Fahrenheit 451

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Has de comprender que nuestra civilización es tan grande que no podemos permitir que nuestras minorías se alteren o exciten. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué queremos en esta nación, por encima de todo? La gente quiere ser feliz, ¿no es así? ¿No lo has estado oyendo toda tu vida? «Quiero ser feliz», dice la gente. Bueno, ¿no lo son? ¿No les mantenemos en acción, no les proporcionamos diversiones? Eso es para lo único que vivimos, ¿no? ¿Para el placer y las emociones? Y tendrás que admitir que nuestra civilización se lo facilita en abundancia.

Sí.

A la gente de color no le gusta «El pequeño Sambo». A quemarlo. La gente blanca se siente incómoda con «La cabaña del tío Tom». A quemarlo. Escribe un libro sobre el tabaco y el cáncer de pulmón ¿Los fabricantes de cigarrillos se lamentan? A quemar el libro. Serenidad, Montag. Líbrate de tus tensiones internas. Mejor aún, lánzalas al incinerador. ¿Los funerales son tristes y paganos? Eliminémoslos también. Diez minutos después de la muerte, un hombre es una nube de polvo negro. No sutilicemos con recuerdos acerca de los individuos. Olvidémoslos. Quemémoslo todo, absolutamente todo. El fuego es brillante y limpio.

Bueno, entonces, ¿qué ocurre si un bombero accidentalmente, sin proponérselo en realidad, se lleva un libro a su casa?

Un error lógico. Pura curiosidad —replicó Beatty— No nos preocupamos ni enojamos en exceso. Dejamos que el bombero guarde el libro veinticuatro horas. Si para entonces no lo ha hecho él, llegamos nosotros y lo quemamos.

RAY BRADBURY, de Fahrenheit 451 (adaptación).

Nota: Farenheit 451 (232’8 ºC) es la temperatura a la que arde el papel.

¿Por qué queman los libros?

¿Te convencen esas razones?

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