Debajo de la superficie de las imágenes, del bombardeo constante de la redes sociales, del histrionismo de estos días, debajo están las palabras revoloteando en esta jaula en la que hoy habitamos. 

La libertad,  inmensa presencia invisible, no ha venido hoy , ella se escapó el 13 de marzo del confinamiento. No nos deja huérfanos y huérfanas porque nos brinda como perenne regalo, como memoria infinita, su sinónimo más rotundo: la Literatura.

La Literatura nos hace libres  y escribir nos  construye alas. Los libros, la multitud de libros, legiones de flores raras, son hoy, más que nunca, el refugio y la esperanza de lo que fue y de lo que será algún día.

No en vano, desde siempre, los y las docentes hemos llevado el libro como insignia, escudo, arma, presente, bálsamo, esperanza…Tenemos el enorme privilegio de ser sus guardianes, abrimos puertas y derribamos muros con los libros y, lo más importante de todo, regalamos libertad a nuestro alumnado, la traemos en nuestros brazos casi rebosando y se la entregamos con toda la generosidad de nuestro magisterio. Sigamos siendo estos orfebres minuciosos y sabios, ofreciendo lectura a nuestros alumnos y alumnas para superar la incertidumbre.

Que también nuestro autocuidado tenga forma de calma o de aventura, de sosiego o de tormento, de río o de océano, de luz o de oscuridad,  en definitiva, que tenga forma de libro, para que así no olvidemos el rostro de la belleza. 

Feliz día del libro a todos y todas, recordemos siempre las palabras de nuestro sensato Sancho: Mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento”.

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