El ser humano y el poder del mito: disertación finalista de las VII Olimpiadas filosóficas de Canarias

Te presentamos la disertación finalista, seleccionada (junto con otras 7) entre las de más de 60 centros de Canarias, del alumno Héctor González Serrano.  La defendió con honores en la sesión telemática que se realizó para dilucidar el ganador que irá a las Olimpiadas españolas.

Puedes acceder a la disertación completa pinchando «El ser humano y el poder del mito«

Mostramos extractos de la disertación:

«Pues parece que el ser humano siente la necesidad de verse a sí mismo; si no pudiera verse a sí mismo; ¿cómo podría ser?»

«Es innegable que el ser humano tiene deseos, pues el deseo es la motivación de la vida y dirige u orienta los actos del hombre, nuestro cuerpo tiene unos deseos, nuestra psique y también nuestra mente, que desea conocer, pensar y descubrir. Según explican la antropología y psicología, los humanos, como todos los organismos, se mueven hacia alguna parte porque necesitan y desean elementos necesarios para existir. La carencia de estos elementos conlleva a alteraciones internas, desequilibrios y tensiones que buscan suplir de lo que carecemos. Una vez conseguido, la inquietud desaparece, se recupera la estabilidad y cesa la búsqueda hasta otro nuevo desequilibrio»

«Una de las funciones más notables del mito puede referirse a, metafóricamente, ser un faro que nos ilumina y proyecta posibilidades de ser (la metáfora es de Baudelaire, quien originalmente relaciona el faro con el arte), pues además de conocerse al mito como una justificación del mundo, ha servido y sirve para representar un modelo a seguir y para, aunque suene precipitado, ordenarnos y dar un sentido al individuo en este vasto cosmos, instaurando incluso cierta jerarquía abstracta entre nosotros y unas divinidades superiores, no mucho más alejadas de la imaginación, a las que otorgamos de un poder divino del que realmente nosotros somos creadores. Hecho visible en, por ejemplo, la mitología griega donde criaturas antropomórficas, que padecían, vivían, odiaban, amaban y poseían todo aquello que compone interiormente al hombre, eran con sus hazañas e historias representaciones ejemplares de sus coetáneos (de forma estética, social u otra).»

 

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