curso de Formación de Narradores de Cuentos Infantiles de la Comisión Católica Española de la Infancia; en 1971 hace el Curso de Biblioteconomía, en la sección de Archivos y Documentación, en el Instituto Internacional; y también en 1971 se matricula en cursos de lengua rusa en la Escuela Oficial de Idiomas. En 1973 se publica su segundo poemario, Nudos, y en 1974 se hace socia del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, en cuyo carné figura, por fin, su verdadera profesión: escritora. Ese mismo año publica su tercer libro, Isótopo 56. Su marido le otorga la licencia marital, quedando con total libertad para disponer de recursos propios y también para firmar los contratos y acuerdos que precisaba para publicar sus libros. Además, también retoma en los años setenta su trabajo como institutriz, con el objetivo de poseer cierta independencia económica.

En 1977 se edita su cuarta entrega poética, Isla de septiembre. Asimismo, se matricula también en el Instituto Italiano de Madrid, donde seguirá durante muchos años los cursos de lengua y cultura italianas. Había estudiado alemán en su juventud y tenía conocimientos de francés, pero ahora adquiere el italiano como segunda lengua. Más aún, Italia y la cultura italiana serán, tras la muerte de su esposo en 1980, un punto de referencia. Viajará a Italia varias veces y encontrará allí de nuevo la alegría de vivir y el amor, esta vez como una experiencia que, a pesar de que no tener continuidad más allá de unos pocos años, le resultará muy serena y enriquecedora. No será hasta 1987 cuando aparezca Rumor de límites, el quinto libro de Digna Palou Cruz.
En cuanto a sus relaciones en el ámbito literario, cabe destacar que llegó a publicar algunos poemas en medios como ABC y Bellas Artes, y mantuvo amistad e intercambio poético con escritores como Gloria Fuertes o Gerardo Diego, su mecenas y gran amigo. En total, cinco poemarios constituyen su producción poética dirigida al público adulto, si bien es cierto que en ellos se intercalan también algunos textos que podrían dirigirse al público infantil, como pequeñas rimas y canciones.
A pesar de residir en Madrid la mayor parte de su vida, cabe señalar que entre los recuerdos de Juan Manuel también está la añoranza que su madre sentía por Canarias. En el salón de su casa de Madrid, había un gran lienzo de El Teide y un timple. Además, siempre se consumía gofio durante los desayunos. En este sentido, siempre se identificó como una mujer canaria. Tras su fallecimiento, que tuvo lugar el 25 de junio de 2001 en Tenerife, sus cenizas fueron esparcidas en el mar de la isla.

 

 

· Árbol tendido (Ediciones Ágora, Madrid, 1967) es el primer poemario de Digna Palou Cruz. Está inspirado en la dolorosa pérdida de su hijo Jaime, que falleció a los seis años a causa de un tumor. Utiliza formas clásicas como la del soneto, y experimenta con la métrica y con la rima, aunque no todos los poemas siguen una estructura definida.

 

 

· Nudos (Rialp, Madrid, 1973) es su segundo poemario. En él, la autora desarrolla una poesía existencial, de tono pesimista, de desencanto vital. Con un nuevo lenguaje, ya desprovisto de estructuras clásicas y de rima, con un verso libre más largo y narrativo, la autora reflexiona en torno a la deshumanización del mundo, la desconfianza en las promesas del maquinismo y del progreso técnico, así como en el propio ser humano y en la ciencia.

 

 

· Isótopo 56 (Aldebarán, Sevilla, 1974) es una obra dedicada a Juan Manuel. La poeta vuelve, a través de sus recuerdos, a revivir el proceso de crecimiento y maduración del hijo que sí vivó. Digna Palou no se paraliza ya ante la angustia ni profundiza en el sufrimiento. Por el contrario, el propósito de este ejercicio de volver al pasado, de rememorar, es precisamente tejer un libro lleno de buenos deseos y recomendaciones para alcanzar la felicidad. La poeta tiene conciencia de que el lenguaje de Nudos, caracterizado por el verso libre y la ausencia de rima, es el que desea consolidar aquí, y así lo expresa en estos versos: “Hablarte con sintaxis abiertas, / libres como el mar y las montañas”. Así, a través del verso libre y las formas verbales imperativas, que predominan a lo largo de toda la obra, la escritora orienta a su hijo a partir de la experiencia de su propia vida, le anima a superar los obstáculos y le da orientaciones para ser una buena persona.

· El cuarto poemario de Digna Palou se titula Isla de septiembre (Colección Dulcinea, 1977), y está dedicado a su isla natal, Tenerife. El tema que predomina en la obra es la añoranza del paisaje de la isla de Tenerife, y la propia isla como signo y como símbolo de sí misma, dado que en ocasiones la voz poética se identifica con la propia isla.

 

 

 

· Rumor de límites (Ediciones Torremozas, Madrid, 1987), el quinto y último poemario de la autora, es una obra cuyo eje temático es el desamor. En este libro, encontramos imágenes y versos de una gran belleza, a través de los cuales la autora reflexiona en torno a la naturaleza del amor y describe qué se siente al estar enamorada. No obstante, en ocasiones también hallamos una concepción del amor con tintes neorrománticos, pues el sentimiento amoroso aparece unido a la oscuridad, el dolor, el engaño e incluso la muerte.

 

 

 

 

 

Quizás sea el último poemario de Digna Palou Cruz, Rumor de límites (1987), el que mejor nos permita analizar la concepción del amor de pareja que predominaba en la época en la que fue escrito. Como se puede apreciar, en sus versos encontramos los tópicos o mitos que habitualmente se relacionan con el amor romántico, como por ejemplo la idea de que el amor lo puede todo o que los buenos momentos merecen la pena siempre, a toda costa: “Aquel que ama no mide el tiempo ni la ausencia, / sólo mide el brillo de lo amado y su propia oscuridad”; “Amar es estar herido por lo que se ama / con una extraña dulzura”; “Adivino tus rincones oscuros / donde no puede entrar mi mirada: / son tus monstruos, / monstruos que dormitan en no sé qué brazos, / en no sé qué féretros”. Como se puede observar en estos versos, el amor aparece ligado a la herida, al dolor, e incluso a la muerte.
Lee sus textos

Del poemario Árbol tendido (1967)

Ventana del invierno, tus maderos
se me queman al sol que hoy ha nacido,
ábrete ya, que el aire me ha vertido
raudales de los brotes duraderos.

Nacer, que estaban muertos los primeros
árboles de mi bosque prometido.
Nacer las nuevas ramas y el sentido
de la savia por vasos verdaderos.

Qué goce triste en mí y cómo tengo
la mano florecida de ilusiones
y el alma abierta al rumbo señalado.

Bajo estrellas de ti, contigo vengo.
Mis pies en las inéditas regiones,
de tu sueño que busca mi cuidado.

Del poemario Nudos (1973)

No hay diferencia alguna entre el mar, el árbol y la televisión.
Hay un cordón umbilical
que une ese artefacto con nuestro vientre.
¡Por eso somos geniales!
Como dioses sin piedad,
hemos creado ese amasijo de cables,
de botones eléctricos,
lleno de voz humana,
de nuestra propia imagen,
hecha a semejanza nuestra.
¡La televisión está con nosotros!
Nos tiene ensimismados,
nos entra por los ojos,
los oídos…
y ya solo somos como ella,
amasijo de cables
y de botones eléctricos.

Del poemario Isótopo 56 (1974)

Quiero que te obligues a comprender en lugar de juzgar,
que olvides el instinto de muerte
que obra en nuestra historia,
la técnica que ya llega a un grado de locura,
los dioses muertos y las ideologías extenuadas.
Porque no quiero verte desvalido,
odiando a gritos
o matando en silencio,
acomodado a la mentira ni a la servidumbre.
No trates de rehacer el mundo,
pero impide que el mundo se deshaga,
y no te importe luchar,
sin odios y sin armas,
por ese compromiso.

Del poemario Isla de septiembre (1977)

Estoy ante ti, isla,
como una niña ante el agua,
ante el primer océano que descubrieron
sus ojos no nacidos.
La tierra sobre ti se quiebra,
en los acantilados llenos de golondrinas de mar.
Estoy envuelta en vida.
Un nuevo signo mágico se levanta por todas partes,
se ocultan las golondrinas
y ya no hay prueba de que la noche exista.
Del poemario Rumor de límites (1987)
(1)
Inventaré un verano para ahuyentar el frío,
porque el invierno es una triste soledad para mí.
Inventaré las hojas de los árboles,
el rumor de los sauces,
el graznido de las grises pardelas,
las velas de los barcos distendidas,
la luz sobre mis ojos.
Inventaré delfines
saltando del agua a mi regazo,
y cálidas arenas de prodigiosos soles.
Todo es mucho más fácil que poder
inventarme tus palabras.

(2)
La añoranza es como un trozo de luna
en el agua helada de un pozo.
Y me siento como la piedra sumergida,
lanzada por un niño osadamente
para ver si es profundo.
Esa piedra que se queda para siempre en el fondo,
ahogada.

 

El domingo 31 de octubre de 1993, aparece en El Día una entrevista de la escritora María de los Ángeles Teixeira Cerviá a la poeta Digna Palou Cruz.
En esta entrevista, entre otros aspectos, Digna Palou Cruz habla sobre las que fueron sus primeras lecturas, con predilección por Joaquín Romero Murube y Pedro Salinas. También habla de la enorme emoción que sintió al leer la novela Mararía, de Rafael Arozarena, y de sus años en el Instituto de La Laguna.
Asimismo, se exponen los medios en los que Digna Palou colaboró, como por ejemplo la revista Alaluz, dirigida por Ana María Fagundo, además de otras revistas hispanoamericanas, o los principales periódicos de Madrid: ABC, Ya, Informaciones, El Alcázar y Bellas Artes.
Pero, además, se recopilan algunas de las críticas que se han hecho a la obra de Digna Palou, entre las que destacamos las de Domingo Pérez Minik, Gerardo Diego, M. García Viñó o Guillermo Díaz-Plaja.
Finalmente, cabe destacar que en esta entrevista Digna Palou hace alusión a varios proyectos literarios, concretamente, dos libros de cuentos (Cuentos a Pitusa y Sueños de porcelana) y un poemario que se llamaría Ancla en tierra. Sin embargo, hasta la fecha no se han encontrado libros en prosa entre las pertenencias de la autora. Tampoco se ha hallado ningún poemario inédito con el título Ancla en tierra.

Bibliografía
Palou, D. 1967. Árbol tendido. Ediciones Ágora, Madrid.
Palou, D. 1973. Nudos. Rialp, Madrid.
Palou, D. 1974. Isótopo 56. Aldebarán, Sevilla.
Palou, D. 1977. Isla de septiembre, Colección Dulcinea, Madrid.
Palou, D. 1987. Rumor de límites. Torremozas, Madrid.
Palou, D. 2003. De nardos y brisas. Poesía completa. Ediciones Idea.
Palou, D. 2019. Poesía completa. Edición e introducción crítica de Covadonga García Fierro. Gobierno de Canarias.

Nota:

(1). Las autoras de esta ficha biográfica queremos agradecer públicamente la colaboración de Juan Manuel González de Linares Palou, hijo de Digna Palou Cruz, quien nos ha facilitado la información que contiene esta ficha, además de permitirnos contrastar y corregir datos sobre la autora que, por desgracia, figuran mal en Internet y en numerosos trabajos institucionales y de investigación. Por ejemplo, en la mayoría de las fuentes aparece que su segundo apellido es Rodríguez, o que su hijo Jaime falleció con ocho años. Ambos datos son incorrectos.

Ámbito Lingüístico y Social (MBS)

1º PMAR

  Recursos de la SA

IES José Frugoni Pérez

El alumnado recita el poema “Árbol tendido”