Tres veces santa

   La angustia lo atenazaba tanto que Teo casi no podía ya ni respirar. Pensó en Jerusalén, que salía a menudo por la tele, con una cúpula de oro a la espalda del «enviado especial en directo». Y, a lo lejos, unos campanarios muy blancos, unos tejados rosados tan apacibles que a uno le costaba imaginar la violencia latente, los disparos, las bombas. Sin embargo, el enviado especial hablaba siempre de atentados y de procesos de paz.

   –Tía Marthe, ¿qué es esa cúpula de oro que hay en Jerusalén? –preguntó.

   –La Cúpula de la Roca. Uno de los mayores santuarios musulmanes.

   –Pero ¡los judíos también tienen su sinagoga en Jerusalén! Entonces ¿es más pequeña que la mezquita?

   –Para empezar, la Cúpula de la Roca no es una mezquita –gruñó ella–. Y, luego, los judíos habían construido su Templo en Jerusalén. Pero fue destruido hace tiempo. ¡Oye, no empieces con tus preguntas, que me vas a liar!

   –Por lo menos, dime por qué empezamos nuestro viaje por Jerusalén.

   –De todas las ciudades del mundo, Jerusalén es la más santa, la más magnífica, la más emocionante y la más desgarrada. ¡Imagínate! Sobre el monte de Jerusalén, en el siglo VIII antes de nuestra era, el rey Salomón construyó el Templo del dios único, varias veces destruido, varias veces reconstruido antes de ser arrasado por los romanos… Allí, en Jerusalén, Jesús entró para proclamar la Buena Noticia de la salvación y fue recibido por el pueblo con palmas, como si fuese un libertador o el Mesías. Allí, en la Ciudad Santa de los judíos, fue arrestado, juzgado, crucificado en una colina, y en Jerusalén resucitó… ¡Para colmo, desde una roca alta de Jerusalén, el profeta Mahoma se elevó, de un salto de su yegua alada, hasta el cielo! ¿Te parece suficiente?

   –Ni siquiera sé quién es el rey Salomón –dijo–. ¡Ni que Mahoma cabalgaba una yegua alada! ¡No tengo ni idea, es un horror!

   –¡Sabes quién es Jesús, por lo menos!

   –¡Hombre! Es fácil: se murió, resucitó y se piró al cielo.

   –¡Se piró! –exclamó la tía Marthe, indignada–. Jesús subió al cielo, haz el favor… En Jerusalén, Dios se expresa en varias lenguas: en el hebreo de los judíos, en el árabe del Corán; en el latín, el armenio y el griego de los cristianos… A veces, cuesta oírlo porque los hombres son un poco duros de oído y hablan demasiado. A menudo, a causa de la diferencia de sus lenguas, no se entienden y se matan unos a otros.

CATHERINE CLEMENT, de El viaje de Teo (adaptación).

¿Por qué es tan importante Jerusalén?

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