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BELÉN VIVIENTE, UNA ACTIVIDAD COMUNITARIA

Posted by on Abr 25, 2001 in Intercambio de experiencias (Revista 4) | 0 comments

Se acerca diciembre y ya se pone en marcha todo el proceso para or­ganizar las actividades navideñas; como cada año se constituye la Co­misión que será la encargada de co­ordinar las mismas (un representan­te de cada ciclo, un miembro del Equipo Directivo y una de las com­pañeras de P.T., además de algunos/as que se apuntan a un bombardeo).

En nuestro colegio, además de todos los temas relacionados con la decoración típica y tópica navideña, de los villancicos, de la campaña de recogida de juguetes y alimentos, etc., contamos con “unas cabezas pensantes peligrosas” que se han empeñado por segunda vez en mon­tar un Belén Viviente; pero no se crean que un Belén sencillito con su nacimiento y sus dos o tres pastorcitos, no; se diseñó uno, que además de empapelar todo el salón de actos del centro y todo un pasi­llo, con un montaje escénico de 6 ó 7 cuevas, una acequia de cantería para albergar a tres lavanderas, cer­cado, caminos, etc., tuvimos que rea­lizarlo en quince días escasos, ya que en los centros siempre vamos con lo que todos/as sabemos a dos manos. Pero además este curso se les ocu­rre a esas” cabezas” que sería más auténtico si se elaborasen túnicas y vestuario típico de los belenes tra­dicionales; en fin complicar un poco la cosa para que el reto sea más excitante.

Lo primero que hicimos fue la lista de materiales: telas, papel con­tinuo, grapas, agujas, hilos, máqui­nas de coser, etc.; y uno muy espe­cial para nosotros, “las manos”, muchas manos íbamos a necesitar.

Nos pusimos en marcha y todo fue elaborándose según lo previsto y diseñado, excepto lo de “las ma­nos”, que fueron muchas más de las previstas; manos del profesorado, de las familias, de los vecinos, del alumnado, de los antiguos alumnos­/as, del personal de limpieza, del portero, en fin de toda la Comuni­dad Educativa; y este hecho y no otro, es realmente lo que nos hace curso a curso y actividad en activi­dad, seguir la corriente y hacer caso a esas “cabezas pensantes” que ade­más son muchas y diversas según la actividad que se plantea a lo largo del año. ¿Por qué? Porque en nues­tro colegio Orobal (además de que nuestro nombre al revés significa “Laboro” y ese debe ser nuestro sino), lo que si se ha tenido claro desde el principio que es fundamental la participación de todos los miembros de la Comunidad Educativa, ya que de esta forma vamos conformando nuestro proyecto educativo con la aportación de todos y todas. Debemos aclarar que cuando hablamos de Comunidad Educativa no sólo nos referimos a los miem­bros que la constituyen desde el punto de vista legal, sino que en nuestro colegio ampliamos el con­cepto “padre-madre o tutor legal” por el de familia, el de alumnado, lo hacemos extensible a nuestros anti­guos alumnos, vecinos, etc., en de­finitiva optamos por un colegio abier­to a su entorno.

Para ilustrar lo que estamos di­ciendo y siguiendo con el “pretex­to” del Belén Viviente, podemos con­gratularnos de haber sacado para adelante una actividad en la que di­rectamente estaban participando 52 alumnos-as de todos los niveles y de la que pudimos disfrutar todos y to­das desde el día 18 de diciembre; además de abrirla al barrio y al Mu­nicipio los días 26, 27 y 28 de di­ciembre. Para que esto fuera una realidad se hizo un esfuerzo conjun­to y a lo largo de la semana previa a la apertura nos vimos por las tardes en el centro, un buen grupo de profesores-as, padres, madres, abuelas, alumnado y nuestros antiguos alumnos-as.

Quizás por lo “poco usual” deberíamos hacer mención a la colaboración de los que fueron alumnos del centro y que en estos momentos cursan 1º, 2º, y 3º de la ESO y que aún así, no han querido desligarse de “su colegio Orobal”, ya que desde que tienen oportunidad vienen por el centro no sólo para aportarnos su ayuda en diversas actividades, sino que nos cuentan sus preocupaciones nos explican cómo les va a nivel de estudios, nos piden información sobre distintos temas o simplemente se dejan ver y se sientan un rato en lo que hace un año, dos, o tres, fue su patio y sigue siéndolo.

Ya para acabar este “alegato” sobre la colaboración y la participación, ejemplificado en una actividad con­creta, quisiéramos hacer una peque­ña reflexión sobre las posibilidades aún sin explotar que tenemos todos / as en nuestros colegios para afian­zar o crear, una Comunidad Educa­tiva participativa y responsable, que esté en continuo movimiento para mejorar la “calidad de vida de los colegios”.

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