El grito de la tierra y la sostenibilidad – Jameos Digital nº8

Brenda Hernández Alonso
IES Costa Teguise

El deterioro que sufre la Tierra requiere una respuesta urgente de todos los habitantes del planeta. Se hace necesario luchar contra el cambio climático. Nuestros centros educativos tratan de formar, concienciar e impulsar la EDS con proyectos como RedECOS. A través de ellos, nuestro alumnado va siendo cada vez más consciente de poner en práctica las 3R: reducir, Reutilizar y Reciclar.

La Tierra grita. La destrucción paulatina de nuestro planeta ha aumentado vertiginosamente en los últimos tiempos, provocando en el medio ambiente un sufrimiento de efectos ya irreversibles: los vertidos contaminantes, la sobreexplotación de actividades agropecuarias, las tormentas…hacen peligrar la calidad del agua, la salud de los océanos y mares; asistimos a una degradación de la tierra y al deterioro de la vida en nuestra Casa Común. Para hacer frente a tal problema, los gobiernos buscan soluciones innovadoras que frenen el quebranto. La Cumbre de Río de 1992 reafirma la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de 1972, sentando las bases para afrontar las amenazas que padece la Tierra en este S. XXI. Así se establecen acciones sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, se buscan medidas para frenar el Cambio Climático, teniendo en cuenta al ser humano como centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible; se crea la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) y, a partir de ahí, se toman acuerdos de actuación para frenar el deterioro. A pesar de ello, la actividad humana continúa provocando deterioro en el medio ambiente y alterando la composición de la atmósfera. La práctica excesiva de elementos contaminantes: industria, energía, transporte, residuos, deforestación,…están provocando el Cambio Climático y, consecuentemente, el “Grito de la Tierra”. Recientemente, el pasado mes de diciembre de 2019, la Cumbre de Madrid dio una respuesta tímida al clamor de acción climática y concluye con un acuerdo denominado “Chile-Madrid. Tiempo de actuar” (COP25). Los países participantes se comprometen a presentar este año 2020 los planes de acción más ambiciosos para responder a la emergencia climática y buscar medidas para una mayor sostenibilidad. El mundo se enfrenta a un desafío para mejorar los recursos. En esa tarea, la FAO trabaja para prevenir y mitigar los desastres naturales. Otros organismos hacen una llamada universal para adoptar medidas y poner fin a la pobreza, proteger al planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. En 2015 la ONU aprobó la nueva agenda de desarrollo sostenible para 2030.

Pero, ¿qué entendemos por desarrollo sostenible? El Informe Brundtland de la ONU lo define como los caminos de progreso social, económico y político que satisfacen las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y bienestar social, tarea impuesta en los últimos tiempos que lleva consigo un cambio de conducta y, consecuentemente, una educación adecuada para el Desarrollo Sostenible.


La práctica excesiva de elementos contaminantes: industria, energía, transporte, residuos, deforestación,… están provocando el Cambio Climático y, consecuentemente, el “Grito de la Tierra”

La importancia dada por los expertos en sostenibilidad al papel de la educación quedó reflejada en la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014) al proponer la necesidad de impulsar una educación solidaria que genere actitudes y comportamientos responsables y prepare la capacidad para la toma de decisiones fundamentales (Aikenhead, 1985), dirigida al logro de un desarrollo sostenible (Delors, 1996). Se trata de adoptar una educación para un futuro sostenible con planteamientos éticos, antropocéntricos o biocéntricos; una educación que ayude a contemplar los problemas ambientales y del desarrollo en su globalidad (Duarte, 2006), modificando la interdependencia planetaria y la mundialización en un proyecto plural, democrático y solidario (Delors, 1996), que oriente la actividad personal y colectiva en una perspectiva sostenible, que respete y potencie la riqueza biológica y cultural.

Es necesario que nuestras acciones educativas transformen nuestras concepciones, de manera que podamos llevar a cabo nuevas metodologías de participación social y medioambiental, con el fin de caminar hacia una sociedad más sostenible. Ello requiere avanzar desde la educación formal a un campo de educación no reglada (documentos, prensa, museos, internet). Por tanto, consideramos imprescindible el incorporar la educación para la sostenibilidad como un objetivo clave en la formación de ciudadanos: consumo responsable, actividad profesional y acción ciudadana. Así mismo, creemos importante establecer compromisos de acción en los centros educativos y en la realidad cotidiana, para poner en práctica medidas en pro de un mayor control y mejora del impacto ambiental y social. Este clima social de implicación en la construcción de un futuro sostenible se enriquece por la inclusión de la educación para la sostenibilidad, propuesta desde 2010 en “Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios” (proyecto que pretende impulsar acciones de mejora a las demandas sociales: lucha contra la pobreza, defensa de los derechos de las mujeres, apoyo a la inclusión de los desfavorecidos [minorías étnicas]). Por ello, las estrategias para el cambio y las mejoras sostenibles no se quedan exclusivamente dentro del aula o centro educativo sino que se interrelacionan con otros centros para, conjuntamente, fomentar la investigación y el estudio de manera que conduzcan a la mejora educativa como vía para alcanzar los principios basados en la profundidad de resistencia, la diversidad, justicia… el aprendizaje sostenible. Ya el Informe Delors (1996) de la Comisión Internacional por la Educación para el S. XXI presentaba la educación como una necesidad de educar toda la vida para la sociedad global, dejando a un lado los conocimientos teóricos “aprender a conocer” para enfatizar en “aprender a vivir junto con los demás”. El camino recorrido es aún corto; la educación es una estrategia para la transformación desde la acción, a fin de crear ciudadanos activos y capaces de enfrentarse con éxito a los retos mundiales. En ese sentido, en Canarias la Educación Ambiental adquirió un gran impulso desde finales de los años 70: seminarios de trabajo, grupos de investigación, formación en CEPs… Pero ha sido insuficiente porque el grito de la Tierra es cada vez más intenso; el tratamiento sanador de la educación ambiental no ha podido frenar las enfermedades que aquejan al Planeta. En este escenario, los educadores ambientales y su papel en la EDS son fundamentales dentro del Plan de Acción Global 2030, que promueve un cambio para mejorar la salud colectiva de la Tierra, integrando objetivos sociales, ambientales y económicos, dirigidos a todos los países y al planeta en su globalidad, no sólo a los países pobres. Y, en ese sentido, el Papa Francisco propone integrar todos los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU, a través de las cinco P: personas, planeta, prosperidad, paz y “partnership” (asociación).


Es necesario que nuestras acciones educativas transformen nuestras concepciones, de manera que podamos llevar a cabo nuevas metodologías de participación social y medioambiental, con el fin de caminar hacia una sociedad más sostenible.

Al margen de creencias religiosas, pero no exentos de razón, los centros educativos de Canarias trabajan por un desarrollo sustentable del entorno, llevando a cabo una gestión basada en principios de sostenibilidad (agua, electricidad, estrategias) y en la educación para la solidaridad, la paz y la justicia social; al mismo tiempo se ha ido incorporando en el currículo, de manera que el alumnado recibe, no sólo formación académica, sino también actividades basadas en prácticas más sostenibles (RedECOS), buscando nuevas formas de ver el futuro, participando de la cultura de la complejidad, utilizando el pensamiento crítico, viviendo y sintiendo el medio ambiente y fomentando la participación democrática en busca de soluciones. Centros educativos como el IES Costa Teguise, en Lanzarote, además de la concienciación y formación sobre la sostenibilidad, profesorado y alumnado trabajan cada uno de los objetivos diseñados en un Proyecto de Centro, llevando a cabo acciones de mejora a nivel interno, (Ver imágenes) pero, también, para que la implicación del entorno sea una realidad, de manera que toda la comunidad educativa, y la sociedad en general, sea partícipe del mismo.

Sin embargo, a pesar de las múltiples acciones que desde los centros educativos canarios nos planteamos, creemos que aún es insuficiente. Necesitamos otras herramientas y estrategias, metodologías y coherencia entre los contenidos y el entorno escolar; precisamos la implicación de toda la comunidad entorno al centro, que asuma unos objetivos de calidad educativa y social en consonancia con los ODS. Hay que buscar nuevas formas que fomenten la participación democrática de la cultura de complejidad: vivir y sentir el medio ambiente y actuar responsablemente. Abogamos por un centro educativo en el que todos los implicados se reúnan en distintos niveles organizativos (escolar, municipal, autonómico e, incluso, estatal) para deliberar y asumir responsabilidades en acciones transformadoras. Y, en esa tarea, la concurrencia real y efectiva del alumnado es fundamental: potenciar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que los docentes se limiten a la tarea de guiar y acompañar en el proceso. En definitiva, soñamos con una educación que mejore e impulse las capacidades, actitudes y valores a través de un proceso de reflexión-acción-reflexión avanzando hacia la sostenibilidad, siendo una comunidad educativa transformadora, solidaria.


Los proyectos de Educación para la Sostenibilidad que se trabajan en nuestros centros canarios, se basan en acciones, estrategias y metodologías que buscan concienciar al alumnado en la asunción de objetivos, de acuerdo con los ODS

Conclusión

El gran deterioro que sufre nuestro Planeta, producido por causas diversas (vertidos contaminantes, residuos químicos, deforestación, sequía…) está provocando el calentamiento global, el cambio climático. Urge dar respuestas y establecer acciones para luchar contra ese deterioro y lograr una sostenibilidad. La Cumbre de Río 1992 estableció medidas de actuación para frenar el cambio climático. Más que acciones, quedó en una Declaración de intenciones. Por ello, en la Cumbre de Madrid (COP 25) los países participantes adquieren el compromiso de desarrollar medidas contra el deterioro del Planeta. Diversas organizaciones, dependientes o no, de la UNESCO trabajan en esa línea. Pero es necesaria la concienciación ciudadana para aportar, a pequeña escala, la contribución al desarrollo sostenible. La escuela, como organismo fundamental de la sociedad que busca la educación y mejora del alumnado, que trabaja para formar ciudadanos capaces de construir e insertarse en una sociedad plural, tiene un papel relevante. Desde la institución escolar es importante contribuir a la transformación de la sociedad, construyendo un entorno sostenible, solidario, de justicia y de paz.

Los proyectos de Educación para la Sostenibilidad (p.e. RedECOS, del IES Costa Teguise, de Lanzarote) que se trabajan en nuestros centros canarios, se basan en acciones, estrategias y metodologías que buscan concienciar al alumnado en la asunción de objetivos, de acuerdo con los ODS. Pero es insuficiente. Es necesaria la implicación de toda la comunidad educativa, de instituciones y organismos para que, de manera consensuada y concurrente, se trabaje por una educación de calidad y un desarrollo sostenible.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • AIKENHEAD, G.S. (1985). Collective decisión making in the social context of science. Science Education, 69(4), 453-475
  • BREITING, S, MAYER, M Y MOGENSEN F. (2005). Criterios de calidad para escuelas de EDS. Recuperado de: http://www. Ensi.org/global/downloads/Publications/211/OC-ESP..pdf
  • CEMBRANOS, F; HERRERO, Y. Y PASCUAL, M (2007). Educación y Ecología. El currículum oculto antiecológico de los libros de texto. Barcelona: Ed. Popular.
  • DELORS, J. (Coord) (2006). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Madrid: Santillana. Ediciones UNESCO
  • DUARTE, C. (Coord) (2006). Cambio Global. Impacto de la actividad humana sobre el sistema Tierra, CSIC.
  • GARCÍA RODEJA I. (1999). El sistema Tierra y el efecto invernadero. Alambique, 20, 75-84.
  • LUQUE A. (1999). Educar globalmente para el futuro. Algunas propuestas para el centro y el aula. Investigación en la Escuela, 37, 33-45.
  • VILCHES, A Y GIL-PÉREZ, D. (2009). Una situación de emergencia planetaria a la que debemos y podemos hacer frente. Revista de educación. Número extraordinario 2009, 101-122

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