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MÚSICOS EN EL AULA ENCLAVE UNA EXPERIENCIA CON ALUMNOS CON T.G.D.

Posted by on Abr 15, 2005 in Necesidades Educativas Especiales (Revista 8) | 0 comments

Introducción

El aula enclave del C.E.I.P. Alcalde Marcial Franco comienza la experiencia musical el pasado curso escolar. Para ello dispo­ne de una sesión semanal de 50 minutos en exclusiva para los tres alumnos que la componen (dos de los cuales presentan un trastorno generalizado del desarrollo) para posteriormente lograr integraciones con el resto de la comunidad educativa. Cuentan en cada sesión con la presencia del profesor de música (Gustavo), la auxiliar educativa (Helenka), y en ocasiones, la tutora de los alumnos (Eva).

El planteamiento inicial se basa en la discriminación de los elementos en los que se puede organizar la música, creando un diseño de la misma que contempla acciones sencillas y secuen­ciables para facilitar el aprendizaje musical de los alumnos que se encuentran dentro del espectro autista.

Agenda visual

Pero ¿cómo secuenciar un área como la música en la que el contenido es altamente espontáneo? ¿Cómo estructurar una se­sión musical y establecer elementos icónicos y pictográfi cos? Era difícil dadas las características de los alumnos y sus dificultades para la anticipación y los cambios, así que se hizo necesario elabo­rar algún tipo de “agenda”. Tomando en consideración el trabajo que a diario se desarrolla en el aula enclave y en pictogramas tan­to del sistema pictográfico de comunicación (SPC) como algunos pictogramas “caseros”, generamos una agenda específica para el aula con los siguientes bloques: instrumentación, ritmo, entona­ción, baile y relajación.

El curso pasado el orden era inalterable. Este curso se ha in­troducido la idea de “personalizar” la sesión, permitiendo que ro­tativamente cada alumno elija cómo quiere comenzar y terminar la sesión. Esto, que se ha realizado con cautela y de forma pro­gresiva, no ha generado alteraciones conductuales importantes. Creemos que es muy beneficioso permitirles ser partícipes de la organización de las sesiones.

LOS BLOQUES:

Instrumentación: Jugamos con los instrumentos musicales, los manipulamos, creamos secuencias, preguntas-respuestas, etc… Los códigos color-forma resultan muy útiles para el de­sarrollo de un lenguaje musical no convencional. Añadimos pro­gresivamente líneas al pentagrama y notas. Asociamos las notas musicales a goomets de colores y los grados tonales a formas geométricas, comenzando por las notas SOL y MI y sumando no­tas hasta dominar también las notas LA, DO y FA. De esta forma representamos la tónica, dominante y subdominante de DO, con las que pudieron acompañar la canción “Noche de Paz” con los instrumentos de placas.

Por otro lado, identificamos las notas de las teclas del piano con colores. Gracias a ello pudieron interpretar la melodía “Cam­panitas del lugar” con este instrumento.

Para la improvisación marcamos las notas que conforman la pentatónica en los metalófonos y ¡a tocar! Si añadimos unos cró­talos el efecto es relajante.

El proceso para llegar a tocar una pieza es lento, pero hemos obtenido muy buenos resultados.

“El planteamiento inicial se basa en la discriminación de los elementos en

los que se puede organizar la música”

Ritmo: Generamos ritmos en clase con el cuerpo y luego con el pandero, el triángulo, las claves… Buscamos que interiorizaran la constancia de pulso, utilizando un metrónomo o un reloj y una secuencia de puntos equidistantes (en forma de flores o de cual­quier dibujo sugerente). Además ritmificamos los pictogramas que los alumnos utilizan en el aula (cada golpe de voz, un punto) y añadimos el acento para destacar las sílabas más fuertes de cada concepto. La ritmificación de los pictogramas fue el comienzo del trabajo rítmico con los alumnos. Las sílabas acentuadas (cuyos puntos pintamos de rojo) les introdujo en la noción de compás. El número de sílabas y la acentuación de las palabras que represen­tan los pictogramas fueron útiles para trabajar el compás binario, ternario y cuaternario.

Utilizando los elementos punto y línea en la partitura se puede trabajar además la duración.

Entonación: Comenzamos con la altura a través de líneas (realizadas con témpera de dedos sobre papel continuo o con tiza en la pizarra) modulamos la voz ascendente y descendente-mente (agudo-grave) siguiendo las ondas. A continuación y enrai­zado con la instrumentación, seguimos con el intervalo SOL-MI con apoyo fonomímico, pasamos a frase melódica como unidad de trabajo para finalmente aprender canciones a través de claves pictográficas (para la letra) y de color (para las frases melódicas). El piano fue el instrumento base elegido para esta parte de la se­sión. Nos ofrece un apoyo armónico importante y nos sirve para avanzar en la autonomía del aprendizaje vocal, puesto que es uno de los instrumentos que comienzan a tocar los propios alumnos en el aula.

Bailar: El baile es primero movimiento y expresión corporal partiendo de sus registros personales. Se comenzó el trabajo del baile y la expresión corporal diferenciando movimiento y estatici­dad a través de juegos. Los pictogramas del SPC lento-rápido y la utilización de fragmentos musicales de diversos géneros coadyu­varon a la interiorización del aire musical. El baile está relacionado íntimamente con el ritmo, por lo que creamos esquemas rítmi­co-corporales sencillos, que después se constituirían como una seriación de movimientos encadenados con una estructura clara ajustada a una obra musical (sirviéndonos de las formas musica­les). La expresión de emociones a través del carácter de la música es, junto al movimiento libre, aleatorio y espontáneo lo más difícil, pero hemos conseguido avances en este sentido. Los bailes se desarrollan luego con el resto del alumnado del centro, logrando una integración real.

Relajación: Las sesiones finalizan con la vuelta a la calma. Escuchamos música para volver a la calma, jugamos con las sensaciones (caricias con cordones de lana, tintineo suave de crótalos, abrazamos al compañero/a, formamos un jardín de flores con las manos, contamos historietas). Desarrollamos el autocontrol y la atención. Volvemos poco a poco a las rutinas que se desarrollan fuera de los contenidos musicales: cogen el desayuno y comienzan a comer, hablamos sobre el recreo, comentamos algunos aspectos de lo que van a hacer luego.

METODOLOGIA:

La metodología utilizada parte de las características de los alumnos. Cada uno tiene sus propias vivencias (su especial óptica del mundo), que nos ofrece elementos clave para hacerles llegar el conocimiento a través de distintos canales comunicativos.

Nuestra tarea se basa en la búsqueda de estos elementos, contando con la base metodológica existente para el trabajo con alumnos con TGD.

Una palabra, un gesto, un atisbo de emoción en una actividad, nos sirve como fuente para alcanzar un objetivo musical. La meta: una rutina adquirida y en evolución, trasgrediendo un poco más los límites aparentes y el aprendizaje de la música a través de un sistema de lenguaje musical no convencional, de forma manipula­tiva, dinámica, práctica y estimulante.

EVALUACIÓN:

 Hemos de partir de las premisas que guían nuestra propuesta metodológica, perteneciente a un enfoque muy experimentativo. El punto de partida lo constituyó un estudio de la realidad del alumnado con TGD, así como una proyección de las posibilidades e intereses de los mismos. Desde ahí, el proceso evaluativo se basa en la observación diaria y sistemática de las conductas adqui­ridas, así como de los procesos que conllevan un aprendizaje cog­nitivo óptimo de forma individual y en relación con los demás.

Los avances en materia de integración real con el resto del alumnado en la forma que se pueda dependen de los progresos individuales de cada alumno.

El entorno familiar y la respuesta que ofrecen las familias a la dinámica y a las demandas generadas desde el centro también son objeto de análisis a través de las periódicas entrevistas personales y la marcha diaria. Es quizá uno de los puntos más importantes, ya que la motivación de los padres y el nivel de implicación con sus hijos (adecuada asistencia médica, terapéutica y emocional) se convierten en elementos altamente catalizadores para la conse­cución de los progresos educativos.

LOGROS:

  • Los alumnos aprenden a desenvolverse en el aula de músi­ca, identificando los instrumentos, participando de forma activa, atendiendo a la organización de la sesión.
  • Conocen las notas musicales y las reconocen en el pen­tagrama.
  • Bailan y se expresan a través del cuerpo de forma más espontánea.
  • Participan en las actuaciones del colegio cantando, tocan­do canciones sencillas en el piano, acompañando con los instrumentos de placas, cantando en el coro escolar… (en una integración real y no figurativa) y de forma personal (demostrando cada uno de ellos lo que sabe, a su nivel).

 PROYECTOS CERCANOS:

  • Seguir desarrollando los conocimientos adquiridos, que disfruten de la música como vía de comunicación especial trabajando a través de las agendas y los tableros pictográfi­cos, buscando estrategias diversas para llegar siempre “un poco más allá”.
  • Permitir la integración de forma permanente y no puntual en la actividad de coro escolar y agrupación instrumental, así como que sus familias y su entorno les reconozca el valor de lo trabajado y se sientan orgullosos y animados para seguir luchando por ellos.
  • Abrir vías de comunicación con otras personas que traba­jen en el campo, así como proyectar el trabajo realizado en el aula de música.

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