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No se puede pasar por alto en el IES Viera y Clavijo que se cumplen 20 años de la histórica ascensión de Juan Diego Amador al Everest, un logro que lo consagró como el único alpinista canario en conquistar la cima más alta del mundo. Veinte años de aquella comunicación telefónica vía satélite con sus padres a las 2:15 de la madrugada para confirmar la proeza.  A lo largo de este tiempo, Diego Amador se ha convertido en una figura inspiradora que no ha parado de “inventar” proyectos que demuestran que los límites de su pasión y determinación son únicamente un estado mental, que una y otra vez superan las barreras físicas y las inclemencias de la naturaleza. Diego Amador, amante de la montaña por encima de todas las cosas (no es casual la etimología de su apellido: del latín amator: ‘amante’, ‘el que ama’), compagina esta pasión con su labor como profesor en el IES  Viera y Clavijo, un privilegio para nuestro centro y para su alumnado, a quien transmite no solo conocimientos académicos, sino lecciones de perseverancia y determinación porque los límites no existen si el esfuerzo es mayor que los inconvenientes; además de lo importante que es aprender a tolerar la frustración. Y nadie mejor que este excelente comunicador para reivindicar el fracaso porque en su dilatada trayectoria como montañero ha atravesado dificultades, fracasos, temores, de los que ha extraído importantes lecciones para seguir adelante.

Los cimientos

Alcanzar cimas impensables, en el más amplio sentido de la palabra, para la mayor parte de los mortales tiene un componente intrínseco de capacidad, trabajo, sacrificio y, especialmente, entusiasmo y pasión. Conocer el momento exacto, el hecho precursor del comienzo de esa pasión es un misterio. ¿Cómo alguien descubre que la razón para levantarse cada día con ilusión es llevar al límite su cuerpo, su resistencia y encauzar la vida en busca de emociones al límite de lo posible y bordeando la delgada línea de lo imposible? ¿En qué momento descubrió Juan Diego Amador que la adrenalina necesaria para su vida estaba a miles de kilómetros de distancia y altitud?. Cuando se le pregunta sobre eso, Diego Amador recuerda que quizá comenzó cuando su padre lo llevó al Teide de acampada, al más puro estilo del Coronel Aureliano Buendía cuando “una tarde remota su padre lo llevó a conocer el hielo”. Caminar por el monte con la familia, vivir en contacto con la naturaleza rural de Las Mercedes y aquel recuerdo remoto de su acampada en el Teide despertaron en él una temprana fascinación por la naturaleza y las alturas. Y así, “a los 14 años ya organizaba senderismo con los amigos y a los 17 pasaba los veranos en los Pirineos”. Fue a partir de los 20 cuando comenzó a sentir la seducción de la alta montaña y a pensar en su conquista. Pero nada fue ni rápido ni fácil, empezando por el hecho de que vivir en Canarias complica la práctica de este deporte, tanto por tradición como por las condiciones de la propia geografía. Tal vez, como sostiene Amador, “la propia idiosincrasia de nuestras islas nos ha convertido en luchadores por naturaleza”. Y él no es más que uno de esos emprendedores, “luchadores, soñadores, conquistadores de lo inútil”, según sus propias palabras.

web: https://www.juandiegoamador.com
instagram: @juandiego_amador
facebook: juandiego_guia

El último paso depende del primero” es la frase con la que comienza en su página web la explicación de que la idea de alcanzar la cima del Everest comenzó en la Plaza del Cristo de La Laguna comiendo unas arepas. Los pasos siguientes ya se saben: patrocinadores, logística, planificación, apoyo familiar, … además de la experiencia necesaria en proyectos que avalaran sus posibilidades. Contaba ya a sus espaldas con otros dos ochomiles, el Cho-Oyu, de 8201 metros, en Nepal, y el Gasherbrum II, de 8035 metros, en Pakistán.

Y así se fue dando forma a la gesta que lo ha “encumbrado” en el panorama internacional de la alta montaña, junto al grancanario Javier Cruz, que tuvo que retroceder cuando estaba cerca de la cima, una decisión que, según Diego Amador, es la más dura que puede tomar un alpinista, “dura pero sabia” porque “no hay ninguna actividad por la que valga la pena malgastar una mínima integridad de tu condición física”. Y es que cuando Javier Cruz aún no había llegado a la cumbre, y ya Amador estaba descendiendo, comenzaba a nevar.

Pero alcanzar la cima del Everest no es subir al Teide. La expedición pasó 52 días en el campo base para aclimatar el cuerpo y correr el menor peligro posible porque, tal y como afirma Diego Amador, “no puedes subir más de 500 o 600 metros de altitud con respecto al día anterior porque ya te expones a una hipoxia, a una falta de oxígeno accesible, y al mal de altura”, que pueden frustrar la operación. Porque aquello tenía que salir bien: había escuchado tantas historias sobre aquel punto mítico del alpinismo que le costaba sentir que ahora era él quien lo estaba escalando.

Lágrimas y el corazón a “ocho mil”

Alcanzar la cumbre del techo del mundo supuso lograr el sueño que había tenido siendo niño. Fue la culminación de años de sacrificio, una sensación de paz y la conexión más profunda con la naturaleza y “con uno mismo”. Recuerda que cuando llegó necesitaba compartir aquella felicidad con alguien, “quería gritar al cercano cielo que estaba allí, decirle a alguien conocido que había llegado. Saqué el teléfono satélite de la mochila y llamé a mis padres”.

Como geógrafo y profesor,  describe y analiza la escena con los ojos de quien siente la historia y ve más allá de los metros de altura, la nieve o las montañas: “Desde la cima del Planeta no se ven fronteras, no se ven las líneas que enfrentan a tibetanos con chinos, a palestinos con israelíes, a hombres contra hombres. Solo se ve tierra, sin divisiones”.

Estas cosas también hay que contarlas

En Canarias, los deportes minoritarios, como el montañismo, enfrentan desafíos significativos, a menudo eclipsados por la popularidad de los de masas. Hay una falta de visibilidad en los medios de comunicación y de apoyo decidido después de 20 años de trabajo y de logros, que han llevado el nombre de Canarias a las primeras páginas del montañismo internacional. Veinte años después, un deportista consagrado y garantista, como Diego Amador, sigue sintiendo que tiene “que mendigar para recibir apoyo”.

Entonces, ¿cómo ha podido conseguir y sufragar sus logros? Confiesa Diego Amador que no ha sido fácil. Vive con su sueldo de profesor pero acometer estos proyectos implica mucho más. Ha tenido patrocinadores, algunas ayudas institucionales (Ayuntamiento de La Laguna, Parlamento de Canarias, …), pero eso ha sido insuficiente. “Cuando subí al Everest, pedí un préstamo personal de 20.000 euros para empezar a moverme y puse en juego mi patrimonio”. A pesar de que había subido ya a cuatro ocho miles y había estado en el Himalaya varias veces “los patrocinadores tenían miedo a que el proyecto no saliera bien”, confiesa Diego Amador, …Y “estas cosas también hay que contarlas”.

Amador ha señalado en varias ocasiones la necesidad de un mayor respaldo institucional para fomentar el montañismo y ofrecer a los jóvenes canarios la oportunidad de descubrir y desarrollar el deporte de montaña. Así de contundente se mostró durante la ronda de preguntas tras la proyección de su reciente documental Tras la estela de Shackleton, en el Teatro Leal de La Laguna. A Diego Amador le gustaría participar en algún proyecto para iniciar a jóvenes canarios en el mundo del alpinismo internacional. Pero para ello hace falta un patrocinio decidido y una implicación institucional que reconozca el inmenso valor que puede tener este deporte minoritario, como vehículo de superación personal y de conexión con la naturaleza: “Sería estupendo poder ayudar a algunos jóvenes a entrar en este mundo, como yo lo hice en su momento”.

Y después del Everest…

Cuando finalizó la aventura del Everest, explica Juan Diego Amador que ya “en la propia bajada” empezaba a soñar con un nuevo reto. “Es una adicción”. Y tenía razón. Culminó su proyecto de las Siete Cimas (Aconcagua, McKinley, Pirámide de Carstenz, Kilimanjaro, Elbrus, Monte Vinson), a las que ascendió en el primer intento, que lo convirtió en el tercer español en conseguirlo en menos de tres años, por lo que el Consejo Superior de Deportes lo distinguió como Deportista de Alto Rendimiento. 

Uno de sus momentos más difíciles lo vivió en 2008 en el hielo patagónico, una plataforma de 75 kilómetros entre Chile y Argentina con la intención de ascender al Cerro San Valentín, de 4080 metros, descender con los trineos por el lado chileno y salir de ahí en piragua hacia el Pacífico. Pero repentinamente el clima cambió y Diego Amador y sus acompañantes se tuvieron que refugiar en una cueva de hielo durante una semana en la que apenas pudieron comer y perdieron la comunicación con el exterior. Antes de que los rescatase el helicóptero y los trasladase a un hospital, hubo un momento en que duraron si iban a “salir de allí con vida”. Reconoce que mantuvo “el tipo” cuando uno de sus compañeros le pidió el teléfono para despedirse de sus familiares. Confiesa Amador que “a veces hay que mentir. Decirle que íbamos a salir de allí con convicción era una manera de tranquilizarlo. Pero lo cierto es que yo tenía tanto miedo como él”. Luego se lo confesé.

La otra cara de la moneda fue el ascenso a una montaña virgen en el Himalaya indio de 6025 metros de altura en 2017, que supuso abrir una nueva ruta para el montañismo y que, en honor a aquella primera vez en ser coronada, lleva el nombre de  “Pico Islas Canarias”. El éxito de esta cima estuvo íntimamente ligado a sus conocimientos como geógrafo, que le permitieron una investigación rigurosa para coronar con éxito aquella cima virgen de alta dificultad, hazaña que llevó a Diego Amador a estar nominado al Piolet de Oro por la mejor actividad internacional del año.

“Tus éxitos los hacemos nuestros”

Su actual proyecto, el documental Tras la estela de Shackleton, tiene su origen en un libro y una dedicatoria: el libro, Atrapados en el hielo (La Legendaria expedición a La Antártida de Shackleton), de Caroline Alexander; la dedicatoria, “Tus éxitos los hacemos nuestros”, se la escribieron sus padres en las primeras páginas de este libro sobre el intrépido explorador que le regalaron a su regreso del Cho-Oyu, su primer ochomil. La historia de Sir Ernest Shackleton sorprendió a Juan Diego Amador por el extraordinario liderazgo de este capitán para sobrevivir en una ruta inexplorada hasta entonces.

El apoyo de su familia siempre ha sido determinante para Juan Diego Amador y en 2021, tras el fallecimiento de sus padres, comenzó a “darle vueltas” a aquel libro y fue madurando la idea de emular el viaje de Shackleton y dedicárselo a sus padres. Y así en 2022 puso rumbo a la Antártida con el objetivo de poner en práctica las estrategias del mismo Shackleton, experiencia que ha plasmado en el documental que se ha proyectado en el TEA, exconvento de Santo Domingo, Teatro Leal, entre otros espacios, y, por supuesto, en nuestro centro, IES Viera y Clavijo. Además de las imágenes en las que se reflejan las extremas dificultades de la expedición, ofrece un recorrido por las Islas Georgias y sus extraordinarias colonias de pingüino y elefante marino, que se podrán ver próximamente en distintos festivales internacionales de aventura y naturaleza.

Además de este documental, Juan Diego Amadora ha producido cinco documentales que han sido emitidos por la Televisión Autonómica de Canarias (TVC), ha colaborado con otras cadenas de ámbito nacional como Cuatro o AXN, canal especializado en deportes de aventura. Su última participación televisiva ha sido como coordinador de las localizaciones y presentador de la serie documental Tocando el Cielo, con trece capítulos sobre los rincones más espectaculares de las Islas Canarias. (https://www.youtube.com/channel/UCHt6g5-PbZEzfqtvyKhb5KA).

RECONOCIMIENTOS
Premio “Mejor hazaña deportiva del año”. Asociación Periodistas Deportivos de Tenerife
Premio “Eloy Román García”. Club de Exploración y Aventura de España
Premio “Roque Anambro”.
Premio “Cesáreo Tejedor” a la mejor actividad deportiva del año. Federación Tinerfeña de Montañismo.
Nominado entre los tres mejores deportistas de la temporada. Asociación de la Prensa Deportiva de Tenerife.
Premio “Isla de Tenerife”. Periódico La Opinión de Tenerife.
Premio “Mejor Montañero”. Federación Canaria de Montañismo.
Nominación por el Pleno Municipal al Premio Canarias del Deporte 2005. Excmo. Ayuntamiento e La Laguna.
Distinción por la ascensión al Everest y por la trayectoria deportiva. Consejo Superior de Deportes.
Nominación por el Pleno Municipal al Premio Canarias del Deporte 2009. Excmo. Ayuntamiento e La Laguna.
Medalla de la Presidencia del Gobierno de Canarias por la culminación del Proyecto Siete Cimas. Gobierno de Canarias.
Nominación al Piolet de Oro Internacional por la mejor actividad alpinística del año al ascender al “Pico Islas Canarias” (INDIA, 6.025m- Cima Virgen)