Seguro que algunos la recuerdan. Así comienza una popular canción de excursiones escolares y campamentos. Pero esta cita tiene mayor significado si la asociamos, después de mucho tiempo, a nuestra primera actividad extraescolar masiva en un entorno natural. De hecho, estaba prevista para antes de navidad, pero una vez más hubo que suspenderla por culpa de la pandemia. Después de tanta espera, y aunque tengamos que seguir siendo precavidos, parece que la vida vuelve poco a poco a abrirse paso.
Todos los que nos dedicamos a la labor educativa sabemos que hay ciertos aprendizajes que, por mucho que busquemos diferentes formas de enseñar en el aula, jamás podrá igualar la experiencia de poder ver, oler, tocar y sentir en primera persona. Y si, además, este aprendizaje se comparte y disfruta en compañía de los colegas de clase, las experiencias se multiplicarán y pasarán a formar parte de fantásticos recuerdos.
Por eso, los pasados días 7 y 8 de abril, a propuesta del Dpto. de Educación Física y las tutorías de los distintos niveles, todo el alumnado de ESO pudo disfrutar de unas espléndidas jornadas de senderismo por la cumbre de la isla.
No pueden imaginar la cara de alegría de más de uno/a: una mañana de radiante sol primaveral; retamas y tajinastes en flor, y unas lágrimas que brotaban al inspirar profunda e intensamente. La magnífica experiencia de poder estar al aire libre sin la mascarilla del aula… ¡menudo gustazo! ¡esperamos volver a repetir pronto!















