Estos son algunos apuntes sobre su biografía:

        El 5 de noviembre de 1880 nace Lucas Martín Espino en Icod en el seno de una familia acomodada. Sus padres fueron don Lucas Martín y Pérez y doña Peregrina Espino y Barrios. Desde muy temprana edad muestra un gran interés por aprender, lo que pronto fue advertido y fomentado por sus padres y profesores. Se examina libre de Bachillerato en el Instituto de La Laguna en 1899, a los 18 años.

        Animado siempre por su familia estudia Farmacia en Santiago y en Barcelona. La estancia en esta última ciudad, grande y moderna, y las ideas de progreso con las que tuvo contacto influyeron en él decisivamente.

        Al regresar a Tenerife, recién licenciado, abre su farmacia en Santa Cruz y contrae matrimonio con Doña Clemencia Guimerá del Castillo-Valero hija de una influyente familia. De esta unión nacieron tres hijos: María del Carmen, María Peregrina y  José Lucas.

        Pasa el tiempo y añora su pueblo, así que traslada su farmacia a Icod a pesar de las protestas de su esposa, que quería permanecer en Santa Cruz donde siempre había vivido.

        En la «rebotica» de su establecimiento, en la calle San Agustín, se desarrolla con asiduidad una animada tertulia donde se debate, con libertad y en un ambiente distendido, sobre acontecimientos de actualidad y política, convirtiéndose en un centro de reunión de los que tienen ideas abiertas y progresistas, muchos influenciados por haber visto mundo al estudiar en la península.

        Cuando se proclama la II República, el 14 de Abril de 1931, es nombrado Alcalde de Icod por el Gobernador Civil, cargo que ejercerá hasta julio de 1934. Además, forma parte del Cabildo Insular y es Consejero de la Cámara Agrícola del Norte de Tenerife. Durante su mandato se distinguió por su especial dedicación a la sanidad, la beneficencia y la educación.

        Siempre pensó que Icod debía empezar a mejorar por la educación de todos y no sólo de los que tenían dinero para enviar fuera a sus hijos. Adecenta las escuelas, vela por que se pague adecuadamente a los maestros y por que tengan becas de estudios quienes lo necesiten. Su mayor esfuerzo lo dedica a conseguir el Colegio de Enseñanza Media que se establece en el antiguo Convento de San Francisco. Sus ideas se adelantan a su época y así es partidario de que las mujeres estudien y de que trabajen fuera de casa, algo inconcebible en aquellos tiempos.

        Es encarcelado por sus ideas progresistas en julio de 1936, primero en Santa Cruz, luego en La Orotava y más tarde en La Laguna. Cuando es exculpado regresa a Icod, donde sigue regentando su farmacia. Muere el 8 de noviembre de 1950.

        La hija mayor de Don Lucas, Doña Carmen Martín Guimerá, tuvo la amabilidad de contarnos algunos de estos datos y aunque el paso de los años hace que la memoria le flaquee, no ha borrado la devoción y el cariño con que habla de su padre.

        Lo retrata como un hombre serio, responsable, reservado y sociable a un tiempo. Nos enseña sus fotos con orgullo, era muy apuesto. Como padre, bueno y atento con sus hijos, se preocupó especialmente por sus estudios y su formación; la animó siempre a estudiar y más tarde a trabajar, cuando esto estaba muy mal visto entre la clase acomodada a la que pertenecía su familia.

        Siempre estuvo muy interesado por las Ciencias, la Astronomía, la Botánica; ese amor por el estudio de la naturaleza le llevaba a sacar a sus hijos de casa, para su regocijo, cuando más arreciaba la lluvia, para ver correr el agua por los barrancos.

        Aunque había aprendido mucho de su estancia en ciudades importantes de la península y estaba bien situado en Santa Cruz, volvió a su ciudad natal porque era el lugar que prefería para vivir:  «¡Y que no hablaran mal de Icod que se enfadaba!»

        Convencido de que el estudio era la mejor manera de conseguir que Icod progresara, dio muchas vueltas y llamó a muchas puertas hasta conseguir que se abriera el Colegio de Enseñanza Media en el que fue profesor de Ciencias Naturales, por supuesto sin cobrar.

        La tertulia en su farmacia es alegre y se puede hablar con libertad de política, de las ideas más progresistas del momento y de todo lo divino y humano.

        La guerra acaba con todo esto y Doña Carmen no quiere detenerse aquí demasiado, más que para decirnos que es la familia de su madre, los Guimerá, la que remueve cielos y tierra para conseguir sacarlo de la cárcel.

        En sus últimos años estuvo delicado de salud y recuerda como las personas más necesitadas, a las que él ayudó en lo que pudo desde su farmacia, le enviaban pollos, frutas y verduras, lo que estuviera a su alcance para que pudiera reponerse de su enfermedad.

        Después de esta semblanza, que de primera mano nos hace su hija y que agradecemos profundamente, no nos cabe la menor duda de que el nombre de este hombre generoso y ejemplar, que tanto amó Icod y tanto hizo por la educación de sus hijos, es el mejor que puede llevar nuestro Instituto.