Los alumnos de 2ºESO en Prácticas Comunicativas han realizado composiciones escritas donde hacen fluir su creatividad e imaginación inspirándose por un lado en objetos puntuales y por otro en obras conocidas y acompañadas de ilustraciones. Hemos seleccionado una pequeña muestra de todas ellas donde pueden disfrutar de las destrezas tanto artísticas como literarias de nuestros alumnos.

Relato de Daniel Santana Marrero 2º ESO D
Marcos era un niño muy especial, no se relacionaba mucho. Él sentía que no encajaba. Solía ir sólo a todas partes. Cada mañana, se levantaba y se preparaba para ir a clase, le encantaba estudiar, pero sus compañeros pensaban que era un niño muy aburrido. Algunos de sus compañeros ni se daban cuenta de que existía, otros se acercaban a él por interés y unos pocos, aunque los peores, se reían, lo molestaban e incluso le pegaban. Marcos se sentía muy confundido, no sabía por qué los niños lo veían así, ni siquiera se habían molestado en conocerlo.
Un día, a la hora del recreo, dos de sus compañeros lo acorralaron y le quitaron el desayuno. Marcos se sentía muy mal, pensó en denunciarlo, diciéndoselo a su profesor, pero tenía miedo y no lo hizo. No quería que sus compañeros lo vieran como un chivato, y mucho menos que se enterasen los chicos que le robaron. Decidió callarse. Enseguida se dio cuenta de su error. Todos los días, esos dos chicos lo esperaban a la hora del recreo para quitarle la comida.
Marcos, pensando cómo podía evitar que esto siguiera sucediendo, tomó la decisión de no llevar comida, así no se la podrían quitar y lo dejarían en paz. Volvía a equivocarse, lo que consiguió fue que se enfadaran mucho más y lo golpearan.
Marcos decidió no ir al colegio. Sus padres se dieron cuenta de que le pasaba algo pero él les decía que estaba bien.
Un día de camino al colegio Marcos tropieza con una piedra y cae por una ladera, dándose un golpe en la cabeza. Un anciano que pasaba por allí lo ve caer y corre en su ayuda. No tarda en preguntarle por qué iba tan despistado y Marcos se limita a decirle, tengo problemas.
El anciano le cura la herida de la cabeza y le da su sombrero para que se proteja del sol. Marcos le pregunta donde puede encontrarlo para devolvérselo y simplemente le contesta que se lo puede quedar que ya no lo va a necesitar y a él le va hacer más falta. Al llegar al colegio, va notando que se encuentra mejor, más animado e incluso con apetito. Sube a clase y estando allí le entran ganas de tomarse un batido de chocolate. No puede pensar en otra cosa. Al final tiene que fingir que quería ir al baño para poder bajar a la cafetería a tomarse el batido. Acaban de traer una batidora nueva al colegio. Regresa a la clase sintiéndose muy feliz por estar bien.
Tocan al recreo, Marcos sale y se encuentra con los dos chicos, estos le piden el desayuno. Marcos les dice que no lo tiene y en el preciso momento en el que le van a pegar comienza a pedir ayuda a gritos sin saber muy bien lo que hace. Un profesor que pasaba por allí lo escucha y corre en su ayuda. Los tres muchachos son llevados al despacho del director y allí Marcos comenzó a contar todo lo que le había estado pasando durante semanas. No quería hablar por miedo y sin embargo contaba todo con pelos y señales. Al terminar se sentía muy feliz y hambriento. No pudo evitar volver a la cafetería a tomarse esta vez un batido de vainilla. El resto de las clases Marcos las disfrutó, se sentía seguro.
A la salida del colegio, se le acercaron tres chicas, compañeras de clase para pedirle los deberes. Marcos se los quiere dejar en un intento de caerles bien e intentar hacer amigos pero, de repente se ve diciéndoles todo lo contrario. No se los dejó, y además les recriminó que sólo se acercaban a él por interés cuando necesitaban los deberes o no entendían algo. Las chicas se quedaron muy avergonzadas y le pidieron disculpas. Marcos se las aceptó. Seguía sin entender qué pasaba y volvía a tener hambre.
Mientras se tomaba un batido de fresa intentaba encontrar una explicación a lo que le estaba ocurriendo y llegó a la conclusión de que tenía que tener relación con el sombrero ya que esto le ocurría desde que lo llevaba puesto. Por algún motivo, lo ayudaba a ser valiente y a decir lo que pensaba, pero al mismo tiempo se daba cuenta de que cada vez que superaba un obstáculo y se sentía feliz le entraba ganas de tomarse un batido, como si necesitara celebrar.
De camino a casa paró a comprar una batidora como la del colegio, porque tenía que solucionar unos problemillas con sus padres. Desde ese día, Marcos estaba muy feliz, hacía y decía lo que pensaba y nunca más volvió a dejar que nadie se burlara ni abusara de él. Estaba claro que el sombrero era el mejor amigo que nunca había tenido. Con el tiempo, ya no necesitó el sombrero, aprendió a superar sus miedos y decidió regalárselo a su hermano, al que quería mucho y le deseaba lo mejor y no puede haber nada mejor que un buen amigo.