El pasado 6 de junio tuvo lugar el acto de clausura de los programas de parentalidad “Vivir la adolescencia” y “Feliz de conocerme” en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Educación de la ULPGC. En el mismo, pronunció un discurso la Orientadora del Centro, Dª Ana M.ª Rendón Gómez, del que ofrecemos un resumen:
“En las sesiones de formación hemos puesto la palabra a cada emoción, y así nos hemos conocido un poquito más, en nuestras debilidades, nuestras fortalezas personales, nuestras limitaciones y también en nuestros horizontes.
(…)Permítanme que les diga que Conocerse a sí mismo, es un acto mágico, algo extraordinario: Vean: LA EMOCIÓN….GENERA PENSAMIENTO….Y EL PENSAMIENTO CONDUCE AL CONOCIMIENTO…. Y EL CONOCIMIENTO …..NOS PERMITE SABER HACER…. Ese saber hacer que antes les nombraba como una NECESIDAD (en mayúscula) percibida por las familias y que nos empujó a crear FELIZ DE CONOCER-ME.
Esta pócima mágica que acabo de relatar, cierra el itinerario que comenzamos hace dos curso con el primer programa VIVIR LA ADOLESCENCIA EN FAMILIA.
Ambos programas se complementan y por tanto permiten que nuestras familias- al igual que ocurre con el siguiente ejemplo- el de nuestros hijos cuando dan un estirón y aumentan sin saber cómo dos tallas más la ropa-NUESTRAS FAMILIAS AUMENTAN SU TALLAJE- pero no en ropa o número de zapato, sino en crecimiento personal y en saber hacer. Un saber hacer que se convierte en garantía para el desempeño de una parentalidad positiva, que permita en última instancia el éxito escolar y en consecuencia el éxito personal DE NUESTROS ALUMNOS/AS”
Asimismo, María Suárez Torres, una madre del grupo de parentalidad que se ha formado durante dos cursos, participó en el acto relatando su experiencia, aquí exponemos un fragmento:
«Como madre de 4 hijos agradezco que me hayan enseñado a entender y a promover que mi responsabilidad maternal termina donde empiezan los derechos de mis hijos, que ante todo debe prevalecer su desarrollo y bienestar personal y social, todo ello sin olvidar que yo debo estar a su lado orientándolos y estableciendo unos límites que los permitan desarrollarse con plenitud.
Doy gracias porque he aprendido a contar antes de gritar, a negociar antes de castigar, a hablar para solucionar y sobre todo a que compartiendo mis inquietudes en las reuniones del grupo lo que al llegar era un mundo al salir era una solución.»