Después de muchos meses de espera, de venta de productos, dulces y rifas, llegó el 10 de abril, día en el que alumnado de 4º de ESO embarcaría en una nueva aventura. Los nervios se notaban durante los días previos. Muchos y muchas de ellos no serían capaces de conciliar el sueño la noche de antes, pero no importaba, la adrenalina estaba haciendo efecto y no se notaba el cansancio.
Al mediodía, el avión aterrizó en Mallorca después de tres largas horas de vuelo amenizadas por un desayuno y entretenimiento a bordo que ofrece la aerolínea. Allí nos esperaba la representante de la agencia que nos llevaría a nuestra guagua y que nos haría saber que podíamos contar con ella para cualquier problema que tuviéramos durante nuestra estancia en la isla.
Llegamos a nuestro hotel, con todo incluído e iríamos a comer antes de hacer el reparto de habitaciones. Tenemos que agradecer al hotel la flexibilidad que nos ofrece para ubicar a los chicos y chicas en las habitaciones y por el excelente servicio de buffet que proporciona.
Esa misma tarde, dimos un paseo por los alrededores a modo de reconocimiento de la zona de Alcudia Playa, zona turística del municipio, y acabaríamos pasando la tarde en su magnífica playa de arena blanca y agua azul cristalina. Al día siguiente empezamos con las excursiones, para las cuales llevamos a Cati, Mallorquina de pura cepa que nos contaría con el más mínimo detalle todo aquello que visitamos. Palma, con su catedral, baños romanos, Can Balaguer y las imponentes Cuevas del Drach serían nuestros destinos de ese segundo día. Al día siguiente, cogeríamos un tren panorámico que nos llevaría por el valle de Sóller hasta el mismo centro de Sóller para subirnos al tranvía que nos dejaría en el Puerto de Sóller, donde nos subiríamos al barco para navegar por la zona norte de la costa mallorquina hasta llegar a Sa Calobra. El sábado sería el día libre para el alumnado y pasamos la mañana disfrutando de un día de playa de sol, calor y convivencia. Por la tarde, algunos decidieron ir a ver Alcudia Puerto, donde se llevaba a cabo una feria con puestos de comida, artesanía, “chuches”, etc. Como todo llega y todo se acaba, nuestro viaje llegaba a su fin. En las caras largas y apesadumbradas del alumnado se notaba que era el último día, aún así, nuestro avión no saldría hasta última hora de la tarde, con lo cual tendríamos tiempo suficiente para hacer una excursión de medio día a Cabo Formentor, donde podríamos disfrutar de unas vistas imponentes vista de este paraje y la playa de formentor o playa de los famosos con su agua de azul turquesa, donde los más atrevidos se darían su último chapuzón en la isla.
Tenemos que destacar el buen comportamiento del alumnado, el interés mostrado durante las excursiones y visitas y lo agradecidos que fueron, valorando enormemente una oportunidad como esta. Por otro lado, hay que remarcar lo fácil que los chicos y chicas hicieron el trabajo al profesorado acompañante, quienes pudimos disfrutar del viaje como uno más.













