Cuando comienzan las tardes a menguar y a la espera de las ansiadas bonanzas, con el recuerdo aún, pero cada vez más lejano, de los días sin horas, el baño de sol en nuestros cuerpos y las olas batiendo en nuestros pies, se inician las clases.

Es la vuelta al Instituto: el reencuentro con compañeros, amigos, profesores… ; nuevos libros, nuevos cuadernos, olores reconocidos del lápiz recién afilado, de la goma apenas usada; el sabor añorado de los bocadillos y las golosinas compartidas en el corto recreo, entre charlas y desvelos. También los nervios ante quizás un profesor desconocido, el temor incierto a los exámenes que llegarán más pronto que tarde…

Todo ello forma parte de este inevitable reencuentro con las aulas. Muchas sensaciones, emociones, dudas que nos asaltarán durante el nuevo curso. Porque cada uno de ellos que iniciamos es como un libro vacío que se presenta ante nosotros, y cada paso, decisión, acto que realizamos son líneas que se van escribiendo en esas páginas vacías. El punto y final de la historia que cuentan y que colocaremos en el próximo junio dependerá en gran medida de nosotros mismos. De nuestro tesón y constancia en el trabajo, pero sobre todo de la ilusión con la que afrontemos cada reto académico y el deseo que pongamos en aprender, sabiendo que nada nos hará más libres y más fuertes que el conocimiento que obtengamos a lo largo de nuestra vida.

Por tanto, bienvenidos a toda la comunidad educativa al 2017-18 y ojalá todos podamos escribir un final feliz en él.