El flujo de la música

   En todas las culturas conocidas, la ordenación del sonido de maneras que agraden al oído se ha usado para mejorar la calidad de vida. Una de las funciones más antiguas de la música es enfocar la atención de los oyentes en modelos adecuados al estado de ánimo deseado.

   Cuando les llegan malos tiempos a los pigmeos del bosque de Ituri, en África Central, creen que su infortunio se debe a que el bosque, que comúnmente les provee de todas sus necesidades, se ha dormido. Y, llegados a este punto, los líderes de la tribu extraen los cuernos sagrados enterrados bajo el suelo y soplan durante días y noches, intentando despertar al bosque y restaurar así los buenos tiempos.

   Los cuernos pueden no haber despertado a los árboles, pero su sonido familiar debe haber convencido a los pigmeos de que la ayuda estaba en camino y así serán capaces de enfrentarse al futuro con confianza. La mayoría de la música que sale de  los dispositivos móviles actuales responde a una necesidad similar. Los adolescentes, cuya frágil personalidad en evolución sufre diversas amenazas a lo largo del día, dependen especialmente del modelo tranquilizador del sonido para restaurar el orden en su conciencia.

   La música, que es información auditiva organizada, ayuda a organizar la mente que la escucha y, por lo tanto, reduce el desorden que experimentamos a nuestro alrededor. Escuchar música nos aleja del aburrimiento y de la inquietud y, cuando la tomamos en serio, puede inducir experiencias de flujo.

   Platón creyó que los niños debían aprender música antes que cualquier otra cosa; aprendiendo a prestar atención a armonías y ritmos hermosos su conciencia entera lograría estar ordenada. Nuestra cultura parece poner poco énfasis en enseñar las habilidades musicales a niños y a jóvenes. Cuando hay que recortar el presupuesto de una escuela, los cursos de música (así como también de arte y de educación física) son lo primero que se elimina. Es lamentable que estas tres capacidades básicas, tan importantes para mejorar la calidad de vida, generalmente sean consideradas innecesarias en el clima educativo actual. Sin una educación musical seria, los niños se convierten en adolescentes que, a causa de esta privación temprana, deberán invertir cantidades enormes de energía mental en hallar una música propia, su propio equilibrio interior.

MIHÁLY CSÍKSZENTMIHÁLYI, de su libro Flow (adaptación).

Según el texto, ¿por qué es necesaria la música?

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