NOTA: Al tratarse de un diálogo, recomendamos la lectura por parte de dos lectores: una alumna y un alumno, que intervendrán en ese mismo orden.
-Hola.
-Hola.
-¿Qué hora es?
-No sé. ¿Por qué?
-Es temprano.
-Sí. ¿Paso?
-Bueno, pero es muy temprano.
-¿Duermen tus padres?
-Sí. ¿Quieres café?
-Sí.
-Pues siéntate.
-Vengo a pedirte que te enamores de mí.
-¿Cómo?
-Nuestras vidas son anodinas. Yo me aburro. Enamorémonos.
-Pero… ¡yo no te quiero!
-No importa. Yo tampoco te quiero a ti.
-Mejor.
-No hace falta quererse. Los enamorados no se quieren. Sólo se quieren a sí mismos.
-Pero tú no me gustas.
-A mí tampoco me gustas tú.
-¡Ah! ¿No te gusto?
-No.
-Me encuentras fea, flaca, vulgar…
-Hoy no he ido a la oficina. Quiero cambiar de vida.
-¿Cómo? ¿Enamorándote?
-Enamorándome de ti.
-Pues enamórate pronto y vete.
-Mírame a los ojos.
-¿Así?
-A los ojos, no a la nariz.
-No puedo mirarte a los ojos.
-¿Por qué?
-Me da risa.
-¿Por qué?
-Es una situación ridícula, ¿no te parece?
-Lo ridículo es que me mires a la nariz.
-Está bien. Te miro a los ojos. ¿Y qué?
-Continúa.
-Continúo.
-Sigue, sigue.
-Sigo, sigo.
-¿Notas algo?
-¿Y tú?
-Estoy a punto de sentir algo que nunca había sentido hasta ahora.
-¿Qué tipo de cosa?
-Difícil de describir.
GONZALO SUÁREZ, Palabras en penumbra.
¿Qué puede significar la frase: » Los enamorados no se quieren. Sólo se quieren a sí mismos»?