3. La leyenda de los amores rotos

Benito con sus padres en la casa de Las Palmas. Ilustración de talamaletina para el libro Charlas con Tito Livio.

Benito con sus padres en la casa de Las Palmas. Ilustración de talamaletina para el libro Charlas con Tito Livio.

Cuenta Ortiz de Armengol que «uno de los motivos que pudo tener mamá Dolores para enviar a su hijo menor a la península, a la edad de diecinueve años, fue el separarle de su prima Sisita, […] Esta niña vino con su madre a vivir a Las Palmas, para gran escándalo de la familia y Benito se enamoró de ella perdidamente. Más tarde, volvió Sisita a Cuba, se casó y tuvo un hijo, a quien Galdós regaló al nacer un reloj; con Sisita mantuvo siempre unas relaciones nostálgicas y melancólicamente cariñosas, aunque separadas por la distancia. ¿Fue por esta experiencia, entre otras, por la que se quedó soltero?»

Vamos a dar algún dato más: Adriana Tate, una mujer norteamericana residente en Cuba, se había casado con un oficial de marina llamado Ambrosio Hurtado de Mendoza y pronto quedó viuda y dos hijos: Magdalena y José Hermenegildo. Posteriormente tuvo una relación sentimental con un abogado canario llamado José María Galdós, tío carnal de Benito, que también había emigrado a Cuba, con el cual tuvo una hija llamada María Josefa Wassinton, más conocida por Sisita.

Con apenas cuatro años de edad, Domingo, el hermano mayor y padrino de Benito marcha también a Cuba y cinco años más tarde vuelve casado con Magdalena Hurtado de Mendoza, como ya hemos comentado en esta biografía galdosiana. Al matrimonio lo acompañaban José Hermenegildo, el hermano de Magdalena, y la madre de ambos, Adriana Tate, que también venía acompañada por Sisita, ‘la prima de Benito’, al ser hija de José María, el hermano de su madre… ¡En fin, un gran lío! Y, para no liarlo más, no hemos dicho todavía que José Hermenegildo se casó en Las Palmas con Carmen, la hermana de Benito, que fue la única de las seis hermanas que tomó estado (se casó).

Pues bien, la alegría de la vuelta del hijo, convertido en un indiano rico, quedó empañada para mamá Dolores (la madre de Benito) por venir en compañía de la suegra y la hija ‘natural’ de su hermano. Adriana y Sisita no fueron bien recibidas en el hogar familiar de la calle del Cano y las instalaron una casa de las afueras de la ciudad.

Pero, según contaron algunos miembros de la familia, la cosa empeoró más cuando mamá Dolores se da cuenta del enamoramiento del pequeño de la familia y su prima y decide actual enviándolo a estudiar a Madrid con el apoyo de Domingo y Magdalena.

Hasta aquí otra leyenda amorosa que se ha venido repitiendo (esta sin intención maledicente) hasta el punto de ser el argumento de una novela de Santiago Gil, titulada El gran amor de Galdós.